jueves, 27 de agosto de 2015

Comodoro Luis Py

Comodoro Luis Py



Nació en Barcelona el 22 de marzo de 1819.  Muy joven vino a la República Argentina, a la que consagraría 41 años de su existencia en el servicio naval.  En efecto, el 6 de enero de 1843 como subteniente, ingresó al servicio de la Armada, prestándolos bajo el mando del coronel Nicolás Jorge, el que desempeñaba las funciones de jefe estacionario de las costas del Buceo y de Maldonado, con la goleta “Chacabuco” y otras embarcaciones, con motivo del bloqueo de Montevideo; estando todas aquellas fuerzas bajo el superior comando del almirante Guillermo Brown.  Posteriormente pasó como 2º comandante del pailebot “San Cala”, en calidad de subteniente de marina, asistiendo a numerosas acciones, las que no bajaron de 20, entre ellas la de la Isla de Ratas, en la bahía de Montevideo, siendo el comportamiento de Py en las mismas, el de un oficial valiente y arrojado.
Continuó en el bloqueo de Montevideo “hasta que tomaron la escuadra argentina, los franceses e ingleses”, según reza una certificación de servicio del propio Py; habiéndose éste trasladado días antes con su pailebot, y ganado el Riachuelo, escapando de esta manera de ser capturado como sucedió con los demás buques (2 de agosto de 1845).
En 1847 formó parte de una escuadrilla que, a las órdenes del coronel Jorge, operó en el Paraná, actuando el subteniente Py como 2º del “San Calá” y después como 2º de la goleta “Chacabuco”, habiendo desempeñado comisiones importantes con esmero y prontitud, regresando a Buenos Aires a principios de 1850, época en que Py dejó de estar a las órdenes de Jorge, por haber entregado éste el mando de los buques y tripulaciones al entonces jefe de la escuadra, coronel José María Pinedo.
El coronel Nicolás Jorge, en un informe que lleva fecha 11 de noviembre de 1860, dice: “También es de mi deber exponer y de justicia, que el “capitán D. Luis Py es un buen marino, e inteligente y su conducta no ha dejado que desear, como lo pueden justificar las comisiones honoríficas que ha desempeñado de un año a esta parte; es cuanto tengo que exponer en juicio de la verdad”.  El coronel José María Pinedo en un corto informe de fecha 13 de noviembre del mismo año, confirmaba en todas sus partes lo manifestado por su colega Jorge.
Luego de la batalla de Caseros, Py sirvió en 1853 a las órdenes de Murature, embarcado en el “General Pinto”, interviniendo en todas las operaciones navales que tuvieron lugar con motivo de la guerra entre Buenos Aires y la Confederación Argentina, hasta que fue desarmada la escuadra porteña.  Se volvió a presentar voluntario al mismo coronel Murature, en 1859, para ofrecerle sus servicios en la escuadra de la provincia de Buenos Aires.  En un informe del 15 de diciembre de 1860, Murature se expresa de Py en los términos siguientes: “es valiente, sereno, honrado y amigo de los hombres libres; tiene buenos conocimientos de marino”.
Py formó parte de la escuadra de Buenos Aires mandada por el coronel Antonio Sussini desde el 30 de agosto de 1859 fecha en que fue ascendido a capitán y tomó el comando del vapor “25 de Mayo” y pasando sucesivamente a desempeñar el mismo cargo en el bergantín-goleta “Nicolás”, vapor “Constitución” y “Caaguazú”.  Se batió en el ataque a la ciudad de Rosario, así como también, mandando el vapor “Constitución”, en el combate naval frente a San Nicolás, contra la escuadra confederada que mandaba el coronel Mariano Cordero, librado el 25 de octubre de 1859, estando embarcado en la de Buenos Aires el ejército de Mitre que acababa de ser batido en la cañada de Cepeda, el día 23.  Y el mismo coronel Sussini, en un informe del 11 de diciembre de 1860, agrega: “y si a esto se añade su bravura con los vastos conocimientos militares que posee, no debe extrañarse que el que firma lo recomiende eficazmente a la consideración de V. S.  Su moral y conducta intachable, son otros tantos títulos que por sí lo recomiendan.  En 1862 pasó a mandar el “Guardia Nacional”, buque que arbolaba la insignia de Murature, en Paysandú, a fines de 1864, cuando la plaza fue cobardemente bombardeada por la escuadra brasileña.
En la guerra del Paraguay le tocó actuar en clase de teniente coronel (grado que le fue otorgado el 5 de noviembre de 1864) y como segundo del coronel José Murature, que enarbolaba su insignia de jefe de escuadra en el vapor “Guardia Nacional”, hallándose a su bordo en el famoso pasaje de Las Cuevas, el 12 de agosto de 1865, en que se combatió rudamente contra las baterías paraguayas establecidas en aquel punto.  El puesto que ocupó en la línea de batalla de la escuadra aliada el “Guardia Nacional”, fue a popa del buque insignia del almirante Barroso, “Amazonas”; durante los tres cuartos de hora que duró el combate, el buque de Murature y Py consiguió apagar momentáneamente los fuegos de la batería rasante de la playa, disparando el “Guardia Nacional” 38 tiros en la acción y recibiendo en su casco varios impactos que le ocasionaron 15 bajas, entre ellas los valientes oficiales, el teniente José Ferré, hijo del general Pedro Ferré; y el guardiamarina Enrique Py, hijo del comandante Py.  A este último, una bala de cañón le arrancó una pierna por la parte de adelante y murió el día 13, en la amputación.
El comandante Py se halló en el Paso de la Patria, a donde habían llegado las fuerzas navales aliadas el 17 de marzo de 1866, interviniendo éstas en el pasaje del río Paraná por el ejército aliado, el 16 del mes siguiente, teniendo que bombardear durante esta jornada al punto de fortificado de Itapirú, el que fue evacuado el día 17 por los paraguayos.  En esta acción como en todas las demás de esta campaña, fuera del “Guardia Nacional”, tomaron parte los demás buques argentinos, transportes armados: “Libertad”, “Chacabuco”, “Gualeguay”, “Espora”, “Pavón”, “Buenos Aires”, así como otros mercantes fletados por nuestro Gobierno.
El 15 de febrero de 1868 ascendió a coronel graduado, e intervino en la guerra del Paraguay hasta su total terminación, bajando entonces a Buenos Aires; pero el estallido de la rebelión de López Jordán, en abril de 1870, le obligó a intervenir activamente, siempre como 2º jefe de la escuadra, la que operó como anteriormente, a las órdenes de Murature.  Terminada aquella campaña, a fines de 1871, el coronel Py pasó a desempeñar las funciones de jefe de la Isla Martín García.  Lleva fecha 8 de mayo de 1873 la última memoria suscrita por Py en aquel puesto.
Cuando en 1874 llegó la nueva escuadra adquirida por Sarmiento, Py ocupó el cargo de 2º jefe de la misma, a las órdenes de Murature.  Con motivo del estallido de la revolución mitrista, el 6 de octubre de aquel año, el coronel Py fue nombrado jefe de la división encargada de perseguir a la cañonera “Paraná”, que se había sublevado con Erasmo Obligado; la que fue reforzada con el vapor mercante oriental “Montevideo”, que pasó a llamarse “General Rivas”, cuyo mando ejerció el capitán B. Magnasco, con el grado de sargento mayor.  La división de Py fue constituida por las siguientes unidades: “General Brown”, “Uruguay”, “Pavón”, “Puerto de Buenos Aires” y “Coronel Roseti”.  Leandro N. Alem estaba embarcado en la misma en calidad de secretario.
El 11 de noviembre de 1874 zarpó con su división, persiguiendo a los sublevados el día 15 hasta más al Este de Maldonado; al oscurecer, el “Brown” y la “Uruguay” tenían al “General Rivas” a menos de una milla, haciéndose inminente la acción, pero la mar gruesa arbolada por un viento del E., tenía a mal traer a los demás vapores, que eran a ruedas, y que debieron abandonar la caza.  Obligado con la “Paraná”, aprovechando la oscuridad, hizo rumbo a Buenos Aires donde se presentó con bandera de parlamento, rindiéndose.
El 31 de enero de 1876 se creó la Comandancia General de Marina, cuya jefatura pasó a ejercer el coronel Mariano Cordero; y la escuadra, a la que ya se habían incorporado “El Plata” y “Los Andes”, recientemente construidos, se subdividió en 2 divisiones iguales, mandando Py la segunda de ellas, con su insignia en el último de los monitores nombrados.  En 1876-1877 toda la escuadra fue puesta en desarme por la mala situación financiera del país, pasando todos los buques a amarrar a Zárate y al río Luján; quedando todos a las órdenes de Py, quien, con motivo del incendio del vapor torpedero “Fulminante” tuvo una actuación por demás distinguida, activa y encomiástica para salvar a los buques allí amarrados.
Se hallaba desempeñando tan apacibles servicios, cuando a mediados de setiembre de 1878, el telégrafo trajo a Buenos Aires la noticia de un grave conflicto internacional: la cañonera chilena “Magallanes”, en conocimiento de que la barca norteamericana “Devonshire” se disponía a extraer guano de la isla de “Los Leones”, en Santa Cruz –faena para la cual tenía permiso de las autoridades argentinas- se trasladó a aquel puerto y capturó a la barca de referencia, a la que condujo a remolque a Punta Arenas.
Tal noticia produjo en Buenos Aires extraordinaria excitación y el primer acuerdo del Gobierno fue disponer la ocupación militar de Santa Cruz, disponiendo al efecto, el Ministro de Guerra y Marina, general Roca, el alistamiento de los buques que se hallaban fondeados en Los Pozos: monitor “Los Andes”, bombarderas “República” y “Constitución”, y la goleta “Cabo de Hornos”, puestas a las órdenes de Piedrabuena, experto conocedor de las costas del Sud.  La escuadra así constituida fue ofrecida a Mariano y Bartolomé Cordero, quienes rehusaron tal honor, según afirma el teniente general Pablo Riccheri.  Era una empresa náutica considerada difícil la conducción de aquellos buques de río por las procelosas aguas del Atlántico Sur.  El coronel Py aceptó sin titubear tan honrosa misión, enarbolando su insignia en “Los Andes”.
El 8 de noviembre de aquel año partieron para Santa Cruz las primeras unidades de aquella escuadra, la que fue reforzada con la cañonera “Paraná” y el cutter “Los Estados”; yendo a su bordo un destacamento de 25 hombres de Artillería de Costas al mando del entonces sargento mayor Félix Adalid, en calidad de tropa de desembarco.  El 21 de aquel mismo mes la escuadra zarpaba de Patagones, llegando a Santa Cruz el día 26, con “la última palada de carbón y sorteando toda clase de dificultades náuticas”, lo que revela la capacidad de su Jefe.  Primeramente fondeó a dos cables de la entrada a Santa Cruz, en la margen izquierda de la Isla Leones y el Monte Entrada; cambiando el día 29 de fondeadero al N. de la misma isla.  El 1º de diciembre se efectuó el desembarco general en la parte Sud de la ría, tomando posesión de la misma el jefe de la escuadra, la que había fondeado en el puerto de “Los Misioneros”.  Allí encontraron una casilla que en 1873 había hecho construir el gobierno chileno para la capitanía que pensó establecer.
El regreso se inició el día 14 de marzo de 1879, ya completamente calmados los espíritus.  La “República” llegó a Deseado, donde quedó de estación.  La “Constitución” (capitán Cabassa) y el monitor “Los Andes” llegaron el 20 de aquel mes a Patagones, donde permanecieron hasta el mes de setiembre del mismo año, en que recibieron orden de regresar a Buenos Aires, lo que también verificó la “Uruguay”, conjuntamente con los dos buques mencionados.  Poco después fue comisionado con el “Andes” para la vigilancia cuarentenaria de este puerto hasta comienzos del año 1880.
Es digna de transcribirse la Orden General que el valiente Py lanzó a las tripulaciones de su minúscula escuadra, antes de abandonar Patagones en viaje al Sur.  Ella dice: “Pronto a zarpar en el desempeño de una misión delicada del Gobierno de la Nación, es menester que para lograr el buen éxito de ella, reine la más severa disciplina y la más perfecta armonía entre todos.  El patriotismo y el deber militar nos lo impone, y espero que sin esfuerzo alguno será cumplido por todos y cada uno de vosotros.  Vuestro Jefe y amigo. – Luis Py. – Puerto de Patagones, Noviembre 18 de 1878”.  Por su actuación entonces, el 9 de julio de 1880 ascendió a comodoro.
Este fue el último acto guerrero del valiente marino, pero él es suficientemente grande como para colocar el nombre de Luis Py entre los más esforzados guerreros navales de la República Argentina, aún suponiendo que sus honrosísimos antecedentes anteriores no lo hicieran acreedor a la justa recordación de los argentinos.  El comodoro Luis Py falleció el 22 de febrero de 1884, víctima de un ataque cerebral, siendo enterrado en el Cementerio de la Recoleta, donde su familia ha hecho levantar el monumento recordatorio donde se destaca el busto gallardo del heroico marino.  Al morir desempeñaba la jefatura de la 2ª División (desde 1880, con la que contribuyó a sofocar la revolución de ese año) y la de los Talleres de Marina.
El comodoro Py se casó en segundas nupcias el 13 de junio de 1868 con Luisa Bozzano, porteña (nacida en 1840), hija de Francisco Bozzano y de María Bataglia de nacionalidad italiana.  Fueron testigos de este matrimonio, el comodoro José Murature y Luisa Murature de Zaracondegui.
Con motivo de su fallecimiento, el diario “La Prensa” en su número del 24 de febrero de 1884, en sus notas necrológicas sobre Py, dijo con extrema justicia: “El comodoro Py era un hombre de bien; jamás salpicaron su reputación las mil acusaciones que han caído sobre el personal de la marina; su personalidad se levantaba ilesa y gallarda sobre todas las miserias.  El país pierde en Py uno de sus brazos más fuertes; un marino bravo que le habría dado nuevas glorias en los combates, porque su alma estaba templada en la nota más alta del valor heroico”.
“Los marinos jóvenes deben conservar siempre la memoria del Comodoro Py, y si aprenden a imitar sus virtudes, serán valientes, honrados y dignos”.
Pocos años antes de su muerte, Py recibió el diploma y medalla de oro por la campaña del Río Negro; la que junto con la que se le otorgó por la Guerra del Paraguay, ostentaba orgullosamente en su pecho varonil.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Portal www.revisionistas.com.ar
Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1939).
Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar ¡Gracias!

Mariano Boedo

Mariano Boedo



Nació en Salta, el 25 de julio de 1782, siendo sus padres, Manuel Antonio Boedo y María Magdalena Aguirre.  Fue bautizado el día 27 del mismo mes con los nombres de Mariano José.  Hizo sus primeros estudios en el Seminario Conciliar de Nuestra Señora de Loreto, en Córdoba, donde cursó tres años, pasando después a completar su carrera literaria a la Universidad de Charcas, en donde, por no pagar los fuertes derechos que demandaba el doctorado, su familia que lo costeaba, lo facultó solamente para el de Licenciado “in utroque”, no obstante haber dado brillante prueba de su capacidad en los estudios hechos sobre leyes civiles y teología, donde mostró ingenio peregrino y un profundo talento; de lo que pudo quedar justamente complacida y orgullosa su ausente madre, leyendo sus cartas, en que decía: “Fuera de los tres exámenes de leyes que tengo dados –de los que salí con mucho lucimiento y aplauso- di uno de teología, el día 18 del presente mes, de sesenta cuestiones.  Salí con muchos más aplausos que en los de leyes, mereciendo que el rector de la Universidad divulgase mi habilidad por toda Chuquisaca y que hiciera mucha estimación de mí, hasta llegar a decirme que me dispensaría algún dinero del grado” (carta de Boedo del 25 de abril de 1803, archivada en el expediente de la testamentaria de Manuel Antonio Boedo).
En 1804 logró ocupar la secretaría de la Real Audiencia y en mayo de 1805 se recibió de abogado.  Durante la estada de Mariano Moreno en Charcas, ambos cultivaron amistad y confianza, siendo condiscípulos y profesando ambos ideas federales, coincidiendo también en lo altivo y orgulloso del carácter.  Su guardián preceptor, el doctor Fernando Córdoba, hubo con este motivo de impresionarse, causa por la cual escribía a la madre de Boedo: “En él descubro bastante juicio, opinando que es conveniente se le amenguara la mesada, puesto esto es lo que domará su engreimiento, con que crea Ud. la ha de rogar”.
Esta vinculación con Moreno fue seguramente lo que determinó a éste a nombrar a Boedo, que se hallaba en Salta en aquella época, Asesor del coronel Juan Martín de Pueyrredón, que con fecha 3 de agosto de 1810 había sido designado por la Junta de Buenos Aires, gobernador intendente de Córdoba.  Boedo fue nombrado por decreto de la Junta de fecha 20 de noviembre de aquel año.
Cuando a fines de 1815 estallaron las desavenencias entre el general Rondeau y Güemes, que se complicaron con el distanciamiento entre Salta y Jujuy, por haberse negado el Cabildo de esta última a reconocer a Güemes como gobernador legítimo de la Provincia, Mariano Boedo fue designado por este último como su agente ante el Cabildo jujeño a fin de que iniciara las gestiones tendientes a conseguir un amistoso acuerdo de manera que se evitara un derramamiento de sangre.  El más feliz éxito coronó las diligencias de Boedo, y Güemes fue reconocido por los cabildantes de Jujuy, en su alta autoridad.
Convocados los pueblos de las Provincias Unidas del Río de la Plata para nombrar sus representantes al Congreso General Constituyente que había de reunirse en Tucumán en el año 1816, la asamblea electoral de Salta eligió diputados a ese Congreso, al coronel José Moldes, y a los doctores José Ignacio de Gorriti y Mariano Boedo.  Este último fue designado junto con el Dr. M. Ulloa, para proyectar las instrucciones y poderes de que debían investirse dichos representantes, y reunido el Congreso, en la sesión del 2 de mayo de 1816, se leyó el acta de elección para diputado por Salta, extendida a favor del Dr. Mariano Boedo, lo que una vez reconocida, se aprobó a pluralidad de votos, e inmediatamente fue incorporado en el seno de la representación nacional.
En la sesión del 1º de julio del mismo año, el Congreso lo eligió su vicepresidente, y en la sesión del 9 aclamó la Independencia, firmando en tal carácter la memorable Acta.
Amigo y compañero de representación del coronel Moldes, en las sesiones de los días 14 y 15 de octubre, hizo moción para que se tratara la incorporación de aquél; pero el Congreso se pronunció en contra, por cuanto Moldes a su arribo a Tucumán, no comunicó su llegada ni tampoco envió para su registro sus poderes, por lo que en vista de la actitud del Congreso, Moldes varió de manera de pensar y en la sesión del 17 del mismo mes presentó sus poderes; pero habiendo Godoy Cruz entablado contra Moldes una acusación por violación de correspondencia, la incorporación de éste fue aplazada.  Boedo insistió en su propósito en la sesión del 5 de noviembre, sin lograr que se cumplieran en la medida de sus deseos.
Planteada con este motivo una real desinteligencia entre Moldes y el Congreso, Boedo resolvió no asistir a él, y éste en su sesión del 19 de noviembre, determinó se le pasara a aquél una nota “para que sin excusa ni réplica asista desde la sesión siguiente”.  Si concurrió o no a las sesiones, no se tienen noticias, pues sólo se sabe que el 25 del mismo mes, presentó Boedo una nota del gobierno de Salta, en la que se manifestaba al Congreso “que si no se trataba la incorporación de Moldes, se retirarían los demás diputados de Salta”.  Vehemente partidario de Moldes, Boedo se convirtió en su decidido defensor.  Participó de las prevenciones de aquél contra Buenos Aires y votó su candidatura para Director Supremo del Estado.
En enero de 1817 desempeñó la presidencia en turno del Congreso.  Continuaba en la misma cuando en la sesión del 18 de febrero de 1818, se recibió el acta de la junta electoral de Salta, en la que se comunicaba que en reemplazo de Moldes y de Boedo, que terminaban su mandato, habían sido electos diputados por aquella provincia, el coronel Mateo Saravia y el Dr. Juan Marcos Salomé Zorrilla, y en la sesión del 7 de noviembre, previo informe del diputado Salguero, se decretó la remoción de Boedo y la incorporación de Zorrilla.  Con este motivo, el Congreso le acordó un viático para que regresara a su provincia.
Poco después se trasladó a Buenos Aires, donde falleció el 9 de abril de 1819, a la temprana edad de 36 años.  Fue el Dr. Mariano Boedo tío de los coroneles de milicias José Félix y Mariano Boedo, ambos guerreros del Brasil, víctima el último del general Lavalle, que lo mandó fusilar en 1841.
El Dr. Mariano Joaquín Boedo era hermano del teniente coronel Juan Ramón Boedo, muerto gloriosamente en el ataque a la fortaleza de Talcahuano, el 6 de diciembre de 1817.  Estaba casado con Francisca Javiera Lesser.
Sus restos se hallan depositados en la cripta de la Basílica de San Francisco de Asís en Buenos Aires, por deseo suyo, expresado en su testamento.
Una calle, una plaza (comprendida por las calles Estados Unidos, Virrey Liniers, Carlos Calvo y Sánchez de Loria) y un barrio de Buenos Aires, llevan su nombre.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas.  Buenos Aires (1938).
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miércoles, 26 de agosto de 2015

JUAN ANTONIO LAVALLEJA

JUAN ANTONIO LAVALLEJA




Juan Antonio Lavalleja (1786-1853)   

Fue este patriota oriental gran amigo de Rosas, quien apoyó decididamente la cruzada de los 33, en 1825. Nació Juan Antonio Lavalleja en Minas (República Oriental) en 1786. 

De jovencito estuvo dedicado a labores del campo, pero en 1811 entró en la carrera de las armas para servir con los patriotas. Así peleó en Las Piedras, a las órdenes de Artigas, pero luego cayó prisionero de los portugueses, que lo llevaron a Río de Janeiro.

De vuelta a su provincia, luchó nuevamente en las filas artiguistas y se contó entre los vencedores de Guayabos, el 10 de enero de 1815, donde fue vencido Manuel Dorrego, por entonces en el bando directorial.

En 1819 fue hecho otra vez prisionero, de los portugueses y debió permanecer tres años lejos de su patria, sufriendo el ostracismo y otros padecimientos, en la Isla das Cobras.

En 1825 se hallaba en Buenos Aires, al frente de un saladero en Barracas, cuando se organizó la cruzada de los 33 Orientales, con la cual se inició la liberación del Estado Oriental en poder de los portugueses. En abril desembarcó con sus compañeros en la playa del Arenal Grande; puso sitio a Montevideo, y el 12 de octubre de 1825 derrotó en Sarandí al Bentos Manuel, del ejército imperial. En 1826, al estallar la guerra con el Brasil, sirvió en el ejército republicano a las órdenes de Alvear. En octubre de 1827 se constituyó en dictador de la Banda Oriental y estableció su capital en el Durazno. Al año siguiente sucedió a Alvear en la jefatura del ejército republicano. En 1829 asumió el cargo de gobernador del Estado Oriental, sucediendo a Rondeau.

Fue Lavalleja muy amigo de San Martín, a quien rindió homenaje en febrero de 1829, a su paso por Montevideo. Del jefe oriental, verdadero libertador de su patria, podemos decir con Plácido Abad que "no ha tenido biógrafo que estudiara con Paciente amor la importancia y extensión de sus servicios". 

A poco de integrar un triunvirato revolucionario, murió en la capital uruguaya el 22 de octubre de 1853. Estaba casado con doña Ana Monterroso.


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Batalla de Curapaligüe

Batalla de Curapaligüe


Batalla de Curapaligüe – 4 de abril de 1817
Batalla de Curapaligüe – 4 de abril de 1817




















Luego de la Batalla de Chacabuco el cansancio de las tropas impidió a San Martín perseguir a los realistas hasta su aniquilamiento. Pudieron estos rehacerse en el sur, donde contaban con numerosos partidarios, recibieron refuerzos desde el Perú y afirmándose en sus montañosas regiones, prolongaron su resistencia por un año más. Pareció en un principio esta resistencia, consecuencia lamentable de un descuido o de una falta de previsión de San Martín, pero el tiempo le dio la razón. A los pocos días de ocupar a Santiago, el General San Martín dio orden para que una división marchara hacia el sur a completar la victoria con la persecución del enemigo. La dificultad de aprovisionarla la retardó hasta el de 3 de marzo. En esas serranías la marcha fue lenta y difícil.

El Coronel Las Heras que la mandaba partió con sus 1.300 hombres casi sin caballos. Irritado O’Higgins por la lentitud de esa marcha, llegó a acusar al jefe argentino de negligencia y abandono y hasta pretendió juzgarlo militarmente. Finalmente se decidió a ir él mismo a dirigir la campaña. Sin embargo Las Heras se había comportado valientemente. A principios de abril había acampado en la hacienda de Curapaligue, a 20 kilómetros de Concepción. El jefe de la plaza de Talcahuano, Ordoñez, le atacó en la noche del 5, sabiendo que O’Higgins acudía con nuevas tropas. Las Heras le rechazó con graves pérdidas y luego siguió avanzando. Ocupó a Concepción y puso sitio a Talcahuano, fortificándose en el cerro Gavilán. El 5 de mayo el tenaz Ordóñez volvió a atacar a los patriotas. Cuando la victoria estaba ya decidida apareció la vanguardia de O’Higgins que la completó. El director chileno asumió el mando de todas las fuerzas sitiadoras.

Había tardado en llegar más tiempo aún que Las Heras. O’Higgins fue conquistando poco a poco los fuertes que defendían la zona de Talcahuano. En el mes de julio intentó un asalto a la plaza pero se retiró sin empeñarse. El tiempo pasaba frente a la plaza fuerte. O’Higgins impaciente se determinó a tomarla por asalto el 6 de diciembre. Siguieron el plan del oficial francés Brayer, que se había agregado al estado mayor. Este impuso un ataque frontal en el punto más fuerte de la defensa. Ordoñez tenía unos 1.700 hombres y 130 cañones, y algunas naves en la bahía. El asalto comenzó cerca de las 3 de la mañana. Las Heras alcanzó a apoderarse del Morro de la izquierda. Pero los patriotas que se habían embarcado para apoderarse de unas naves en la bahía de San Vicente y envolver al enemigo, debieron volver diezmados. No le cupo mejor suerte a las fuerzas que atacaron en el flanco derecho. O’Higgins viendo la inutilidad del sacrificio de Las Heras que continuaba en su posición, dio la orden de retirada. La acción les había costado a los patriotas cerca de 500 hombres, entre muertos y heridos.

San Martín había ido a Buenos Aires para tratar con el director Pueyrredón la continuación de la campaña hasta Lima. Volvió en el mes de mayo y con todo su empeño se dio a la preparación del ejército libertador, estableciendo en las Tablas un campamento semejante al del Plumerillo.

A fines de 1817 contaba con 9.000 hombres perfectamente disciplinados y armados. El virrey Pezuela decidido a no perder la capitanía de Chile y a anular así la expedición de San Martín, que ya preveía, mandó a este territorio un fuerte ejército de 3.300 hombres al mando del General Osorio. Estas fuerzas desembarcaron en Talcahuano a mediados de enero de 1818 y unidas a las de Ordóñez formaron un ejército de 5.000 hombres. San Martín dio orden a O’Higgins de replegarse y al ejército del norte de descender. Osorio emprendió muy tarde la persecución de O’Higgins y en vez de hacerlo con rapidez por mar, utilizando la escuadra, eligió el largo y penoso camino terrestre. Los dos cuerpos del ejército patriota se encontraron el 12 de marzo en Chimborango. Desde ese momento la superioridad volvía a estar de su parte. San Martín fue en busca del enemigo, pero este retrocedió evitando el encuentro. Perseguido de cerca, Osorio se vio obligado a aceptar el combate. Formado en batalla acampó en las proximidades de Talca.

Su situación era desesperada pues tenía a sus espaldas el río Maule. El Coronel Ordoñez impuso su decisión de atacar a los patriotas esa misma noche por sorpresa (19 de marzo). El ejército de San Martín había acampado al pie de los cerros de Baeza. A las 21 las tropas de Ordóñez avanzaron sigilosamente en tres columnas. San Martín había sido avisado por un espía del próximo ataque y estaba efectuando un cambio de frente. El ejército patriota fue sorprendido en plena maniobra y dispersado sangrientamente. Sin embargo Las Heras tomó el mando del ala derecha patriota que como ya había efectuado el cambio previsto quedó intacta, y pasando por entre los mismos realistas, que en la confusión no lo advirtieron, se dirigió hacia el norte. Al llegar al río Lircay, pudo comunicar a San Martín que se retiraba con 3.500 hombres. Osorio no persiguió a los patriotas y les permitió alejarse y rehacerse. Este error le costó la derrota de Maipú.

Fuente
Pellini,  Ing. Claudio – Campaña Libertadora – Planeta Sedna
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martes, 25 de agosto de 2015

CAMPICHUELO

CAMPICHUELO 




Batalla de Belgrano en Paraguay

19 de diciembre de 1810  

Operaciones militares en territorio paraguayo diciembre de 1810-marzo de 1811.    


La Junta Grande de Buenos Aires determinó mandar una expedición al Paraguay en atención a que se creía que allí había un gran partido por la revolución. Gobernada Velasco, Paraguay no adhiere al movimiento revolucionario de Buenos Aires. El 24 de septiembre se acordó enviar al general Manuel Belgrano quien por decreto del 4 del mismo mes, había sido investido del cargo de gobernador y capitán general de los pueblos de la Banda Oriental.

Debido a que los realistas paraguayos habían retirado todas las embarcaciones del río Paraná en sus fronteras, las fuerzas al mando de Belgrano debieron cruzarlo con un gran número de balsas, botes y canoas construidas al efecto, llevando gran parte de las cargas en odres de cuero.

El cruce se realizó el 19 de diciembre de 1810 a partir de la antigua capital misionera Santa María de la Candelaria (actual Provincia de Misiones) y por sitios próximos ubicados en la actual Provincia de Corrientes. Belgrano cruzó al frente de una reducida fuerza: 800 hombres, mitad de caballería e infantería, con 6 cañones de pequeño calibre. A su frente se hallaban las avanzadas paraguayas realistas de 500 hombres al mando de Pablo Thompson. Belgrano difundió una proclama entre los defensores por la causa de la libertad de los pueblos y para que se unan a sus filas, ante su negativa atacó y derrotó a la guardia realista paraguaya.


domingo, 23 de agosto de 2015

AMANCIO ALCORTA

AMANCIO ALCORTA


Nació en Santiago del Estero 16.8.1805 Falleció en Buenos Aires 3.5.1862     
Su figura se destacó en el panorama de la música de su país por pertenecer al grupo de los Precursores, es decir, a la generación de los primeros compositores a los que se los considera nacidos en suelo argentino.

Al igual que Juan Pedro Esnaola y Juan Bautista Alberdi, Amancio Alcorta sobresalió como arquetipo de su época. Era un hombre con una cultura integral que ejerció la política al mismo tiempo que cultivó las artes. La característica del grupo de los Precursores fue el amateurismo, ya que si bien contaban con una formación musical sistemática, tenían a esa disciplina como un mero pasatiempo.

En ese período era muy común que las reuniones sociales, o tertulias, estuvieran animadas por los mismos invitados, quienes con cierta soltura tocaban el piano, la guitarra, el violín, la flauta o el arpa. Estos eran instrumentos aptos para el esparcimiento tanto de los hombres como de las mujeres. Asimismo muchos jóvenes tomaban clases de guitarra con el sólo fin de poder cantarle una serenata a la mujer amada. Se interpretaban obras del repertorio europeo, de compositores locales o aquellas concebidas por el mismo ejecutante.

Alcorta era hijo de inmigrantes provenientes de Viscaya. Su Padre, José Pelayo de Alcorta, que en 1775 se había radicado en Santiago del Estero con el fin de ejercer el comercio, llegó a ocupar el cargo de Administrador de Correos (1787). Como la situación de la familia era acomodada, Amancio Alcorta pudo educarse en los principales centros de enseñanza del país. De 1817 a 1820 tomó clases de literatura en el Convento de Franciscanos de Catamarca bajo la guía del latinista Fray Ramón de la Quintana. Luego pasó a Córdoba para cursar flauta y armonía  junto a José María Cambeses en el Colegio de Monserrat e iniciar la carrera de derecho en la universidad. Pero en 1826 se vio obligado a abandonar sus estudios de abogacía para asumir el cargo de representante de su provincia natal ante el Congreso de la Nación reunido en Buenos Aires. A partir de este momento comenzó a ascender en la esfera política. Fue nombrado ministro tanto por el Gobernador de Santiago del Estero, Antonio Deheza (1830), como por el de Salta, José Güemes (1831). Radicado en Buenos Aires desde 1853, se convirtió en Senador Nacional de la provincia.

Además fue miembro de los Consejos de Gobierno, de la Comisión de los Reglamentos de la Aduana, de la Junta de Crédito Público y Cónsul del Tribunal de Comercio. Sus condiciones como economista, que llevaron a Nicolás Avellaneda a convertirse en uno de sus más grandes admiradores, le permitieron ocupar muchos de los puestos de relevancia que tuvo en la administración pública.

En el terreno de la creación musical desarrolló su labor entre 1822 y 1862. Fue un compositor prolífico del cual se perdieron la mayor parte de sus partituras. Las escasas obras conocidas por nosotros, gracias a la labor de edición que realizaron sus descendientes, en especial su nieto Alberto Williams, demuestran que no se resistió a cultivar los géneros en boga durante su época.

Uno de ellos fue, indudablemente, el de las piezas de salón, páginas de simple factura destinadas a la danza, con las cuales se amenizaban las tertulias porteñas o las de las ciudades del interior. Un válido ejemplo de este tipo de música lo constituyó la Colección de composiciones para piano, valses, minuets, cuadrillas, contradanzas y polkas, publicada en París luego de la muerte de su autor. También era muy común que se entonara en la intimidad familiar o durante las reuniones sociales partituras como las que integran su Colección de canciones para voces de soprano, contralto, tenor, barítono y bajo, editada en Barcelona, con textos de Carnicer y propios.

Al igual que en Europa, la música de cámara formaba parte de la vida cotidiana. El hábito de ejecutar instrumentos musicales en grupo, aunque más no sea de aficionados, llegó a la costa argentina de la mano de los primeros inmigrantes y se impuso hasta muy avanzado el siglo XX.

El mismo Alcorta fomentaba esta costumbre en su casa (situada en el sector de la calle Florida que actualmente ocupa la Galería Pacífico), junto a sus hijos y a muchos de sus amigos. Fieles asistentes a estas reuniones fueron Jorge Orlando Williams (padre de Alberto) y Lino Palacio (abuelo del dibujante homónimo). Alcorta destinó a este repertorio el Nocturno y la Gran fantasía para flauta y piano; los Tríos en mi bemol y en sol para flauta, violín y piano; y el Cuarteto para flauta, violín, violonchelo y piano. Todos ellos editados en 1869.

Otro género muy cultivado era el de la música litúrgica dentro del cual concibió sus Lamentaciones, Gradual para el día de San Martín y La agonía, canto para el Viernes Santo que data de 1843. Estas obras, del mismo modo que una buena parte de su música de cámara, fueron transcriptas por el mismo Alcorta para banda.

Fiel al estilo musical que existió en el Río de la Plata durante la primera mitad del siglo XIX, su obra refleja la impronta que ejerció la producción lírica de Rossini. El repertorio del músico italiano había llegado a esta parte del orbe a través de la interpretación fragmentaria de muchas de sus arias, dúos, etc., causando un especial impacto la representación de El barbero de Sevilla en 1825, dado que fue el primer espectáculo lírico integral que subió a escena en la Argentina.
Las composiciones de Alcorta se mantuvieron dentro de los moldes característicos de la música académica europea, tanto desde el punto de vista formal como desde el ámbito de la escritura armónica y melódica. Sin embargo en ellas se advierte el tinte local dado por las particularidades que alcanzaron fundamentalmente algunas de las especies danzables que se transplantaron a esta parte del planeta. El mismo Alberto Williams reconocía que las páginas escritas por Alcorta

“tienen un sutil perfume nacional, a pesar de la avasalladora influencia rosssiniana; en ellas ha pasado algo del alma de nuestros viejos payadores y se encuentran ritmos y giros de los cantos y bailes de los gauchos del interior; se  advierten cambios de tono análogos a los de las canciones populares, y están impregnados de suave melancolía como si fueran un reflejo de la pampa, un recuerdo de infinita tristeza” (Antología de Compositores Argentinos, Bs. As., 1941
  


viernes, 21 de agosto de 2015

CORONEL DE MARINA JUAN B AZOPARDO

CORONEL DE MARINA JUAN B AZOPARDO



Fallece en 1848. Había nacido en Senglia, Isla de Malta, el 20-02-1772, cuando esa tierra pertenecía a la Orden de los Caballeros de San Juan de Jerusalén, que era feudataria del Reino de Sicilia, dependiente éste del Reino de España.

Llegó al Río de la Plata a comienzos del Siglo XIX para actuar como corsario por España en contra de los buques ingleses que navegaban por el Atlántico entre Gran Bretaña y la India.

Se distinguió durante las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807, adhiriendo luego a la formación del primer gobierno patrio en Mayo de 1810.

Buenos Aires no contaba con una fuerza naval, ya que los buques de la Real Armada Española en el virreinato del Río de la Plata tenían su asentamiento en el Apostadero de Marina de Montevideo, creado por Carlos III el 09-08-1776. Esto permitió a las autoridades realistas de la ciudad mantenerla por mar a pesar del sitio que se estableció por tierra, además de realizar expediciones amenazantes hacia los territorios controlados por el nuevo gobierno independiente.

Este resolvió crear una escuadrilla para operar en los ríos Paraná y Paraguay en combinación con la expedición al Norte que al mando del General Manuel Belgrano iría a procurar afianzar el poder del gobierno de Buenos Aires.

La tarea de armamento fue confiada a Francisco de Gurruchaga, diputado por la Provincia de Salta que tenía conocimientos náuticos y había participado en la Batalla de Trafalgar, de 1805.

El mando de la escuadrilla fue confiado a Azopardo, quién eligió como sus capitanes a dos franceses que tendrían un rol fundamental en la historia naval argentina: Hipólito Bouchard y Ángel Hubac.

La escuadrilla estaba formada por la goleta Invencible, el bergantín 25 de Mayo y la balandra Americana, con un total de 195 hombres y 33 cañones.

Azopardo combatió heroicamente contra la Real Armada en San Nicolás, al mando de la Invencible el 02-03-1811.

Fue apresado y encarcelado por años en España, en penosas condiciones.


Vuelto al Río de la Plata, murió en la mayor pobreza y olvido.