jueves, 21 de mayo de 2015

MARTIN JORGE GUISSE

MARTIN JORGE GUISSE



Nació el 12 de Marzo de 1780 en Gloucestershire, Inglaterra. Hijo legítimo de John Guisse y de Elizabeth Wright.
Casi niño entró a servir en la Real Armada británica, participó en la guerra contra Francia y España y luego fue trasladado con el grado de Teniente a la flota del Caribe.
En 1813 perdió su destino al establecerse la paz en Europa después de la batalla de Waterloo y con permiso del Almirantazgo compró y equipó un barco con dinero de su propio peculio y se dirigió a Buenos Aires, intervino en varias acciones y en 1818 siguió por el estrecho de Magallanes a Chile, uniéndose a la Armada de Lord Thomas Alexander Cochrane.
En la comandancia de la "Lautaro" tomó parte en las dos expediciones de Cochrane hacia aguas peruanas y en la de San Martín de Pisco. Posteriormente bloqueó las costas del Perú cundo se retiró Cochrane y activamente intervino en la expedición a Intermedios que dirigió el Mariscal San Cruz.
Al asumir la presidencia del Perú el Mariscal José de la Riva Agüero fue nombrado el 6 de Marzo de 1823 Vicealmirante y Jefe de la escuadra. Después se produjo el rompimiento político de Riva Agüero con el Congreso y Guisse le siguió apoyando.
En Septiembre pasó a Guayaquil conduciendo a los Diputados José Sánchez Carrión y José Joaquín de Olmedo que iban a solicitar el apoyo de Bolívar. En 1824 aún estaba en Guayaquil y al enterarse que Riva Agüero viajaba expatriado a Europa, lo liberó en un rasgo de generosidad.
Ese año sostuvo el gobierno de Bolívar y ayudó a bloquear las costas del Callao durante el asedio a esa plaza fortificada.
En 1825 contrajo matrimonio en Lima, tuvo dos hijas. En 1828 estalló la guerra con Colombia, asumió la comandancia de la escuadra peruana y con la fragata Prueba, la corbeta Libertad, una goleta y tres o cuatro lanchas cañoneras penetró en la ría de Guayaquil protegido por la grande marea y por una fuerte brisa, sorprendió e incendió la batería de las Cruces el 22 de Noviembre y rompió la cadena que protegía la entrada. El resto de la tarde cañoneó la ciudad a la distancia.
Al día siguiente 23 de Noviembre permaneció tranquilo hasta las cuatro de la tarde en que con la brisa y la marea se puso al frente de Malecón, pero cometió el mismo error de Brown en 1816, encalló en un bajo y quedó inmovilizado, pero aún así arrojó millares de proyectiles y las casas sufrieron múltiples daños.
Por la noche intentó apoderarse de una de las lanchas que estaban acoderadas al muelle pero fueron rechazadas sus cañoneras. Mientras tanto los colombianos habían montado una pieza de grueso calibre y al amanecer del 24 rompieron fuego sobre la fragata "Prueba". Guisse fue mortalmente herido y los peruanos sólo pudieron retirarse una hora después, a eso de las once, cuando flotaron con la alta marea, a dos o tres leguas y casi frente al Fortín falleció Guisse esa noche, mientras la ciudad quedaba con graves destrozos.
Tenía solamente 48 años de edad y fue reemplazado en el Comando de la flota por el Teniente Primero José Boterín Becerra, Jefe de la corbeta "Libertad”. Su cadáver, siguiendo la costumbre de la época, fue arrojado a las aguas (1).
El tiro que causó su muerte fue disparado por el cañón montado por el Capitán de Navío Juan Ignacio Pareja y quien mandaba esa batería era el Cabo Trinidad Moran, soldado de color de nuestras guerras de la independencia.


(1) Su nieta María Roca Dartnell Guiese fue madre del Capitán Jorga Chávez Dartnell, célebre aviador peruano, al primero en atravesar los Alpes en 1910; paro, cuando ataba a solo diez metros da altura sobre el aeropuerto de Domodossola cerca da Milán, sufrió u aeronave un golpe de aire y cayo al suelo, quedando aprisionado debajo del motor con al fémur de la pierna derecha fracturado y graves lesiones internas. Con muchos dolores fue trasladado al hospital más cercano y murió a loa dos días al 28 de Septiembre, de sólo 23 años de edad. El aeropuerto internacional de Lima lleva su nombre en memoria de la inmortal hazaña.



domingo, 17 de mayo de 2015

BRIGADIER GENERAL CIRILO CORREA SOLDADO DE LA INDEPENDENCIA, COMBATIÓ A LOS INGLESES, JUNTO A BELGRANO Y A SAN MARTIN

BRIGADIER GENERAL CIRILO CORREA

SOLDADO DE LA INDEPENDENCIA, COMBATIÓ A LOS INGLESES, JUNTO A BELGRANO Y A SAN MARTIN



Cirilo Correa (n. Montevideo, Virreinato del Río de la Plata, 1795 – † Lima,Perú, 1827), militar argentino, que participó en la guerra de independencia de su país, desde las primeras acciones hasta la campaña libertadora del Perú.

En su infancia se mudó con su familia a Buenos Aires, donde recibió alguna educación.

En 1807 se unió como soldado al Regimiento de Patricios, con el que luchó contra las Invasiones Inglesas.

En 1810 se incorporó al Ejército del Norte, en cuyas filas combatió en las tres Expediciones Auxiliadoras al Alto Perú, combatiendo en las batallas de Cotagaita, Suipacha, Huaqui, Tucumán, Salta, Vilcapugio, Ayohuma, Venta y Media y Sipe Sipe. Toda esta carrera la hizo como suboficial del Ejército.

En 1816 pasó a Mendoza y se unió al Ejército de los Andes, siendo ascendido al grado de teniente coronel por el general José de San Martín, y fue el segundo jefe del Batallón 7.º de Infantería; su jefe era el coronel Pedro Conde. Luchó en Chacabuco, Gavilán, Talcahuano, Cancha Rayada y Maipú.

Participó en la Expedición Libertadora del Perú, al frente del Batallón 7.º. De los Andes, luchando en la batalla de Cerro de Pasco y en la toma del Callao, ascendiendo al grado de coronel.

Al retirarse San Martín en 1823, el presidente Marqués de Torre Tagle lo nombró jefe de estado mayor de la ciudad de Lima.

Participó en la Campaña de los Puertos Intermedios, en la que fueron derrotados en tres batallas en cuatro días.

Regresó a Lima, donde fue ascendido al grado de general; había comenzado su carrera como soldado raso 13 años antes, y llegó a general a los 28 años.

Participó como oficial de estado mayor en la campaña que culminó con las batallas de Junín y Ayacucho. En 1824 Correa reemplazó a Enrique Martínez en la jefatura de los restos de la División de los Andes, de la cual se dispuso el regreso a la Argentina.

Al hacerse cargo de la terminación de la guerra en el Perú, Simón Bolívar se mostró contrario a respetar las posiciones ganadas por los oficiales que habían llegado con San Martín, actitud que fue interpretada por éstos como favoritismo por los venezolanos y colombianos. Varios oficiales argentinos abandonaron el Perú, mientras otros se enfrentaban al Libertador.

En 1826, el general Correa fue acusado de conspirar contra Bolívar y fue arrestado, lo que le causó una seria depresión. Aunque más tarde fue absuelto, se suicidó en Lima a mediados de 1827.

Bibliografía
Canido Borges, Jorge Oscar, Buenos Aires, esa desconocida; sus calles, plazas y monumentos, Ed. Corregidor, Bs. As., 2003. ISBN 950-05-1493-1
Cutolo, Vicente, Nuevo diccionario biográfico argentino, 7 volúmenes, Ed. Elche, Bs. As., 1968-1985.


viernes, 15 de mayo de 2015

EUSTOQUIO DÍAZ VÉLEZ

EUSTOQUIO DÍAZ VÉLEZ


Eustoquio Antonio Díaz Vélez (Buenos Aires, 2 de noviembre de 1782 - ibídem, 1 de abril de 1856) fue un militar argentino que luchó en las Invasiones Inglesas, participó en la Revolución de Mayo y peleó en la guerra de independencia y en las guerras civiles argentinas.

Su nombre era Eustoquio («Eustochio Antonio», según consta en su partida de bautismo) pero se lo cita habitualmente, de manera incorrecta, como Eustaquio.

Sus padres fueron Francisco José Díaz Vélez, acaudalado comerciante nacido en Huelva, España — quien fuera capitular del Cabildo de Buenos Aires — y María Petrona Aráoz, oriunda del Tucumán, de una importante familia colonial. Fue el séptimo hijo de un total de doce.

Se incorporó joven al ejército, en el regimiento de Blandengues de la Frontera de Buenos Aires. Combinó estas actividades con el comercio, reuniendo alguna fortuna.

Colaboró con Santiago de Liniers en la lucha contra las Invasiones Inglesas y fue dado de alta en el Regimiento de Patricios, el 8 de octubre de 1806, como ayudante segundo graduado de teniente, participando en la Reconquista de Buenos Aires.

Al año siguiente, durante la Segunda Invasión Inglesa, se distinguió en la Defensa de Buenos Aires, bajo las órdenes de Cornelio Saavedra, al rendir a los ingleses en la "Casa de la Virreyna Viuda", entre los días 2 y 7 de julio. Fue promovido al grado de capitán.

Durante la asonada de Álzaga del 1 de enero de 1809, luchó del lado de los leales a Liniers y fue herido. Esa acción le valió el ascenso a teniente coronel graduado. Tenía buenas relaciones con los conspiradores que, antes de 1810, pretendían lograr la independencia de su país.

Apoyó la Revolución de Mayo, participando en las reuniones que resolvieron la destitución del Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, asistiendo a la del 19 de mayo convocada por Nicolas Rodriguez Peña.

 En ocasión del Cabido Abierto del 22 de mayo el Coronel Cornelio Saavedra lo designó como jefe de las guardias de Patricios que posibilitó la reunión de esa asamblea que expresó la voluntad del pueblo.

Surgida la Primera Junta de Gobierno, ésta le encomendó como primera misión militar ocupar la plaza de Colonia del Sacramento, cuya población simpatizaba con los patriotas revolucionarios, venciendo a su guarnición y llevando para Buenos Aires gran cantidad de municiones. Por esta victoria la Primera Junta lo nombró teniente coronel, con carácter efectivo.

Formó parte del Ejército del Norte y participó en la derrota de Cotagaita. Semanas más tarde, el día 7 de noviembre de 1810, luchó en la batalla de Suipacha, primer triunfo de las armas revolucionarias rioplatenses, que permitió el levantamiento revolucionario de las ciudades de Potosí, Chuquisaca y La Paz, abriendo a los patriotas el Alto Perú. Por orden del representante de la Junta, Juan José Castelli, ejecutó en Potosí a los jefes realistas Nieto, Córdova y Sanz. Fue ascendido al grado de Coronel. Castelli firmó un armisticio con el jefe español José Manuel de Goyeneche, que probablemente ninguno de los dos pensaba cumplir. Díaz Vélez y Juan José Viamonte, al frente de sus batallones, fueron enviados como avanzada en dirección a la frontera. Al producirse el ataque realista en la batalla de Huaqui, el 19 de junio de 1811, estos dos regimientos fueron destrozados sin poder recibir ayuda ni ayudar al resto del ejército. La huida fue un verdadero desastre y, faltos de todo apoyo, los grupos de soldados cruzaron el Altiplano como pudieron, huyendo hacia Humahuaca.

Antonio gonzalez Balcarce fue reemplazado por Juan Martín de Pueyrredón al frente del Ejército. En su retirada, las fuerzas de Díaz Vélez fueron derrotadas dos veces, en Nazareno y en Cobos. Participó en la organización del Éxodo Jujeño, bajo el mando del General Manuel Belgrano.

Creó un cuerpo de caballería denominado los "Patriotas Decididos", y tuvo a su cargo la retaguardia del éxodo. Cuando los patriotas fueron alcanzados y comenzaron a ser derrotados, Díaz Vélez reaccionó rápidamente y contraatacó en la batalla de las Piedras, del 3 de septiembre de 1812, logrando una victoria que logró revertir la desmoralización de las tropas. En parte por esta victoria, Belgrano se atrevió a dar la batalla de Tucumán, el 24 de septiembre de 1812, la que resultó la victoria más importante de la guerra de la independencia argentina. Díaz Vélez ofició de mayor general o segundo jefe del ejército. Tomó el parque del general realista Pío Tristán, con treinta y nueve carretas cargadas de armas, municiones, parte de los cañones y prisioneros. Luego se hizo fuerte en la ciudad de San Miguel de Tucumán, en donde — frente a la intimación de rendición que le efectuara el jefe realista bajo amenaza de incendiarla — le respondió que, en tal caso, degollaría a los prisioneros, entre los que se encontraban cuatro coroneles. Tristán no se atrevió a cumplir con su amenaza. A los pocos días fue enviado a tomar Salta, antes de que llegara hasta allí el ejército enemigo. Liberó de la cárcel al Coronel Juan Antonio Álvarez de Arenales, junto al cual logró ocupar la ciudad. Pero debió evacuarla a principios de octubre. El día 13 de febrero de 1813 el Ejército del Norte prestó juramento de obediencia a la soberanía de la Asamblea General del Año XIII y fue Díaz Vélez, como mayor general, quien, además de conducir la bandera nacional reconocida por la Asamblea, tomó juramento de fidelidad a la misma al General Belgrano, quien después hizo lo propio con Díaz Vélez y el resto del ejército. Pocos días después, en la batalla de Salta el 20 de febrero de 1813, Díaz Vélez dirigió un ala de la caballería argentina y fue gravemente herido.

Belgrano aprovechó esa circunstancia para nombrarlo gobernador militar de la provincia de Salta, cargo que ocupó entre el 13 de marzo y el 13 de septiembre de ese mismo año. Los triunfos de Tucumán y Salta permitieron la recuperación del Alto Perú por los revolucionarios.

Díaz Vélez, como jefe de la avanzada del ejército vencedor en la segunda campaña al Alto Perú, entró triunfante en la ciudad de Potosí, el 7 de mayo de 1813. Dirigió la caballería en las batallas de Vilcapugio y Ayohuma, dos terribles derrotas. Durante la retirada, por orden de Belgrano, y para cubrir sus espaldas, intentó volar el edificio de la Casa de la Moneda de Potosí; pero el aviso de un oficial a la población lo evitó.

 Volvió a Buenos Aires donde contrajo matrimonio con Carmen Guerrero y Obarrio, el 18 de marzo de 1814. Con ella tuvo tres hijos: Carmen, Manuela y Eustoquio.

Fue ascendido a general. Inmediatamente fue enviado por el Directorio de las Provincias Unidas como Teniente Gobernador de Santa Fe, con el claro objetivo de impedir su secesión y que aumentase la influencia de José Artigas. Asumió el 31 de marzo de 1814 y ocupó la ciudad militarmente. Se dedicó a enviar todo lo que pudo, por las buenas o por las malas, al Ejército del Norte. Su gobierno no contaba con las simpatías del pueblo, principalmente por no ser santafesino pero también por no respetar al cabildo local.

El 24 de marzo de 1815, una gran cantidad de gente se reunió frente a la casa de gobierno y exigió la entrega del mando al Cabildo. Al mismo tiempo, cruzaba el río Paraná una flota de canoas comandada por el entrerriano Eusebio Hereñú y una partida de artiguistas, que exigió cumplir lo que pedía el pueblo. Díaz Vélez renunció y en su lugar fue electo Francisco Candioti. Díaz Vélez retornó a Buenos Aires y permaneció inactivo por unos meses. Al año siguiente participó de la expedición hacia Santa Fe, a órdenes de Viamonte, como jefe militar de Rosario. El fracaso de Viamonte y la designación de Mariano Vera como gobernador de Santa Fe lo obligaron a retirarse en marzo de 1816. En abril de ese mismo año fue enviado en un tercer ataque hacia Santa Fe. Pero, buscando evitar una guerra civil y con la finalidad que los pueblos de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y la Banda Oriental enviaran diputados al Congreso de Tucumán, firmó -el día 9- con el comandante de las fuerzas de mar de Santa Fe el pacto de Santo Tomé, por el cual el Ejército de Observación depuso al director interino Ignacio Alvarez Thomas, traspasó su jefatura a Díaz Vélez, en reemplazo de Belgrano, y acordó que la paz definitiva debía ratificarse entre ambos gobiernos y ser también aceptada por Artigas. La negativa de Artigas de firmar un acuerdo de paz definitivo provocó la no participación de representantes santafesinos en la declaración de la Independencia en el Congreso de Tucumán. Pocos días después de desconocido el pacto, el gobernador Vera atacó la ciudad de Santa Fe y logró reconquistarla viéndose obligado Díaz Vélez a abandonarla ya que tampoco tuvieron éxito los esfuerzos de los comisionados (Comisión de Bienes Extraños) -jurisconsultos Dr. Castex y Dr Villegas, junto al contador Pósiga- ante el gobierno de la Provincia de Santa Fe para acordar los términos de un cese de hostilidades: "autorizado para estipular con el jefe de ese territorio la transacción de las diferencias que desgraciadamente existen entre ambos territorios". Dejó el suelo santafesino el 31 de agosto de 1816.

Retornó a Buenos Aires, donde formó en la Logia dirigida por el director supremo Pueyrredón y por su ministro Gregorio Garcia de Tagle. En 1817 fue designado Comandante Ayudante General del Estado Mayor y el 13 de diciembre de 1818 fue nombrado Gobernador Intendente interino de Buenos Aires, reemplazando a Juan Ramón Balcarce, quien se encontraba enfermo. En enero de 1819 dispuso la supresión de las corridas de toros en El Retiro por encontrarse el circo en estado ruinoso y evitar males que pudieran sobrevenir al público. Revistó asimismo en la Plana Mayor del Estado Mayor hasta finales del año 1821. En marzo de 1819 solicitó la separación del cargo de Gobernador conservando únicamente las funciones de Intendente General de Policía hasta que se produjo la batalla de Cepeda, después de la cual se exilió en Montevideo. Las principales reformas policiales que efectuó fueron: la creación de un comando único para su funcionamiento, la implantación del "boleto de seguridad" o registro de identidad de las personas, el traspaso de la administración del juego de lotería que se encontraba en manos de particulares y la puesta en práctica de la abolición total de la pena de azotes a los que eran sometidos los niños en las escuelas.

 A su regreso, en octubre de 1821, se presentó al servicio activo, quedando comprendido en las disposiciones de la Ley de Reforma, por lo que pasó a retiro el 26 de febrero de 1822 con sueldo completo. Aprovechó entonces la ley de enfiteusis del ministro Bernardo Rivadavia y compró gran cantidad de terrenos. Fundó varias estancias, y se convirtió en el mayor propietario individual de campos en la Provincia de Buenos Aires. Las más conocidas fueron: "El Carmen", "Campos de Díaz Vélez" y "Médanos Blancos".

No participó en las guerras civiles o externas de los años que siguieron, hasta 1839. Ese año apoyó la revolución llamada de los “Libres del Sur” contra el Juan Manuel de Rosas desde su estancia de Tandil. Si bien el Fuerte Independencia se rindió sin luchar a los revolucionarios — el 10 de noviembre de 1839 — la derrota de los revolucionarios en la batalla de Chascomús, ocurrida unos días antes, ya había signado el fracaso de la revolución. Vinculado con la toma de Tandil, Díaz Vélez fue arrestado. Su casa de la actual Avenida Belgrano 230 fue saqueada por la Mazorca y confiscada, al igual que todos sus bienes y hacienda. Preso e incomunicado con su familia por un período de nueve meses, fue puesto en libertad y se le permitió pasar a Montevideo. A raíz de la Guerra Grande, que enfrentaba en el Uruguay al partido colorado de Fructuoso Rivera al partido blanco, liderado por el aliado de Rosas, Manuel Oribe se produjo en 1843 el Sitio Grande de Montevideo. Para contribuir a la defensa de la ciudad, el general Díaz Vélez formó ese mismo año la Legión Argentina, compuesta por más de quinientos voluntarios argentinos, cuyos oficiales eran exiliados por causas políticas. Se identificaban por la escarapela celeste y blanca que llevaban en sus sombreros. Posteriormente fue reemplazado por el comandante Juan Andres Gelly y Obes.

Regresó a Buenos Aires después de la batalla de Caseros. "Cargado de años y de gloria", como "benemérito general de la República", se negó a participar en política. Fue Presidente de la Comisión de Hacendados de la provincia de Buenos Aires y recuperó todos sus campos y gran parte de su hacienda antes de morir en Buenos Aires, en 1856. Sus restos descansan en el Cementerio de la Recoleta en la bóveda familiar, declarada monumento histórico nacional, por decreto nro. 3.039 del EUSTOQUIO DÍAZ VÉLEZ


Eustoquio Antonio Díaz Vélez (Buenos Aires, 2 de noviembre de 1782 - ibídem, 1 de abril de 1856) fue un militar argentino que luchó en las Invasiones Inglesas, participó en la Revolución de Mayo y peleó en la guerra de independencia y en las guerras civiles argentinas.

Su nombre era Eustoquio («Eustochio Antonio», según consta en su partida de bautismo) pero se lo cita habitualmente, de manera incorrecta, como Eustaquio.

Sus padres fueron Francisco José Díaz Vélez, acaudalado comerciante nacido en Huelva, España — quien fuera capitular del Cabildo de Buenos Aires — y María Petrona Aráoz, oriunda del Tucumán, de una importante familia colonial. Fue el séptimo hijo de un total de doce.

Se incorporó joven al ejército, en el regimiento de Blandengues de la Frontera de Buenos Aires. Combinó estas actividades con el comercio, reuniendo alguna fortuna.

Colaboró con Santiago de Liniers en la lucha contra las Invasiones Inglesas y fue dado de alta en el Regimiento de Patricios, el 8 de octubre de 1806, como ayudante segundo graduado de teniente, participando en la Reconquista de Buenos Aires.

Al año siguiente, durante la Segunda Invasión Inglesa, se distinguió en la Defensa de Buenos Aires, bajo las órdenes de Cornelio Saavedra, al rendir a los ingleses en la "Casa de la Virreyna Viuda", entre los días 2 y 7 de julio. Fue promovido al grado de capitán.

Durante la asonada de Álzaga del 1 de enero de 1809, luchó del lado de los leales a Liniers y fue herido. Esa acción le valió el ascenso a teniente coronel graduado. Tenía buenas relaciones con los conspiradores que, antes de 1810, pretendían lograr la independencia de su país.

Apoyó la Revolución de Mayo, participando en las reuniones que resolvieron la destitución del Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, asistiendo a la del 19 de mayo convocada por Nicolas Rodriguez Peña.

 En ocasión del Cabido Abierto del 22 de mayo el Coronel Cornelio Saavedra lo designó como jefe de las guardias de Patricios que posibilitó la reunión de esa asamblea que expresó la voluntad del pueblo.

Surgida la Primera Junta de Gobierno, ésta le encomendó como primera misión militar ocupar la plaza de Colonia del Sacramento, cuya población simpatizaba con los patriotas revolucionarios, venciendo a su guarnición y llevando para Buenos Aires gran cantidad de municiones. Por esta victoria la Primera Junta lo nombró teniente coronel, con carácter efectivo.

Formó parte del Ejército del Norte y participó en la derrota de Cotagaita. Semanas más tarde, el día 7 de noviembre de 1810, luchó en la batalla de Suipacha, primer triunfo de las armas revolucionarias rioplatenses, que permitió el levantamiento revolucionario de las ciudades de Potosí, Chuquisaca y La Paz, abriendo a los patriotas el Alto Perú. Por orden del representante de la Junta, Juan José Castelli, ejecutó en Potosí a los jefes realistas Nieto, Córdova y Sanz. Fue ascendido al grado de Coronel. Castelli firmó un armisticio con el jefe español José Manuel de Goyeneche, que probablemente ninguno de los dos pensaba cumplir. Díaz Vélez y Juan José Viamonte, al frente de sus batallones, fueron enviados como avanzada en dirección a la frontera. Al producirse el ataque realista en la batalla de Huaqui, el 19 de junio de 1811, estos dos regimientos fueron destrozados sin poder recibir ayuda ni ayudar al resto del ejército. La huida fue un verdadero desastre y, faltos de todo apoyo, los grupos de soldados cruzaron el Altiplano como pudieron, huyendo hacia Humahuaca.

Antonio gonzalez Balcarce fue reemplazado por Juan Martín de Pueyrredón al frente del Ejército. En su retirada, las fuerzas de Díaz Vélez fueron derrotadas dos veces, en Nazareno y en Cobos. Participó en la organización del Éxodo Jujeño, bajo el mando del General Manuel Belgrano.

Creó un cuerpo de caballería denominado los "Patriotas Decididos", y tuvo a su cargo la retaguardia del éxodo. Cuando los patriotas fueron alcanzados y comenzaron a ser derrotados, Díaz Vélez reaccionó rápidamente y contraatacó en la batalla de las Piedras, del 3 de septiembre de 1812, logrando una victoria que logró revertir la desmoralización de las tropas. En parte por esta victoria, Belgrano se atrevió a dar la batalla de Tucumán, el 24 de septiembre de 1812, la que resultó la victoria más importante de la guerra de la independencia argentina. Díaz Vélez ofició de mayor general o segundo jefe del ejército. Tomó el parque del general realista Pío Tristán, con treinta y nueve carretas cargadas de armas, municiones, parte de los cañones y prisioneros. Luego se hizo fuerte en la ciudad de San Miguel de Tucumán, en donde — frente a la intimación de rendición que le efectuara el jefe realista bajo amenaza de incendiarla — le respondió que, en tal caso, degollaría a los prisioneros, entre los que se encontraban cuatro coroneles. Tristán no se atrevió a cumplir con su amenaza. A los pocos días fue enviado a tomar Salta, antes de que llegara hasta allí el ejército enemigo. Liberó de la cárcel al Coronel Juan Antonio Álvarez de Arenales, junto al cual logró ocupar la ciudad. Pero debió evacuarla a principios de octubre. El día 13 de febrero de 1813 el Ejército del Norte prestó juramento de obediencia a la soberanía de la Asamblea General del Año XIII y fue Díaz Vélez, como mayor general, quien, además de conducir la bandera nacional reconocida por la Asamblea, tomó juramento de fidelidad a la misma al General Belgrano, quien después hizo lo propio con Díaz Vélez y el resto del ejército. Pocos días después, en la batalla de Salta el 20 de febrero de 1813, Díaz Vélez dirigió un ala de la caballería argentina y fue gravemente herido.

Belgrano aprovechó esa circunstancia para nombrarlo gobernador militar de la provincia de Salta, cargo que ocupó entre el 13 de marzo y el 13 de septiembre de ese mismo año. Los triunfos de Tucumán y Salta permitieron la recuperación del Alto Perú por los revolucionarios.

Díaz Vélez, como jefe de la avanzada del ejército vencedor en la segunda campaña al Alto Perú, entró triunfante en la ciudad de Potosí, el 7 de mayo de 1813. Dirigió la caballería en las batallas de Vilcapugio y Ayohuma, dos terribles derrotas. Durante la retirada, por orden de Belgrano, y para cubrir sus espaldas, intentó volar el edificio de la Casa de la Moneda de Potosí; pero el aviso de un oficial a la población lo evitó.

 Volvió a Buenos Aires donde contrajo matrimonio con Carmen Guerrero y Obarrio, el 18 de marzo de 1814. Con ella tuvo tres hijos: Carmen, Manuela y Eustoquio.

Fue ascendido a general. Inmediatamente fue enviado por el Directorio de las Provincias Unidas como Teniente Gobernador de Santa Fe, con el claro objetivo de impedir su secesión y que aumentase la influencia de José Artigas. Asumió el 31 de marzo de 1814 y ocupó la ciudad militarmente. Se dedicó a enviar todo lo que pudo, por las buenas o por las malas, al Ejército del Norte. Su gobierno no contaba con las simpatías del pueblo, principalmente por no ser santafesino pero también por no respetar al cabildo local.

El 24 de marzo de 1815, una gran cantidad de gente se reunió frente a la casa de gobierno y exigió la entrega del mando al Cabildo. Al mismo tiempo, cruzaba el río Paraná una flota de canoas comandada por el entrerriano Eusebio Hereñú y una partida de artiguistas, que exigió cumplir lo que pedía el pueblo. Díaz Vélez renunció y en su lugar fue electo Francisco Candioti. Díaz Vélez retornó a Buenos Aires y permaneció inactivo por unos meses. Al año siguiente participó de la expedición hacia Santa Fe, a órdenes de Viamonte, como jefe militar de Rosario. El fracaso de Viamonte y la designación de Mariano Vera como gobernador de Santa Fe lo obligaron a retirarse en marzo de 1816. En abril de ese mismo año fue enviado en un tercer ataque hacia Santa Fe. Pero, buscando evitar una guerra civil y con la finalidad que los pueblos de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y la Banda Oriental enviaran diputados al Congreso de Tucumán, firmó -el día 9- con el comandante de las fuerzas de mar de Santa Fe el pacto de Santo Tomé, por el cual el Ejército de Observación depuso al director interino Ignacio Alvarez Thomas, traspasó su jefatura a Díaz Vélez, en reemplazo de Belgrano, y acordó que la paz definitiva debía ratificarse entre ambos gobiernos y ser también aceptada por Artigas. La negativa de Artigas de firmar un acuerdo de paz definitivo provocó la no participación de representantes santafesinos en la declaración de la Independencia en el Congreso de Tucumán. Pocos días después de desconocido el pacto, el gobernador Vera atacó la ciudad de Santa Fe y logró reconquistarla viéndose obligado Díaz Vélez a abandonarla ya que tampoco tuvieron éxito los esfuerzos de los comisionados (Comisión de Bienes Extraños) -jurisconsultos Dr. Castex y Dr Villegas, junto al contador Pósiga- ante el gobierno de la Provincia de Santa Fe para acordar los términos de un cese de hostilidades: "autorizado para estipular con el jefe de ese territorio la transacción de las diferencias que desgraciadamente existen entre ambos territorios". Dejó el suelo santafesino el 31 de agosto de 1816.

Retornó a Buenos Aires, donde formó en la Logia dirigida por el director supremo Pueyrredón y por su ministro Gregorio Garcia de Tagle. En 1817 fue designado Comandante Ayudante General del Estado Mayor y el 13 de diciembre de 1818 fue nombrado Gobernador Intendente interino de Buenos Aires, reemplazando a Juan Ramón Balcarce, quien se encontraba enfermo. En enero de 1819 dispuso la supresión de las corridas de toros en El Retiro por encontrarse el circo en estado ruinoso y evitar males que pudieran sobrevenir al público. Revistó asimismo en la Plana Mayor del Estado Mayor hasta finales del año 1821. En marzo de 1819 solicitó la separación del cargo de Gobernador conservando únicamente las funciones de Intendente General de Policía hasta que se produjo la batalla de Cepeda, después de la cual se exilió en Montevideo. Las principales reformas policiales que efectuó fueron: la creación de un comando único para su funcionamiento, la implantación del "boleto de seguridad" o registro de identidad de las personas, el traspaso de la administración del juego de lotería que se encontraba en manos de particulares y la puesta en práctica de la abolición total de la pena de azotes a los que eran sometidos los niños en las escuelas.

 A su regreso, en octubre de 1821, se presentó al servicio activo, quedando comprendido en las disposiciones de la Ley de Reforma, por lo que pasó a retiro el 26 de febrero de 1822 con sueldo completo. Aprovechó entonces la ley de enfiteusis del ministro Bernardo Rivadavia y compró gran cantidad de terrenos. Fundó varias estancias, y se convirtió en el mayor propietario individual de campos en la Provincia de Buenos Aires. Las más conocidas fueron: "El Carmen", "Campos de Díaz Vélez" y "Médanos Blancos".

No participó en las guerras civiles o externas de los años que siguieron, hasta 1839. Ese año apoyó la revolución llamada de los “Libres del Sur” contra el Juan Manuel de Rosas desde su estancia de Tandil. Si bien el Fuerte Independencia se rindió sin luchar a los revolucionarios — el 10 de noviembre de 1839 — la derrota de los revolucionarios en la batalla de Chascomús, ocurrida unos días antes, ya había signado el fracaso de la revolución. Vinculado con la toma de Tandil, Díaz Vélez fue arrestado. Su casa de la actual Avenida Belgrano 230 fue saqueada por la Mazorca y confiscada, al igual que todos sus bienes y hacienda. Preso e incomunicado con su familia por un período de nueve meses, fue puesto en libertad y se le permitió pasar a Montevideo. A raíz de la Guerra Grande, que enfrentaba en el Uruguay al partido colorado de Fructuoso Rivera al partido blanco, liderado por el aliado de Rosas, Manuel Oribe se produjo en 1843 el Sitio Grande de Montevideo. Para contribuir a la defensa de la ciudad, el general Díaz Vélez formó ese mismo año la Legión Argentina, compuesta por más de quinientos voluntarios argentinos, cuyos oficiales eran exiliados por causas políticas. Se identificaban por la escarapela celeste y blanca que llevaban en sus sombreros. Posteriormente fue reemplazado por el comandante Juan Andres Gelly y Obes.

Regresó a Buenos Aires después de la batalla de Caseros. "Cargado de años y de gloria", como "benemérito general de la República", se negó a participar en política. Fue Presidente de la Comisión de Hacendados de la provincia de Buenos Aires y recuperó todos sus campos y gran parte de su hacienda antes de morir en Buenos Aires, en 1856. Sus restos descansan en el Cementerio de la Recoleta en la bóveda familiar, declarada monumento histórico nacional, por decreto nro. 3.039 del año 1946 del Poder Ejecutivo Nacional.

Fuente: Rodríguez Bosch, Raúl, Eustoquio Díaz Vélez. Soldado de la Independencia y la Organización Nacional, Ed. Selene, Bs. As., 1986. / Giberti, Hugo A., Buenos Aires. Calles conocidas, soldados olvidados, Ed. Edivérn, Bs. As., 2001 / Cutolo, Vicente, Nuevo diccionario biográfico argentino, Ed. Elche, Bs. As., 1968-1985. / Canido Borges, Jorge Oscar, Buenos Aires, esa desconocida; sus calles, plazas y monumentos, Ed. Corregidor, Bs. As., 2003 / Camogli, Pablo, Batallas por la libertad, Ed. Aguilar, Bs. As., 2005./ Ruiz Moreno, Isidoro J., Campañas militares argentinas, Tomo I, Ed. Emecé, Bs. As., 2004 / Bidondo, Emilio, La guerra de la independencia en el Alto Perú, Ed. Círculo Militar, Bs. As., 1979. / Mitre, Bartolomé, Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina. Ed. Estrada, Bs. As., 1947. / Gianello, Leoncio, Historia de Santa Fe, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1986. / Zinny, Antonio, Historia de los gobernadores de las Provincias Argentinas, Ed, Hyspamérica, 1987 / Tarragó, Griselda B. y Barriera, Darío G., Nueva historia de Santa Fe, tomo 4, Ed. Prohistoria, Rosario, 2006.

http://es.wikipedia.org/wiki/Eustoquio_D%C3%ADaz_V%C3%A9lezaño 1946 del Poder Ejecutivo Nacional.

Fuente: Rodríguez Bosch, Raúl, Eustoquio Díaz Vélez. Soldado de la Independencia y la Organización Nacional, Ed. Selene, Bs. As., 1986. / Giberti, Hugo A., Buenos Aires. Calles conocidas, soldados olvidados, Ed. Edivérn, Bs. As., 2001 / Cutolo, Vicente, Nuevo diccionario biográfico argentino, Ed. Elche, Bs. As., 1968-1985. / Canido Borges, Jorge Oscar, Buenos Aires, esa desconocida; sus calles, plazas y monumentos, Ed. Corregidor, Bs. As., 2003 / Camogli, Pablo, Batallas por la libertad, Ed. Aguilar, Bs. As., 2005./ Ruiz Moreno, Isidoro J., Campañas militares argentinas, Tomo I, Ed. Emecé, Bs. As., 2004 / Bidondo, Emilio, La guerra de la independencia en el Alto Perú, Ed. Círculo Militar, Bs. As., 1979. / Mitre, Bartolomé, Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina. Ed. Estrada, Bs. As., 1947. / Gianello, Leoncio, Historia de Santa Fe, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1986. / Zinny, Antonio, Historia de los gobernadores de las Provincias Argentinas, Ed, Hyspamérica, 1987 / Tarragó, Griselda B. y Barriera, Darío G., Nueva historia de Santa Fe, tomo 4, Ed. Prohistoria, Rosario, 2006.

http://es.wikipedia.org/wiki/Eustoquio_D%C3%ADaz_V%C3%A9lez

miércoles, 13 de mayo de 2015

FEDERICO LACROZE

FEDERICO LACROZE



Nació en Buenos Aires el 4 de noviembre de 1835, siendo sus padres Juan Alejandro Lacroze Durán, oriundo de Castillon, Francia y Mercedes la Santísima Trinidad Cernadas, porteña. Cursó sus estudios en Buenos Aires, y una vez finalizados se dedicó al comercio, siendo hasta los 20 años de edad empleado de la Casa Mallmann y Cía., representante de un grupo de banqueros de Londres, Amberes y París. Posteriormente se radicó en Chivilcoy dedicándose a la agricultura y al comercio, logrando obtener una posición sólida que le permitió ser un exitoso banquero local.
 No necesitó del título de europeo, ni siquiera de la recomendación de haber estudiado en Europa para, a los veinticinco años de edad concebir la idea de la posible realización de un tranvía en Buenos Aires, y conseguir, tras larga vía crucis de contrariedades la autorización gubernativa en 1868 y llevarla a la práctica en 1870 venciendo toda clase de inconvenientes, desde la escasez de capitales hasta la oposición terca y sistemática de los vecinos mejor conceptuados y propietarios de lo edificado en las calles de la ciudad, que había de recorrer la nueva locomoción.
 Sin más capital que 750.000 pesos de la antigua moneda, producto de sus economías como comerciante y después banquero, de los cuales una parte era de su hermano Julio, se lanzó a la gran empresa, después de haber vencido la oposición sostenida ante el Poder Ejecutivo por firmas nacionales como: Anchorena, Basualdo, Estrada, Achával, Barra, Moreno, Mallo Muñiz, Lozano, Ezcurra, Leguía, Escalada y Terrero, y extranjeros como Larroque, Schmidt, Capelli, Sommer, Kramer García, Ruiz, Marcó, Burnichón Cañas, Roverano, Bell Fourcade, Perissée, Zamboni y otros propietarios de la casas de Rivadavia, Suipacha y Tacuarí, en 1870, que creían que el tranvía era una amenaza pasando por calles tan transitadas en que por fuerza debía originar muchas desgracias.
 Fue, por esto, por lo que el Gobierno, después de mandar archivar estos memoriales, ordenó que los coches llevaran, de avanzada a veinte pasos más o menos, a guisa de heraldos, un jinete sin otra misión que la de advertir con toques de corneta, en cada bocacalle la aproximación del temible vehículo.
 En la primera línea que se inauguró, recorría las calles de Cangallo, Callao y Piedad, desde Ecuador a Talcahuano, un convoy compuesto de dos coches, con bandera francesa el uno e inglesa el otro, yendo como cuarteador y trompetero, Juan Lapegua, guerrero del Paraguay; y cocheros Pedro Picarel y Francisco López, españoles, y mayorales Hilario Rodríguez y Baldomero Rodríguez, criollos, uno de los cuales, Baldomero, murió en el Parque, en la revolución del 90. Estos individuos son los decanos de esa inmensa colectividad que tantos y tan varios disgustos ocasionó diariamente a los que transitaban del modo más primitivo o tenían necesidad de sus servicios.
 Como pasaje se usaba una moneda de metal blanco de cuatro gramos de peso.
Más adelante, el 12 de abril del mismo año 1870, se puso en servicio el primer coche especial para pasajeros de la estación del Once, y fue el capitán del 4º de Línea, en la guerra del Paraguay, Francisco Mayo, el mayoral o guarda que lo condujo.
 Entonces, con el nuevo tráfico se instauró como estación, en el Centro, la puerta de la confitería de Godet, en Cangallo, poco más o menos donde estuvo luego la Chocolatería Seminario, y como se aumentaran los viajeros, en los días festivos venía a cuartear y anunciar un segundo convoy, con su trompeta y su caballo particular, el capitán Jara también de la guerra del Paraguay, y perteneciente luego al Cuerpo de Inválidos.
Esta primera línea, que se llamó Central muy aumentada y mejorada, fue vendida a la compañía Anglo Argentina.
 Enseguida, el activo señor Lacroze, cuyo lema era. “el tiempo es oro”, fundó el Tramway Rural, a vapor, que llegó a recorrer más de 200 kilómetros de terrenos de la provincia de Buenos Aires, beneficiando a los hacendados y chacareros, con precios de transporte más ventajosos que los ferrocarriles.
 Estaba casado con María Etchevetz, y de dicho matrimonio nacieron tres hijos: Federico, Carlos y Teófilo. Fallecida su esposa, contrajo segundas nupcias el 27 de agosto de 1887 con la irlandesa Ana Browne Kirk.
 Fue miembro de la masonería, iniciándose el 13 de agosto de 1857 en la Logia Regeneración Nº 5.
 Falleció en Belgrano el 16 de febrero de 1899, víctima de una enfermedad que no pudo dominarle nunca, sino en la última hora. Sus restos se hallan en el Cementerio de la Recoleta.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
www.revisionistas.com.ar

 Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar

lunes, 11 de mayo de 2015

CORONEL CARLOS FOREST SOLDADO DE LA INDEPENDENCIA, DE BELGRANO Y DE SAN MARTIN

 CORONEL CARLOS FOREST 

SOLDADO DE LA INDEPENDENCIA, DE BELGRANO Y DE SAN MARTIN




Nació en El Havre, Francia, en el año 1787.  Su carrera militar la empezó en su patria y posteriormente abandonó las filas imperiales para trasladarse a Buenos Aires.  

Sus servicios militares empezaron en la época de la segunda invasión inglesa, siendo dado de alta el 29 de julio de 1807, como capitán del Cuerpo de Voluntarios del Río de la Plata.

Era yerno de Hipólito Vieytes, (Casado con doña Carlota Joaquina Vieytes) quien lo unió a los partidarios de la Revolución de Mayo, y por medio de quien se unió al regimiento "de la Estrella", el de los morenistas, al mando de Domingo French y Antonio Luis Beruti.

Al producirse el movimiento emancipador de Mayo de 1810, el capitán Forest hizo causa común con los independientes.  El 1º de enero de 1812 fue nombrado capitán de la 8ª compañía Fusileros del Regimiento Nº 5, de reciente creación. Marchó a incorporarse al Ejército del Norte, asistiendo al combate del río de las Piedras, el 3 de setiembre de 1812, con parte de los Cazadores; así como también en la batalla de Tucumán, el día 24 del mismo mes, donde mandó la primera columna de infantería en su calidad de capitán del Nº 1 a cargo interinamente de la sargentía mayor del Nº 6 (que ejercía desde el mes de mayo de igual año), columna que estaba formada a la derecha del dispositivo de combate adoptado por Belgrano, constituida por una compañía de 100 cazadores con dos piezas ligeras.  Por su comportamiento en esta batalla fue promovido a sargento mayor efectivo del Regimiento Nº 6, el 1º de noviembre de 1812.

En la batalla de Salta, el 20 de febrero del año siguiente, Forest comandó la 4ª columna de infantería, constituida por el 2º batallón del Nº 6 (cuyo primer batallón formó la 3ª columna al mando del teniente coronel Francisco Pico).  Participó en el avance victorioso hasta Potosí, siendo sensible que el carácter turbulento de Forest produjo frecuentes disgustos al general Belgrano y muchas rencillas en el Ejército Auxiliar.  Forest había reemplazado en el comando del Regimiento 6º al coronel Pico el 5 de abril, por haber sido designado el último teniente gobernador de Jujuy.

Como teniente coronel asistió a la desgraciada jornada de Vilcapujio, el 1º de octubre de 1813, donde fue gravemente herido, por cuya razón no participó en la acción de Ayohuma, librada el 14 de noviembre.  El 8 de enero de 1814 fue ascendido a coronel graduado del Regimiento Nº 6, pero meses después, cuando rendía la plaza de Montevideo, el Director Posadas reforzó aquel Ejército con varios cuerpos, el Nº 6 se refundió con el Nº 1 de Infantería que mandaba el coronel Ventura Vázquez, quedando Forest como 2º de este cuerpo.

Poco después el general Alvear fue nombrado comandante en jefe del Ejército Auxiliar en noviembre de 1814.  El 8 del mes siguiente se producía en Jujuy, donde se hallaba acantonado aquel ejército, una asonada para deponer a los jefes adictos a Alvear, entre los cuales se hallaba el coronel Vázquez, quien fue reemplazado en el mando de Regimiento Nº 1 por el coronel Forest.  Al tener conocimiento Alvear de lo ocurrido, estando a unas 30 leguas al Norte de Córdoba, se puso furioso y lleno de amargura contra los patriotas que así habían procedido, llamándolos rebeldes, y contra el pueblo de Salta, que había apresado a su gobernador coronel Hilarión de la Quintana (nombrado por Alvear).  Ordenó que se hiciera cargo interinamente del Ejército el general Martín Rodríguez, o en su defecto, el coronel Carlos Forest, debiendo trasladarse a Tucumán el general Rondeau, a quien lo había nombrado Presidente de Charcas.  Alvear resolvió finalmente, regresar a Buenos Aires, donde el 9 de enero de 1815 fue elegido Director Supremo, en reemplazo de Posadas, que renunció.

El coronel Forest fue uno de los firmantes del Acta levantada en Humahuaca, el 31 de enero de 1815, desconociendo la autoridad del nuevo Director.  Asistió a la batalla de Sipe-Sipe, el 29 de noviembre de igual año, al frente del Nº 1 y fue el causante principal de la derrota, a consecuencia de la temprana retirada de su cuerpo, lo que parece que en parte fue debido a que las graves heridas recibidas en Vilcapujio se le reabrieron en razón de haber montado a caballo, por lo cual fue necesario improvisar en la retirada una litera análoga a la que había empleado en las marchas, desde que recibió tan graves heridas.  Dicha litera era llevada por mulas o por indios.  Forest en aquella época caminaba arrastrándose, apoyado en un bastón.

A principios de 1816, cuando se incorporaron al Ejército del Norte los Regimientos Nº 2 y 3 de Infantería, mandados por los coroneles Bustos y French, respectivamente, el general Rondeau con el apoyo de estos dos jefes, pudo sobreponerse al coronel Forest, cuya conducta era escandalosamente anti-disciplinaria, manteniendo constantemente en alarma al ejército y en continuo disgusto al General en Jefe.  Entonces se disolvió el cuerpo que mandaba Forest, siendo éste enviado a Buenos Aires, donde fueron empleados sus servicios en la Comisaría de Guerra y el 4 de enero de 1817, el Director Pueyrredón lo promovió a coronel efectivo del Ejército, con antigüedad del 7 de marzo de 1815.  El 5 de noviembre del mismo año obtuvo su retiro a inválidos, “en clase de disperso” con la mitad del sueldo de su clase por las heridas recibidas en el Alto Perú.

Acompañó al general Alvear en la famosa asonada de la noche del 25 de marzo de 1820, cuando se apoderó del cuartel del Regimiento de Aguerridos, en el Retiro, siguiendo después Forest a aquel General en sus aventuras y en la campaña que realizó aquel año, asistiendo al combate de la Cañada de la Cruz, el 28 de junio, donde fue derrotado el general Soler; acompañándolo hasta que sus fuerzas, conjuntamente con las del caudillo chileno José Miguel Carrera, fueron totalmente destruídas por Dorrego, en San Nicolás de los Arroyos, el 2 de agosto de 1820.

El 4 de febrero de 1821 se puso a su cargo la Fortaleza de Buenos Aires.  El 4 de enero de 1822 fue reincorporado a la P. M. A., como coronel, falleciendo en Buenos Aires el 16 de julio de 1823.  Sus restos descansan en el Cementerio de la Recoleta.

El coronel Forest era casado con Carlota Joaquina Vieytes.  El 10 de febrero de 1818 solicitó del Gobierno un terreno para labrarlo, cerca del fortín de Areco, “por no poder subsistir con sus medios de vida”.  El 14 del mismo mes se le otorgó lo solicitado al solo efecto de poblarlo, y allí vivió Forest en los años siguientes, y en una solicitud del 18 de febrero de 1819 decía estar “sufriendo mil escaseces y enfermo de sus heridas”.

Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
Portal www.revisionistas.com.ar
Yaben, Jacinto R. – Biografías Argentinas y Sudamericanas – Buenos Aires (1938).

Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar

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domingo, 10 de mayo de 2015

PICHINCHA

PICHINCHA 



La calle toma el nombre por la batalla de Pichincha.

La Batalla de Pichincha ocurrió el 24 de mayo de 1822 en las faldas del volcán Pichincha, a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar, cerca de la ciudad de Quito en el Ecuador actual.
El encuentro, que ocurrió en el contexto de las Guerras de Independencia Hispanoamericana, enfrentó al ejército independentista bajo el mando del general venezolano Antonio José de Sucre y al ejército realista comandado por el general Melchor de Aymerich. La derrota de las fuerzas españolas condujo a la liberación de Quito y aseguró la independencia de las provincias que pertenecían a la Real Audiencia de Quito, también conocida como la Presidencia de Quito, la jurisdicción administrativa colonial española de la que finalmente emergió la República del Ecuador.

Antecedentes

Podría afirmarse que la campaña militar por la independencia de Quito se inició el 9 de octubre de 1820, cuando la ciudad costanera de Guayaquil proclamó su independencia de España después de una rápida y casi incruenta revuelta contra la guarnición local. Los líderes de la revuelta, una combinación de oficiales peruanos y venezolanos del Ejército colonial junto con intelectuales locales y patriotas, formaron un consejo de gobierno y un ejército con el propósito de defender la ciudad y extender el movimiento independentista a otras provincias de la Presidencia. Para entonces, el curso de las guerras de independencia en América del Sur había cambiado en contra de España; la victoria de Simón Bolívar en la Batalla de Boyacá selló la independencia del Virreinato de Nueva Granada, mientras que en el Sur José de San Martín, tras haber desembarcado con su ejército en la costa peruana en septiembre de 1820, preparaba la campaña para la independencia del virreinato del Perú.

Primeras campañas en la Real Audiencia de Quito

La primera campaña se llevó a cabo en 1820 en la independencia de Guayaquil. El gobierno independiente de Guayaquil formó un ejército de hombres locales, de tal vez 1.800 soldados, y en noviembre lo envió hacia laregión sierra, con el propósito de sumar adeptos a la causa independentista. Tras algunos éxitos iniciales, como la declaración de independencia de Cuenca el 3 de noviembre de 1820, los independentistas sufrieron una grave derrota ante el ejército realista en la Batalla de Huachi, cerca de Ambato, que los obligó regresar a las regiones costaneras.
En febrero de 1821 Guayaquil ya había recibido refuerzos, armas y provisiones de parte de Bolívar, quien para entonces era Presidente de la República de Colombia, coayudado desde Santafé por el Vicepresidente Francisco de Paula Santander. En mayo del mismo año, el general de brigada Antonio José de Sucre, Comandante en jefe de la División Sur del ejército colombiano y el subordinado de mayor confianza de Bolívar, arribó a Guayaquil. El debía asumir la dirección del ejército Patriota, y empezar las operaciones con miras a la liberación de la ciudad de Quito y todo el territorio de la Real Audiencia de Quito. El objetivo político de Bolívar era incorporar todas las provincias de la Real Audiencia, incluyendo Guayaquil, a Colombia. Guayaquil, por su parte, no había decidido si incorporarse a Perú o Colombia, y muchos de sus ciudadanos querían establecer su propia República. El avance de Sucre a través de los Andes empezó en julio de 1821. Al igual que en la primera campaña, tras tener algunos éxitos iniciales, Sucre fue vencido por el ejército Realista el 12 de septiembre, coincidentemente en el mismo lugar donde ocurrió la anterior Batalla de Huachi. Esta segunda campaña terminó con un armisticio entre los independentistas y los realistas el 18 de noviembre de 1821.



El Gran Mariscal de AyacuchoAntonio José de Sucre.

De vuelta en Guayaquil, el General Sucre concluyó que la mejor estrategia para la próxima campaña sería evitar cualquier intento de avanzar directamente hacia Quito vía Guaranda, en favor de un avance indirecto, marchando primero hasta Cuenca antes de redirigirse hacia el Norte, a través de los Andes, en dirección a Quito. Este plan ofrecía numerosas ventajas: al recapturar Cuenca se podría impedir las comunicaciones entre Quito y Lima, y le permitiría a Sucre esperar por los refuerzos que entonces San Martín le había prometido enviar desde el Perú. Además, un progresivo avance desde la costa y ascensión a través de las montañas le permitiría a su ejército una gradual adaptación a los efectos fisiológicos del cambio altitud. Pero fundamentalmente, era la única forma de evitar un combate directo en condiciones desfavorables con las fuerzas Realistas que venían de Quito.

Para enero de 1822 Sucre ya había organizado la nueva campaña. Su ejército constaba de aproximadamente 1.700 hombres, entre veteranos de sus campañas anteriores y nuevos reclutas. Había hombres de las tierras llanas de la Provincia de Guayaquil y voluntarios que provenían de la Sierra, como el héroe cuencano Abdón Calderón, cuyo padre había muerto heroicamente en 1812, defendiendo al Estado de Quito. Los dos contingentes pronto fueron organizados como el Batallón Yaguachi; también había soldados neogranadinos y venezolanos enviados por Bolívar, unos cuantos oficiales y soldados españoles que habían cambiado de bando, un batallón entero de voluntarios británicos (el Albión) e incluso unos cuantos irlandeses y franceses.

El 18 de enero el ejército Patriota se dirigió a Machala, en el llano. El 9 de febrero, tras haber cruzado los Andes, Sucre entró en el pueblo de Saraguro, donde su ejército se juntó con los 1.200 hombres de la División peruana, el contingente que San Martín había prometido. Esta fuerza (Expedición Auxiliar de Santa Cruz a Quito) estaba conformada en su mayoría por reclutas peruanos, existían también chilenos, argentinos y alto-peruanos (bolivianos), el propio Andrés de Santa Cruz nació en el Alto Perú (actual Bolivia); tenía también oficialesargentinos, entre los que destacaban Félix Olazábal, Francisco Villa, ambos de Infantería y Antonio Sánchez de Caballería y un escuadrón del Regimiento de Granaderos a Caballo de los Andes (argentino) al mando de Juan Lavalle. Al enfrentar esta fuerza multinacional de alrededor de 3.000 hombres, el destacamento Realista de caballería, de unos 900 hombres, que defendía Cuenca se retiró hacia el Norte, siendo perseguido a la distancia por la caballería Patriota. Cuenca fue entonces recapturada el 21 de febrero de 1822, sin que se disparara un solo tiro. Durante marzo y abril, los Realistas continuaron marchando hacia el Norte, logrando con éxito evitar enfrentarse con la caballería Patriota. Sin embargo, el 21 de abril se produjo un feroz encuentro entre las fuerzas de caballería en Tapi, cerca de Riobamba. Al final del día los Realistas nuevamente se retiraron, mientras que el ejército principal de Sucre procedió a capturar Riobamba, quedándose ahí hasta el 28 antes de reanudar su viaje hacia Quito.

El 2 de mayo de 1822, la fuerza principal de Sucre había alcanzado la ciudad de Latacunga, 90 km al Sur de Quito. Ahí Sucre procedió a reorganizar sus tropas, sumando voluntarios de los pueblos cercanos, mientras esperaba refuerzos, en especial el Batallón Alto Magdalena (de Colombia) y nuevos informes de inteligenciasobre el paradero del ejército Realista.
Mientras tanto, Aymerich alistó los puntos de resistencia y posiciones de artillería en los principales pasos montañosos que dirigían a Quito. Sucre, empeñado en evitar un enfrentamiento frontal en terreno desfavorable, decidió avanzar paralelamente a los flancos de las posiciones Realistas, marchando por las laderas del volcán Cotopaxi para así poder llegar al Valle de los Chillos, en la retaguardia de las posiciones defensivas Realistas. El 14 de mayo el ejército Realista, intuyendo las intenciones de Sucre, comenzó a replegarse, llegando a Quito el 16. Dos días después, y tras una muy difícil marcha, el ejército de Sucre ocupó Sangolquí.

En la madrugada del 24 de mayo de 1822, el ejército patriota, conformado por 2.971 hombres , empezó a ascender por las laderas del volcán Pichincha. En la vanguardia estaban 200 colombianos del Alto Magdalena, seguidos por el ejército principal de Sucre; en la retaguardia estaban los británicos del Albión, protegiendo el tren de municiones. A pesar del enorme esfuerzo de las tropas, el avance por las laderas del volcán fue más lento de lo que se esperaba, y la llovizna que cayó durante la noche convirtió los senderos en ciénagas.
Cuando amaneció, para consternación de Sucre, el ejército no había logrado un avance significativo, hallándose literalmente a mitad del camino, a 3500 metros sobre el nivel del mar y a la vista de los centinelas Realistas en Quito. A las ocho en punto, ansioso por el lento avance del Albión, y con sus tropas exhaustas y afectadas por la altitud, Sucre ordenó a su ejército detener el avance para descansar, pidiendo a sus oficiales ocultar sus batallones como mejor pudieran. Envió parte del batallón Cazadores del Paya (peruano) en una labor de reconocimiento, seguidos por el Trujillo, otro batallón peruano. Una hora y media después, repentinamente, los hombres del Paya fueron golpeados por una descarga, bien apuntada, de mosquetes. Esta acción dio inicio a la batalla.

Cuando amaneció, sin que Sucre lo supiera, los centinelas posicionados cerca de Quito avistaron a las tropas patriotas ascendiendo por las laderas del Pichincha. Aymerich, entonces consciente de la intención de Sucre de flanquearlo por medio del ascenso al volcán, ordenó a su ejército de 1.894 hombres ascender la montaña lo más pronto posible, para enfrentar ahí a Sucre. Al haberse encontrado en un campo de batalla tan improbable, los dos comandantes no tuvieron otra opción más que enviar gradualmente sus tropas a la batalla. Existía poco espacio para maniobrar en las empinadas laderas del Pichincha, entre profundos barrancos y densos matorrales.

Los hombres del Paya, tras recuperarse de la conmoción inicial, se reposicionaron bajo el fuego enemigo, esperando la llegada del batallón Trujillo. El sobresaltado Sucre, sólo esperando que los españoles estén más cansados que sus propias tropas, envió al batallón Yaguachi, conformado por ecuatorianos. El batallón Alto Magdalena trató de hacer un movimiento de flanqueo, pero sin éxito, pues el terreno no se lo permitió. Pronto, los batallones Paya, Trujillo y Yaguachi (batallones patriotas), sufriendo muchas bajas y con pocas municiones, comenzaron a replegarse.

Para entonces el destino de la batalla para los Patriotas parecía depender del Albión, que transportaba las municiones tan necesitadas; y sin embargo se desconocía su paradero. A medida que el tiempo pasaba, los Realistas parecían ganar el control de la batalla. El Trujillo fue obligado a retroceder, mientras que el batallón peruano Piura se dispersó antes de enfrentar al enemigo. En medio de la desesperación, a los hombres de reserva del batallón Paya se les ordenó cargar contra el enemigo con sus bayonetas. Ambos bandos sufrieron grandes bajas, pero la situación más o menos se estabilizó para los Patriotas. A pesar de esto, Aymerich, como parte de su estrategia, durante el ascenso al Pichincha separó de su fuerza principal al batallón Aragón, ordenándole avanzar hasta la cúspide del volcán, para así luego atacar a los Patriotas por la retaguarda, rompiendo sus líneas en el momento indicado.  El Aragón era el mejor batallón del ejército realista; estaba conformado por veteranos españoles que habían actuado tanto en Guerra de la Independencia Española como en otras batallas en América del Sur, y en ese momento se hallaba sobre los Patriotas y listo para atacar.
Afortunadamente para los Patriotas, cuando el Aragón estaba por cargar sobre la alicaída línea Patriota, fue detenido en seco por el Albión, que entró inesperadamente en la batalla. Resulta que el Albión consiguió avanzar a una posición más alta que la de los españoles. Pronto, el Magdalena se unió a la batalla, y el Aragón tras sufrir fuertes bajas, se desintegró. Entonces el Magdalena avanzó hasta la línea Patriota para reemplazar al Paya, y cargó contra la línea Realista, que terminó por romperse.

La Batalla de Pichincha fue el escenario del sacrificio por la patria de uno de los más destacados héroes ecuatorianos, el cuencano de 18 años Abdón Calderón. Calderón, quien fue hijo del coronel cubano Francisco Calderón, defensor del Estado de Quito de 1812, vivía en Guayaquil y se enlistó en las tropas de origen ecuatoriano que combatieron en la Batalla.

Calderón, a pesar de haber recibido 4 heridas de bala, prefirió permanecer inamovible en la línea de fuego, alentando a todo su batallón y levantando incansablemente la que es ahora la bandera celeste y blanco de la ciudad de Guayaquil. Al terminar el feroz combate fue trasladado a la ciudad de Quito, donde murió al cabo de catorce días, el 7 de junio de 1822.

 Antonio José de Sucre en su escueto parte de la Batalla de Pichincha, fechado el 28 de mayo del aquel año dice: " [...] hago una particular memoria de la conducta del Teniente Calderón, que habiendo recibido sucesivamente cuatro heridas, no quiso retirarse del combate. Probablemente morirá, pero el Gobierno de la República sabrá compensar a la familia los servicios de este oficial heroico".24
Cuando Simón Bolívar llegó a la ciudad de Quito y se enteró de estos hechos, ascendió póstumamente a Calderón al grado de capitán y decretó que su sueldo fuera entregado a su madre. La compañía del Batallón Yaguachi a la que perteneció Calderón no tendría capitán y en las revistas, al mencionarse su nombre, la tropa habría de contestar: "Murió gloriosamente en Pichincha, pero vive en nuestros corazones". La tradición se mantiene hasta la actualidad en el Ejército ecuatoriano, pues al pasar lista a los batallones de caballería se lo nombra como dispuso Bolívar.

En la obra "Leyendas del Tiempo Heroico" del escritor Manuel J. Calle se narra la muerte de Calderón con una serie de hipérboles, destacando que a pesar de sus graves heridas en las cuatro extremidades, se negó a abandonar el campo de batalla.

A las doce del día bajo un sol resplandeciente, los soldados de la libertad en la cima del Pichincha a más de 3000 metros de altura dieron el grito de victoria. La victoria fue de Sucre, la cual fue completada con la capitulación que el jefe patriota concedió al Mariscal Aymerich el 25 de mayo del mismo año.

El fortín de El Panecillo sirvió de puesto de comando de los españoles, quienes inclusive hicieron fuego de artillería contra los patriotas, que habían ascendido la falda del cercano volcán Pichincha. Al ser derrotados, los españoles se refugiaron en el fortín.25 Sucre, para evitar el sangriento asalto al emblemático cerro, envió un emisario a Aymerich para que capitulara, cosa que el capitán general español aceptó.


Según el acta de Capitulación del 25 de mayo de 1822,26 los españoles, a las 14:00 de ese día, arriaron su bandera y entregaron sus armas al Ejército de la Gran Colombia, en una ceremonia especial que tuvo lugar en un puente del fortín colonial. De esta manera, en la cima del Panecillo tuvo lugar el acto final del Imperio español en Ecuador.

La fortaleza permitía vigilar el norte y el sur, por lo que estaba provista de cañones. Al caer el fuerte en manos del Ejército libertador de la Gran Colombia, en 1822, se tomaron a los españoles catorce piezas de artillería.

Con las operaciones cuyas acciones finales se produjeron en las faldas del Pichincha y en la ciudad de Quito, Sucre decidió a su favor la vacilante y delicada situación de Guayaquil; dio libertad al territorio que conforma hoy la República de Ecuador, y facilitó su incorporación a la Gran Colombia.

El 18 de junio de ese año, Bolivar le asciende a general de división y lo nombra intendente del departamento de Quito. Ese día, durante la entrada triunfal del Libertador a la Plaza de la Independencia de Quito, una mujer le arroja desde su balcón un corona de laurel al rostro, lo que llama vivamente la atención de Bolívar. Esta mujer fue Manuela Sáenz, quien se convertiría en amante del héroe y sería llamada por él "La Libertadora del Libertador".

Al frente de los destinos de Ecuador desarrolla una positiva obra de progreso: funda la Corte de Justicia de Cuenca y en Quito el primer periódico republicano de la época: El Monitor. Instala en esa ciudad la Sociedad Económica. De su actividad personal es buena prueba que, el 6 de septiembre de 1822 expidió y firmó en Quito 52 comunicaciones. Interesado por la educación se puede afirmar que halló en Cuenca 7 escuelas y dejó 20.

A pesar de que en el contexto de las Guerras de Independencia de Hispanoamérica la batalla de Pichincha figura como un conflicto menor, tanto en términos de su duración como del número de combatientes, sus consecuencias fueron bastante significativas.

El 25 de mayo de 1822 Sucre entró con su ejército en la ciudad de Quito, donde aceptó la rendición de todas las tropas españolas establecidas en el territorio que el gobierno de Colombia llamaba "Departamento de Quito", al considerarlo como parte integral de la República de Colombia desde su creación el 17 de diciembre de 1819. Asimismo, cuando Sucre recapturó Cuenca el 21 de febrero, obtuvo de su Consejo local un decreto en el cual se proclamaba la integración de su ciudad y provincia a la República de Colombia. Entonces, con la rendición de Quito, que a su vez puso fin a la resistencia Realista en la provincia norteña de Pasto, Bolívar pudo entrar en la ciudad, como finalmente lo hizo el 16 de junio de 1822. Entre el entusiasmo general de la población, la antigua Provincia de Quito fue incorporada a la República de Colombia. Por su parte Guayaquil, que aún no decidía su futuro, con la presencia tanto de Bolívar como del victorioso ejército Grancolombiano en su territorio, proclamó forzosamente bajo presión la incorporación de Guayaquil a la Gran Colombia el 13 de julio de 1822.28

 


sábado, 9 de mayo de 2015

JOSÉ IGNACIO THAMES (1762-1832)

JOSÉ IGNACIO THAMES (1762-1832)


             

 Nació en Tucumán el 15 de Agosto de 1762: hijo de José Ignacio Thames y María Josefa Gutiérrez.

Cursó los estudios superiores en Córdoba, donde se doctoró en Teología en 1784.

Ordenado sacerdote, volvió a Tucumán donde ejerció su ministerio hasta que en 1798 fue designado Cura párroco de El Alto, provincia de Catamarca.y luego pasó a Salta;

Fue un ferviente partidario de la Revolución de mayo de 1810.

En 1813 fue elevado a la dignidad de canónigo de su Catedral;

En 1815 fue presidente de la junta electoral que eligió diputados por Salta a Gorriti, Moldes y Boedo para el Congreso General de Tucumán, al tiempo que era elegido diputado por Tucumán junto con Aráoz.

Su actuación en las sesiones del congreso fue destacada, y llegó a presidirlo, además de formar parte de varias comisiones y firmar el Acta de la Independencia el 9 de julio de 1816. Propugnó una monarquía inca como forma de gobierno. En 1818, con el Congreso ya en Buenos Aires, fue elegido vicepresidente. En ese mismo año renunció y regresó a Salta a ocupar su puesto de canónigo en la Catedral. Finalmente regresó a Tucumán.

Continuó en la actividad pública hasta 1824, año en que retomó de pleno su quehacer pastoral.

Falleció en Tucumán el 9 de Febrero de 1832.

Durante el último período de Aráoz, fue de nuevo diputado a la Sala de Representantes, en 1821. Entre 1824 y 1825 volvió a El Alto donde fue un párroco ejemplar.


Falleció en Tucumán en 1832.