jueves, 9 de abril de 2015

GENERAL JOSÉ MATÍAS ZAPIOLA, Héroe de la Independencia,

GENERAL JOSÉ MATÍAS ZAPIOLA: SOLDADO DE SAN MARTÍN


Héroe de la Independencia, comandante de los granaderos a caballo en la batalla de Chacabuco. 



José Matías Zapiola era hijo de Manuel Joaquín de Zapiola, oficial de marina español que acompañó la expedición de Pedro de Ceballos al Río de la Plata y de María Encarnación de Lezica y Alquiza. Fue enviado a España para instruirse en la marina española; egresó de la Escuela Naval en 1796 y le asignaron tareas navales. Hacia 1805 lo destinaron a la guarnición naval de Montevideo, y de allí pasó a Buenos Aires, donde luchó en 1807 en la defensa contra las invasiones inglesas.

En 1810 era jefe del Puerto de Buenos Aires; apoyó la Revolución de Mayo y fue dado de baja de la Armada Española. De regreso en Montevideo, fue arrestado y enviado de regreso a España. Al llegar a Cádiz se unió a la logia de esa ciudad y acompañó a José de San Martín y Carlos María de Alvear a Londres. De allí regresó a Buenos Aires en la fragata "George Canning"; cuando llegaron, en 1812, Zapiola se presentó, de inmediato junto con ellos, ante la Primera Junta

También colaboró para establecer la Logia Lautaro, de la cual fue el primer secretario. Él junto con San Martin, Mier, Villa Urrutia y Chilavert fueron mensionados hermanos fundadores de esta logia. Ayudó a San Martín a formar el Regimiento de Granaderos a Caballo, y fue el jefe del primer batallón de esta unidad.

En 1814 pasó al sitio de Montevideo, a órdenes de Alvear, y participó en la última etapa de este, hasta la caída de la ciudad. Tras esto, quedó como segundo jefe de la guarnición en esa ciudad; al año siguiente hizo, con Manuel Dorrego, una campaña contra Artigas. No llegó a tiempo a salvar a Dorrego de la derrota de Guayabos, que significó la pérdida de la Banda Oriental para el Directorio.


Quedó al mando del Regimiento de Granaderos y lo llevó a Mendoza, con lo cual reforzó el Ejército de los Andes. Cruzó la cordillera con San Martín, y peleó en Chacabuco, Cancha Rayada y Maipú. En esta última batalla tuvo una actuación descollante, dirigiendo la mitad de la caballería patriota. Fue el comandante de la 2da campaña del sur de Chile, después de Marcos Balcarce, y tomó la ciudad de Chillán por asalto. Fue ascendido a general.

En junio de 1819 regresó a Buenos Aires y se reincorporó a la marina. Después de la muerte de su anterior jefe, Ángel Hubac, fue el comandante de la escuadra fluvial de Buenos Aires, y participó de la guerra contra Santa Fe y Entre Ríos, en los años 1820 y 1821.
Pidió y obtuvo la baja de la marina en 1822, y se convirtió en estanciero gracias a la enfiteusis ideada por el ministro Bernardino Rivadavia. Organizó la flota que serviría en la Guerra del Brasil, pero no llegó a embarcarse; le pasó el mando a Guillermo Brown.

Después de la revolución de Juan Lavalle en 1828, fue jefe del Departamento de Marina, pero en 1829, al final de su gobierno, se retiró de la vida pública para dedicarse a las actividades rurales; permaneció en esta situación hasta después de la caída de Rosas en Caseros en 1852. Ese año regresó al servicio activo como comandante de marina y fue ministro de Guerra y de Marina en el gabinete del gobernador Valentín Alsina de Buenos Aires. No intentó resistir el bloqueo impuesto por Justo José de Urquiza a la ciudad a principios de 1853, que finalmente terminó con una victoria, resultado de un soborno masivo.

Permaneció en distintos cargos públicos hasta la derrota de Cepeda y la renuncia de Alsina, y se retiró definitivamente en 1859. Bartolomé Mitre lo entrevistó muchas veces para lograr datos de primera mano respecto de la historia de la campaña de Chile y de la vida de San Martín. En especial — gracias a haber alcanzado una edad avanzada — fue el único testigo que dejó datos precisos sobre la Logia Lautaro, sus miembros y sus intenciones.


Murió en junio de 1874 en Buenos Aires.

miércoles, 8 de abril de 2015

MARIANO NECOCHEA: PROCER DE ARGENTINA Y DE PERU

MARIANO NECOCHEA: PROCER DE ARGENTINA Y DE PERU

SOLDADO DE SAN MARTIN Y DE BOLIVAR



Mariano Necochea nació en Buenos Aires el 7 de septiembre de 1792, hijo padres españoles, del rico vasco navarro Casimiro Francisco Necochea y de María Mercedes porteña. En 1802, fue enviado a Sevilla, donde estudió matemáticas, humanidades e idiomas a Sevilla. Regresó a Buenos Aires en 1809, a la muerte de su padre, para hacerse cargo de los negocios de éste. Salió rumbo a Buenos Aires el 14 de noviembre de 1809 y llegó a su tierra en vísperas de la Revolución de Mayo.
No participó en la Revolución de Mayo, y se mantuvo ligado al comercio exterior.
En 1812, sorpresivamente se incorporó al Regimiento de Granaderos a Caballo que acababa de fundar el coronel José de San Martín con el grado de alférez. El 24 de abril de 1812,  el 24 de septiembre del mismo año fue promovido a teniente. Participó en la batalla de San Lorenzo, el 3 de febrero de 1813, y por su actuación mereció ser ascendido a ayudante mayor.     Dada su cultura refinada, su jefe le encargó redactar el parte oficial de la victoria.

Se hallaba en Santa Fé, con una compañía de granaderos, cuando recibió la orden que debía marchar con destino a Tucumán para incorporarse al regimiento, ya que San Martín había sido designado jefe del Ejército del Norte.
Luego fue destacado para prestar servicios en la vanguardia de las tropas que debían apoyar los restos del ejército de Belgrano a las órdenes del general Rondeau. Marchó  más tarde hacia el norte destacándose por su coraje en el encuentro del Tejar, el 26 de enero de 1815, donde se salvó de caer prisionero por la desmesura de su arrojo.
Así describe Yaben el hecho: “El jefe de vanguardia de las fuerzas del Alto Perú, Cnl D Martín Rodríguez fue sorprendido por una división española y capturado con su fuerza en el Tejar; cuando se realizó la sorpresa, el capitán Necochea resistió en un corral de piedra con 25 granaderos, mas al ver la inutilidad de sus esfuerzos, monta su caballo en pelo y como un rayo se lanza sobre la caballería enemiga, partiendo en dos la cabeza de un bravo soldado que intenta detenerlo y esgrimiendo siempre su ensangrentado sable, se abre paso a través de las tropas realistas, siendo el único que escapa de aquella sorpresa, gracias a su arrojo temerario”.
Estuvo en Venta y Media y Sipe Sipe, donde  luego de un brillante desempeño, fue herido durante la retirada del ejército sucedida la derrota, y estuvo a punto de ser víctima de los lugareños prorrealistas siendo salvado por el Cnl Hilarión de la Quintana.

Tras esa campaña en el Alto Perú, se trasladó a Mendoza para integrar las fuerzas que preparaba San Martín en el campamento del Plumerillo.
Tenía el grado de sargento mayor cuando comenzó la campaña a Chile. En el cruce de los Andes formó la vanguardia de la columna al mando de O’Higgins y tuvo los primeros encuentros con los realistas.
Se distinguió en la batalla de Chacabuco, y en el parte que San Martín envió al gobierno señaló que el comandante Necochea, con su 4to Escuadrón y su escolta cayó por la derecha haciéndoles un estrago terrible.
Fue enviado más tarde al sur de Chile, concurriendo al asalto de la plaza de Talcahuano, el 6 de diciembre de 1817, estuvo en Cancha Rayada y en la batalla de Maipú, donde recibió una herida de importancia en la mano derecha.
Por su actuación en 1818 fue promovido a coronel graduado, obteniendo también la condecoración de la “Orden del Mérito” de Chile. Continuó con San Martín la campaña del Perú, participando en la ocupación de Lima y del Callao, obteniendo el grado de general de brigada en 1821.
Retirado San Martín después de la entrevista de Guayaquil, continuó prestando sus servicios a las órdenes de Bolívar, quien en febrero de 1824, lo designó gobernador de Lima, labor en la que tuvo como secretario general de gobierno a Tomás Guido.
Participó en muchas acciones de guerra, y acreditó en todas partes su arrojo temerario.
En la batalla de Junín, el 6 de agosto de 1824 cayó en poder de los españoles con siete heridas de lanza siendo rescatado por Manuel Isidro Suárez, quien decidió la batalla con una oportuna carga de los escuadrones que mandaba. Bolívar hizo constar en el parte su heroísmo, con las siguientes palabras: “Necochea se arrojó a las filas enemigas con una impetuosidad heroica” recomendándolo a “la admiración de América”, por lo que fue ascendido a general de división.
Repuesto de sus heridas, luego de Ayacucho, Bolívar le encomendó la dirección de la Casa de Moneda de Lima pero en 1826 fue detenido bajo el cargo de conspirar contra el Libertador  de la Gran Colombia sin que se le probara cargo alguno. Agraviado, decidió abandonar el Perú no sin antes devolver los despachos de general y algunos valores que poseía.
Al regresar a Buenos Aires, le sorprendió la noticia de la guerra del Brasil designándolo Rivadavia jefe de las fuerzas de reserva reunidas en la Capital, además de ser designado coronel del Cuerpo de Voluntarios denominado “Húsares defensores del honor nacional”, el 20 de diciembre de 1826. Pidió ser enviado al frente de operaciones, pero al no lograrlo regresó al Perú.
A raíz de haber roto Perú relaciones con Colombia, volvió a Buenos Aires, donde solicitó un puesto en el Ejército  de Operaciones, pero el gobierno se contentó con dárselo en la frontera sur, destino que declinó.
Fue sancionado por el gobernador Manuel Dorrego por pretender volcar una elección en favor de los unitarios, votando con todo su regimiento. No obstante, algunos autores citan el episodio como la intervención de Necochea en contra de un oficial partidario de Dorrego, que pretendía hacer votar a sus soldados en su favor.
Apoyó a Juan Lavalle en la revolución de diciembre de 1828, pero no tomó parte en la guerra civil que siguió. Abandonó Buenos Aires a fines del año siguiente, poco después de la caída de Lavalle.
En 1829 regresó al Perú, fue deportado a Bolivia y en 1831, retornó una vez más allí en virtud de una ley de amnistía, a cuyo beneficios se acogió. Volvió a ocupar la dirección de la Casa de Moneda. 
Al estallar la guerra civil en 1831, el gobierno le dió el mando del ejército y en ese carácter, marchó sobre la capital donde se encontraba el presidente Obregoso. En 1834 se le confirió la más alta distinción peruana, el grado de gran mariscal.
Víctima por tercera vez de la proscripción, se vió obligado a refugiarse en Chile. Allí pasó serias necesidades y sufrimientos hasta que en el Perú fue repuesto en sus grados y honores, y volvió a ocupar la dirección de la Casa de Moneda.
Desde fines de 1845, los padecimientos de Necochea, ocasionados por una grave enfermedad pulmonar, como consecuencia de las heridas recibidas en Junín, fueron permanentes. Sanchez Zinny afirmó que el lanzazo recibido en tan cruento combate, que le atravesó el pulmón izquierdo, fue causa de la consunción que se exacerbó en el año citado.
En la primavera de 1848, se estableció en la casa donde le sorprendió la muerte, en el entonces caserío de Miraflores, 5 Km al sur de Lima, hoy parte integrante de la gran Lima, el 5 de abril de 1849.
Al conmemorarse el centenario de su fallecimiento la república hermana del Perú lo declaró prócer nacional y sus restos mortales, que reposaban en un dignísimo mausoleo levantado por suscripción pública, fueron trasladados al Panteón de los Próceres.
En la provincia de Buenos Aires se encuentra la ciudad de Necochea, cabecera del municipio del mismo nombre. El Ejército Argentino denomina con su nombre al Regimiento de Caballería de Tanques Nro 8 con asiento en la ciudad de Magdalena, en la misma provincia. También es homenajeado en las principales ciudades de la Argentina, mediante la imposición de su nombre a diferentes calles. En el Perú es considerado un héroe de la independencia y ostenta el título de Gran Mariscal del Perú. Sus restos descansan en Lima en la iglesia de San Carlos.
El 5 de abril de 1949 al cumplirse el centenario de su muerte el presidente argentino Juan D. Perón solicitó al gobierno del Perú la restitución de los restos del héroe.
La respuesta del gobierno peruano fue que Necochea había vivido mucho más tiempo en el Perú que en la Argentina, que se había transformado en ciudadano del Perú por voluntad propia, que el pueblo del Perú lo amaba y que había sido mariscal de sus ejércitos, por lo que no aceptó el traslado propuesto por la Argentina.

Yaben cierra su biografía recordando un largo fragmento de la justiciera semblanza que Angel J. Carranza hiciera de Mariano Necochea del que extraemos estos conceptos: “Figura gallarda, maneras cultas y desenvueltas, cabello ondeado y renegrido, barba tupida, rostro significativo y mirada magnética, cualidades que reunía una salud de bronce, fuerzas hercúleas, destreza suma en el caballo, y más que todo, una gigantesca reputación de valiente. ...”
“Huracán de furor en la refriega, cuanto benigno en los cuarteles, poseía en alto grado el secreto de aguerrir y hacerse adorar por sus soldados”.
“Patriota sin exageración, subordinado sin humillación, reflexivo antes de resolverse y resuelto sin consultar peligro, su vida era la vida de la Patria. Necochea era el soldado de toda hora y el general en el vivac”.

BIBLIOGRAFIA

EDUARDO F. SANCHEZ ZINNY, Historia del General Mariano Necochea, La Plata, 1939, 2 ts.
RAMON PEREZ DEL VISO, General don Mariano Necochea. Síntesis biográfica, Santa Fé, 1949.
FEDERICO A. GENTILUOMO, Necochea. El General romántico, Tucumán, 1951.
CARLOS ALBERTO SALAS, Muerte y glorificación del Gran Mariscal Mariano Necochea, en La Nación, 16 marzo de 1961. 
GUSTAVO MARTINEZ ZUVIRIA, Los tiempos de Mariano Necochea, Bs. As., 1961.

martes, 7 de abril de 2015

Mariano Daniel Billinghurst

Mariano Billinghurst



Hoy conoceremos a quién homenajea la calle Billinghurst.

Nació en Buenos Aires el 26 de Noviembre de 1810, hijo de Doña María F. Agrelo, nativa, y de Robert Billinghurst, millitar inglés, que por su actuación en la gesta de Mayo recibió una de las primeras Cartas de Ciudadanía. Muy joven, según los historiadores, se dedicó al comercio, con su padre, que era Martillero.
Se destacó por haber creado las líneas de tranvías a caballo Plaza de Mayo-Flores y Plaza de Mayo-Belgranoen la ciudad de Buenos Aires, y construir el ferrocarril Buenos Aires-Rosario en 1871. La localidad bonaerense deBillinghurst lleva su nombre.
Durante el segundo gobierno de Rosas, en 1840, emigró hacia Montevideo Regresó en el año 1850. 
Se encuentra en Bs. As. cuando el sitio de los Generales Lagos y Urquiza y la escuadra Confederada.. Con su actuación, salva a la ciudad de ser rendida por hambre. 
En el 1854, es elegido Convencional Constituyente Provincial. Más adelante, en el mismo año, es electo Diputado. 
Como industrial funda la primera fábrica de paños de lana y establece en otro momento una fábrica de baldosas, ladrillos de tipo inglés, tejas y caños.Ayudó en 1865/70, a los heridos de la guerra con el Paraguay, haciéndose merecedor de un diploma y medalla de oro, por sus servicios. 
En la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870) y la epidemia de cólera y fiebre amarilla en Buenos Aires de 1871, prestó destacados servicios humanitarios, que le valieron numerosas condecoraciones.
Durante más de veinte años, integró la Sociedad Rural. La mayor actividad como hombre de empresa la desplegó en el tendido de los servicios tranviarios, creando los tranvías interurbanos, a caballo, de Plaza de Mayo a Flores y del mismo lugar a Belgrano. 
En 1873 comienza su obra más importante, el tendido del Ferrocarril de Buenos Aires a Rosario,cuya licitación había ganado y firmado el 24 de noviembre de 1871 durante el gobierno de Emilio Castro. Este Ferrocarril, es la causa de la fundación del pueblo de Billinghurst, pues su recorrido pasaría por la chacra de Fiorini, terrenos que compró Piaggio el 5 de agosto de 1872.y el 4 de marzo de 1873 lo compran el Dr. Navarro Viola (ver biografía) y Enrique Quintana. Lamentablemente por razones económicas, ajenas a su voluntad debió interrumpir la obra y abandonar en 1876 todo lo ya programado y hecho.Simultáneamente, presenta un plan para el desarrollo edilicio de la Ciudad, provisión de agua, cloacas, empedrados y esparcimiento.
En 1889 concurrió a fundar la Unión Cívica presidida por Leandro Alem y apoyó la Revolución del Parque de 1890.
Desarrolló una amplia actividad política, luchando siempre por el adelanto de la naciente ciudad, apoyando a quien creía estaba trabajando para el desarrollo. 
Fallece el 13 de junio de 1892, pobre, pero rico en respeto de la comunidad.


Falleció el 13 de junio de 1892. La ciudad de Buenos Aires le ha puesto su nombre a una calle en su honor.

miércoles, 1 de abril de 2015

Tte. Cnel. Miguel Cajaraville: El "guapo" de San Martín

Tte. Cnel. Miguel Cajaraville: 

El "guapo" de San Martín

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La historia suele tener olvidos, algunos de ellos irreparables, pero en el caso de Cajaraville podemos afirmar que la omisión de su nombre de las páginas de la epopeya sanmartiniana se debe a varios factores,

En primer lugar, porque debió abandonar el Ejército de los Andes en 1920 por razones de enfermedad a pesar de haberse batido con denuedo en Chacabuco y Maipo, y haber sufrido los embates de Cancha Rayada.

Y en segundo término porque se trataba de un hombre que si bien se había forjado en la abnegación del soldado, era verdaderamente valiente y no cejaba en su misión, es así que el mismo Padre de la Patria lo llamaba "el guapo Cajaraville".

Una madre a los gritos en el cuartel de Retiro

Este soldado de la independencia sudamericana nació en Buenos Aires el 5 de Julio de 1794, siendo sus padre don Andrés Cajaraville, español de origen, y doña María Engracia Miguens, porteña de pura cepa.

Sentó plaza en el afamado Regimiento de Granaderos a Caballo, el 5 de abril de 1813, en calidad de cadete.

El joven Cajaraville se había presentado en el Cuartel del Retiro, desoyendo los consejos de su familia y cuando conversaba libremente con sus compañeros de armas, su desolada madre corría al cuartel a reclamar por su hijo, invocando sus pocos años.

San Martín lo llamó a su presencia y el entusiasta cadete declaró que no quería volver a su hogar, pues su decisión irrevocable era servir a la Patria.

El 4 de diciembre de 1813 ascendía a alférez y poco después era destinado con su escuadrón a prestar servicio en el Ejército del Alto Perú, donde pronto se reveló como uno de los oficiales más distinguidos.

El 11 de octubre de 1814 asistía al Combate de Barrios a las órdenes de Lamadrid. Fue herido de bala en Sipe-Sipe el 29 de noviembre de 1815, época en la cual ostentaba el grado de teniente.

En 1816 se incorporó con su escuadrón, al Ejército de los Andes. Cruzó la monumental cordillera en la marcha cautelosa que ejecutó aquel ejército para abrir las operaciones en Chile y peleó con su arrojo acostumbrado en la Batalla de Chacabuco y por su comportamiento fue promovido a ayudante mayor de su regimiento el 24 de marzo de 1817.

El 13 de marzo del año siguiente era ascendido a capitán de la 2da. Compañía del Segundo Escuadrón de Granaderos a Caballo, grado con el cual se encontró en la funesta noche de Cancha Rayada.

El 30 de marzo de 1818, hallándose de avanzada con sesenta granaderos, distinguió una partida realista de diez hombres que evidentemente estaba situada en observación.

De inmediato Cajaraville entró en fuego con el enemigo, que se fue replegando, hasta reunirse con un destacamento de doscientos hombres que acudió a apoyar la partida citada.

En estas circunstancias se mantuvo un vivísimo fuego entre los granaderos del cual hubo alguna dispersión en éstos últimos.

Cajaraville no esperó más: ordenó empuñar sus sables a los granaderos y cargó violentamente acuchillando cincuenta españoles, dejando en el campo treinta cadáveres, entre los cuales se encontraba un sargento mayor español, cuyo uniforme remitió Cajaraville a su superior inmediato, que era el teniente coronel Santiago Bueras, que a su vez lo transmitió al general San Martín.

El Ejército Unido celebró con entusiasmo este episodio feliz, y en Santiago se paseó públicamente en estandarte la chaquetilla del jefe vencido, en medio de repiques y vítores.

En la Batalla de Maipo se comportó bizarramente, siendo conocida la parte principal que cupo a los Granaderos a Caballo en aquella memorable jornada.

Cajaraville, después de la batalla tomó prisionera una Compañía de Cazadores realistas, sin derramar una gota de sangre, conduciéndola con sus oficiales, pertrechos y útiles de guerra hasta el campamento patriota.

Persiguiendo españoles por el sur

Después de la jornada de Maipo. Cajaraville formó parte de las fuerzas encargadas de la persecución de los derrotados, marchando al sur de Chile, bajo las órdenes del coronel Zapiola.

El 27 de mayo de 1818, este bravo oficial obtenía un importante triunfo: después de marchar cinco noches por caminos desconocidos, ocultándose de día por los montes, llegó a las inmediaciones de la Villa del Parral, ocupada por trescientos realistas.

Cajaraville sólo disponía de doscientos hombres entre granaderos y milicianos. Al amanecer se aprestó a cargarlos por retaguardia para lo cual dividió su tropa en dos columnas, una a su cargo directo y la otra al mando del capitán Domingo Urrutia y el alférez José Gálvez. Ordenó inmediatamente avanzar "y resuelto –dice en su parte el general Zapiola-, a tomarme los cuarteles en un momento pisando con los caballos las guardias que tenían en las puertas; luego se pusieron en fuga por las paredes ganado las casas siguientes, contestando de ellas con un fuego vivo, por ventanas, puertas y lugares que se los permitía; pero al fin pudo más el brazo de estos valientes que tengo el honor de mandar, dejando víctimas a más de doscientos hombres, entre estos al Coronel Bulnes, que fue apresado por el sable del intrépido alférez Gálvez."

Sin municiones y por la noche

Con su destacamento, el capitán Cajaraville avanzó hacia Chillán, ciudad que atacó el día 31 de aquel año.

Mandaba la guarnición española, el coronel Lantaño, la cual defendió la plaza, después de un combate de varias horas, en el curso del cual, los Granaderos de Cajaraville atravesaron el pozo defensivo que protegía la posición realista, voltearon las empalizadas que habían levantado en todas las bocacalles, pero las acciones no fueron bastante

para poder tomar los cuarteles, pues los españoles los esperaban cada vez con mayor energía, atrincherándose en cuadro al costado de la plaza adonde resistieron hasta después de las oraciones.

La falta de municiones y la oscuridad de la noche, impidieron al bravo Cajaraville concluir su obra y se vio obligado a retirarse, conduciendo diez prisioneros y quedando en el campo de batalla muchos muertos, teniendo los patriotas dos muertos y diecisiete heridos.

El 9 de septiembre del mismo año, Cajaraville con una partida de treinta y seis granaderos, el ayudante Pedro Ramos, el teniente Gutiérrez y el teniente coronel de milicias don José Ignacio Urrutia, cargó sobre un destacamento español en las proximidades de la Villa del Parral, del otro lado del río Perquilauquén, matando diez hombres, capturando once prisioneros y algún armamento, escapando los restantes por la superioridad de caballos.

El "guapo" capitán Cajaraville como decía San Martín, el "acreditado y valiente" como mentaba Balcarce, enfermó poco después a consecuencia de los trabajos y fatigas de aquella de aquella larga y cruenta campaña y hubo de retirarse a Mendoza, para curarse, donde se restableció y tuvo oportunidad de defenderla, batiendo en Las Playas a los montoneros que la amenazaban.

Se le decretó en recompensa una cantidad de dinero, pero como no la aceptó, el gobierno le regaló un uniforme y una espada de honor.

El 12 de enero de 1819 fue graduado sargento mayor del Regimiento de Granaderos a Caballo. El 18 de mayo del año siguiente se le concedió permiso para regresar a Buenos Aires.

Junto a Rosas contra Ramírez

En 1820 pasó a la ciudad de Mendoza y el 24 de febrero de 1821 se le reconocía el empleo de teniente coronel de caballería de línea y el 25 de mayo del mismo año, junto con Rosas recibió orden del gobernador Rodríguez desde el Arroyo del Medio de marchar en apoyo de Lamadrid contra Ramírez.

Retirado del servicio activo, tomó la dirección de un establecimiento rural que había heredado de sus padres, pero nombrado no obstante Jefe del 1er. Regimiento de Milicias, actuó en la frontera de Chascomús y en la Guardia del Monte, y en marzo de 1823, tomó parte de la expedición contra los indios bajo el mando del general Martín Rodríguez, habiéndose incorporado en el Arroyo Chapaleofú, con la división acantonada en la guardia de Kakel Huinjul, la que constaba de doscientos cincuenta blandengues y ciento cincuenta milicianos. El 16 de junio de 1824 se decretó el cese de Cajaraville en el mando de este cuerpo.

Después continuó sus tareas en su estancia en la Magdalena, hasta que después de la caída de Lavalle, en 1829, emigró a la República Oriental Del Uruguay.

Instigado más tarde por el general Angel Pacheco, su antiguo compañero de armas en la Campaña Libertadora de Chile, se hizo cargo de la comandancia militar del departamento de Soriano, en el Estado oriental, después de rehusar un puesto en las filas sitiadoras de Montevideo.

Acepta unirse a los aliados de Rosas pero siempre es recordado porque jamás se mezcló en las rencillas políticas de aquel país; ni favoreció ni protegió federales que se organizaban en territorio oriental.

En el mes de junio de 1852 se pronunció en Mercedes contra el general Urquiza, como igualmente lo hicieron en Tacuarí, el coronel Dionisio Coronel y en Dolores (R.O.U.) el comandante Fernando Granel.

Después de la derrota de Caseros, el teniente coronel Cajaraville regresó a Buenos Aires.

Miguel de los Santos Cajaraville falleció en la ciudad de Buenos Aires el 12 de diciembre de 1852.

*Nota:El presente artículo, de notable factura periodística, fue publicado el domingo 12 de marzo de 2000 por el Suplemento TEMAS del Diario EL NORTE de la ciudad de San Nicolás, Provincia de Buenos Aires.

martes, 31 de marzo de 2015

Coronel Diaz

Coronel Diaz

Todos conocemos la calle Coronel Diaz en el coqueto barrio de Palermo, pero sabemos ¿Quién fue?



CORONEL PEDRO JOSÉ DIAZ       
 

Reseña

El coronel Díaz nació en Mendoza el 17 de mayo de 1800, y era hijo del sargento mayor Luciano Díaz y de doña Dorotea Ordóñez.

Estudió con el franciscano fray José Benito Lamas y tenía trece años cuando su padre lo presentó a San Martín, quien lo aceptó como' cadete. Hizo la campaña de los Andes, luchando en Chacabuco, Cancha Rayada y Maipú. En 1821, ya con el grado de capitán, llegó a las fortalezas del Callao y en esta campaña el propio Libertador le encomendó entrara en Lima al frente de su compañía, el primero de todos. Y el 11 de julio fue Díaz quien custodió la entrada en Lima de San Martín.

Cuando la sublevación del Callao cayó prisionero; intervino en el sorteo de Matucana, y poco después consiguió fugarse y pasar a servir con Bolívar y Sucre. En 1826 hizo la campaña del Brasil y a su regreso se contó entre los hombres de Lavalle. Hizo con éste las campañas de 1839 y 1840, pero en Quebracho Herrado (28 de noviembre de este último año) cayó prisionero del coronel Hilario Lagos, quien le tendió los brazos en el campo de batalla, lo felicitó por su valor y le garantizó su vida.

En el ejercito rosista

Díaz pasó prisionero a Buenos Aires y se radicó en esta ciudad. Cuando el pronunciamiento de Urquiza contra Rosas, pese a ser unitario, ofreció su espada a la Confederación y se incorporó al ejército federal.

“Y usted, coronel, ¿qué papel desempeñará en esta emergencia; son los suyos los que vienen” -preguntó Antonino Reyes, a lo que Díaz contestó:

“No...es Urquiza, es el Brasil, y yo como soldado estaré en mi pueblo puesto al lado del Gobierno de mi patria, sea Rosas o el diablo”.

El 2 de febrero asistió a la junta de guerra que presidió Rosas y de la cual participó su amigo Hilario Lagos y Chilavert. Al día siguiente, en Caseros, se batió heroicamente contra los aliados argentino uruguayo brasileños. Este hecho es pasado por alto por los historiadores y biógrafos liberales.

Dice Adolfo Saldías: “Después de una hora de rudo combatir a pie firme, los batallones de Díaz, disminuidos, cercados, exhaustos de fatiga, y faltos de municiones, iniciaron un movimiento de retirada apoyando su flanco con líneas de tiradores a lo largo de unas zanjas y cerco de tunas”. Y, más adelante, agrega: “Poco después de las dos de la tarde y, cuando la caballería aliada amenazaba rodear completamente las brigadas de Chilavert y de Díaz, se aproximó por el flanco derecho de estas una columna de caballería atraída por la vista de Rosas y los que lo acompañaban, y la cual chocó con la división Sosa. Rechazada esta envolvió en sus filas a Rosas, al mayor Reyes y a algunos oficiales”.

Díaz y Chilavert cayeron prisioneros, aunque aquel corrió mejor suerte que Chilavert, que fue asesinado por Urquiza despues de la batalla.

En setiembre de 1852 fue nombrado capitán del puerto de Buenos Aires, y durante el gobierno del general Manuel Guillermo Pinto, ministro de la Guerra. Luego se retiró de la vida pública.

Murió en Buenos Aires el 12 de diciembre de 1857. Estaba casado con doña Genoveva Gallardo y Tabanera.

Fuentes

- Chávez, Fermín – Iconografía de Rosas y de la Federación, Buenos Aires (1970). 
- Saldías, Adolfo. Historia de al Confederacion Argentina
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar

sábado, 14 de marzo de 2015

CHURRUCA, UN GRAN HEROE ESPAÑOL

CHURRUCA, UN GRAN HEROE ESPAÑOL


Buscando averiguar sobre este nombre, me encontré con este gran héroe. Se llamaba Cosme Damián Churruca y Elorza. Murió combatiendo sólo contra seis barcos ingleses en la batalla de Trafalgar.
Cuenta la leyenda que, después de que un cañonazo le volara la pierna, metió el muñón en un cubo de harina para mantener el equilibrio y poder seguir luchando.

Nació en 1761. Estudió en el seminario de Burgos. Abandonó los estudios para el sacerdocio. Comenzó su carrera militar en la Compañía de Guardias Marinas de El Ferrol en 1776. En 1778 comenzaría su carrera marítima a bordo del navío “San Vicente”. España llevó a cabo algunas acciones para intentar recuperar Gibraltar, como el asedio de diciembre de 1781 y participó en el sitio de Gibraltar y ataque de las baterías flotantes (1781-1782) a bordo de la fragata Santa Bárbara. Enseñó en la Academia de Guardias Marinas de 1783 a 1787.
Fue integrante de la segunda expedición al estrecho de Magallanes (1788-1789) con los paquebotes Santa Casilda y Santa a las órdenes de Antonio de Córdoba.  Churruca fue el encargado de la cartografía del estrecho y de las observaciones astronómicas en esa zona austral.
En 1792 se embarcó como capitán en una expedición dirigida por  Mazarredo.El objetivo era llevar a cabo una serie de estudios hidrográficos para la reforma del atlas marino de la América septentrional. Mayor general de la escuadra de Mazarredo en 1797, el año siguiente se le confió el mando del navío Conquistador y participó en la campaña que terminó en Brest (1799). Visitó París y fue recibido por Napoleón. España y Francia en ese momento eran aliadas.
Regresa a España (1802), Churruca  se volvería a hacer famoso al escribir un tratado de puntería para la artillería de Marina. Después de publicar este «best seller», solicitó y obtuvo el mando del navío San Juan Nepomuceno. con el que participó en la campaña culminada por combate de Trafalgar, donde halló una muerte gloriosa. Fue abordado y cañoneado por 5 navios ingleses a la vez, y mandó clavar la bandera para no rendirse. José Luis Corral en su libro “Trafalgar” afirma que «En la guerra entre Inglaterra y la alianza Francia-España era muy importante el control del estrecho de Gibraltar. Napoleón había decretado el cierre de todos los puertos del continente europeo a los navíos ingleses, que tenían en Gibraltar su gran base para sus naves en el Mediterráneo. La batalla de Trafalgar fue, por así decirlo, la batalla por el control del Estrecho y, por tanto, del Mediterráneo», sentencia Corral.
Desde el comienzo, la contienda había dado un vuelco a favor inglés debido a la precaria estrategia del Almirante Villeneuve. Muchos de los barcos aliados se debían enfrentar  en clara inferioridad numérica a los británicos mientras algunos de sus compañeros todavía no habían entrado en combate. Precisamente eso le sucedió al «San Juan Nepomuceno» de Churruca, al que le obligó a combatir contra nada menos que seis navíos británicos a los que puso en serios aprietos gracias a su habilidad.
Mientras dirigía el combate desde el puesto de mando, una bala de cañón le arrancó la pierna derecha por debajo de la rodilla. Sin embargo, ni siquiera una herida tan grave pudo inmovilizar a Churruca, que se mantuvo en su puesto e, incluso, arengó a sus soldados para seguir combatiendo a pesar de que la derrota era segura. «Además, se dice que al perder la piernas y no poder mantenerse en pie ordenó que trajeran un cubo con harina (o con arena en otras versiones) y allí metió el muñón para mantener la estabilidad», explica Corral.
Al final, y para desgracia de sus marineros, Churruca acabó muriendo desangrado. De él se dice que no se quejó en ningún momento y se mantuvo estoico hasta el final. De hecho, ordenó clavar la bandera de su barco para que no fuera arriada tras el abordaje inglés. A su vez, dio órdenes antes de fallecer de que nadie se rindiera mientras en su cuerpo hubiera un leve aliento de vida.
Pero de poco le valió, pues, cuando se disipó el humo de los disparos, no había duda: los españoles habían sido derrotados y muchos de sus buques capturados. Los ingleses habían vencido en Trafalgar.
«Con su muerte, España perdió uno de los mejores marinos de la época, probablemente el más preparado y el único que tenía conocimientos geográficos comparables a los de los mejores marinos ingleses o franceses», añade el historiador.

Su navío fue remolcado a Gibraltar, siendo uno de los pocos que pudieron enseñar los británicos como trofeo del combate. Durante muchos años lo conservaron, manteniendo la cámara del comandante cerrada y con una lápida en que se leía el nombre de Churruca en letras de oro, y si algún visitante pretendía entrar, se le advertía que se descubriera para poderlo hacer, como si aún estuviera presente don Cosme Damián Churruca y Elorza, brigadier de la Real Armada Española, muerto a flote del navío de su mando, dos baterías y 74 cañones San Juan Nepomuceno.
Fue nombrado Almirante a título póstumo, y en su recuerdo su sobrino recibió el título de Conde de Churruca.
Fuentes:
·         A las órdenes de las estrellas (La vida del marino Cosme de Churruca y sus expediciones a América). Mª Dolores González-Ripoll. CSIC, Madrid, 1995.
·         Trafalgar de José Luis Corral
·         Elogio histórico del Brigadier de la Real Armada Don Cosme Damián de Churruca, que murió en el combate de Trafalgar en 21 de octubre de 1805. Julián Baldomero de Churruca y Elorza, Madrid, 1806.

domingo, 8 de marzo de 2015

ALFEREZ MANUELA PEDRAZA, LA TUCUMANESA

¿En honor a quién se llama la calle Manuela Pedraza? al

ALFEREZ MANUELA PEDRAZA, LA TUCUMANESA

Es la primera mujer que se destacó en nuestra historia. Fue durante la reconquista de Buenos Aires de los ingleses, durante la primera invasión,  los días 10, 11 y 12 de agosto de 1806.


En esa época vivía con su esposo "el cabo de Asamblea José Miranda, asturiano", y residía "en el segundo Cuartel, 6ª manzana, vereda al este", de la ciudad de Buenos Aires. Hoy sería sobre calle Reconquista, antes de llegar a la esquina de Av. Corrientes.
La lucha final por la Reconquista de la ciudad de Buenos Aires, tuvo lugar cuando Santiago de Liniers al frente de las milicias y los voluntarios  tomaron la Plaza Mayor y pusieron sitio al Fuerte de la ciudad, que era el último bastión en donde se habían atrincherado los invasores británicos. El marido de Manuela formaba parte de esa fuerza. Ella decidió combatir a su lado.  Es legendaria la participación del pueblo, hombres, mujeres y niños de todas las edades participaron de la Reconquista. Entre ellos se incluye a Juan Manuel de Rosas, que tenía en esos días 13 años, y participó con heroísmo en la misma.
El 11 de Agosto de 1806, durante el combate, el marido de Manuela cae mortalmente herido por un disparo de un soldado británico. Cuenta la historia que Manuela tomó el fusil que dejó caer su marido, y con esa arma, mató, a su vez, a quien había disparado contra su esposo. No contenta con ello persigue al pelotón enemigo y mató a otro soldado inglés de un bayonetazo. Luego le arranca el fusil, que presenta, después, como trofeo a Liniers.

Al término de la lucha, Liniers en el parte al Rey de España, específicamente al ministro Manuel Godoy (el "Príncipe de la Paz"), en la Corte de España, relatándole sobre la gesta de la Reconquista informa: "No debe omitirse el nombre de la mujer de un cabo de Asamblea, llamada Manuela la Tucumanesa, que combatiendo al lado de su marido con sublime entereza mató un inglés del que me presentó el fusil".  El parte de Santiago de Liniers que se encuentra en el Museo del Cabildo.
Atendiendo a la precaria situación económica de Manuela. Santiago de Liniers se preocupó especialmente para que Manuela Hurtado y Pedraza tuviera un merecido reconocimiento, por parte del Rey de España y del Cabildo de Buenos Aires.
Carlos IV, el rey de España en despacho fechado 24 de febrero de 1807 en el Palacio del Pardo la reconoce expresando: “"El Rey: por cuanto atendiendo al valor y distinguida acción de doña Manuela La Tucumanesa, combatiendo al lado de su marido, en la Reconquista de Buenos Aires, he venido en concederle, el grado y sueldo de Subteniente de Infantería. Por tanto mando a los Capitanes Generales. Gobernadores de las Armas y demás cabos, mayores y menores, oficiales y soldados de mis ejércitos, la guarden y hagan guardar las honras, gracias, preeminencias y exenciones, que por razón de dicho grado le tocan y deben ser guardadas, bien y cumplidamente. Que así es mi voluntad y que el Ministro de mi Real Hacienda, a quien perteneciere, dé la orden conveniente, para que se tomen razón de este Despacho, en la Contaduría Principal y en ella se formará asiento con el expresado sueldo, del cual ha de gozar, desde el día del cúmplase de este Despacho, sin contribuir cosa alguna, al derecho de media anata. Dado en El Pardo a veinticuatro de febrero de mil ochocientos siete, firmado el Rey; José Caballero; S. M. concede grado y sueldo de Subteniente de Infantería a doña Manuela La Tucumanesa." Este documento se encuentra en el Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires.

Posteriormente. el 25 de mayo de 1807, el Cabildo porteño le acordaba una gratificación de 50 pesos por única vez; y a partir de junio, mientras durase la guerra con los ingleses, el sueldo de “soldado del Cuerpo de Artillería de la Unión”.
Liniers a su vez, la integra al recientemente creado Batallón de Patricios y le da el grado de Alférez (subteniente o portaestandarte)  concedido por el rey.