miércoles, 8 de abril de 2015

MARIANO NECOCHEA: PROCER DE ARGENTINA Y DE PERU

MARIANO NECOCHEA: PROCER DE ARGENTINA Y DE PERU

SOLDADO DE SAN MARTIN Y DE BOLIVAR



Mariano Necochea nació en Buenos Aires el 7 de septiembre de 1792, hijo padres españoles, del rico vasco navarro Casimiro Francisco Necochea y de María Mercedes porteña. En 1802, fue enviado a Sevilla, donde estudió matemáticas, humanidades e idiomas a Sevilla. Regresó a Buenos Aires en 1809, a la muerte de su padre, para hacerse cargo de los negocios de éste. Salió rumbo a Buenos Aires el 14 de noviembre de 1809 y llegó a su tierra en vísperas de la Revolución de Mayo.
No participó en la Revolución de Mayo, y se mantuvo ligado al comercio exterior.
En 1812, sorpresivamente se incorporó al Regimiento de Granaderos a Caballo que acababa de fundar el coronel José de San Martín con el grado de alférez. El 24 de abril de 1812,  el 24 de septiembre del mismo año fue promovido a teniente. Participó en la batalla de San Lorenzo, el 3 de febrero de 1813, y por su actuación mereció ser ascendido a ayudante mayor.     Dada su cultura refinada, su jefe le encargó redactar el parte oficial de la victoria.

Se hallaba en Santa Fé, con una compañía de granaderos, cuando recibió la orden que debía marchar con destino a Tucumán para incorporarse al regimiento, ya que San Martín había sido designado jefe del Ejército del Norte.
Luego fue destacado para prestar servicios en la vanguardia de las tropas que debían apoyar los restos del ejército de Belgrano a las órdenes del general Rondeau. Marchó  más tarde hacia el norte destacándose por su coraje en el encuentro del Tejar, el 26 de enero de 1815, donde se salvó de caer prisionero por la desmesura de su arrojo.
Así describe Yaben el hecho: “El jefe de vanguardia de las fuerzas del Alto Perú, Cnl D Martín Rodríguez fue sorprendido por una división española y capturado con su fuerza en el Tejar; cuando se realizó la sorpresa, el capitán Necochea resistió en un corral de piedra con 25 granaderos, mas al ver la inutilidad de sus esfuerzos, monta su caballo en pelo y como un rayo se lanza sobre la caballería enemiga, partiendo en dos la cabeza de un bravo soldado que intenta detenerlo y esgrimiendo siempre su ensangrentado sable, se abre paso a través de las tropas realistas, siendo el único que escapa de aquella sorpresa, gracias a su arrojo temerario”.
Estuvo en Venta y Media y Sipe Sipe, donde  luego de un brillante desempeño, fue herido durante la retirada del ejército sucedida la derrota, y estuvo a punto de ser víctima de los lugareños prorrealistas siendo salvado por el Cnl Hilarión de la Quintana.

Tras esa campaña en el Alto Perú, se trasladó a Mendoza para integrar las fuerzas que preparaba San Martín en el campamento del Plumerillo.
Tenía el grado de sargento mayor cuando comenzó la campaña a Chile. En el cruce de los Andes formó la vanguardia de la columna al mando de O’Higgins y tuvo los primeros encuentros con los realistas.
Se distinguió en la batalla de Chacabuco, y en el parte que San Martín envió al gobierno señaló que el comandante Necochea, con su 4to Escuadrón y su escolta cayó por la derecha haciéndoles un estrago terrible.
Fue enviado más tarde al sur de Chile, concurriendo al asalto de la plaza de Talcahuano, el 6 de diciembre de 1817, estuvo en Cancha Rayada y en la batalla de Maipú, donde recibió una herida de importancia en la mano derecha.
Por su actuación en 1818 fue promovido a coronel graduado, obteniendo también la condecoración de la “Orden del Mérito” de Chile. Continuó con San Martín la campaña del Perú, participando en la ocupación de Lima y del Callao, obteniendo el grado de general de brigada en 1821.
Retirado San Martín después de la entrevista de Guayaquil, continuó prestando sus servicios a las órdenes de Bolívar, quien en febrero de 1824, lo designó gobernador de Lima, labor en la que tuvo como secretario general de gobierno a Tomás Guido.
Participó en muchas acciones de guerra, y acreditó en todas partes su arrojo temerario.
En la batalla de Junín, el 6 de agosto de 1824 cayó en poder de los españoles con siete heridas de lanza siendo rescatado por Manuel Isidro Suárez, quien decidió la batalla con una oportuna carga de los escuadrones que mandaba. Bolívar hizo constar en el parte su heroísmo, con las siguientes palabras: “Necochea se arrojó a las filas enemigas con una impetuosidad heroica” recomendándolo a “la admiración de América”, por lo que fue ascendido a general de división.
Repuesto de sus heridas, luego de Ayacucho, Bolívar le encomendó la dirección de la Casa de Moneda de Lima pero en 1826 fue detenido bajo el cargo de conspirar contra el Libertador  de la Gran Colombia sin que se le probara cargo alguno. Agraviado, decidió abandonar el Perú no sin antes devolver los despachos de general y algunos valores que poseía.
Al regresar a Buenos Aires, le sorprendió la noticia de la guerra del Brasil designándolo Rivadavia jefe de las fuerzas de reserva reunidas en la Capital, además de ser designado coronel del Cuerpo de Voluntarios denominado “Húsares defensores del honor nacional”, el 20 de diciembre de 1826. Pidió ser enviado al frente de operaciones, pero al no lograrlo regresó al Perú.
A raíz de haber roto Perú relaciones con Colombia, volvió a Buenos Aires, donde solicitó un puesto en el Ejército  de Operaciones, pero el gobierno se contentó con dárselo en la frontera sur, destino que declinó.
Fue sancionado por el gobernador Manuel Dorrego por pretender volcar una elección en favor de los unitarios, votando con todo su regimiento. No obstante, algunos autores citan el episodio como la intervención de Necochea en contra de un oficial partidario de Dorrego, que pretendía hacer votar a sus soldados en su favor.
Apoyó a Juan Lavalle en la revolución de diciembre de 1828, pero no tomó parte en la guerra civil que siguió. Abandonó Buenos Aires a fines del año siguiente, poco después de la caída de Lavalle.
En 1829 regresó al Perú, fue deportado a Bolivia y en 1831, retornó una vez más allí en virtud de una ley de amnistía, a cuyo beneficios se acogió. Volvió a ocupar la dirección de la Casa de Moneda. 
Al estallar la guerra civil en 1831, el gobierno le dió el mando del ejército y en ese carácter, marchó sobre la capital donde se encontraba el presidente Obregoso. En 1834 se le confirió la más alta distinción peruana, el grado de gran mariscal.
Víctima por tercera vez de la proscripción, se vió obligado a refugiarse en Chile. Allí pasó serias necesidades y sufrimientos hasta que en el Perú fue repuesto en sus grados y honores, y volvió a ocupar la dirección de la Casa de Moneda.
Desde fines de 1845, los padecimientos de Necochea, ocasionados por una grave enfermedad pulmonar, como consecuencia de las heridas recibidas en Junín, fueron permanentes. Sanchez Zinny afirmó que el lanzazo recibido en tan cruento combate, que le atravesó el pulmón izquierdo, fue causa de la consunción que se exacerbó en el año citado.
En la primavera de 1848, se estableció en la casa donde le sorprendió la muerte, en el entonces caserío de Miraflores, 5 Km al sur de Lima, hoy parte integrante de la gran Lima, el 5 de abril de 1849.
Al conmemorarse el centenario de su fallecimiento la república hermana del Perú lo declaró prócer nacional y sus restos mortales, que reposaban en un dignísimo mausoleo levantado por suscripción pública, fueron trasladados al Panteón de los Próceres.
En la provincia de Buenos Aires se encuentra la ciudad de Necochea, cabecera del municipio del mismo nombre. El Ejército Argentino denomina con su nombre al Regimiento de Caballería de Tanques Nro 8 con asiento en la ciudad de Magdalena, en la misma provincia. También es homenajeado en las principales ciudades de la Argentina, mediante la imposición de su nombre a diferentes calles. En el Perú es considerado un héroe de la independencia y ostenta el título de Gran Mariscal del Perú. Sus restos descansan en Lima en la iglesia de San Carlos.
El 5 de abril de 1949 al cumplirse el centenario de su muerte el presidente argentino Juan D. Perón solicitó al gobierno del Perú la restitución de los restos del héroe.
La respuesta del gobierno peruano fue que Necochea había vivido mucho más tiempo en el Perú que en la Argentina, que se había transformado en ciudadano del Perú por voluntad propia, que el pueblo del Perú lo amaba y que había sido mariscal de sus ejércitos, por lo que no aceptó el traslado propuesto por la Argentina.

Yaben cierra su biografía recordando un largo fragmento de la justiciera semblanza que Angel J. Carranza hiciera de Mariano Necochea del que extraemos estos conceptos: “Figura gallarda, maneras cultas y desenvueltas, cabello ondeado y renegrido, barba tupida, rostro significativo y mirada magnética, cualidades que reunía una salud de bronce, fuerzas hercúleas, destreza suma en el caballo, y más que todo, una gigantesca reputación de valiente. ...”
“Huracán de furor en la refriega, cuanto benigno en los cuarteles, poseía en alto grado el secreto de aguerrir y hacerse adorar por sus soldados”.
“Patriota sin exageración, subordinado sin humillación, reflexivo antes de resolverse y resuelto sin consultar peligro, su vida era la vida de la Patria. Necochea era el soldado de toda hora y el general en el vivac”.

BIBLIOGRAFIA

EDUARDO F. SANCHEZ ZINNY, Historia del General Mariano Necochea, La Plata, 1939, 2 ts.
RAMON PEREZ DEL VISO, General don Mariano Necochea. Síntesis biográfica, Santa Fé, 1949.
FEDERICO A. GENTILUOMO, Necochea. El General romántico, Tucumán, 1951.
CARLOS ALBERTO SALAS, Muerte y glorificación del Gran Mariscal Mariano Necochea, en La Nación, 16 marzo de 1961. 
GUSTAVO MARTINEZ ZUVIRIA, Los tiempos de Mariano Necochea, Bs. As., 1961.

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