jueves, 7 de mayo de 2015

JOSÉ ANTONIO ÁLVAREZ CONDARCO Secretario privado y espía de San Martín

JOSÉ ANTONIO ÁLVAREZ CONDARCO Secretario privado y espía de San Martín



José Antonio Álvarez Condarco (San Miguel de Tucumán, 1780 -Santiago de Chile, 17 de diciembre de 1855) fue un militar argentino, fabricante de pólvora y otros explosivos, cartógrafo, y ayudante de campo y secretario privado del general José de San Martín.

Su padre era el alcalde Álvarez de Condarco.

Adhirió a la filial de la Logia Lautaro que había formado en Tucumán José Moldes. Residía en Buenos Aires en 1810, y apoyó con entusiasmo la la Revolución de Mayo.

A fines de ese año fue comisionado junto con Antonio Álvarez Jonte para una misión diplomática en Chile, donde consiguió una alianza militar entre los revolucionarios de ambos países. De allí se trasladó a Lima, donde no existía un movimiento revolucionario análogo al del Río de la Plata y al de Chile. Fue arrestado en varias oportunidades, de modo que regresó a Córdoba.

En 1812 fue reconocido como oficial de artillería; su gran conocimiento en materia de explosivos, le valió ser nombrado director de la fábrica de pólvora de Córdoba recientemente fundada, y también de cartografía.

En 1813 formó parte de la campaña del coronel Juan Gregorio de Las Heras a Chile, con la misión de dirigir el arsenal patriota. Se hizo amigo allí de Marcos Balcarce, quien envió por su intermedio importantes mensajes al general José de San Martín, gobernador de Cuyo, poco antes de la derrota de la Patria Vieja chilena en la batalla de Rancagua.

Llevando importantes mensajes enviados por su amigo Marcos Balcarce para el general San Martín.  El Libertador apreció su patriotismo y decidió retenerlo a su lado: lo nombró director de polvorín y lo envió luego en misión confidencial a Buenos Aires, ante el Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón. Debía establecer con éste la cantidad y tipo de artículos de guerra necesarios para la campaña de los Andes.

A fines de 1816, San Martín lo envió a Chile, con el encargo aparente de llevar cartas al gobernador realista Casimiro Marcó del Pont.

El sargento mayor Álvarez de Condarco fue un hábil químico e inteligente ingeniero con una memoria prodigiosa

Lo que San Martín quería, en realidad, era que la gran memoria visual de Álvarez Condarco retuviera los accidentes de la cordillera, para marcar luego el camino del ejército. Así cruzó por Los Patos y, ni bien llegado, Marcó del Pont lo despachó de vuelta por el paso más corto, que era el de Uspallata. Al firmarle el pasaporte, Marcó del Pont agregó un comentario ambiguo referido a San Martín, que podía ser una acusación de traición a la monarquía española, o bien una expresión de racismo:
Yo firmo con mano blanca y no como la de su general, que es negra.

San Martín utilizó distintas estrategias para liberar el territorio de Chile y luego el  Perú. Una de las más importantes fue la llamada “guerra de zapa”, que era una mezcla de acciones militares y espionaje, para crear mucha confusión en el ejército español, difundiendo información falsa sobre sus futuros movimientos.

Una acción brillante y arriesgadísima estuvo a cargo del sargento mayor José Álvarez Condarco, gran colaborador del Libertador, quien puso en juego su propia vida en un engañoso viaje a Chile, solo, cruzando la Cordillera de ida y de vuelta, por dos caminos distintos. San Martín le dijo que tenía que traer en su cabeza un mapa de los dos pasos, “sin hacer ningún apunte pero sin olvidarse ni de una piedra”. Le prohibió hacer anotaciones porque si los españoles lo detenían y era requisado, podían sospechar del verdadero objetivo de su misión y matarlo.

Gracias a la fabulosa memoria de Álvarez Condarco, se pudo elaborar un preciso mapa de cada uno de los pasos a Chile, y el resto es historia conocida: el exitoso cruce del Ejército de los Andes y la liberación de Chile. Pero queda una anécdota más: luego de la victoria de los patriotas en la batalla de Chacabuco (el 12 de febrero de 1817), el realista Marcó del Pont fue capturado por el capitán Aldao y llevado a Santiago de Chile. Al entrar el prisionero al palacio de gobierno, el General San Martín avanzó vestido con un sencillo uniforme, y con un gesto sonriente le extendió la mano derecha diciendo: “¡Venga esa mano blanca, mi general!”.

Actuó como ayudante de campo de San Martín.

Combatió heroicamente como ayudante de campo en la batalla de Chacabuco.

En 1818 fue enviado a comprar barcos para la primer escuadra chilena a Gran Bretaña, donde también persuadió a Lord Thomas Cochrane de aceptar la comandancia de la misma.

Se retiró del ejército poco antes de la Expedición Libertadora del Perú y permaneció en Chile, dedicado a construir caminos.


Murió en la mayor miseria, a punto de haber sido necesario levantar una subscripción pública para sepultarlo.

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