domingo, 3 de diciembre de 2017

PICHINCHA - BATALLA DEL PICHINCHA

PICHINCHA
BATALLA DEL PICHINCHA

PICHINCHA BATALLA DEL PICHINCHA
La calle Pichincha se llama así por la batalla de la Independencia de Ecuador librada en la faldas del volcán Pichincha.

La batalla que selló la libertad a de Ecuador fue librada entre las tropas realistas del Gral. Melchor Aymerich y las fuerzas patriotas conducidas por el Gral. Antonio José de Sucre.

Luego de una agotadora campaña militar que se había iniciado en Guayaquil a principios de 1822, a mediados de mayo ya Sucre se acercaba a la ciudad de Quito y, para evitar encontrarse con los españoles -que se habían hecho fuertes en Machachi- dispuso que sus tropas flanquearan al enemigo subiendo a las heladas laderas del Cotopaxi, hasta aparecer el 16 de mayo en el hermoso valle de los Chillos. Ese mismo día, al descubrir la estrategia de Sucre, los españoles se replegaron y entraron en Quito, ocupando las principales calles del sur de la ciudad.

Las piezas se movían como en el tablero de un ajedrez bélico, en el que vencería el más astuto.

En la noche del 23 de mayo de 1822, protegido por las sombras, el ejército de Sucre -integrado por 2.971 hombres entre guayaquileños, cuencanos, argentinos, chilenos, colombianos y peruanos- empezó a escalar silenciosamente el volcán Pichincha, buscando la mejor ubicación para la batalla que sellaría la independencia de esta parte de América; a la vanguardia, el Gral. Córdova avanzaba con el “Magdalena” mientras que el “Albión” se encargaba de proteger la retaguardia, y custodiar y distribuir el parque.



Atrás quedaban la Revolución del 9 de Octubre de 1820, y todas las luchas y los sacrificios que durante diez y ocho meses los guayaquileños -ennoblecidos por la sangre derramada en los campos de Camino Real, Tanizagua, Cone, Huachi y Riobamba- habían librado y sufrido por la libertad de Quito.

Al amanecer del 24 de mayo, en las faldas del Pichincha y teniendo como premio la libertad, la ciudad y el pueblo de Quito fueron emocionados testigos del momento más gloriosos de su historia.

A las nueve y media de la mañana se iniciaron los primeros disparos. “Desde el comienzo del combate, el Yaguachi y su comandante el Coronel Antonio Morales, en denodada lucha, agotaron los cartuchos y los reemplazaron con la bayoneta. Tremolaba el azul y blanco de la bandera conducida por el joven teniente Abdón Calderón. Estas unidades sostuvieron lo más recio del combate hasta la llegada de Mires con el resto de la infantería” (Dr. M. A. Peña Astudillo.- 200 Años y una Vida, p. 220).

La batalla fue, sangrienta y feroz, pues las fuerzas realistas estaban conscientes de que su derrota significaría el fin del dominio español en esta parte del continente.

Sucre -aprovechando las condiciones ventajosas que le ofrecía el terreno donde se combatía- organizó sus fuerzas para que arribaran en oleadas sucesivamente. Cuando los Cazadores de Paya y el Batallón Trujillo, conducidos por su jefe Santa Cruz, luego de valerosa acción agotaron sus municiones, fueron relevados por otros dos batallones que a las órdenes del general Mires y del coronel Morales hicieron retroceder a los realistas hasta que también acabaron con sus municiones.

Volvieron entonces a la carga el “Paya” y el “Albión”, reforzados ésta vez por el coronel Córdova que venía a la cabeza de dos compañías del “Magdalena”. En el fragor de la lucha, los hombres del batallón Yaguachi demostraron una bravura que rayó en el heroísmo y que obligó a los españoles a emprender la retirada. Finalmente, el comandante Cestaris acabó con la caballería realista, comandada por el Crnel. Tolrá y conformada por 400 valerosos y buenos jinetes.

A al caer la tarde, viendo que ya los españoles no podían continuar luchando, Sucre se acercó a la ciudad y por medio de O’Leary intimó a la rendición de Aymerich, quien comprendiendo que ya no podría resistir el empuje de los patriotas, aceptó la honrosa capitulación que Sucre le ofreció, la que fue convenida y ratificada al día siguiente, estipulándose en ella la entrega de la ciudad y del fuerte del Panecillo, con todo lo demás que existía en el territorio de Quito, incluyendo el de Pasto, gracias a lo cual Bolívar pudo consolidar la independencia de Colombia.

Las tropas debían rendir las armas con los honores de la guerra, conservando los jefes y oficiales sus espadas, caballos y equipajes.

Héroe de esta jornada fue el Tnte. Abdón Calderón, del batallón Yaguachi -integrado casi en su totalidad por soldados guayaquileños, y al que Sucre cambió su nombre por Vargas, posiblemente con la intensión de borrar la presencia guayaquileña en las luchas por la independencia-, quien a pesar de haber sufrido varias heridas no abandonó el campo de batalla, y manteniendo en alto la gloriosa bandera de celeste y blanco permaneció en él hasta que los españoles fueron derrotados.

Ese día, cauteloso -porque no sabía cual iba a ser la reacción de los quiteños-, Sucre prefirió no entrar en la ciudad, y esperó hasta el día siguiente para, después de que fue firmada la capitulación, ocuparla victoriosamente.

En el Parte de la Batalla del Pichincha, el Gral. Sucre dice: “Los resultados de la jornada de Pichincha han sido la ocupación de la ciudad y sus fuertes el 25 por la tarde, la posesión y tranquilidad de todo el departamento y la toma de 1.100 prisioneros de tropa, 160 oficiales, 14 piezas de artillería, 1.700 fusiles, fornituras, cornetas, banderas, cajas de guerra y cuantos elementos de guerra poseía el ejército español.

Cuatrocientos cadáveres enemigos y doscientos nuestros han regado el campo de batalla… además tenemos 190 heridos de los españoles y 140 de los nuestros… Los cuerpos de todos han cumplido su deber: jefes y oficiales y tropas se disputaban la gloria del triunfo. El Boletín que dará el Estado Mayor recomendará a los jefes y subalternos que se han distinguido, y yo cumpliré con el deber de ponerlos en consideración del Gobierno.



lunes, 25 de abril de 2016

MANUEL FERRAZ DE CAMPOS SALLES

MANUEL FERRAZ DE CAMPOS SALLES
MANUEL FERRAZ DE CAMPOS SALLES

La calle CAMPOS SALLES debe su nombre a Manuel Ferraz de Campos Sales (Campinas, São Paulo (Brasil); 15 de febrero de 1841 – † Santos, id. (id.); 28 de junio de 1913), político brasileño, presidente de Brasil entre 1898 y 1902, mas concretamente a que éste fue el primer presidente brasileño en visitar Argentina.

Bachiller en derecho por la Facultad de Derecho de São Paulo, Campos Sales ingresó, y enseguida formarse en el Partido Liberal. A continuación, participó de la creación del Partido Republicano Paulista (PRP), en 1873.
Los republicanos aprovecharon la gran irritación nacional, especialmente entre los sectores militares del país, contra la monarquía, para proclamar, el 15 de noviembre de 1889, la República de Brasil. La proclamación de la República fue el resultado de la acción concertada por tres grupos: los militares, los propietarios de plantaciones de la zona oeste de Sâo Paulo y una gran parte de las clases medias urbanas, entre las que se encontraba Campos Sales.
Bajo la presidencia del general Deodoro da Fonseca (1889-1891), Campos Sales fue nombrado Ministro de Justicia, cargo desde el que llevó a cabo una serie de reformas sociales como la naturalización general de los inmigrantes, ley conocida con el nombre de Gran Naturalización, la obligatoriedad del matrimonio civil, la separación entre la Iglesia y el Estado y la elaboración de un nuevo Código Civil.
En las elecciones generales del año 1891, que dieron la victoria al general Floriano Peixoto (1891-1894), Campos Sales fue elegido senador por Sâo Paulo. Participó de una forma decisiva en la asamblea encargada de elaborar la Constitución de la Primera República de Brasil.
Con la llegada a la presidencia del primer presidente civil de la República, el paulista Prudente de Moráis (1894-1898), Campos Sales fue nombrado gobernador del estado de Sâo Paulo, puesto desde el que preparó su ascenso a la presidencia, en el año 1898.
En ese año fue elegido Presidente constitucional de la república, sustituyendo a Prudente de Morais; lo acompañó como vicepresidente Francisco de Assis Rosa e Silva.

En la economía, Campos Sales decidió que la resolución del problema de la deuda externa era el primer paso a ser tomado. En Londres, el presidente y los ingleses establecieron un acuerdo, conocido como "funding-loan". Con ese acuerdo, se suspendió por 3 años el pago de los intereses de la deuda; se suspendió por 13 años el pago de la deuda externa existente; el valor de los intereses y de las prestaciones no pagas se sumarían a la ya existente; la deuda comenzaría a ser pagada en 1911, con el plazo de 63 años con intereses del 5% anual; las rentas de la aduana de Río de Janeiro y Santos quedarían hipotecadas a los banqueros ingleses, como garantía. Entonces, libre del pago de las prestaciones, Campos Sales pudo llevar adelante su política de "saneamento" económico. Combatió la inflación, no emitiendo más dinero y retirando una parte de circulación. Después combatió los déficits presupuestarios, reduciendo el gasto y aumentando el ingreso.
Joaquim Murtinho, Ministro de Hacienda, cortó el presupuesto del gobierno federal, elevó todos los impuestos existentes y creó otros. Finalmente, se dedicó a la valorización de la moneda, elevando el cambio de una tasa de 48 mil-reales por libra a 14 mil-reales por libra.
Un ministro de su gabinete que merece destacarse fue Olinto de Magalhães, a cargo de Relaciones Exteriores.

MANUEL FERRAZ DE CAMPOS SALLES
En 1899, el presidente de la Argentina Julio Roca, visitó Rio de Janeiro, y, en 1900, Campos Sales retribuyó su visita, siendo recibido por un mucho público, cerca de un cuarto de la población porteña, en Buenos Aires (300.000 personas de un total de 1,2 millón de habitantes de esa capital argentina). Campos Salles fue el primer presidente brasileño en viajar al exterior.
Campos Sales gobernó hasta el 15 de noviembre de 1902, y logró hacer que su sucesor, elegido el 1 de marzo de 1902, el Consejero Rodrigues Alves, paulista, fuese el presidente de la república, y como vicepresidente, el mineiro Silviano Brandão, que falleció, siendo sustituido por otro mineiro, el Consejero Afonso Pena.

Luego del mandato presidencial, fue senador por São Paulo, y diplomático en la Argentina, donde trabajó con Julio Roca que también era diplomático y del cual se hiciera amigo cuando ambos fueran presidentes. Durante las articulaciones (demárches) para la elecciión presidencial de 1914, su nombre llegó a ser nombrado para esa presidencia de la república, pero falleció repentinamente, en 1913, cuando pasaba por dificultades financieras.
Tras el mandato presidencial, fue senador por el estado de São Paulo y diplomático en Argentina.

Falleció cuatro años más tarde en Santos.

Bibliografía
• BETHELL, Leslie: Historia de América Latina: América del Sur (1870-1930). (Barcelona: Crítica, 1992).
• OSORIO MACHADO, Lía: Brasil. (Madrid: Anaya, 1989).


viernes, 5 de febrero de 2016

EUSEBIO VALDENEGRO

EUSEBIO VALDENEGRO

EUSEBIO VALDENEGRO

Eusebio Valdenegro y Leal, nació en Montevideo en 1783. Murió en Baltimore en 1818, militar rioplatense, que combatió en la guerra de independencia y en las guerras civiles argentinas.

Era un estanciero de prestigio, que se enroló en el ejército independentista de la Banda Oriental a órdenes de José Artigas a principios de 1811. Combatió en las batallas de Las Piedras y Cerrito, y participó en el sitio de Montevideo (1811).

Acompañó a Artigas en el éxodo oriental, pero más tarde – seducido por las ofertas de Manuel de Sarratea – se incorporó al ejército de José Rondeau.

A fines de 1812 fue nombrado teniente de gobernador de la provincia de Corrientes, hasta que fue reemplazado por Elías Galván a fines de ese año. Para la fecha en que se retiró, el federalismo estaba haciendo grandes avances en esa provincia.

Fue destinado a hacer la guerra contra los federales en Entre Ríos, ya con el grado de teniente coronel. Volvió a ser nombrado gobernador de Corrientes en noviembre de 1814, con la misión de ayudar al caudillo local Genaro Perugorría a defenderse de los jefes artiguistas. Pero Perugorría no recibió fuerzas militares y fue rápidamente vencido, por lo que Valdenegro nunca llegó a Corrientes.

En 1814 asistió a la caída de Montevideo en manos patriotas, y luchó contra los federales de Artigas en la Banda Oriental. A pesar de obtener las victorias de "Rincón" y de "Pos Pos", fue obligado a retirarse a Entre Ríos por la superioridad numérica de su enemigo. Allí venció a Blas Basualdo. Posteriormente dirigió una de las cuatro columnas enviadas simultáneamente a controlar las cercanías del río Uruguay y regresó a la Banda Oriental. Como los artiguistas seguían avanzando, el coronel Manuel Dorrego pidió al gobernador de Entre Ríos, Juan José Viamonte, que le mandara a Valdenegro y sus tropas en su ayuda. Pero Viamonte se negó, debido a que los federales avanzaban también en Entre Ríos. Poco después, Dorrego fue derrotado en la batalla de Guayabos, lo que causó la evacuación completa de la Banda Oriental y de Entre Ríos por las fuerzas del Directorio. El 16 de enero de 1815 Valdenegro reemplazó brevemente a Viamonte como gobernador de Entre Ríos.

El Director Supremo Alvear lo nombró comandante de armas de la ciudad de Buenos Aires. Al estallar el motín de Fontezuelas, se unió al general Soler para obtener la renuncia de Alvear. Participó también en la guerra contra los federales de la provincia de Santa Fe en 1816.

De regreso a Buenos Aires, se sumó al "partido popular" dirigido por Soler, Dorrego y Agrelo. Exigieron a Pueyrredón medidas contra la invasión portuguesa a la Banda Oriental, personalmente y por medio de publicaciones en la prensa. A pesar de la deportación de Dorrego, siguieron exigiendo medidas y reclamando la formación de un gobierno provincial autónomo para la provincia de Buenos Aires.

A mediados de 1817, también Valdenegro, Manuel Moreno, Agrelo, Feliciano Chiclana, Domingo French y Manuel Pagola fueron desterrados. Tras un viaje accidentado, lograron llegar a los Estados Unidos, donde se unieron a Dorrego en Baltimore.

Eusebio Valdenegro murió en Baltimore en 1818; se dijo que murió en un duelo, pero también – y generalmente se estima como más probable – que murió por una herida al caer de un caballo en invierno.


lunes, 18 de enero de 2016

JOSÉ ANTONIO BAZURCO Y HERRERA

JOSÉ ANTONIO BAZURCO Y HERRERA




José Antonio Bazurco y Herrera fue el décimo obispo de Buenos Aires (1760-1761).

Nació en Buenos Aires el 2 de junio de 1705, hijo de Francisco de Bazurco y de Juana de Herrera Hurtado. Pertenecía a una de las familias fundadoras de la ciudad. Estudió desde muy joven en la Universidad de Chuquisaca, donde se doctoró en teología y derecho.

En Lima se ordenó sacerdote.

Se desempeñó como provisor del obispado y luego ocupó el curato de Arche. Luego de pasar por España fue nombrado canónigo tesorero de la catedral de Arequipa.
En esta ciudad fue consagrado el 2 de mayo de 1759.

Fue nombrado obispo del Río de la Plata por el papa Benedicto XIV el 23 de mayo de 1757 para suceder al doctor Cayetano Marcellano y Agramont.
Por hallarse enfermo demoró su viaje llegando a Buenos Aires a fines de febrero de 1760, y tomando posesión de su cargo el 10 de marzo.

Como obispo impulsó la construcción del Seminario, ubicado frente a la Plaza Mayor y cerca de la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, donde hoy se encuentra la jefatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y del templo de Santo Domingo, hoy lugar de descanso de los restos del General Manuel Belgrano.

Donó a la Catedral la casa que se encontraba al fondo del templo, pertenencia de su hermana, María Josefa Basurco, tasado en 7.500 pesos, que pagó de su peculio personal, con el fin de extender la nave central y llegar a 110 varas de largo en lugar de las 70 previstas por Juan de Garay.

Bazurco seguía enfermo al llegar a Buenos Aires y no se recuperó, falleciendo en su ciudad natal el 5 de febrero de 1761.

Entre sus disposiciones testamentarias pedía que sus restos no fueran embalsamados, lo que fue respetado por el Cabildo eclesiástico. Fue sepultado en la capilla de Nuestra Señora del Carmen.
El canónigo Arcediano Miguel José de Riglos se hizo cargo provisoriamente de la diócesis hasta la llegada de Monseñor Manuel Antonio de la Torre en noviembre de 1765.
Una calle de la ciudad de Buenos Aires lleva su nombre en homenaje a su labor.

Bibliografía

Buenos Aires: Historia de las calles y sus nombres. Vicente Osvaldo Cutolo. Editorial Elche. Buenos Aires, 1994. Vol I y II. ISBN 950-99212-03.


miércoles, 25 de noviembre de 2015

ACOYTE: COMBATE DE ACOYTE

COMBATE DE ACOYTE
  
COMBATE DE ACOYTE BONIFACIO RUIZ DE LOS LLANOS


El Combate de Acoyte, ocurrido el 11 de febrero de 1818, fue un enfrentamiento en el marco de la guerra gaucha, en el que 20 gauchos comandados por Bonifacio Ruiz de los Llanos, y pertenecientes a las fuerzas del general Martín Güemes, derrotaron a una columna de 200 hombres del ejército realista español del general Olañeta.
El suceso tuvo lugar cerca del pequeño pueblo de Acoyte, en el extremo noroeste de la Provincia de Salta.
El coronel Bonifacio Ruiz de los Llanos, a partir de 1815 revistaba en las partidas gauchas del entonces coronel Güemes, y fue ascendido a teniente 1º, a la vez que fue designado Segundo Jefe del Escuadrón Gauchos del Valle de Cachi. Poco después, debido a su intrepidez, fue trasladado al comando de los Infernales con el grado de capitán, a cuyo frente participó de las acciones de 1817 contra José de La Serna. Un año después habría de encontrarse en el triunfo de Acoytecon el que se hizo acreedor del título de “intrépido” y el ascenso al grado de teniente coronel.

En Buenos Aires, existe la Estación Acoyte, ubicada sobre una de las principales avenidas de la ciudad, la Av. Rivadavia, en la intersección con la Av. Acoyte, en el barrio de Caballito. También existe la calle Acoyte en el barrio Alto General Paz de la Ciudad de Córdoba.

EMMA DE LA BARRA (César Duayen)

EMMA DE LA BARRA (César Duayen)

emma de la barra

Emma de la Barra (n. en Rosario en 18601 ó 18612 - f. el 5 de abril de 1947), conocida por el seudónimo César Duayen, usado en su obra literaria, fue una escritora argentina.
Nacida en una familia acomodada, su padre fue Federico de la Barra, periodista, fundador de La Confederación, primer periódico rosarino y político, en ese entonces senador por Santa Fe y su madre la dama de sociedad cordobesa Emilda González Funes.
Siendo adolescente, comienza a asistir a reuniones literarias y a mitines obreros. Poco tiempo después, se casa en un matrimonio por conveniencia, acordado por su familia, con su tío Juan de la Barra (hermano de su padre) quien la doblaba en edad.
Se muda con él a Buenos Aires, donde Emma continúa desarrollando el talento musical y la pintura y realizando actividades de índole social y cultural, consentida por su esposo. Entre otras, fundó la Sociedad Musical Santa Cecilia, la primera escuela profesional de mujeres; y la Cruz Roja, junto a Elisa Funes de Juárez Celman. También hizo labores de traducción, por ejemplo con la obra Novia de abril, de Guy de Chantepleure.
Queda viuda. Tiempo después comienza a tomar forma su obra más conocida, la novela Stella, que relata en cierta forma parte de su vida. Stella es una jovencita que se casa con un hombre mayor y acaudalado. Según relató en un reportaje, la novela fue escrita en pocas semanas, y decidió escribirla con seudónimo masculino porque en ese momento una mujer escritora estaba mal visto socialmente.
Conoce a Julio Llanos, periodista del diario La Nación que se había encargado de los trámites para la edición de Stella, y con quien más tarde contraería matrimonio. Ya para ese momento, Stella era un éxito de ventas. Salían sucesivas ediciones, con prólogo del famoso escritor Edmundo de Amicis. La obra es traducida al italiano en 1908,y prologada por D'Amicis. Julio Llanos organiza un concurso que premiará a quien devele quien es César Duayen. El periodista de El Diario, Manuel Láinez, responde a esta incógnita: "Corresponde a una bellísima dama, la señora Emma de la Barra".
Emma de la Barra escribe, utilizando el mismo seudónimo, las novelas Mecha Iturbe (1906), y El manantial (1908). Por Mecha Iturbe recibe un adelanto de 5000 pesos por 6000 ejemplares, hecho inédito en la literatura argentina. El manantial es editado como libro de lectura. También realiza colaboraciones en diversos medios gráficos como la revista Caras y Caretas y El Hogar, además de adaptaciones de sus novelas para el cine.
En 1915 se encontraba en Europa junto a su marido, quien escribía crónicas para el diario La Nación sobre la Primera Guerra Mundial. Emma escribió muchas de esas crónicas, adaptándose al género periodístico.
Fue celebrada como escritoras por diversos autores de la época, por ejemplo Gabriela Mistral, quien le dedica el poema La oración de la maestra (1925).
En 1943 se realiza la película basada en Stella, con dirección de Benito Perojo.
Además de su labor como escritora, Emma fue mujer de empresa e invirtió parte de su fortuna en un proyecto de un barrio obrero en la localidad de Tolosa, que sería conocido como "Barrio de las Mil Casas", próxima a la ciudad de La Plata, que aún no había sido construida. Este proyecto se estancó y fracasó.
Obra
• 1905 - Stella
• 1906 - Mecha Iturbe
• 1908 - El manantial
• 1917 - Cartas materiales
• 1933 - Eleonora
• 1943 - La dicha de Malena


Fuente: Wikipedia

ALEXANDRE DUMAS (Alejandro Dumas padre)

ALEXANDRE DUMAS (Alejandro Dumas padre)

DUMAS PADRE


(Villers-Cotterêts, Francia, 1802 - Puys, id., 1870) Novelista francés. Hijo de un general del ejército francés que dejó a su familia prácticamente en la ruina al morir, en 1806, Alexandre Dumas tuvo que abandonar pronto sus estudios. Llegó a París en 1823, tras una primera experiencia como pasante de abogado, lleno de ambiciones literarias. Gracias a su puesto de escribiente para el duque de Orléans, que obtuvo por recomendación del general Foy, consiguió completar su formación de manera autodidacta.
Desde 1825, editó poemas y relatos largos, y representó vodeviles en teatros de variedades, pero el verdadero inicio de su carrera como dramaturgo se produjo en 1829, con Enrique III y su corte, primera manifestación de la nueva generación literaria romántica, anticipándose un año al Hernani, de Victor Hugo. Antony, en 1831, marcó los principios de una etapa de creación infatigable de dramas, tragedias y melodramas, casi todos de exaltación de la historia nacional de Francia.
Gran admirador de Walter Scott, a partir de 1832 escribió también novelas históricas, aprovechando el auge del género propiciado por su publicación por entregas en los periódicos. A pesar del poco éxito de sus primeras novelas, la aparición de Los tres mosqueteros, en 1844, significó su salto a la fama. Las sumas ingentes de dinero que se le ofrecían, dada la creciente demanda de sus novelas por parte del público, motivaron una verdadera explosión en la producción de Dumas. Trabajando incontables horas al día, y con la ayuda de varios colaboradores, entre los que destacó el historiador Auguste Maquet, con quien trabajó de 1839 a 1851, llegó a producir ochenta novelas, de desigual calidad. La mayoría de ellas pertenecen al género histórico o al de aventuras, en el que destaca sin duda El conde de Montecristo.
La escasa profundidad psicológica de los personajes se ve ampliamente compensada por una exuberante inventiva a la hora de crear las intrigas, y por el perfecto dominio de los diálogos, siempre ágiles y vivaces. Sin duda, éste fue el motivo de que sus obras fueran frecuentemente trasladadas al teatro. Con este fin fundó en 1847 el Théâtre Historique, en París, empresa que cuatro años más tarde quebró a causa de las deudas contraídas, a pesar del éxito obtenido.
La vitalidad enorme de Dumas le llevó a probar todos los géneros de la literatura y, si bien es cierto que sus ensayos históricos no tuvieron mucha relevancia, la serie de sus Impresiones de viaje (1835-1859), en cambio, lo convirtió en el primer maestro del gran reportaje. Realizó una breve incursión en el universo político; fue nombrado capitán de la Guardia Nacional parisina, pero se enemistó con Luis Felipe, y, tras un estrepitoso escándalo en las Tullerías, rechazó el nuevo régimen y volvió a la literatura. Tras dos fracasos electorales sucesivos, en marzo y junio de 1848, en 1851, huyendo más de sus acreedores que de Luis Napoleón, se exilió en Bélgica, donde redactó sus apasionantes y pintorescas memorias, y compuso nuevas novelas de aventuras.
Regresó a Francia en 1853 y fundó la revista satírica El mosquetero, que se transformó, en 1857, en El Monte-Cristo. Ante la continua censura de Napoleón III, abandonó de nuevo Francia y se sumó a la expedición de Garibaldi en Sicilia, en 1860. Se encargó de comprar armas para el revolucionario italiano y se instaló, durante cuatro años, en Nápoles, donde Garibaldi lo nombró conservador del museo de la ciudad. Enemistado con el cardenal Francesco Zamparini, fue expulsado por los napolitanos, e impulsó en París nuevos intentos periodísticos, que abortaron al poco tiempo.

Arruinado, vivió los últimos años de su vida a costa de su hijo Alexandre Dumas, también escritor, y de su hija, Madame Petel. Pretendía haber escrito más de mil doscientas obras, y, aunque sin duda exageraba la cifra, dejó unos trescientos libros y numerosísimos artículos, que hicieron de él uno de los autores románticos más prolíficos y populares de Francia.