viernes, 30 de octubre de 2015

BASILIO CITTADINI

BASILIO CITTADINI



Basilio Cittadini (Brescia, Lombardía, Italia, 1846 - Buenos Aires, 1921) fue un importante periodista italiano, que se desempeñó tanto en Italia y Argentina, comoperiodista, redactor, editor y director de varios periódicos de envergadura. Actuó como secretario del Banco de Italia y Río de la Plata, y fue profesor de Literatura Clásica en el Colegio Nacional Buenos Aires. Fue presidente de la Asociación Dante Alighieri de Buenos Aires durante 11 años. El gobierno italiano lo condecoró con el título de “Gran Oficial”

Nació en Pilzone d'Iseo, Brescia, Lombardía, Italia, en 1846. Antes de llegar a la Argentina había tenido una importante actuación profesional como periodista en Italia, fundando en Brescia La Voce dei Giovani, y luego colaborando con laGazzetta di Brescia, siendo redactor en Florencia de La Riforma, y corresponsal parlamentario de Il Secolo de Milano. Profesaba ideas republicanas, igual que la mayoría de los periodistas italianos, aunque no era un sectario mazziniano.
Llegó a Buenos Aires en 1869 para hacerse cargo de la dirección de La Nazione Italiana, que dejó de publicarse por la epidemia de fiebre amarilla de 1870/1871. Durante ésta, integró una comisión popular de salud pública para socorrer las numerosas víctimas del flagelo, recibiendo una medalla de oro por su coraje y abnegación.
Terminada la epidemia, dirigió por algunos meses el periódico L’Italiano, y estuvo a cargo del periódico L’Operaio Italiano en 1872. También presidió ese año la comisión encargada de redactar las bases de la Sociedad Unione Operai Italiani, siendo su primer presidente en 1874. Habiendo sido designado y enviado por el gobierno de Nicolás Avellaneda como agente de inmigración a Europa, viajó a Italia desde donde envió familias alChaco argentino e incluso a Entre Ríos.
Luego de regresar a la Argentina en 1876, fundó el periódico La Patria, que a los pocos años se transformó en La Patria Italiana, para diferenciarse de La Patria Argentina de los hermanos Gutiérrez. Durante 1877/1878 participó del directorio de Il Maldicente, semanario de corte satírico.
En su diario desplegó un enorme talento periodístico aunque carecía de buenos colaboradores, logrando imponerse en el mercado gracias a impetuosas luchas contra otros periódicos: muchas veces las luchas verbales se matizaban con duelos de armas.
Una de sus campañas importantes fue la protesta contra la matanza de italianos perpetrada cerca de Lima durante la Guerra del Pacífico. Otra fue la campaña a favor de las escuelas italianas, sostenida contra Domingo Faustino Sarmiento, aunque la más riesgosa pero sumamente redituable a nivel tirada del periódico, fue la referida a los malos tratos inferidos durante la epidemia de cólera a los inmigrantes italianos en el Lazareto de Martín García, en 1885.
Fueron esas denuncias contra el gobierno y la polémica sostenida contra L’Operaio Italiano que lo defendía, lo que obligaría a batirse a duelo a los directores de ambos medios, saliendo ilesos ambos contrincantes.
Regresó a Italia, asumiendo la dirección del periódico La Provincia di Brescia, siendo luego vicedirector del Popolo Romano.
Mientras tanto en Argentina, la quiebra de La Patria Italiana obligó a fundar La Patria degli Italiani.
Regresa de Italia a la Argentina en 1896, haciendo resurgir el diario L’Italiano. En 1902, los periódicos L’Italiano y L’Italia al Plata se fusionan con La Patria degli Italiani bajo este último nombre, quedando la dirección en manos de Cittadini, quien le imprimirá un gran impulso, gracias a su experiencia y dotes periodísticas.
Bajo su dirección y como periódico republicano que era, La Patria degli Italiani apuntó a extender su audiencia más allá del arco de lectores de la pequeña y mediana burguesía bonaerense. De ahí la importante cobertura otorgada al prolongado movimiento huelguístico de chacareros arrendatarios conocido como ElGrito de Alcorta en 1912.
Justo al inicio del conflicto, Cittadini dejó la dirección del diario y viajó a Italia. Regresaría en 1916, continuando vinculado al periodismo hasta su fallecimiento en Buenos Aires, en 1921.
Su hijo Bruno Cittadini, fue un importante periodista deportivo, y otro de sus hijos, Tito Cittadini, fue un reconocido pintor argentino.

Bibliografía

Cuneo, Niccolo, Storia dell’emigrazione italiana in Argentina 1810-1870, Garzanti Ed., Milano, 1940.
Frigerio, José Oscar, Italianos en la Argentina. Los lombardos, Asociación Dante Alighieri de Buenos Aires, 1999. ISBN 950-9089-84-2
Grazia Doré, Un periódico italiano en Buenos Aires (1911-1913), en Fernando Devoto – Gianfausto Rosoli (comp.), “La inmigración italiana en la Argentina”, Ed. Biblos, Buenos Aires, 1985.
Petriella, Dionisio y Sosa Miatello, Sara, Diccionario Biográfico Italo-Argentino, Asociación Dante Alighieri de Buenos Aires, 1976.
Scardin, Francesco, Vita italiana nell’Argentina - Impressioni e note, dos volúmenes, Buenos Aires, 1899.
Sergi, Jorge F., Historia de los italianos en Argentina, Buenos Aires, 1940.
Sergi, Pantaleone, Patria di carta. Storia di un quotidiano coloniale e del giornalismo italiano in Argentina, Pellegrini, Cosenza (Italia) 2012.
Zuccarini, Emilio, Il lavoro degli italiani nella Repubblica Argentina, dal 1516 al 1910 – Studi, leggende e ricerche, La Patria degli Italiani, Buenos Aires, 1910.


GENARO BERÓN DE ASTRADA

GENARO BERÓN DE ASTRADA


Juan Genaro Berón de Astrada (Corrientes, 19 de septiembre de 1801 - Pago Largo, cerca de Curuzú Cuatiá, 31 de marzo de 1839) fue un político y militar argentino, que gobernó la provincia de Corrientes en oposición al régimen de Juan Manuel de Rosas. Murió al frente de las tropas correntinas en la batalla de Pago Largo.

Alumno de fray José de la Quintana, Berón de Astrada tomó de joven la carrera de las armas, ascendiendo rápidamente en el "Regimiento de Granaderos a Caballo" local. Organizó la guarnición de Curuzú Cuatiá y fue encargado de la vigilancia de la frontera este de su provincia.

Durante un corto tiempo residió en el Estado Oriental del Uruguay, donde combatió contra Manuel Oribe bajo las órdenes de Fructuoso Rivera; tras la derrota en la batalla de Carpintería regresó a Corrientes, donde fue ascendido a coronel.

Su estrecha relación con el ex-gobernador Pedro Ferré y sus dotes de mando le permitieron acceder al cargo de gobernador muy joven, en 1837, tras la muerte del gobernador federal Rafael León de Atienza. Su ministro de gobierno fue Pedro Díaz Colodrero.

Al año siguiente llevó a cabo la reforma de la Constitución provincial, dictada en 1821, y abrió los puertos al tráfico marítimo de cabotaje y transatlántico; éstas dos eran sus principales preocupaciones, y sus mayores puntos de conflicto con Buenos Aires, cuyo gobernador Juan Manuel de Rosas controlaba el país a través del control del puerto único y de la inexistencia de una Constitución Nacional.

Al producirse el bloqueo francés al Río de la Plata, intentó llegar a un entendimiento con la flota francesa a través del ministro santafesino Domingo Cullen, pero todo quedó en nada a la muerte del gobernador Estanislao López. Al iniciarse la persecución de Rosas contra Cullen, Berón de Astrada se alzó contra aquél, con la anuencia del congreso provincial, el 28 de diciembre de 1838.

Firmó un tratado de alianza con los emigrados unitarios de Montevideo y con el general Rivera. Éste forzó la renuncia al gobierno del general Oribe, mientras Berón organizaba un ejército provincial de unos 5.000 hombres, cerca de Curuzú Cuatiá, en el sur de la provincia.

Falto de oficiales experimentados — los únicos con los que contaba eran el general Manuel Olazábal y algunos tuvichás (caciques) guaraníes — enfrentó al gobernador entrerriano Pascual Echagüe en la batalla de Pago Largo. Este, que contó con la participación clave del entonces coronel Justo José de Urquiza, lo derrotó completamente en una cruenta batalla, en la que resultaron muertos varios oficiales y muchos cientos de soldados.

Al ver la derrota, Berón de Astrada huyó, pero fue alcanzado y muerto.

Una extendida historia, de incierta veracidad, asegura que un soldado de Urquiza — o quizá Urquiza mismo — sacó de su espalda una lonja de piel, con la que hizo hacer una manea.

Sus restos fueron trasladados a la Catedral Metropolitana de Corrientes.

Bibliografía
Castello, Antonio Emilio, Hombres y mujeres de Corrientes, Ed. Moglia, Corrientes, 2004. ISBN 987-1035-30-6
Cutolo, Vicente, Nuevo diccionario biográfico argentino, Ed. Elche, Bs. As., 1968-1985.
Castello, Antonio Emilio, Historia de Corrientes, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1991. ISBN 950-21-0619-9
Academia Nacional de la Historia, Partes de batalla de las guerras civiles, Bs. As., 1977.
Beverina, Juan, Las campañas de los ejércitos libertadores 1838-1852, Bs. As., 1923.
Ferré, Pedro, Memorias. Ed. Coni Hnos., Bs. As., 1921.
Ruiz Moreno, Isidoro J., Campañas militares argentinas, Tomo II, Ed. Emecé, Bs. As., 2006. ISBN 950-04-2794-X
Zinny, Antonio, Historia de los gobernadores de las Provincias Argentinas, Ed, Hyspamérica, 1987. ISBN 950-614-685-3

Saraví, Mario Guillermo, La suma del poder. Memorial de la Patria, tomo VII, Ed. La Bastilla, Bs. As., 1981.

BENJAMÍN LAVAISSE

BENJAMÍN LAVAISSE

Benjamín Juan Lavaisse o Lavaysse (Santiago del Estero, 1822 – provincia de Jujuy, 7 de enero de 1854), sacerdote y político argentino, miembro del Congreso que sancionó la Constitución Argentina de 1853.
Era hijo del general Jean Joseph D’Auxion, barón de La Vayesse, oficial francés del ejército de Napoleón Bonaparte, venido a las Provincias Unidas del Río de la Plata en 1817, enviado por el general chileno José Miguel Carrera. Solicitó su incorporación al ejército argentino, en el que fue dado de alta con el grado de Coronel Mayor y asignado al Ejército del Norte que comandaba Manuel Belgrano, quien le encomendó la dirección de la Academia Militar. Más tarde fue secretario de la legislatura de la provincia de Santiago del Estero (donde nació su hijo), y tras su paso por Chile, se suicidó en Tacna
Benjamín se ordenó sacerdote a los 25 años, y luego concluyó sus estudios, graduándose como doctor en teología y en derecho canónico en Buenos Aires. Desde su ordenamiento fue cura párroco de la Villa Tulumba, en el norte de Córdoba. Se dedicó a la política en la capital provincial, en favor del gobernador rosista "Quebracho" López. Después de su caída, a las pocas semanas de Caseros, se hizo firmemente partidario del general Urquiza. Sus vaivenes tal vez puedan explicarse en sus propias palabras: "Yo soy puramente gubernamental... no pertenezco a partido o persona alguno"
El gobernador santiagueño Manuel Taboada lo hizo elegir diputado al Congreso Constituyente de 1853. Participó en los debates, tratando de llamar la atención más de lo aconsejable (esto era lo que opinaban sus compañeros de tareas). Escribió muchas cartas a Taboada, en que retrató a los demás miembros del Congreso, declarando su antipatía contra muchos de ellos. En particular sentía un fuerte odio contra el presidente Facundo Zuviría, al que en sus cartas a Taboada califica de "viejo palangana, boliviano y apologista de sí mismo" e "hideputa salteño". Estas cartas4 sirvieron a los historiadores como crónica del Congreso.
Siendo diputado por Santiago, se unió al círculo liberal en el Congreso, votó todas las iniciativas de los liberales, incluidas la Constitución copiada de la de losEstados Unidos y la libertad de cultos. Con su oportuna palabra salvó en la Constitución la libertad de cultos, diciendo que, como diputado de un país de inmigración, consideraba necesaria esa libertad, reservándose, como sacerdote, el deber de predicar, fuera del congreso. Firmó el acta de la Constitución Argentina de 1853. A fines de 1853 fue enviado en misión oficial del Congreso a San Salvador de Jujuy, pero falleció en camino.
Una localidad de la provincia de San Luis, así como varias calles de distintas ciudades de la Argentina, como en Buenos Aires, San Miguel de Tucumán y en Santa Fe, llevan su nombre.

Bibliografía
 ZUVIRÍA, J.M., Los constituyentes de 1853, S.I.: Lajouane, 1889, p.106
 ROSA, J.M, "Nos, los representantes del pueblo, Buenos Aires: A. Peña Lillo Editor, 1975, p. 271 y ss.
 Ricardo Rojas, Historia de la Literatura Argentina, "Los Modernos", T. II, p. 189-193.


viernes, 16 de octubre de 2015

JOSÉ SEVERO MALABIA

JOSÉ SEVERO MALABIA


José Severo Feliciano Malabia (Charcas, 1787 – Buenos Aires, 1849), abogado y político argentino de origen boliviano, miembro del Congreso de Tucumán, que declaró la Independencia argentina.

Se doctoró en jurisprudencia en la Universidad de Chuquisaca y ejerció como abogado en esa ciudad.

Apoyó la revolución del 25 de mayo de 1809 en su ciudad natal, por lo que tuvo que huir al ser ésta derrotada.

Ocupó cargos administrativos en la ciudad de Tupiza, en el extremo sur de la actual Bolivia. Regresó a su ciudad natal con el Ejército del Norte después de la batalla de Suipacha y fue asesor del cabildo. Permaneció en esa ciudad bajo las sucesivas administraciones independentistas y realistas.

En 1815, poco antes del desastre de Sipe Sipe, fue electo diputado al Congreso de Tucumán, que se reunió en esa provincia a comienzos del año siguiente, después de la derrota independentista en el Alto Perú. Huyó hacia Tucumán y se incorporó a la misma.

Una de sus primeras actuaciones fue contra el diputado por Salta, coronel José Moldes, a quien acusó falsamente de cometer varios delitos, para impedir su incorporación al Congreso (Moldes podía ser una competidor importante contra el grupo porteño, e incluso era el candidato provinciano al cargo de Director Supremo).

Juró y firmó el acta de la Independencia el día 9 de julio de 1816. Era de tendencia monárquica, y defendió su ideología con tenacidad, hasta casi lograr que se coronara un rey en la actual Argentina.

Se trasladó con el congreso a Buenos Aires, y firmó la constitución unitaria de 1819.

Después de la disolución del Congreso, en 1820, se unió al grupo unitario de Bernardino Rivadavia, y fue diputado provincial de la provincia de Buenos Aires.

En 1826, fue enviado por Rivadavia como secretario del embajador ante el gobierno de Bolivia, general Juan Gregorio de Las Heras. Su misión era ayudar al general para que, a cambio del reconocimiento de la independencia de ese país, la Argentina recuperara la provincia de Tarija. Boicoteó la misión, ayudando a que esa provincia siguiera perteneciendo a Bolivia.

Se radicó por un tiempo en Charcas, donde ocupó varios cargos oficiales. Más tarde regresó a Buenos Aires como embajador de Bolivia, pasando después a actuar en la política local. Por su oposición al gobernador Juan Manuel de Rosas se vio obligado a exiliarse un tiempo en Montevideo.

Pasó a Lima, donde fue embajador boliviano ante el gobierno del Perú, y luego fue ministro de la Suprema Corte de Justicia boliviana.


Huyó de regreso a Buenos Aires en tiempos del dictador Andrés de Santa Cruz y se radicó en esa ciudad (con permiso de Rosas) hasta su muerte.

Ulrico Schmidl

Ulrico Schmidl






Ulrich Schmidl, o Utz, como le llamaban sus amigos, nació alrededor del año 1510 en la ciudad bávara de Straubing.  Se desconoce la fecha exacta de su nacimiento, sólo se puede afirmar con toda seguridad que debió nacer antes o, como muy tarde, hacia 1511, el año en que murió su padre Wolfgang.  Ulrich Schmidl era el retoño de una de las familias principales de Straubing, que ya desde 1364 aparece en los documentos históricos de la ciudad bávara.  Fue Friedrich III quien elevó a los Schmidl a la nobleza y que les permitió usar un escudo de armas: la cabeza de un toro negro con una corona dorada alrededor de las astas.

Su padre Wolfgang fue hasta tres veces burgomaestre de Straubing. Wolfgang Schmidl tuvo tres hijos.  Ulrich fue el más joven, fruto de su segundo matrimonio.  Friedrich, el primogénito, murió aún siendo muy joven, por lo que los derechos de herencia de su padre pasaron a Thomas, el segundo hijo.  Friedrich y Thomas eran hermanastros de Ulrich.

Se desconoce la razón por la cual Ulrich dejó su ciudad natal.  Como se deduce de su narración, en 1534 se encontraba en Amberes.  Fue entonces cuando escuchó hablar sobre los preparativos de la expedición de Pedro de Mendoza al Río de la Plata.  ¿Fueron las historias sobre las fabulosas riquezas del Nuevo Mundo las que le sedujeron al joven bávaro de unos 25 años a participar en la arriesgada empresa, o fueron sus ansias de aventuras?  Nunca lo sabremos.  Tomó la decisión y viajó por mar hacia el sur de España, a Cádiz.  El 24 de agosto de 1535 embarcó como soldado en el barco de los señores Jakob Welser y Sebastian Neithart de Nuremberg, para hacer la gran travesía hacia el desconocido Río de la Plata.

La flota  estaba compuesta por catorce barcos que comandaba el Primer Adelantado don Pedro de Mendoza.  Esa expedición tenía fines muy precisos, pero a la vez, estaba basada en vaguedades, como que se proponía explorar el Río de la Plata -así bautizado expresamente- como forma de llegar a la fabulosa Sierra de Plata.  Entre sus capitanes figuraban algunos con insignias de órdenes militares que habían ya acompañado a Mendoza en otra aventura, como Juan de Ayolas o Domingo Martínez de Irala.

La expedición de 1534 contaba con dos mil quinientos españoles y ciento cincuenta alemanes. Llevaban además setenta y dos caballos y yeguas, que fueron los primeros ejemplares de ganado equino que llegaron al Río de la Plata.  Esos caballos fueron también los primeros que sufrieron el acoso de los indios Querandiés y sus “boleadoras”, armas indígenas que Schmidl describe como “gruesos cordeles que llevaban una piedra atada a un extremo y que lanzaban con gran pericia a las patas de los caballos, consiguiendo derribarlos”.

En el Río de la Plata, el 3 de febrero de 1536, Schmidl participó de lo que sería la primera fundación de Buenos Aires, el poblado a orillas del Río de la Plata que recibió entonces el nombre de Santa María del Buen Aire.  En un pasaje de su libro, “La Admirable navegación realizada por el Nuevo Mundo entre Brasil y el Río de la Plata entre los años 1534 al 1554”, aparece por primera vez el nombre de la ciudad, escrito en fonética, “Wonass Eiress”: se trataba en realidad de un rústico conjunto de chozas con paredes de barro y techo de palmas, rodeadas por empalizadas de protección.  Contaba con una “casa fuerte” para la vivienda del Adelantado, una cien habitaciones que daban cobijo a los soldados y una iglesia.  Las empalizadas -según el relato de Schmidl, de “la altura de un hombre con una espada en la mano”, eran absolutamente necesarias pues los indígenas del lugar, los Querandíes, una nación de aproximadamente 3.000 hombres, fueron al principio amistosos, pero se fueron convirtiendo en un peligro constante.

El joven aventurero nunca podría haber sospechado que así comenzó un largo viaje, que duraría casi 20 años.  No regresaría a Straubing hasta 1554.  Era el mal estado de salud de su hermano Thomas, que muy poco después de su regreso falleció, que le hizo volver a su ciudad natal. 

Durante su largo viaje por el mundo desconocido, Ulrich Schmidl visitó regiones y países que hoy en día conocemos como Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia.  Sobrevivió a la gran hambruna de los primeros años, sed, enfermedades, cientos de escaramuzas y combates con los indios, un naufragio en la inmensa desembocadura del Río de la Plata y un sinfín de expediciones peligrosas.  Utz era un verdadero soldado de fortuna, aunque, eso sí, con muchísima suerte. ¿Quien si no podría haber aguantado todas esas penurias durante casi 20 años? A su regreso a Straubing, Ulrich Schmidl rondaba los 45 años.  Sus aventuras no se acabaron en el Río de la Plata.  También en su Baviera natal, la vida le aguardaban muchas sorpresas y sobresaltos.  Así le echaron de la ciudad de Straubing en 1562, por haberse convertido al protestantismo.  Por aquel entonces ya era un importante consejero de la ciudad. Tuvo buena acogida en Regensburgo, donde pronto se convirtió en un ciudadano próspero y principal.  Fue entonces cuando escribió el relato de su viaje al Nuevo Mundo, que se publicó por primera vez en 1567.

Ulrich Schmidl se casó tres veces, aunque no tuvo descendientes.  Igual que la fecha del nacimiento de Ulrich Schmidl, también la fecha de su muerte sigue siendo una incógnita.  Probablemente se murió al final de 1580, o a principios de 1581.

Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Loos , Jurgen Hans – Biografía de Ulrich Schmidl
Portal www.revisionistas.com.ar
Stürber, Dora – Ulrich Schmidl, Primer cronista del Río de la Plata

Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar

Cayetano Silva

Cayetano Silva




El 17 de agosto de 1868, nació el autor de la “Marcha de San Lorenzo”, hijo de Natalia Silva, una esclava de Emilia Silva, en cuya casa se crió la madre, que le dio el apellido.  Vio la luz  en San Carlos, Departamento de Maldonado, Uruguay, una Villa fundada en 1763 por el General y Gobernador Español don Pedro de Cevallos, siendo la única población del interior que no pudieron conquistar los ingleses, en sus invasiones de principios del Siglo XIX.  Es Capital artesanal y agropecuaria de la región, y en el año 1953, se construyó en ella un espacio de esparcimiento y la cultura: un Teatro al Aire Libre que  en su honor, lleva su nombre.
Desde muy niño mostró vocación por la música, comenzando a estudiar con el Maestro Rinaldi, y cuando tenía apenas 12 años, dicho profesor lo incorporó a su Banda Popular para tocar el pistón.   Su madre y Emilia, se preocuparon de mejorar su educación musical, y lo ingresaron en la Escuela de Artes y Oficios, donde cuando tenía 16 años, bajo la Dirección del maestro Gerardo Grasso, el italiano de Caposele autor entre otros del  Pericón Nacional Uruguayo, estudió solfeo y corno, y durante cuatro años violín, sin abandonar el pistón..
En 1888, esto es cuando tenía 20 años, marchó a Río Grande do Sur (Brasil), ingresando a la Banda del Sampaio, buque de la Armada Brasileña.  Y tiempo después a Buenos Aires, donde estudió en la Escuela de Música de Pablo Beutti.  Allí fue Maestro de Bandas en diversos regimientos militares.  Posteriormente se trasladó a San Juan organizando una Banda, y luego a Mendoza, donde creó la Banda del Cuerpo de Bomberos.  En Rosario fue Director de la Banda del Regimiento Nº 7 de Infantería “Cnl Conde”.   Allí contrajo matrimonio con Filomena Santanelli, con la que tuvo ocho hijos. En 1898, es contratado por la Sociedad Italiana de Venado Tuerto, provincia de Santa Fe y se traslada con su familia a dicha ciudad donde funda un centro lírico, enseña música y crea La Rondalla, con la que actúa en el Carnaval de 1900.  También escribe la música de las obras teatrales como Canillita y Cédulas de San Juan de su compatriota y amigo Florencio Sánchez.  Estas obras son estrenadas en Rosario con mucho éxito.
Venado Tuerto debe su curioso nombre a que, en un fortín de la zona, fue criado por soldados un venado guacho al que le faltaba un ojo perdido en un ataque sufrido ante los indígenas.  Desde entonces, cada vez que se aparecía en el fortín, era aviso seguro de la proximidad del malón, hecho que permitía a los soldados refugiarse y defenderse del ataque.  En épocas de sequía, conducía a las tropas por buenos pastos y aguas lo que le valió el reconocimiento de aquellos hombres.  Cuando esta historia le fue narrada a Eduardo Casey, decidió que el pueblo a fundar se llamaría Venado Tuerto.  Está al Sur de la Provincia de Santa Fe, a 65 km de Rosario, y fue fundada el 26 de abril de 1884 por Eduardo Casey, llegando a categoría de ciudad el 16 de diciembre de 1935.  Ha mantenido hasta ahora su denominación originaria, a pesar de varios intentos de cambiarle su extraño nombre.  Hoy hay allí un Museo Regional y Archivo Histórico que lleva su nombre, en el cruce de las rutas 8 y 33, en un pequeño parque,  donde se encuentra la casa en que Silva vivió, y donde por primera vez se ejecutó su más importante obra.  Es también sede de la Banda Municipal.  Está ubicada en la calle Maipú 966, y fue declarada Monumento Histórico por la Municipalidad de Venado Tuerto en el año 1972.
La famosa Marcha de San Lorenzo, que es como un Segundo Himno Nacional Argentino, fue la culminación de una serie de marchas militares que había comenzado a componer Cayetano Silva.  La compuso en bancos de la plaza San Martín, terminando de hacerlo el 1 de enero de 1902, y la tocó por primera vez en su domicilio, con su violín,  frente a su esposa y una hija muy pequeña.  Se la dedicó al coronel Pablo Riccheri, por entonces Ministro de Guerra, quien la declaró Marcha Oficial del Ejército Argentino, el 30 de octubre de 1902, después de ser escuchada en la inauguración del Monumento al General San Martín, en la ciudad de Santa Fe,  en presencia del Presidente Julio Argentino Roca.
La compuso en alusión al Combate de San Lorenzo, del 3 de febrero de 1813, bautismo de fuego de los Granaderos del General José de San Martín.  El mismo tuvo lugar a 26 kilómetros al Norte de Rosario, cuando habían desembarcado 250 españoles que se instalaron en el Colegio de San Carlos; siendo sorprendidos allí por los granaderos, que los atacaron de un lado y otro del colegio, obligándolos a retirarse.  Fue un combate de unos pocos minutos, en el cual el caballo de San Martín calló, aplastando una pierna del Libertador, y cuando una bayoneta enemiga se aprestaba para matarlo, el sargento Juan Bautista Cabral, se interpuso salvando su vida, pero muriendo él en la acción.  La marcha cumple un doble propósito de exaltar al Libertador, y al mismo tiempo al sargento Cabral,  que dio su vida por su Jefe.
Entre el conjunto de marchas creadas por Cayetano Silva se destacan, entre otras, la marcha de “Curupaity”, inspirada en la guerra del Paraguay, la marcha de “San Genaro” -localidad próxima a Rosario-,  “Río Negro”, “22 de Julio” y “Tuyutí”.
Es de lamentar que desde la creación de esta marcha, la misma y su autor, siguieron caminos muy distintos.  Pues apremiado por necesidades económicas, con una familia numerosa, debió vender sus derechos a una casa editora de música de Buenos Aires, por la módica suma de cincuenta pesos.  En una época en que no existían leyes que ampararan los Derechos de Autor.
Cuando gestionaba su reincorporación al ejército se le prometió la dirección de la Banda de la Policía de Rosario pero los azares de la política le quitaron las probabilidades, sufriendo un duro golpe moral que le afectó para precipitar su muerte.  Falleció en Rosario en estado de indigencia el 12 de enero de 1920, es decir a los 52 años de edad.  Fue sepultado en el Cementerio “El Salvador” de Rosario, aunque muchos años después, en 1997, fueron trasladados al Cementerio Municipal de Venado Tuerto, a raíz de gestión de la Comisión de Amigos de la Casa Histórica Cayetano A. Silva. 
En 1945 la ciudad de Buenos Aires le dio su nombre a un Pasaje del bario de Liniers, como también lo dio a Carlos Javier Benielli, amigo y vecino de Silva en Venado Tuerto, que dio letra a esta música y a otros temas suyos.
La miseria también persiguió a su numerosa familia, pues su viuda debió esperar más de cuatro años, para que le otorgaran una pensión, muy modesta también.  Pero mientras la miseria caía sobre el autor y su núcleo familiar, la marcha que compuso se hacía cada vez más famosa, y se escuchaba con mayor frecuencia en cuarteles y escuelas, no solo argentinas, sino también en otros países, en especial Uruguay, Alemania, Brasil, Polonia y Gran Bretaña.
El 14 de enero de 1946 por Decreto 2820/467, firmado por el Presidente de la Nación, en esa época General Edelmiro J. Farrell, la Marcha de San Lorenzo pasó a nivel de Marcha Presidencial, notificándose a la familia por el Coronel Franklin Lucero.
En Gran Bretaña, se ejecutó en la ceremonia de Coronación de Jorge V, y también en la de la actual Reina Isabel, y en los cambios de guardia en el Palacio de Buckinghan, modalidad que se suspendió en la guerra por las Malvinas. Una cosa curiosa es que en Alemania la tocó el ejército alemán cuando tomó París, al marchar por sus calles, y  años después la ordenó tocar el General Eisenhower, luego del desembarco en Normandía en 1944, para levantar el ánimo de sus tropas, que culminaron  cuando el ejército aliado liberó a los franceses.
Fuente
Benarós, León – Revista Todo es Historia, Nº 171, Enero 1990, Pag. 62
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
Portal www.revisionistas.com.ar
Sica Dell’Isola, Nelson – Cayetano Alberto Silva, Un carolino ilustre.
Silva, A. Cayetano y Horacio A. Silva – Vida y obra de Cayetano Alberto Silva – Buenos Aires (1997).
Venado Tuerto – Portal del gobierno de la ciudad.
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lunes, 12 de octubre de 2015

TTE. GRAL. NICOLÁS LEVALLE

TTE. GRAL. NICOLÁS LEVALLE


Nació en Cicagna, Chiavari, provincia de Génova, Reino de Italia, el 6 de diciembre de 1840; siendo sus padres Lorenzo Lavalle y Benedicta Daneri (que sobrevivió a su hijo), ambos de nacionalidad italiana.  A la edad de dos años vino a la República Argentina; ingresando al Ejército como aspirante el 10 de octubre de 1857 en la Academia Militar.  Dos años después revista como tal en la 2º Compañía del 1er Escuadrón del Regimiento de Artillería Ligera.

Ascendió a portaestandarte de la brigada de plaza de la división de artillería, el 18 de febrero de 1859, asistiendo a la campaña de Cepeda bajo el mando directo del coronel Benito Nazar, hallándose en la batalla de aquel nombre, el 23 de octubre de igual año; y por su comportamiento en dicha campaña fue ascendido a alférez del Regimiento 1º de Artillería, el 10 de diciembre de 1859, perteneciendo al 1er escuadrón de dicho cuerpo.  Se halló en el combate naval de San Nicolás, el 25 de octubre embarcado en el “Constitución” (Capitán Py), en el que sirvió como cabo de pieza; y en el sitio de Buenos Aires cubrió las calles de Potosí (actual Alsina) y Cevallos con una pieza y su dotación de artilleros.

El 31 de julio de 1861 fue ascendido a teniente 2º del mismo escuadrón, jerarquía con la cual tomó parte en la campaña de Pavón, siempre bajo el mando superior del general Mitre y el directo del coronel Nazar.  Poco después pasó a prestar servicios al Batallón 4º de Infantería, cuerpo en el cual fue ascendido a teniente 1º, de la compañía de cazadores, el 27 de junio de 1862; y el 26 de noviembre del mismo año, a capitán de la 4ª compañía del batallón de referencia, con el que formó parte de la guarnición de la Frontera Norte de la provincia de Buenos Aires, con asiento en Rojas y en Junín. Permaneció en aquella línea fronteriza hasta el 19 de abril de 1865 en que marchó con su batallón a la campaña del Paraguay.

El capitán Levalle se incorporó en junio de 1865 con su batallón en Esquina, a las fuerzas destinadas a operar en el Paraguay, formando parte de la 2ª División “Buenos Aires”, interviniendo en la rendición de Uruguayana, el 18 de setiembre, por lo que fue condecorado con la medalla discernida por el Emperador del Brasil; habiendo recibido igualmente, la medalla oriental por la batalla de Yatay, librada el 17 del mes anterior.  A comienzos de 1866 formaba parte de las fuerzas que se organizaban en el campamento de las Ensenaditas.

El Ejército argentino prosiguió su avance al Norte, para alistarse a invadir el territorio enemigo; asistiendo Levalle con inusitada bizarría al combate de Pehuajó o de los Corrales, el 31 de enero de 1866.  En el campamento de las Ensenaditas, el 29 de marzo de este año, pasó al 2º Batallón de la División Buenos Aires mencionada, cuyo comando accidental y reorganización se le confió; cuerpo en el cual cruzó el Paraná por el Paso de la Patria, penetrando en el territorio paraguayo después de librar los combates de la Confluencia, los días 16 y 17 de abril.

Se halló en el combate de Estero Bellaco, el 2 de mayo; así como también en la sangrienta batalla de Tuyutí, el día 24 de igual mes, recibiendo los cordones de plata discernidos a los vencedores.  Intervino en el combate de Boquerón, el 16 de julio y en el del Sauce, el 18 del mismo mes y año; donde recibió un balazo en una rodilla; y posteriormente, en el asalto de Curupaytí, el 22 de setiembre de 1866, por cuya participación recibió el escudo de plata otorgado por Ley a los asistentes a aquella cruenta jornada.

A principios de 1867, el general Paunero, con 4.000 hombres, debió abandonar los esteros paraguayos para ir a sofocar la rebelión que había estallado en el interior de la República Argentina; Levalle formó parte de aquella expedición, y se encontró en el combate del Portezuelo; y en la batalla de San Ignacio, el 1º de abril de 1867.  Con el general Conesa tomó parte en la intervención a la provincia de Santa Fe, levantada en armas contra el gobernador Nicasio Oroño y en la sofocación de la rebelión que había estallado en Córdoba, el 19 de agosto de 1867, y que derrocó al gobernador Mateo J. Luque, encabezada por el famoso Simón Luengo, siendo repuesto a los diez días el gobernador depuesto.  A principios de abril de 1868, regresó al Paraguay donde sofocó un conato de rebelión de su tropa con intrépida sangre fría.

Levalle fue promovido a sargento mayor graduado el 11 de enero de 1867, recibiendo la efectividad el 23 de abril de 1868, desempeñando (nombrado por O. G. del 10 de este último mes), las funciones de jefe accidental del batallón 5º de Infantería, cuya segundía ejercía en efectividad, cuerpo con el cual se encontró nuevamente en la álgida lucha en los esteros paraguayos, donde iba a cosechar laureles inmarcesibles que destacarían luminosamente su figura de soldado valeroso.  Toma parte en los ataques a la fortaleza de Humaitá, iniciados el 15 de julio de 1868, operaciones que terminaron con la toma de aquel punto y con la rendición del jefe paraguayo, coronel Martínez, el 5 de agosto, juntamente con 1.300 hombres.  Por su comportamiento en estas acciones, Levalle fue graduado teniente coronel el 15 de setiembre de 1868, grado cuya efectividad recibió el 1º de marzo de 1869, así como también, el comando en propiedad del 5º de Infantería.  El 3 de agosto de 1868 se halló en el combate naval de las Canoas y otros parciales, con Rivas.

Tomó parte en la campaña de Pikiciry, a fines de 1868, interviniendo con un brillo inusitado, a la cabeza del 5º de Línea, en la segunda batalla de Itaivaté o Lomas Valentinas, el 27 de diciembre de aquel año, y en la rendición de Angostura, el 30 del mismo mes y año.  Ocupada la capital paraguaya, Levalle quedó a cargo de su guarnición (1), hasta la terminación de la guerra.  Se distinguió en la toma de Peribebuy, el 12 de agosto de 1869, y en otros encuentros postreros de tan cruenta campaña.

El teniente coronel Levalle fue herido en el combate del Sauce, el 16 de julio de 1866 y fuera de las condecoraciones que se han citado, que recibió en esta ruda campaña, deben agregarse las siguientes: medalla de honor por el asalto de Peribebuy; medalla de oro por la terminación de la campaña del Paraguay, discernida por los gobiernos argentino, oriental y brasileño y medalla de oro conferida por el mismo motivo, por la provincia de Buenos Aires.

De regreso del Paraguay, tomó parte en la campaña de Entre Ríos, realizada para sofocar el alzamiento del general López Jordán, en el año 1870, llegando a Paraná el 4 de mayo y tomando intervención en todas las acciones de guerra que se produjeron en aquella campaña.  Asistió a la batalla del Sauce, el 20 de mayo de aquel año.

Cumplimentando órdenes del coronel Juan Ayala, el comandante Levalle sorprendió las fuerzas rebeldes del Diamante, el 23 de agosto de 1870, consiguiendo tomar un crecido número de prisioneros, entre éstos el doctor Juan Mantero, Ministro del gobierno de López Jordán y alguna cantidad de armamento.  Permaneció en la zona de guerra hasta mayote 1871, en que regresó a Buenos Aires, pasando inmediatamente con el 5º de Infantería de guarnición al Fuerte General Paz; donde permaneció hasta que la nueva rebelión jordanista lo llamó para intervenir en la provincia de Entre Ríos.  El 8 de marzo de 1872 se halló en el combate de San Carlos contra la indiada de Catriel.

El 4 de mayo de 1873 desembarca en Paraná con el 5º de Línea y combate a los 2.000 rebeldes, que a las órdenes del caudillo jordanista Exequiel Leiva acababa de poner cerco a la ciudad, obligándolos a huir,  Levalle se fortificó en seguida para resistir a posibles ataques ulteriores.  Efectivamente, el día 28 del mismo mes, los revolucionarios a las órdenes de Leiva, atacan violentamente la plaza, pero el jefe de la misma coronel Ayala, recibe bravamente a los asaltantes, que son rechazados, distinguiéndose el coronel Joaquín Viejobueno y el comandante Levalle en esta operación.  El 26 de junio se halló en el combate de las Cuchillas.  A principios de julio desembarcó con el batallón de su mando en el Diamante, derrotando y dispersando su guarnición.

El 2 de agosto del mismo año, Levalle se embarca en Paraná, en dos vapores y al día siguiente desembarca bajo el fuego de los jordanistas, en la ciudad de la Paz, de la que se posesiona después de vencer una fuerte resistencia; punto cuya defensa organizó, efectuando varias salidas en las que siempre derrotó a los rebeldes; permaneciendo allí hasta entregar la plaza a un jefe designado por Orden Superior, regresando Levalle a Paraná con los batallones 5º y 7º donde se organizaba el ejército de Gainza.

En la batalla de Don Gonzalo, librada el 9 de diciembre de 1873, el comandante Levalle fue herido pero no abandonó su batallón mientras duró la acción, en la que se distinguió por su incomparable valor, mandando la brigada compuesta por el 5º y el 7º de Infantería y 4 piezas de artillería.  También se encontró en el combate del Talita, el día anterior contra la vanguardia jordanista.

Terminada la campaña regresó a Buenos Aires en julio de 1874 y con motivo de la revolución que estalló el 24 de setiembre, el teniente coronel Levalle salió a operar con el 5º de Línea, interviniendo activamente en la represión del movimiento y en la organización de las milicias de Chivilcoy y Mercedes, al Oeste y de San Vicente, al Sud y mandó la infantería del “Ejército del Oeste”; y al mando de 1.100 hombres, se incorporó a los coroneles Arias y Villegas, fuerzas que sorprendieron a los rebeldes en la jornada del 2 de diciembre en Junín, donde el general Mitre se entregó prisionero siendo ascendido Levalle a coronel “sobre el campo de batalla”, a propuesta del Ministro de la Guerra en campaña y con la fecha de aquella rendición.

Inmediatamente fue nombrado jefe de la frontera sud de Buenos Aires, con asiento en Blanca Grande y después en Fuerte Lavalle.  El 14 de abril de 1876 partió de Blanca Grande en dirección a Carhué, punto, este último, que el coronel Levalle ocupó el 24 de abril de 1876, después de penosos encuentros con los salvajes, entre ellos el librado en las proximidades de la laguna de Paragüil, el 6 de marzo, en el que derrotó a la tribu de Juan José Catriel.  En noviembre-diciembre del mismo año permaneció destacado en Fuerte General Paz.  El 10 de enero del año siguiente atacó en sus propias tolderías de Chiloé, al cacique Namuncurá, consiguiendo el coronel Levalle matarle unos 400 indios, y obligándolo a ponerse en retirada hasta unas 20 leguas más al Oeste.

El 25 de noviembre de 1878, teniendo conocimiento de que Namuncurá se preparaba a efectuar una invasión al frente de 2.000 salvajes, el coronel Levalle salió en su busca y dio una batida general en una zona comprendida entre Guaminí, Carhué y Bahía Blanca, en sus frentes hasta el Colorado, recorriendo un trayecto de más de 250 leguas, sin dejar una sola toldería sin registrar.  Se traban algunos combates y se logran muchas sorpresas, como la del 7 de diciembre, consiguiendo rescatar cautivos y haciendas productos del robo; en esta acción los indígenas tuvieron 50 muertos: 1 cacique, 3 capitanejos y 46 indios de lanza y 270 de chusma prisioneros; y todo el ganado que tenían las tribus de la Sierra de Lihué-Calel, que se componía de 1.000 vacunos, 80 caballos y 800 animales entre ovejas y cabras.

En la expedición al Río Negro, bajo el superior comando del general Roca, al año siguiente, el coronel Levalle mandó la 2º División.  El 4 de setiembre de 1879 fue nombrado jefe de las fuerzas de Carhué, Puán, Guaminí, Trenque-Lauquén y Fuerte Argentino. (2)

Acababa de llegar de Sur con aquella, cuando estalló el movimiento revolucionario del mes de junio de 1880.  El día 20 de este mes, con su división, compuesta por los batallones 5º y 7º de Infantería, el Regimiento 6º de Caballería y dos piezas de montaña, con un efectivo de 650 hombres, se aproximó hasta el Puente de Barracas para efectuar un reconocimiento; empeñando a las 12 del día un violento combate contra los revolucionarios que defendían la ciudad y después de combatir hasta las cuatro y media de la tarde, el coronel Levalle se replegó sobre Lomas de Zamora por habérsele agotado las municiones.  En esta acción murió violentamente el teniente coronel Apolinario de Ipola, “al pie del cañón que mandaba, casi entreverado con el enemigo”.

Por su comportamiento en esta campaña, Levalle fue promovido a coronel mayor el 9 de julio de 1880.  El 20 de octubre de ese mismo año fue nombrado jefe de la 1ª División del Ejército, constituida por los cuerpos de la Capital y de la Chacarita.  Al día siguiente, el Gobierno dispuso que el general José Octavio Olascoaga se hiciese cargo del mando de la línea de fronteras de la provincia, que había mandado Levalle.

Este permaneció al frente de la 1ª División, que guarnecía esta Capital hasta el 12 de octubre de 1886, fecha en que fue nombrado Ministro de Guerra y Marina; ya ostentando la jerarquía de general de división que le había sido conferida el 3 de noviembre de 1882.  En los primeros meses de 1886 mandó las fuerzas del ejército que ocuparon la línea del Uruguay con motivo de la invasión de Arredondo al Estado Oriental, teniendo Levalle a sus órdenes, además, el transporte “Azopardo”.

Dejó el Ministerio el 7 de febrero de 1887 para ir a ocupar la Jefatura de E. M. G., que desempeñó hasta el 18 de abril de 1890, fecha esta última en que pasó nuevamente a ejercer el cargo de Ministro de la Guerra, que recibió el mismo día.  Al producirse el movimiento revolucionario armado del 26 de julio de aquel año, Levalle obró con tal energía, que gracias a su valor y pericia, la subversión pudo ser dominada; a la cabeza de las fuerzas leales se apoderó del Parque de Artillería que se encontraba en manos de los rebeldes.  Por su comportamiento en aquellas luctuosas jornadas, fue promovido a teniente general “sobre el campo de batalla”, con fecha 27 de aquel mes y año.

Continuó ejerciendo el ministerio hasta que terminó la presidencia del Dr. Carlos Pellegrini, el 12 de octubre de 1892.  El 4 de noviembre del mismo año se le acordaron seis meses de licencia que se prorrogaron con otros tres más.

Con motivo de los sucesos revolucionarios de 1893, el 20 de setiembre de este año fue nombrado jefe de las fuerzas nacionales destacadas en Córdoba, Santiago del Estero y La Rioja.  Operó contra los sublevados que se hallaban en el Rosario.

El 11 de febrero de 1895 fue designado Presidente de la Junta Superior de Guerra hasta el 19 de mayo de 1897, en que fue nombrado por tercera vez para ejercer la cartera de Guerra y Marina, siendo el último que desempeñó el ministerio de las dos instituciones armadas.  El 12 de octubre de 1898, al abandonar la presidencia el Dr. José Evaristo Uriburu, el general Levalle pasó a la “Lista de Oficiales Generales”:

El 11 de abril de 1901 se le acordó licencia para trasladarse a Europa en busca de un alivio a su salud cruelmente quebrantada, asignándosele en Acuerdo de Ministros 8.000 pesos oro sellado para atender los gastos de su cura.  El 20 de abril zarpó en el vapor “Chili”, llegando a Burdeos, de donde se trasladó de inmediato a París, ingresando el 19 de mayo en la Maison de Sant Jean de Dieu, en donde fue operado al día siguiente del tumor que tenía en el labio inferior. Regresó a fines del mismo año y el 31 de diciembre era nombrado Jefe de la “Región de la Capital”.  El 16 de enero de 1902 el general Levalle agradecía al ministro Riccheri su designación en los términos siguientes:

“Al contestar la nota de V. E. y manifestarle la expresión de mi profundo reconocimiento por los benévolos conceptos con que en ella me favorece, cúmpleme manifestarle, que no omitiré sacrificio alguno a fin de responder dignamente a la confianza depositada en mí, pidiéndole quiera ser intérprete de estos sentimientos acerca del Excmo. Sr. Presidente”.

Desgraciadamente la vida restante del General iba a ser breve, pues falleció en Buenos Aires el día 28 de enero de 1902, a la una y cincuenta y cinco de la tarde; decretando inmediatamente el Poder Ejecutivo bandera nacional a media asta los días 29 y 30.

Numerosos telegramas de los países de Sudamérica fueron una demostración palpable del prestigio que rodeaba a tan eminente soldado.  La concurrencia a su sepelio y las numerosas notas de condolencia dirigidas a su viuda, Aurelia F. de Levalle, evidenciaron el hondo sentimiento público por su deceso.

Ostentó sobre su pecho: medalla por la toma de Corrientes; idem por la batalla de Yatay y toma de Uruguayana; cordones de Tuyutí y escudo de Curupaytí; medalla por la terminación de la guerra por la Argentina, Brasil y Uruguay y también de la provincia de Buenos Aires; y las acordadas del Río Negro y Los Andes.

Después de la revolución de 1880 con el coronel F. Bosch e Ingeniero del Parque, Sr, Nikelh, presidió la comisión que recibió el armamento y municiones pertenecientes a la provincia de Buenos Aires.  El 24 de julio de 1881 fue elegido primer presidente del Círculo Militar, recientemente creado. 

Levalle se casó en Buenos Aires, el 12 de mayo de 1865 con Aurelia Ferreira, porteña, de 21 años, hija de José Ferreira y Josefa Zeballa, ambos del país.

Un hijo de este matrimonio, Nicolás M. Levalle, falleció en Buenos Aires, el 21 de junio de 1888, a la edad de 29 años, ostentando la jerarquía de teniente coronel; habiendo ingresado al Colegio Militar, escalando rápidamente los grados por sus superiores méritos.

Referencia

(1) Hasta el 21 de abril de 1870, permaneció en Asunción, a cargo de la guarnición compuesta por una Brigada integrada por el 5º de Línea y Legión Militar.
(2) Efectuó su primera marcha sobre Trenque-Lauquén, donde acampó; cruzó luego Salinas Grandes el 7 de mayo, encontrando huellas frescas de los indios de Namuncurá.  De Trafú-Lauquén, cumpliendo Orden Superior, Levalle desprendió partidas de exploración sobre el enemigo, buscando el contacto con las demás divisiones.  El teniente coronel Máximo Bedoya fue desprendido desde Liu-Kalel sobre el extremo Norte de la doble laguna de Urre-Lauquén (laguna de Los Vapores) y Chadi-Leuvú, para descubrir y detener a los indios ranqueles que huían ante el avance del coronel Racedo.  Bedoya tuvo que regresar a Trafú-Lauquén, sin haber conseguido nada y el coronel Levalle lo envió nuevamente con el mismo resultado negativo.  El último había tomado la pista de Baigorrita y lo seguía en su fuga hacia las faldas andinas con Namuncurá pero las pequeñas partidas de indios prisioneros que habían caído al huir de Leuvucó, Trapal, Poitague, Trenel y otros puntos contribuían a desorientar con sus informaciones contradictorias sobre la marcha de Namuncurá.
Al comandante Pablo C. Belisle se le ordenó buscara contacto, en dirección al río Colorado, con la vanguardia de la 1ª División.  Belisle llegó a las pequeñas sierras de Lihué-Calel, cruzó la laguna de Urre-Lauquén, y llegó al codo de Chiclana, desde donde envió la correspondencia de su jefe inmediato, el general Roca, que aún no había regresado de su excursión al Limay.
El comandante Florencio Monteagudo había cruzado en su extremo sur, en Chadi-Leufú tomándolos prisioneros a los terribles caciques Ajner y Querenal.
Tales fueron los resultados de la 2ª División al mando del coronel Levalle.

Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
Portal www.revisionistas.com.ar
Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1939).

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Juan José Catriel

Juan José Catriel



Juan José Catriel, Cacique pampa del Azul, nació hacia 1838 en el campo de Nievas, distante unos 15 km de aquella población.  Segundo hijo del cacique Juan Catriel.  A la muerte de su padre en 1866, no asumió el cacicazgo, sino que lo hizo su hermano menor Cipriano, quién poseía mayores dotes militares y diplomáticas.  Según tradición familiar se rehusó a asumir el mando por no estar de acuerdo con los tratados de paz firmados por su padre con el gobierno nacional.  Alejado de los resortes del poder dentro de la tribu, se dedicó a la cría de ganado al pié del “Cerro Negro” (cerca de Olavaria).
Con el paso de los años, una serie de desgraciadas circunstancias trocaron su carácter y su suerte.  La disconformidad con muchos años de gobierno de su hermano Cipriano –propenso por carácter y principios a mantener buenas relaciones con los jefes de frontera y gozar de las ventajas de la vida civilizada-, lo indispusieron anímicamente contra él.
En este sentido, Juan José siempre manifestó otro temperamento y otras opciones de vida: menos inteligente que su hermano, más independiente y frontal, menos negociador, contrario a todo acercamiento y componendas con los cristianos, por quienes sentía profunda aversión, siempre prefirió la vida del desierto, en toldo y campo raso, manteniendo inalterables las costumbres que le venían de origen y raza.
A estas disposiciones anímicas, se unió la turbulencia de la Revolución Mitrista, en setiembre de 1874, a la cual se plegó –para propia desgracia- su hermano Cipriano, aconsejado en esto por su amigo el general Ignacio Rivas.  Derrotadas por el ejército nacional las tropas adictas a Mitre –en la “Verde”, en noviembre de ese mismo año- la suerte de los hermanos quedó sellada.  Cipriano murió degollado en Olavaria, junto con su secretario, Santiago Avendaño; mientras que Juan José, partícipe activo con su gente en el crimen, fue reconocido por el gobierno como nuevo cacique de los catrieles, contando con el apoyo de los coroneles Hilario Lagos y Julio Campos por entonces al mando de las tropas que perseguían a los mitristas.
Por algún tiempo, Juan José se estableció en el campamento de Blanca Grande, ahora al mando del coronel Nicolás Levalle, colaborando con sus indios en la vigilancia y defensa de la frontera, conservando la tribu los fértiles campos de Nievas.
La resolución del gobierno de adelantar paulatinamente la frontera, hasta llevarla a las márgenes del Río Negro, trajo consigo la necesidad de reubicar la indiada de Juan José, en una zona más propicia para tales fines, contando para ello con su sometimiento y fidelidad como hasta esos momentos.  Pero los planes del astuto cacique eran otros.
En principio aceptó el ofrecimiento del ministro Adolfo Alsina, formulado en agosto de 1875, de trasladarse a las inmediaciones del Fortín Aklecoa para conformar una especie de “colonia pastoril”, cuyos hombres quedaran afectados a la Guardia Nacional en calidad de “auxiliares” (militarización).  Pero habiendo iniciado tratativas con el cacique salinero Manuel Namuncurá, se plegó con sus fuerzas a la invasión que a fines de diciembre de ese mismo año cayó sorpresivamente sobre Azul y zonas vecinas, conocida como “Malón Grande” por sus efectos devastadores.  De este modo, aprovechó el regreso de los invasores para confundirse con ellos y emigrar juntos, con toda la tribu, a Salinas Grandes, para recobrar la libertad perdida, rompiendo toda relación con el gobierno nacional y con sus antiguos vecinos de frontera.
A principios de 1876 fijó su residencia en “Treyco”, en las cercanías del actual Guantraché (La Pampa), bajo la protección de Namuncurá.  De allí en más, demostró una abierta y desafiante resistencia a la decisión gubernamental de trasladarse a la frontera de Carhué.
Asumiendo como conducta habitual el organizar frecuentes invasiones sobre fortines y poblaciones –por cuenta propia o unido a los caciques de Salinas Grandes- , a modo de hostigamiento y obtención de recursos para el sostenimiento de la tribu.
Bajo el rigor de las batidas despachadas desde Carhué y desde Puán, terminó por rendirse, junto con su hermano Marcelino y toda la tribu, el 26 de noviembre de 1878, en Fuerte Argentino ante el comandante Wintter.
Al poco tiempo, los hermanos Catriel fueron embarcados con sus familias en el vapor Santa Rosa rumbo a la isla Martín García, quedando allí sujetos a una espantosa epidemia de viruela y a toda clase de privaciones.  Los dos hermanos fueron bautizados en Buenos Aires el 11 de agosto de 1879, en la iglesia del Pilar, junto con otros indígenas enganchados en el ejército.  Murió de cáncer en el hospital de Olavarría, el 16 de noviembre de 1910.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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Roca, Julio Argentino – Iconografía Militar, Museo Roca, Instituto de Investigaciones Históricas, Buenos Aires (2006).
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Martiniano Chilavert

Martiniano Chilavert






Martiniano Chilavert nació en Buenos Aires el 16 de octubre de 1798.  Interesándose por la artillería es dado de alta como subteniente en el Regimiento de Granaderos de Infantería.

Diversas convulsiones políticas en que se ve envuelto al lado de Alvear lo llevan a darse de baja del ejército en 1821, continuando sus estudios y recibiéndose de ingeniero en 1824.

Estallada la guerra contra el Brasil, se reincorpora al ejército siendo ascendido a capitán en 1826. Asistió a la batalla de Ituzaingó a las órdenes del coronel de artillería Tomás de Iriarte. Por su desempeño es promovido a sargento mayor.

Las guerras civiles lo encuentran junto a Lavalle del lado unitario, debiendo marchar al exilio en la Banda Oriental luego de la derrota. Volverá junto a Lavalle en la última campaña de este, debiendo regresar al Uruguay nuevamente derrotado.

Al llegarle las noticias sobre lo sucedido en la Vuelta de Obligado parece darse cuenta de que lado se encuentra la Patria, en carta a Oribe (carta del 11 de mayo de 1846) expresa cosas como estas:

“En todas las posiciones en que el destino me ha colocado, el amor a mi país ha sido siempre el sentimiento más enérgico de mi corazón. Su honor y su dignidad me merecen un religioso respeto. Considero el más espantoso crimen llevar contra él las armas del extranjero. Vergüenza y oprobio recogerá el que así proceda; y en su conciencia llevará eternamente un acusador implacable que sin cesar le repetirá; ¡traidor! ¡traidor! ¡traidor!”.

“El cañón de Obligado contestó a tan insolentes provocaciones. Su estruendo resonó en mi corazón. Desde ese instante un solo deseo me anima: el de servir a mi patria en esta lucha de justicia y de gloria para ella”.

Abandonó su exilio montevideano y cruzó el río para ponerse a las órdenes del Restaurador, quien sabiendo de sus quilates de militar valiente y avezado, puso la artillería a su mando. En la batalla de Caseros disparó hasta el último proyectil, haciendo blanco sobre el ejército imperial que ocupaba el centro del dispositivo enemigo. Cuando ya no le quedaban balas hizo cargar con piedras sus cañones. Luego, derrotado el ejército de la Confederación, recostado displicentemente sobre uno de los hirvientes cañones, pitando un cigarrillo, esperó a que vinieran a hacerlo prisionero. No se estaba rindiendo. Solamente aceptaba el resultado de la contienda.

Enterado Urquiza, ordena que sea conducido a su presencia. Ante su ademán, sus colaboradores se retiran dejándolos a solas.

Puede reconstruirse lo que ocurrió. El vencedor de Caseros habrá reprochado a Chilavert su deserción del bando antirosista. Don Martiniano le habrá respondido que allí había un solo traidor: quien se había aliado al extranjero para atacar a su patria. Pero algo más habrá dicho Chilavert. Quizá referido  a la fortuna de don Justo., de la que tanto se murmuraba. El Entrerriano abre entonces la puerta con violencia, desencajado, y ordena que lo fusilen de inmediato (El águila Guerrera; Pacho O´Donnell). A los pocos días fusiló al regimiento completo de Aquino, desde oficiales hasta el último soldado y los colgó de los árboles de Palermo. El representante inglés que visita a Urquiza en Palermo vuelve impresionado del espectáculo de cadáveres colgando varios días de los árboles de Palermo.

De la fortuna de Urquiza, y de los patacones recibidos por la traición, también hablará Sarmiento: “Yo he permanecido dos meses en la corte de Brasil, en el comercio casi íntimo de los hombres de estado de aquella nación, y conozco todos los detalles, general, y los pactos y transacciones por los cuales entró S. E. en la liga contra Rosas. Todo esto, no conocido hoy del público, es ya del dominio de la Historia y está archivado en los ministerios de Relaciones Exteriores del Brasil y del Uruguay.” [...] “Se me caía la cara de vergüenza al oírle a aquel Enviado [Honorio Hermeto Carneiro Leão, o Indobregavel] referir la irritante escena, y los comentarios: “¡Sí, los millones con que hemos tenido que comprarlo para derrocar a Rosas! Todavía después de entrar a Buenos Aires quería que le diese los cien mil duros mensuales, mientras oscurecía el brillo de nuestras armas en Monte Caseros para atribuirse él solo los honores de la victoria.” (Domingo Faustino Sarmiento, Carta de Yungay, 13.10.1852)

Urquiza se instaló en la casa de Rosas en Palermo. Como Lavalle, para asegurarse el apoyo político repartió dineros públicos entre un numeroso grupo de oficiales y allegados. El reparto fue mayor que en 1829, también lo era el tesoro en 1852. Las órdenes de pago más modestas eran por veinte mil pesos. Don Vicente López y Planes cobró 200 mil pesos y aceptó asumir como gobernador de Buenos Aires.
He aquí una pequeña parte de la lista de los que recibieron los “incentivos de Urquiza”, claro que con dineros públicos:

Tte. Cnel. Hilario Ascasubi, 10 mil
Cnel. Manuel Escalada, 100 mil
Gral. Gregorio Aráoz de La Madrid, 50 mil
Gobernador de Corrientes, Benjamín Virasoro, 224 mil
Gral José M. Galán , 250 mil
Cnel. Bartolomé Mitre, 16 mil

¿Cuál es el legado que nos deja el coronel Chilavert?

Sin dudarlo debemos coincidir en que su mayor ejemplo es el colocar el amor a la Patria por sobre todo otro interés. Aun teniendo diferencias políticas de larga data con respecto al conductor de la Confederación Argentina, Chilavert deja de lado dichos reparos al comprender que lo que estaba en juego no era una mera disputa político partidaria sino los destinos mismos de nuestra nacionalidad.
Ya a más de siglo y medio de distancia su figura parece agrandarse constantemente, más aun al comparársele con ciertos personajes del hoy que practican la actitud inversa a la del gran coronel, es decir, colocan sus más mezquinos intereses por sobre el interés nacional.

Chilavert juega la carta de la Patria aun cuando todo parecía indicar que el triunfo le sería esquivo. No por una romántica atracción por las causas perdidas, sino por un cristiano compromiso con las causas justas, y ¿Qué causa más justa que la causa nacional?, Si como definiera tan simple como magistralmente el padre Leonardo Castellani: “La Patria es Dios en la tierra y Dios es la Patria en el cielo”.

¿Cuál es el estado del país hoy?, para entenderlo baste señalar que muchos de los que aquel 3 de febrero de 1852 empuñaron sus armas unidos al Brasil tienen hoy varios monumentos y periódicos homenajes en su honor, mientras que quien dejó de lado todo para morir defendiendo su suelo natal ni siquiera descansa en una tumba propia.

Nos queda por delante una tarea ardua y extensa, pero creemos que vale la pena intentarlo.

Fuente
Castagnino, Leonardo – La Gazeta Federal
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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Reggi, Ing. Luciano – “3 de Febrero – Derrota nacional de Caseros y el Cnl. Martiniano Chilavert”

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