ALEXANDRE DUMAS (Alejandro Dumas padre)
(Villers-Cotterêts,
Francia, 1802 - Puys, id., 1870) Novelista francés. Hijo de un general del
ejército francés que dejó a su familia prácticamente en la ruina al morir, en
1806, Alexandre Dumas tuvo que abandonar pronto sus estudios. Llegó a París en
1823, tras una primera experiencia como pasante de abogado, lleno de ambiciones
literarias. Gracias a su puesto de escribiente para el duque de Orléans, que
obtuvo por recomendación del general Foy, consiguió completar su formación de manera
autodidacta.
Desde
1825, editó poemas y relatos largos, y representó vodeviles en teatros de
variedades, pero el verdadero inicio de su carrera como dramaturgo se produjo
en 1829, con Enrique III y su corte, primera manifestación de la nueva generación
literaria romántica, anticipándose un año al Hernani, de Victor
Hugo. Antony, en 1831, marcó los principios de una etapa de creación
infatigable de dramas, tragedias y melodramas, casi todos de exaltación de la
historia nacional de Francia.
Gran
admirador de Walter Scott, a partir de 1832 escribió también novelas
históricas, aprovechando el auge del género propiciado por su publicación por
entregas en los periódicos. A pesar del poco éxito de sus primeras novelas, la
aparición de Los tres mosqueteros, en 1844, significó su salto a la fama.
Las sumas ingentes de dinero que se le ofrecían, dada la creciente demanda de
sus novelas por parte del público, motivaron una verdadera explosión en la
producción de Dumas. Trabajando incontables horas al día, y con la ayuda de
varios colaboradores, entre los que destacó el historiador Auguste Maquet, con
quien trabajó de 1839 a 1851, llegó a producir ochenta novelas, de desigual
calidad. La mayoría de ellas pertenecen al género histórico o al de aventuras,
en el que destaca sin duda El conde de Montecristo.
La
escasa profundidad psicológica de los personajes se ve ampliamente compensada
por una exuberante inventiva a la hora de crear las intrigas, y por el perfecto
dominio de los diálogos, siempre ágiles y vivaces. Sin duda, éste fue el motivo
de que sus obras fueran frecuentemente trasladadas al teatro. Con este fin
fundó en 1847 el Théâtre Historique, en París, empresa que cuatro años más
tarde quebró a causa de las deudas contraídas, a pesar del éxito obtenido.
La
vitalidad enorme de Dumas le llevó a probar todos los géneros de la literatura
y, si bien es cierto que sus ensayos históricos no tuvieron mucha relevancia,
la serie de sus Impresiones de viaje (1835-1859), en cambio, lo
convirtió en el primer maestro del gran reportaje. Realizó una breve incursión
en el universo político; fue nombrado capitán de la Guardia Nacional parisina,
pero se enemistó con Luis Felipe, y, tras un estrepitoso escándalo en las
Tullerías, rechazó el nuevo régimen y volvió a la literatura. Tras dos fracasos
electorales sucesivos, en marzo y junio de 1848, en 1851, huyendo más de sus
acreedores que de Luis Napoleón, se exilió en Bélgica, donde redactó sus
apasionantes y pintorescas memorias, y compuso nuevas novelas de aventuras.
Regresó
a Francia en 1853 y fundó la revista satírica El mosquetero, que se transformó,
en 1857, en El Monte-Cristo. Ante la continua censura de Napoleón III, abandonó
de nuevo Francia y se sumó a la expedición de Garibaldi en Sicilia, en 1860. Se
encargó de comprar armas para el revolucionario italiano y se instaló, durante
cuatro años, en Nápoles, donde Garibaldi lo nombró conservador del museo de la
ciudad. Enemistado con el cardenal Francesco Zamparini, fue expulsado por los
napolitanos, e impulsó en París nuevos intentos periodísticos, que abortaron al
poco tiempo.
Arruinado,
vivió los últimos años de su vida a costa de su hijo Alexandre Dumas,
también escritor, y de su hija, Madame Petel. Pretendía haber escrito más de
mil doscientas obras, y, aunque sin duda exageraba la cifra, dejó unos
trescientos libros y numerosísimos artículos, que hicieron de él uno de los
autores románticos más prolíficos y populares de Francia.