martes, 14 de abril de 2015

NICASIO RAMALLO SOLDADO DE SAN MARTIN

NICASIO RAMALLO

SOLDADO DE SAN MARTÍN

Nació en Buenos Aires en 1794. Murió en Lima en 1823.
Militar argentino que participó en la guerra de Independencia y de Chile y del Perú.
En su juventud fue empleado público.
En 1810 se enroló en el regimiento de Montañeses, pasando después al regimiento de Granaderos a Caballo de José de San Martín. Formó parte de la campaña contra los federales de José Artigas a órdenes del coronel Holmberg y participó en el combate de El Espinillo. Fue tomado prisionero y liberado a comienzos de 1815. Formó parte de la división de Ignacio Álvarez Thomas que se sublevó en Fontezuela y depuso a Carlos María de Alvear.
Se incorporó al Ejército de los Andes, pasando a Chile y luchando en la batalla de Chacabuco, victoria por la que fue condecorado. Hizo la primera campaña del sur de Chile y luchó en las batallas de Gavilán, Talcahuano, Cancha Rayada y Maipú, tras la cual fue ascendido a teniente coronel. Hizo la Segunda campaña al sur de Chile y fue uno de los firmantes del acta de Rancagua.
Fue nombrado comandante del tercer escuadrón de los Granaderos, y por un tiempo estuvo en la guarnición de San Luis, donde colaboró en la represión de la sublevación de los prisioneros realistas.
Participó de la Expedición Libertadora del Perú, prestando servicios en los campamentos de Paracas, Huaura y Lima, y llegando al grado de coronel.
Falleció en Lima en marzo de 1823. Estaba casado con una mujer de apellido San Martín, pero que no era parienta del general.

Su hermano Pedro Ramallo participó en la batalla de Salta, en la campaña de 1814 contra Artigas y en la campaña a Chile, combatiendo en Chacabuco y Maipú. Regresó herido a las Provincias Unidas y se instaló en la ciudad de Mendoza, donde hizo una carrera administrativa hasta su muerte, ocurrida poco tiempo después de la de su hermano.

domingo, 12 de abril de 2015

JOSE ANTONIO MELIAN: SOLDADO DE BELGRANO Y DE SAN MARTIN

 JOSE ANTONIO MELIAN: SOLDADO DE BELGRANO Y DE SAN MARTIN


Coronel José Antonio Melián (1784-1857)
Guerrero de la independencia sudamericana.
Nació en Buenos Aires, el 19 de marzo de 1784. Fueron sus padres Antonio Melián y María Josefa Correa y Lascano.
Inició se carrera militar en las invasiones inglesas en los momentos en que se produjo la primera de éstas, en junio de 1806, sentando plaza en una compañía de milicia urbana de Buenos Aires, que mandaba un señor de apellido Santa Coloma. No obstante el juvenil entusiasmo de una multitud de jóvenes porteños para hacer frente al audaz invasor, el virrey Sobremonte ordenó capitular a las fuerzas de la defensa, pero Melián, como tantos otros jóvenes que estaban incorporados a los defensores, desobedeciendo la orden, se fugó ocultándose en unas quintas, esperando el momento oportuno para tomar la revancha.
Fue entonces que se hizo sentir la voz enérgica y vibrante de Juan Martín de Pueyrredón, que logró reunir un grupo numeroso de muchachos entusiastas, propósitos que trató de malograr el general Beresfort, a mediados de julio, enviando al coronel Pack, del famoso Regimiento Nº 71 británico, con 500 hombres y dos piezas de artillería. Esta fuerza logró desbaratar a los jóvenes, reunidos por Pueyrredón en las chacras de Perdriel, el 1º de agosto de 1806. Melián logró escapar de los ingleses y quedó a la expectativa para ulteriores disposiciones tendientes a rechazar al invasor. Pocos días después tuvo noticias de que Liniers alistaba una fuerza en Montevideo para reconquistar la ciudad, resolviendo entonces Melián esperar esta fuerza para incorporarse, y a tal efecto, esperó en la chacra de Márquez, en Las Lomas, y tan pronto desembarcó el general Liniers, el 3 de agosto de 1806, en el puertecillo de Las Conchas (Tigre), Melián se incorporó a la pequeña columna en San Fernando, la cual se puso en marcha sobre Buenos Aires el día 8. El 12 los expedicionarios atacaban con todo brío a los invasores y obtenían una victoria decisiva con la rendición del general Beresford y de todas sus tropas. Melían se distinguió por su arrojo y participó con brillo en las dos fases de la Reconquista, vale decir, la toma de la Plaza de Toros y el forzamiento del último reducto de resistencia de los británicos: La Plaza Mayor (actual Plaza de Mayo) y sus bocacalles poderosamente artilladas. Ese mismo día (12 de agosto) es ascendido al grado de subteniente por su notable comportamiento en la acción.
Después de la Reconquista, Melián se incorporó como soldado distinguido al Escuadrón que, con el título “Húsares de Honor”, creó el comandante Juan Martín de Pueyrredón, en el cual se alistaron en calidad de soldados los jóvenes de las principales familias de Buenos Aires; escuadrón que desempeñó numerosas comisiones como consecuencia del estado de cosas, entre ellas, participar en la expedición que, a las órdenes del teniente coronel Prudencio Murguiondo, tomó preso al ex-virrey Sobremonte, en momentos en que se dirigía a Montevideo con el objeto de perturbar el orden en Buenos Aires, donde mandaba el general Santiago Liniers.
Durante la segunda invasión inglesa, Melián, que a la sazón formaba parte del cuerpo de Húsares antes mencionado, fue uno de los componentes de un destacamento de 30 soldados que sostuvieron una fuerte guerrilla en la “Estanzuela de Santo Domingo”, contra las fuerzas inglesas que habían desembarcado en las playas de Quilmes, el 29 de junio de 1807. Retirados a la ciudad, ante el avance incontenible de los invasores, al joven Melián le correspondió con su cuerpo ocupar la azotea de una casa conocida con el nombre de “Martín el pintor”, situada en la esquina de Perú y Alsina. Desde este acantonamiento se destacaron grupos del cuerpo para hostilizar el avance enemigo en las inmediaciones del Sur de la ciudad, perdiendo en una de esas escaramuzas dos piezas de a 24, que se les quedaron encajadas en un pantano.
En las terribles jornadas del 3 y del 5 de julio, en las que el general Whitelocke atacó con toda decisión a los defensores de la ciudad, Melián combatió con su cuerpo en la zona de la calle Perú, comprendida entre las de Victoria y Belgrano, y se sabe, que fue tan decidida la actitud de los defensores de aquel lugar, que en ningún punto de la ciudad quedaron tantos cadáveres ingleses como los que se encontraron en la calle Perú, en las tres cuadras mencionadas.
El general Liniers reconquistó Montevideo, y Melián formó parte del destacamento de su cuerpo que al mando del capitán Domingo French, pasó a aquella ciudad a formar la escolta del gobernador designado para mandar allí, por el General vencedor.
De regreso a Buenos Aires, Melián fue nombrado teniente 2º de la Segunda Compañía de un Batallón de Granaderos, el 22 de octubre de 1807. Dicho batallón fue creado por el general Liniers, a cuyo comando puso al coronel Miguel de Azcuénaga, siendo el comandante de su compañía, el capitán Juan Florencio Terrada.
En noviembre de 1807 fue comisionado por Liniers para conducir unos pliegos al general Whitelocke, que se encontraba en Montevideo, misión que cumplió a satisfacción, en forma tal que el virrey Liniers le otorgó los despachos de capitán, con fecha 20 de noviembre de aquel año, “que me entregó en propia mano –dice Melián- regalándome un uniforme”.
Luego sobrevino la Revolución del 25 de Mayo, y Melián se alistó entre los más entusiastas y el 3 de agosto de 1810 revista como capitán de la 4ª Compañía del Regimiento de “Granaderos de Fernando VII”.
A fines de 1810 se incorporó a la Expedición Libertadora al Paraguay, dirigida por Manuel Belgrano y tuvo una actuación destacada en las batallas de Paraguari y Tacuarí.
Después se incorporó a las fuerzas sitiadoras de Montevideo, permaneciendo frente a aquella ciudad hasta octubre de 1811, en que en virtud el armisticio solicitado por los defensores y acordado por el gobierno de Buenos Aires, se retiraron los sitiadores, embarcándose en el puerto de Las Higueritas, regresando a Buenos Aires el 11 de noviembre del año mencionado.
A fines de diciembre salió Melián con su Regimiento, que mandaba el coronel Juan Florencio Terrada, y fueron a acantonarse en Santa Fe, pasando después a la ciudad de La Bajada, acampando más adelante entre los dos ríos Yuquerí. Finalmente, después de haber permanecido en otros acantonamientos, regresaron a Buenos Aires.
Se incorporó a las fuerzas que sitiaban a Montevideo por segunda vez, asistiendo a todas las acciones militares que allí se produjeron. El 6 de octubre de 1813 fue ascendido a sargento mayor de Granaderos de Infantería (Terrada), grado con el que continuó prestando servicios en el ejército sitiador hasta la caída de Montevideo, el 23 de junio de 1814, por lo que le fue otorgado un escudo con la inscripción: “La Patria a los vencedores de Montevideo”. Poco después de este suceso, el Director Posadas llamó a Melián y le comunicó que se necesitaban sus servicios en otro punto de importancia, y con fecha 22 de agosto de aquel año le otorgó el grado de teniente coronel de caballería y el puesto de comandante general de milicias de Entre Ríos, con el encargo de formar allí cuatro regimientos. A fines del mes, Melián se puso en marcha para su nuevo destino y desembarcó en Concepción del Uruguay, donde encontró al coronel Blas José Pico, gobernador de Entre Ríos, quien le dijo que era imposible llevar a cabo su propósito por el estado de insubordinación del paisanaje, sostenido por las montoneras del caudillo José Gervasio de Artigas. Después de tentativas infructuosas en varios pueblos de importancia, Melián regresó a Concepción, dando cuenta al Gobierno del fracaso de sus gestiones.
En tales circunstancias llegó a Concepción del Uruguay el coronel Viamonte para hacerse cargo del gobierno en reemplazo de Pico. Era en los días en que tuvo lugar la acción de Arerunguá, en la Banda Oriental, en la que fue completamente derrotado el coronel Manuel Dorrego con la división que había sacado del ejército de Montevideo, por Artigas. Viamonte ordenó a Melián, cruzar el Uruguay con 300 hombres y situándose en la margen opuesta, en Paysandú, proteger a los dispersos. Allí recibió al teniente coronel Rafael Hortiguera que llegaba con 80 o 100 Dragones y el coronel Eusebio Valdenegro, que había sido nombrado gobernador de Corrientes. Con ellos salió Melián a campaña en busca de los caudillos artiguistas Otorguez y Blas Basualdo, los que fueron alcanzados en el rincón de Yeruá, y completamente batidos después de un fuego de más de una hora.
De regreso en Buenos Aires Melián se encontró sin destino. En aquellos momentos tuvo lugar la sublevación de Fontezuelas, en que Alvarez Thomas y Valdenegro se rebelaron contra la autoridad del Director Supremo, general Carlos María de Alvear. Poco después el general José de San Martín escribía desde Mendoza a Melián, con quien tenía amistad, proponiéndole fuera a ayudarlo en la empresa de organizar el Ejército de los Andes. Esta propuesta coincidió con un pedido de San Martín al Gobierno para que los Granaderos a Caballo que se encontraban en Buenos Aires fuesen enviados a Mendoza. El comandante José Matías Zapiola le brindó a Melián el comando del 4º Escuadrón del famoso regimiento, cargo para el cual fue nombrado el 7 de junio de 1815. El 1º de agosto se ponían en marcha para Mendoza, llegando el 3 de setiembre, con 160 granaderos.
Desde aquel momento Melián colaboró intensamente en la ardua tarea de organizar aquel ejército; los escuadrones 1º y 2º de Granaderos habían llegado a Mendoza, procedentes del Alto Perú, mientras que el 3º y el 4º, eran los que marcharon de Buenos Aires, procedentes de la Banda Oriental. Melián, como es natural, tuvo intervención activísima en la reorganización del Regimiento de Granaderos y después de permanecer un mes con ellos en la ciudad de Mendoza, cuando los reclutas tuvieron instrucción suficiente para montar a caballo, se trasladaron al campamento del Plumerillo, situado como a una legua de Mendoza, el cual estaba siempre banco de salitre, según afirma el propio Melián. Este refiriéndose a los oficiales de Granaderos a Caballo, dice en su autobiografía:
“La oficialidad del Regimiento era flor y nata de Buenos Aires y de alguna de las demás provincias. Decentes, animosos y llenos de honor, se aplicaban a aprender en las academias presididas por sus jefes y dirigidas por José de San Martín, que nos había sujetado a los jefes a los mismos principios que nosotros infundíamos a nuestros subalternos”.
El 21 de enero de 1817 se puso en marcha la columna principal del ejército bajo el mando de general Soler, atravesando la Cordillera por el Paso de los Patos; el primer escalón de la vanguardia lo constituyó el 4º Escuadrón de Granaderos, 4 compañías de granaderos y volteadores de los batallones 7 y 9 respectivamente, el cual fue puesto bajo el comando del teniente coronel Melián y rompió la marcha el día 19 de enero. Este escalón, el 3 de febrero iniciaba el descenso de la Cordillera, penetrando en territorio chileno. El 8 llegaba a San Felipe de Aconcagua, donde permaneció el ejército hasta el 10, demorándose un día, hasta estar compuesto un puente que habían destruido los españoles, sobre el río Aconcagua, el cual es suficientemente caudaloso como para efectuar su pasaje sin puente. El 11, reparado el puente, lo atravesó la columna de Soler, y por la noche la reunión de ésta con la de Las Heras, se efectuó en Santa Rosa de Los Andes, donde esperaba ésta última.
El 12, a las 5 de la mañana, las fuerzas independientes empezaron a trepar la cuesta de Chacabuco, lo que lograron, venciendo la débil resistencia realista, cuyas fuerzas destacadas se replegaron al llano. A las 10 de la mañana empezó la batalla, y a las seis de la tarde no existía un solo enemigo a distancia de 12 leguas del campo de la acción.
El día 13, el general Soler se dirigió a Santiago a la salida del sol, llevando como escolta los escuadrones de Necochea y Melián, llegando a las cuatro de la tarde de ese mismo día. El 14 llegó San Martín y los días 15, 16 y 17, el resto del ejército con los prisioneros.
El 24 de febrero de 1817, San Martín proponía a Melián para el cargo de Teniente Coronel de Granaderos a Caballo, el cual le fue otorgado por el Director Supremo de las Provincias Unidas el 16 de octubre de ese año, con antigüedad del 27 de febrero. Con esta fecha, Melián pasó a comandar el 3er Escuadrón de su Regimiento.
Organizada la “División del Sur”, bajo las órdenes del coronel Las Heras, Melián fue designado su segundo jefe. El 4 de abril esta División libraba el combate de Curapaligüe, a seis leguas de Concepción (distante ésta a 160 kilómetros de Santiago), contra un millar de realistas mandados por el coronel Ordóñez, los que fueron batidos y dispersados por las fuerzas patriotas. El día 5, Las Heras ocupó la ciudad de Concepción. Pocos días después el teniente coronel José Antonio Melián se sentía enfermo y solicitaba su relevo, llegando el comandante del 4º Escuadrón, Manuel Medina, en su reemplazo, el 30 de abril, y Melián se puso en viaje para Santiago, adonde llegó el 6 de mayo. Allí reemplazó al coronel José Matías Zapiola, que había obtenido licencia temporal para trasladarse a Buenos Aires. En el cuartel general de la “Hacienda de Orrego” , primero, y en de “Las Tablas”, después, Melián se dedicó con entusiasmo a la tarea de reorganizar el Regimiento de Granaderos, alistándose para la campaña inminente, con la noticia que se había recibido de que el general Ossorio había partido del Callao con 4.000 hombres, en dirección a Chile.
En aquellos días el gobierno de Chile solicitó al general San Martín un jefe de confianza con 200 hombres de caballería, el cual fuese suficientemente autorizado para que limpiase de desertores y salteadores los caminos de la parte Sud, las haciendas y los pueblos que estaban plagados de mala gente, siendo elegido el teniente coronel Melián para desempeñar esta tarea.
Tomó parte en el tercero y último tramo de la campaña libertadora de Chile, para iniciar la cual se concentró todo el Ejército Unido en Chimbarongo, el 12 de marzo de 1818. En la desgraciada noche del 19, cuando bajo la influencia de un conjunto de circunstancias tan inesperadas como funestas, se produjo el desbande de una parte considerable del ejército independiente, Melián logró a fuerza de tacto y de energía, sacar de ese campo de muerte y de confusión, a una fracción importante del Regimiento de Granaderos a Caballo. En aquella noche, Melián perdió sus despachos y correspondencia particular, según lo afirma en su autobiografía.
En la acción decisiva de Maipú, el 5 de abril de 1818, la maestría y vigor con que cargó alternativamente contra la infantería y caballería enemigas, llamó la atención de todo el ejército, que saludó con júbilo su promoción a Coronel graduado el 13 de mayo, con antigüedad del 15 de abril. Pasó inmediatamente a la provincia de Colchagua, en San Fernando, para disciplinar e instruir la tropa de aquellos lugares.
Desgraciadamente, a pesar de su juventud (34 años), la salud de este valiente soldado estaba tan profundamente minada, que se vio precisado a pedir su retiro y absoluta separación del servicio, lo que le fue concedido el 18 de julio de 1818, después de haber recibido el día 16 del mismo, los despachos de coronel efectivo.
Mereció las condecoraciones por las Batallas de Chacabuco y Maipú, y en octubre de 1821, fue designado Miembro del Consejo de la Legión del Mérito de Chile.
El bravo guerrero permaneció en Chile por espacio de más de treinta años, regresando a su patria recién en 1849. El 19 de julio de 1851 fue designado comandante general de San Nicolás de los Arroyos y jefe del Batallón de aquel lugar. El 1º de setiembre de 1852 pasó a la Plana Mayor Activa y algún tiempo después fue borrado del escalafón militar por orden del gobernador de Buenos Aires, Dr. Pastor Obligado; pero con posterioridad se le reincorporó a la Plana Mayor Inactiva, donde permaneció hasta el instante de su fallecimiento, que acaeció a las 5 de la mañana del 1º de diciembre de 1857, en su domicilio de Buenos Aires, en la actual calle Bartolomé Mitre, entre las de Suipacha y Carlos Pellegrini, verificándose su entierro en el Cementerio de la Recoleta, el día 2, a las 17hs. Concurrió al mismo, el bravo coronel Pedro José Díaz, a pesar de su quebrantada salud y desatendiendo las indicaciones de su médico, entierro que le fue fatal, falleciendo el día 11, este valiente soldado, que rindió así al veterano de Los Andes, la prueba más elocuente de su compañerismo.
Actualmente sus restos se hallan en la bóveda Melián-Blanco del Cementerio de Flores, en Buenos Aires.
El coronel José Melián había formado su hogar con Carmen Ureta, oriunda de Santiago de Chile, hija de Santiago Ureta y de Mercedes Banda. El matrimonio del coronel Melián tuvo lugar en la capital chilena el 29 de diciembre de 1840, y fueron testigos de la ceremonia el general José Ignacio Zenteno, Carmen Hurtado y Francisco Ureta. Carmen Ureta de Melián falleció en Buenos Aires en el año 1887.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Portal www.revisionistas.com.ar
Tuma, María Elena – Area de Patrimonio Histórico del Cementerio de la Chacarita.
Yaben, Jacinto R. – Biografías Argentinas y Sudamericanas – Buenos Aires (1939)

Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar

viernes, 10 de abril de 2015

Angel Gallardo

Angel Gallardo


El Dr. Angel Gallardo nació en Buenos Aires en 1867. Cursó estudios secundarios en el Colegio Nacional y posteriormente se graduó de ingeniero civil.
Su amor por la naturaleza lo llevó a realizar, desde su juventud, varios viajes a Europa para aprender de eminentes personalidades del ambiente científico de su época.
Asistió por ejemplo a las primeras conferencias sobre radiactividad que eran dictadas por su descubridor Henri Becquerel y por los esposos Curie. También realizó cursos sobre herencia, embriología e histología vegetal.
Al regresar a la Argentina se doctoró en ciencias naturales en 1901, como alumno del Dr. Carlos Berg, por entonces director del Museo de Historia Natural, al cual reemplazó interinamente en el cargo en 1897.
Tras la muerte de Florentino Ameghino ocupó, en 1912, la dirección del Museo Nacional de Historia Natural.
Se dedicó al estudio de insectos, particularmente a las hormigas. Sostuvo además una hipótesis sobre el proceso por el cual se producía la división celular, la cual fue presentada en la Sorbona de París en 1912. Dicha hipótesis se consideró por años como la explicación más probable de este fenómeno.
Entre sus numerosas publicaciones se pueden citar: Las hormigas en la República Argentina y Bipolaridad en la división celular. Además el Dr. Angel Gallardo escribió textos de nivel secundario sobre biología.
Ocupó altos cargos públicos en la administración y en la diplomacia. Entre 1916 y 1921 estuvo a cargo del Consejo Nacional de Educación. En 1921 fue embajador en Italia y al año siguiente Ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Marcelo T. de Alvear.
Presidió la Sociedad Científica Argentina y la Academia Nacional de Ciencias. Enseño en el Colegio Nacional y fue profesor de zoología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, institución de la cual fue rector en 1932.
También es obra suya la incorporación de los laboratorios de trabajos prácticos en la citada facultad, novedad que tomó de las universidades europeas.

Falleció en Buenos Aires en mayo de 1934

jueves, 9 de abril de 2015

GENERAL JOSÉ MATÍAS ZAPIOLA, Héroe de la Independencia,

GENERAL JOSÉ MATÍAS ZAPIOLA: SOLDADO DE SAN MARTÍN


Héroe de la Independencia, comandante de los granaderos a caballo en la batalla de Chacabuco. 



José Matías Zapiola era hijo de Manuel Joaquín de Zapiola, oficial de marina español que acompañó la expedición de Pedro de Ceballos al Río de la Plata y de María Encarnación de Lezica y Alquiza. Fue enviado a España para instruirse en la marina española; egresó de la Escuela Naval en 1796 y le asignaron tareas navales. Hacia 1805 lo destinaron a la guarnición naval de Montevideo, y de allí pasó a Buenos Aires, donde luchó en 1807 en la defensa contra las invasiones inglesas.

En 1810 era jefe del Puerto de Buenos Aires; apoyó la Revolución de Mayo y fue dado de baja de la Armada Española. De regreso en Montevideo, fue arrestado y enviado de regreso a España. Al llegar a Cádiz se unió a la logia de esa ciudad y acompañó a José de San Martín y Carlos María de Alvear a Londres. De allí regresó a Buenos Aires en la fragata "George Canning"; cuando llegaron, en 1812, Zapiola se presentó, de inmediato junto con ellos, ante la Primera Junta

También colaboró para establecer la Logia Lautaro, de la cual fue el primer secretario. Él junto con San Martin, Mier, Villa Urrutia y Chilavert fueron mensionados hermanos fundadores de esta logia. Ayudó a San Martín a formar el Regimiento de Granaderos a Caballo, y fue el jefe del primer batallón de esta unidad.

En 1814 pasó al sitio de Montevideo, a órdenes de Alvear, y participó en la última etapa de este, hasta la caída de la ciudad. Tras esto, quedó como segundo jefe de la guarnición en esa ciudad; al año siguiente hizo, con Manuel Dorrego, una campaña contra Artigas. No llegó a tiempo a salvar a Dorrego de la derrota de Guayabos, que significó la pérdida de la Banda Oriental para el Directorio.


Quedó al mando del Regimiento de Granaderos y lo llevó a Mendoza, con lo cual reforzó el Ejército de los Andes. Cruzó la cordillera con San Martín, y peleó en Chacabuco, Cancha Rayada y Maipú. En esta última batalla tuvo una actuación descollante, dirigiendo la mitad de la caballería patriota. Fue el comandante de la 2da campaña del sur de Chile, después de Marcos Balcarce, y tomó la ciudad de Chillán por asalto. Fue ascendido a general.

En junio de 1819 regresó a Buenos Aires y se reincorporó a la marina. Después de la muerte de su anterior jefe, Ángel Hubac, fue el comandante de la escuadra fluvial de Buenos Aires, y participó de la guerra contra Santa Fe y Entre Ríos, en los años 1820 y 1821.
Pidió y obtuvo la baja de la marina en 1822, y se convirtió en estanciero gracias a la enfiteusis ideada por el ministro Bernardino Rivadavia. Organizó la flota que serviría en la Guerra del Brasil, pero no llegó a embarcarse; le pasó el mando a Guillermo Brown.

Después de la revolución de Juan Lavalle en 1828, fue jefe del Departamento de Marina, pero en 1829, al final de su gobierno, se retiró de la vida pública para dedicarse a las actividades rurales; permaneció en esta situación hasta después de la caída de Rosas en Caseros en 1852. Ese año regresó al servicio activo como comandante de marina y fue ministro de Guerra y de Marina en el gabinete del gobernador Valentín Alsina de Buenos Aires. No intentó resistir el bloqueo impuesto por Justo José de Urquiza a la ciudad a principios de 1853, que finalmente terminó con una victoria, resultado de un soborno masivo.

Permaneció en distintos cargos públicos hasta la derrota de Cepeda y la renuncia de Alsina, y se retiró definitivamente en 1859. Bartolomé Mitre lo entrevistó muchas veces para lograr datos de primera mano respecto de la historia de la campaña de Chile y de la vida de San Martín. En especial — gracias a haber alcanzado una edad avanzada — fue el único testigo que dejó datos precisos sobre la Logia Lautaro, sus miembros y sus intenciones.


Murió en junio de 1874 en Buenos Aires.

miércoles, 8 de abril de 2015

MARIANO NECOCHEA: PROCER DE ARGENTINA Y DE PERU

MARIANO NECOCHEA: PROCER DE ARGENTINA Y DE PERU

SOLDADO DE SAN MARTIN Y DE BOLIVAR



Mariano Necochea nació en Buenos Aires el 7 de septiembre de 1792, hijo padres españoles, del rico vasco navarro Casimiro Francisco Necochea y de María Mercedes porteña. En 1802, fue enviado a Sevilla, donde estudió matemáticas, humanidades e idiomas a Sevilla. Regresó a Buenos Aires en 1809, a la muerte de su padre, para hacerse cargo de los negocios de éste. Salió rumbo a Buenos Aires el 14 de noviembre de 1809 y llegó a su tierra en vísperas de la Revolución de Mayo.
No participó en la Revolución de Mayo, y se mantuvo ligado al comercio exterior.
En 1812, sorpresivamente se incorporó al Regimiento de Granaderos a Caballo que acababa de fundar el coronel José de San Martín con el grado de alférez. El 24 de abril de 1812,  el 24 de septiembre del mismo año fue promovido a teniente. Participó en la batalla de San Lorenzo, el 3 de febrero de 1813, y por su actuación mereció ser ascendido a ayudante mayor.     Dada su cultura refinada, su jefe le encargó redactar el parte oficial de la victoria.

Se hallaba en Santa Fé, con una compañía de granaderos, cuando recibió la orden que debía marchar con destino a Tucumán para incorporarse al regimiento, ya que San Martín había sido designado jefe del Ejército del Norte.
Luego fue destacado para prestar servicios en la vanguardia de las tropas que debían apoyar los restos del ejército de Belgrano a las órdenes del general Rondeau. Marchó  más tarde hacia el norte destacándose por su coraje en el encuentro del Tejar, el 26 de enero de 1815, donde se salvó de caer prisionero por la desmesura de su arrojo.
Así describe Yaben el hecho: “El jefe de vanguardia de las fuerzas del Alto Perú, Cnl D Martín Rodríguez fue sorprendido por una división española y capturado con su fuerza en el Tejar; cuando se realizó la sorpresa, el capitán Necochea resistió en un corral de piedra con 25 granaderos, mas al ver la inutilidad de sus esfuerzos, monta su caballo en pelo y como un rayo se lanza sobre la caballería enemiga, partiendo en dos la cabeza de un bravo soldado que intenta detenerlo y esgrimiendo siempre su ensangrentado sable, se abre paso a través de las tropas realistas, siendo el único que escapa de aquella sorpresa, gracias a su arrojo temerario”.
Estuvo en Venta y Media y Sipe Sipe, donde  luego de un brillante desempeño, fue herido durante la retirada del ejército sucedida la derrota, y estuvo a punto de ser víctima de los lugareños prorrealistas siendo salvado por el Cnl Hilarión de la Quintana.

Tras esa campaña en el Alto Perú, se trasladó a Mendoza para integrar las fuerzas que preparaba San Martín en el campamento del Plumerillo.
Tenía el grado de sargento mayor cuando comenzó la campaña a Chile. En el cruce de los Andes formó la vanguardia de la columna al mando de O’Higgins y tuvo los primeros encuentros con los realistas.
Se distinguió en la batalla de Chacabuco, y en el parte que San Martín envió al gobierno señaló que el comandante Necochea, con su 4to Escuadrón y su escolta cayó por la derecha haciéndoles un estrago terrible.
Fue enviado más tarde al sur de Chile, concurriendo al asalto de la plaza de Talcahuano, el 6 de diciembre de 1817, estuvo en Cancha Rayada y en la batalla de Maipú, donde recibió una herida de importancia en la mano derecha.
Por su actuación en 1818 fue promovido a coronel graduado, obteniendo también la condecoración de la “Orden del Mérito” de Chile. Continuó con San Martín la campaña del Perú, participando en la ocupación de Lima y del Callao, obteniendo el grado de general de brigada en 1821.
Retirado San Martín después de la entrevista de Guayaquil, continuó prestando sus servicios a las órdenes de Bolívar, quien en febrero de 1824, lo designó gobernador de Lima, labor en la que tuvo como secretario general de gobierno a Tomás Guido.
Participó en muchas acciones de guerra, y acreditó en todas partes su arrojo temerario.
En la batalla de Junín, el 6 de agosto de 1824 cayó en poder de los españoles con siete heridas de lanza siendo rescatado por Manuel Isidro Suárez, quien decidió la batalla con una oportuna carga de los escuadrones que mandaba. Bolívar hizo constar en el parte su heroísmo, con las siguientes palabras: “Necochea se arrojó a las filas enemigas con una impetuosidad heroica” recomendándolo a “la admiración de América”, por lo que fue ascendido a general de división.
Repuesto de sus heridas, luego de Ayacucho, Bolívar le encomendó la dirección de la Casa de Moneda de Lima pero en 1826 fue detenido bajo el cargo de conspirar contra el Libertador  de la Gran Colombia sin que se le probara cargo alguno. Agraviado, decidió abandonar el Perú no sin antes devolver los despachos de general y algunos valores que poseía.
Al regresar a Buenos Aires, le sorprendió la noticia de la guerra del Brasil designándolo Rivadavia jefe de las fuerzas de reserva reunidas en la Capital, además de ser designado coronel del Cuerpo de Voluntarios denominado “Húsares defensores del honor nacional”, el 20 de diciembre de 1826. Pidió ser enviado al frente de operaciones, pero al no lograrlo regresó al Perú.
A raíz de haber roto Perú relaciones con Colombia, volvió a Buenos Aires, donde solicitó un puesto en el Ejército  de Operaciones, pero el gobierno se contentó con dárselo en la frontera sur, destino que declinó.
Fue sancionado por el gobernador Manuel Dorrego por pretender volcar una elección en favor de los unitarios, votando con todo su regimiento. No obstante, algunos autores citan el episodio como la intervención de Necochea en contra de un oficial partidario de Dorrego, que pretendía hacer votar a sus soldados en su favor.
Apoyó a Juan Lavalle en la revolución de diciembre de 1828, pero no tomó parte en la guerra civil que siguió. Abandonó Buenos Aires a fines del año siguiente, poco después de la caída de Lavalle.
En 1829 regresó al Perú, fue deportado a Bolivia y en 1831, retornó una vez más allí en virtud de una ley de amnistía, a cuyo beneficios se acogió. Volvió a ocupar la dirección de la Casa de Moneda. 
Al estallar la guerra civil en 1831, el gobierno le dió el mando del ejército y en ese carácter, marchó sobre la capital donde se encontraba el presidente Obregoso. En 1834 se le confirió la más alta distinción peruana, el grado de gran mariscal.
Víctima por tercera vez de la proscripción, se vió obligado a refugiarse en Chile. Allí pasó serias necesidades y sufrimientos hasta que en el Perú fue repuesto en sus grados y honores, y volvió a ocupar la dirección de la Casa de Moneda.
Desde fines de 1845, los padecimientos de Necochea, ocasionados por una grave enfermedad pulmonar, como consecuencia de las heridas recibidas en Junín, fueron permanentes. Sanchez Zinny afirmó que el lanzazo recibido en tan cruento combate, que le atravesó el pulmón izquierdo, fue causa de la consunción que se exacerbó en el año citado.
En la primavera de 1848, se estableció en la casa donde le sorprendió la muerte, en el entonces caserío de Miraflores, 5 Km al sur de Lima, hoy parte integrante de la gran Lima, el 5 de abril de 1849.
Al conmemorarse el centenario de su fallecimiento la república hermana del Perú lo declaró prócer nacional y sus restos mortales, que reposaban en un dignísimo mausoleo levantado por suscripción pública, fueron trasladados al Panteón de los Próceres.
En la provincia de Buenos Aires se encuentra la ciudad de Necochea, cabecera del municipio del mismo nombre. El Ejército Argentino denomina con su nombre al Regimiento de Caballería de Tanques Nro 8 con asiento en la ciudad de Magdalena, en la misma provincia. También es homenajeado en las principales ciudades de la Argentina, mediante la imposición de su nombre a diferentes calles. En el Perú es considerado un héroe de la independencia y ostenta el título de Gran Mariscal del Perú. Sus restos descansan en Lima en la iglesia de San Carlos.
El 5 de abril de 1949 al cumplirse el centenario de su muerte el presidente argentino Juan D. Perón solicitó al gobierno del Perú la restitución de los restos del héroe.
La respuesta del gobierno peruano fue que Necochea había vivido mucho más tiempo en el Perú que en la Argentina, que se había transformado en ciudadano del Perú por voluntad propia, que el pueblo del Perú lo amaba y que había sido mariscal de sus ejércitos, por lo que no aceptó el traslado propuesto por la Argentina.

Yaben cierra su biografía recordando un largo fragmento de la justiciera semblanza que Angel J. Carranza hiciera de Mariano Necochea del que extraemos estos conceptos: “Figura gallarda, maneras cultas y desenvueltas, cabello ondeado y renegrido, barba tupida, rostro significativo y mirada magnética, cualidades que reunía una salud de bronce, fuerzas hercúleas, destreza suma en el caballo, y más que todo, una gigantesca reputación de valiente. ...”
“Huracán de furor en la refriega, cuanto benigno en los cuarteles, poseía en alto grado el secreto de aguerrir y hacerse adorar por sus soldados”.
“Patriota sin exageración, subordinado sin humillación, reflexivo antes de resolverse y resuelto sin consultar peligro, su vida era la vida de la Patria. Necochea era el soldado de toda hora y el general en el vivac”.

BIBLIOGRAFIA

EDUARDO F. SANCHEZ ZINNY, Historia del General Mariano Necochea, La Plata, 1939, 2 ts.
RAMON PEREZ DEL VISO, General don Mariano Necochea. Síntesis biográfica, Santa Fé, 1949.
FEDERICO A. GENTILUOMO, Necochea. El General romántico, Tucumán, 1951.
CARLOS ALBERTO SALAS, Muerte y glorificación del Gran Mariscal Mariano Necochea, en La Nación, 16 marzo de 1961. 
GUSTAVO MARTINEZ ZUVIRIA, Los tiempos de Mariano Necochea, Bs. As., 1961.

martes, 7 de abril de 2015

Mariano Daniel Billinghurst

Mariano Billinghurst



Hoy conoceremos a quién homenajea la calle Billinghurst.

Nació en Buenos Aires el 26 de Noviembre de 1810, hijo de Doña María F. Agrelo, nativa, y de Robert Billinghurst, millitar inglés, que por su actuación en la gesta de Mayo recibió una de las primeras Cartas de Ciudadanía. Muy joven, según los historiadores, se dedicó al comercio, con su padre, que era Martillero.
Se destacó por haber creado las líneas de tranvías a caballo Plaza de Mayo-Flores y Plaza de Mayo-Belgranoen la ciudad de Buenos Aires, y construir el ferrocarril Buenos Aires-Rosario en 1871. La localidad bonaerense deBillinghurst lleva su nombre.
Durante el segundo gobierno de Rosas, en 1840, emigró hacia Montevideo Regresó en el año 1850. 
Se encuentra en Bs. As. cuando el sitio de los Generales Lagos y Urquiza y la escuadra Confederada.. Con su actuación, salva a la ciudad de ser rendida por hambre. 
En el 1854, es elegido Convencional Constituyente Provincial. Más adelante, en el mismo año, es electo Diputado. 
Como industrial funda la primera fábrica de paños de lana y establece en otro momento una fábrica de baldosas, ladrillos de tipo inglés, tejas y caños.Ayudó en 1865/70, a los heridos de la guerra con el Paraguay, haciéndose merecedor de un diploma y medalla de oro, por sus servicios. 
En la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870) y la epidemia de cólera y fiebre amarilla en Buenos Aires de 1871, prestó destacados servicios humanitarios, que le valieron numerosas condecoraciones.
Durante más de veinte años, integró la Sociedad Rural. La mayor actividad como hombre de empresa la desplegó en el tendido de los servicios tranviarios, creando los tranvías interurbanos, a caballo, de Plaza de Mayo a Flores y del mismo lugar a Belgrano. 
En 1873 comienza su obra más importante, el tendido del Ferrocarril de Buenos Aires a Rosario,cuya licitación había ganado y firmado el 24 de noviembre de 1871 durante el gobierno de Emilio Castro. Este Ferrocarril, es la causa de la fundación del pueblo de Billinghurst, pues su recorrido pasaría por la chacra de Fiorini, terrenos que compró Piaggio el 5 de agosto de 1872.y el 4 de marzo de 1873 lo compran el Dr. Navarro Viola (ver biografía) y Enrique Quintana. Lamentablemente por razones económicas, ajenas a su voluntad debió interrumpir la obra y abandonar en 1876 todo lo ya programado y hecho.Simultáneamente, presenta un plan para el desarrollo edilicio de la Ciudad, provisión de agua, cloacas, empedrados y esparcimiento.
En 1889 concurrió a fundar la Unión Cívica presidida por Leandro Alem y apoyó la Revolución del Parque de 1890.
Desarrolló una amplia actividad política, luchando siempre por el adelanto de la naciente ciudad, apoyando a quien creía estaba trabajando para el desarrollo. 
Fallece el 13 de junio de 1892, pobre, pero rico en respeto de la comunidad.


Falleció el 13 de junio de 1892. La ciudad de Buenos Aires le ha puesto su nombre a una calle en su honor.

miércoles, 1 de abril de 2015

Tte. Cnel. Miguel Cajaraville: El "guapo" de San Martín

Tte. Cnel. Miguel Cajaraville: 

El "guapo" de San Martín

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La historia suele tener olvidos, algunos de ellos irreparables, pero en el caso de Cajaraville podemos afirmar que la omisión de su nombre de las páginas de la epopeya sanmartiniana se debe a varios factores,

En primer lugar, porque debió abandonar el Ejército de los Andes en 1920 por razones de enfermedad a pesar de haberse batido con denuedo en Chacabuco y Maipo, y haber sufrido los embates de Cancha Rayada.

Y en segundo término porque se trataba de un hombre que si bien se había forjado en la abnegación del soldado, era verdaderamente valiente y no cejaba en su misión, es así que el mismo Padre de la Patria lo llamaba "el guapo Cajaraville".

Una madre a los gritos en el cuartel de Retiro

Este soldado de la independencia sudamericana nació en Buenos Aires el 5 de Julio de 1794, siendo sus padre don Andrés Cajaraville, español de origen, y doña María Engracia Miguens, porteña de pura cepa.

Sentó plaza en el afamado Regimiento de Granaderos a Caballo, el 5 de abril de 1813, en calidad de cadete.

El joven Cajaraville se había presentado en el Cuartel del Retiro, desoyendo los consejos de su familia y cuando conversaba libremente con sus compañeros de armas, su desolada madre corría al cuartel a reclamar por su hijo, invocando sus pocos años.

San Martín lo llamó a su presencia y el entusiasta cadete declaró que no quería volver a su hogar, pues su decisión irrevocable era servir a la Patria.

El 4 de diciembre de 1813 ascendía a alférez y poco después era destinado con su escuadrón a prestar servicio en el Ejército del Alto Perú, donde pronto se reveló como uno de los oficiales más distinguidos.

El 11 de octubre de 1814 asistía al Combate de Barrios a las órdenes de Lamadrid. Fue herido de bala en Sipe-Sipe el 29 de noviembre de 1815, época en la cual ostentaba el grado de teniente.

En 1816 se incorporó con su escuadrón, al Ejército de los Andes. Cruzó la monumental cordillera en la marcha cautelosa que ejecutó aquel ejército para abrir las operaciones en Chile y peleó con su arrojo acostumbrado en la Batalla de Chacabuco y por su comportamiento fue promovido a ayudante mayor de su regimiento el 24 de marzo de 1817.

El 13 de marzo del año siguiente era ascendido a capitán de la 2da. Compañía del Segundo Escuadrón de Granaderos a Caballo, grado con el cual se encontró en la funesta noche de Cancha Rayada.

El 30 de marzo de 1818, hallándose de avanzada con sesenta granaderos, distinguió una partida realista de diez hombres que evidentemente estaba situada en observación.

De inmediato Cajaraville entró en fuego con el enemigo, que se fue replegando, hasta reunirse con un destacamento de doscientos hombres que acudió a apoyar la partida citada.

En estas circunstancias se mantuvo un vivísimo fuego entre los granaderos del cual hubo alguna dispersión en éstos últimos.

Cajaraville no esperó más: ordenó empuñar sus sables a los granaderos y cargó violentamente acuchillando cincuenta españoles, dejando en el campo treinta cadáveres, entre los cuales se encontraba un sargento mayor español, cuyo uniforme remitió Cajaraville a su superior inmediato, que era el teniente coronel Santiago Bueras, que a su vez lo transmitió al general San Martín.

El Ejército Unido celebró con entusiasmo este episodio feliz, y en Santiago se paseó públicamente en estandarte la chaquetilla del jefe vencido, en medio de repiques y vítores.

En la Batalla de Maipo se comportó bizarramente, siendo conocida la parte principal que cupo a los Granaderos a Caballo en aquella memorable jornada.

Cajaraville, después de la batalla tomó prisionera una Compañía de Cazadores realistas, sin derramar una gota de sangre, conduciéndola con sus oficiales, pertrechos y útiles de guerra hasta el campamento patriota.

Persiguiendo españoles por el sur

Después de la jornada de Maipo. Cajaraville formó parte de las fuerzas encargadas de la persecución de los derrotados, marchando al sur de Chile, bajo las órdenes del coronel Zapiola.

El 27 de mayo de 1818, este bravo oficial obtenía un importante triunfo: después de marchar cinco noches por caminos desconocidos, ocultándose de día por los montes, llegó a las inmediaciones de la Villa del Parral, ocupada por trescientos realistas.

Cajaraville sólo disponía de doscientos hombres entre granaderos y milicianos. Al amanecer se aprestó a cargarlos por retaguardia para lo cual dividió su tropa en dos columnas, una a su cargo directo y la otra al mando del capitán Domingo Urrutia y el alférez José Gálvez. Ordenó inmediatamente avanzar "y resuelto –dice en su parte el general Zapiola-, a tomarme los cuarteles en un momento pisando con los caballos las guardias que tenían en las puertas; luego se pusieron en fuga por las paredes ganado las casas siguientes, contestando de ellas con un fuego vivo, por ventanas, puertas y lugares que se los permitía; pero al fin pudo más el brazo de estos valientes que tengo el honor de mandar, dejando víctimas a más de doscientos hombres, entre estos al Coronel Bulnes, que fue apresado por el sable del intrépido alférez Gálvez."

Sin municiones y por la noche

Con su destacamento, el capitán Cajaraville avanzó hacia Chillán, ciudad que atacó el día 31 de aquel año.

Mandaba la guarnición española, el coronel Lantaño, la cual defendió la plaza, después de un combate de varias horas, en el curso del cual, los Granaderos de Cajaraville atravesaron el pozo defensivo que protegía la posición realista, voltearon las empalizadas que habían levantado en todas las bocacalles, pero las acciones no fueron bastante

para poder tomar los cuarteles, pues los españoles los esperaban cada vez con mayor energía, atrincherándose en cuadro al costado de la plaza adonde resistieron hasta después de las oraciones.

La falta de municiones y la oscuridad de la noche, impidieron al bravo Cajaraville concluir su obra y se vio obligado a retirarse, conduciendo diez prisioneros y quedando en el campo de batalla muchos muertos, teniendo los patriotas dos muertos y diecisiete heridos.

El 9 de septiembre del mismo año, Cajaraville con una partida de treinta y seis granaderos, el ayudante Pedro Ramos, el teniente Gutiérrez y el teniente coronel de milicias don José Ignacio Urrutia, cargó sobre un destacamento español en las proximidades de la Villa del Parral, del otro lado del río Perquilauquén, matando diez hombres, capturando once prisioneros y algún armamento, escapando los restantes por la superioridad de caballos.

El "guapo" capitán Cajaraville como decía San Martín, el "acreditado y valiente" como mentaba Balcarce, enfermó poco después a consecuencia de los trabajos y fatigas de aquella de aquella larga y cruenta campaña y hubo de retirarse a Mendoza, para curarse, donde se restableció y tuvo oportunidad de defenderla, batiendo en Las Playas a los montoneros que la amenazaban.

Se le decretó en recompensa una cantidad de dinero, pero como no la aceptó, el gobierno le regaló un uniforme y una espada de honor.

El 12 de enero de 1819 fue graduado sargento mayor del Regimiento de Granaderos a Caballo. El 18 de mayo del año siguiente se le concedió permiso para regresar a Buenos Aires.

Junto a Rosas contra Ramírez

En 1820 pasó a la ciudad de Mendoza y el 24 de febrero de 1821 se le reconocía el empleo de teniente coronel de caballería de línea y el 25 de mayo del mismo año, junto con Rosas recibió orden del gobernador Rodríguez desde el Arroyo del Medio de marchar en apoyo de Lamadrid contra Ramírez.

Retirado del servicio activo, tomó la dirección de un establecimiento rural que había heredado de sus padres, pero nombrado no obstante Jefe del 1er. Regimiento de Milicias, actuó en la frontera de Chascomús y en la Guardia del Monte, y en marzo de 1823, tomó parte de la expedición contra los indios bajo el mando del general Martín Rodríguez, habiéndose incorporado en el Arroyo Chapaleofú, con la división acantonada en la guardia de Kakel Huinjul, la que constaba de doscientos cincuenta blandengues y ciento cincuenta milicianos. El 16 de junio de 1824 se decretó el cese de Cajaraville en el mando de este cuerpo.

Después continuó sus tareas en su estancia en la Magdalena, hasta que después de la caída de Lavalle, en 1829, emigró a la República Oriental Del Uruguay.

Instigado más tarde por el general Angel Pacheco, su antiguo compañero de armas en la Campaña Libertadora de Chile, se hizo cargo de la comandancia militar del departamento de Soriano, en el Estado oriental, después de rehusar un puesto en las filas sitiadoras de Montevideo.

Acepta unirse a los aliados de Rosas pero siempre es recordado porque jamás se mezcló en las rencillas políticas de aquel país; ni favoreció ni protegió federales que se organizaban en territorio oriental.

En el mes de junio de 1852 se pronunció en Mercedes contra el general Urquiza, como igualmente lo hicieron en Tacuarí, el coronel Dionisio Coronel y en Dolores (R.O.U.) el comandante Fernando Granel.

Después de la derrota de Caseros, el teniente coronel Cajaraville regresó a Buenos Aires.

Miguel de los Santos Cajaraville falleció en la ciudad de Buenos Aires el 12 de diciembre de 1852.

*Nota:El presente artículo, de notable factura periodística, fue publicado el domingo 12 de marzo de 2000 por el Suplemento TEMAS del Diario EL NORTE de la ciudad de San Nicolás, Provincia de Buenos Aires.