miércoles, 7 de octubre de 2015

JORGE BEAUCHEF

JORGE BEAUCHEF




Jorge Beauchef Isnel (1787, Velay, Francia - 10 de junio de 1840, Santiago de Chile), militar francés que participó en las guerras napoleónicas y posteriormente en la guerra de la independencia de Chile.

Nació en Francia, en el pueblito de Le Puy en Velay, departamento de Alto Loira. A los 18 años ingresó en la Armada Francesa, participando en las campañas de 1805, cayó prisionero de España en 1808.

Cuando escapó, huyó hacia Estados Unidos, donde fue invitado por las Provincias Unidas del Río de la Plata para ayudar en el Ejército de Los Andes, no alcanzó a ayudar en esa tarea, por lo cual cruzó hacia Chile, incorporándose a su ejército.

A órdenes del general francés Miguel Brayer tomó parte en la primera campaña del sur de Chile, y participó el 6 de diciembre de 1817 en el sitio y asalto de Talcahuano, como Segundo Comandante del Regimiento No. 1 de Línea, en la columna del general Juan Gregorio de Las Heras. Perdió un brazo en el asalto a la posición realista.

Participó en la Sorpresa de Cancha Rayada y en la batalla de Maipú. Dirigió un batallón en la segunda campaña del sur de Chile, y participó en la batalla de Bío Bío.

Ascendido al grado de mayor, se unió en 1819 a la campaña naval de Thomas Cochrane, que logró la rendición de la aislada y poderosa plaza fuerte realista de Valdivia.

Posteriormente, el 25 de febrero de 1820, Beauchef junto a su tropa, (quienes perseguían a los soldados realistas que huían desde Valdivia hacia Chiloé); una vez llegado a Osorno, tomaría posesión de la ciudad. Luego estos hechos, posteriormente el ejercito realista trataría de retomar la zona sur (incluído Osorno) desde Maullín, por lo que el 3 de marzo de 1820 Beauchef partiría de la ciudad de Osorno a combatirlos (en la batalla que sería conocida como el Combate de El Toro).

Fue nombrado gobernador de Valdivia, cargo que ocupó hasta 1822. Al dejar su cargo de gobernador se produjo una sublevación de antiguos realistas, que volvieron a la obediencia del rey de España. El propio Beauchef, al frente de 500 hombres, dirigió la campaña con la que Chile recuperó esa ciudad pocas semanas más tarde.

Se casó en 1822 con Teresa Manso de Velasco y Rojas.

En 1823 fue enviado como jefe de una expedición de ayuda a José de San Martín en el Perú, ya con el grado de coronel. Durante un tiempo fue comandante de la ciudad de Lima. Tras el fracaso de la Campaña de Intermedios regresó a Chile.

Participó en la batalla de Mocopulli, intento fallido de anexión de Chiloé en 1824.

Fue reformado y separado del ejército chileno en 1828, y en 1831 viajó a Francia para visitar a sus familiares y amistades, junto a su esposa. Dos años permanecieron en Europa antes de regresar a Chile, enfermo de gota. Se dedicó a escribir sus memorias de guerra. Estas no fueron publicadas en vida de su autor, pero fueron utilizadas más tarde por Diego Barros Arana para editar la primera Historia de Chile del siglo XIX.

Expiró en Santiago el 10 de junio de 1840, a los 53 años de edad, en su casa de calle Merced con Miraflores.


Fuente: Wikipedia

LORENZO BARCALA

LORENZO BARCALA




Lorenzo Barcala (n. Mendoza, Argentina, 23 de diciembre de 1793 - † Mendoza, 1 de agosto de 1835), militar argentino, que participó en las guerras civiles argentinas del lado del partido unitario, y uno de los pocos militares afrodescendientes en alcanzar el grado de coronel en ese país.

Hijo de esclavos, fue también esclavo en su niñez. Fue liberado por orden del gobernador de Cuyo, general José de San Martín, pero por causas desconocidas no se incorporó al Ejército de los Andes. Inició su carrera militar en 1818 como soldado del Regimiento de Pardos.
En 1820 participó en los desórdenes de la llamada Anarquía del Año XX, que tuvo uno de sus epicentros en Cuyo. Formó parte del ejército del general Bruno Morón, que combatió contra el general chileno José Miguel Carrera, y tras la muerte de Morón, luchó en la batalla de Punta del Médano a órdenes de José Albino Gutiérrez.
En 1822 era ya sargento mayor. En 1824 participó en una revolución contra el gobernador Gutiérrez; tras fracasar en el intento, huyó a San Juan. De regreso a Mendoza, secundó al coronel Juan Lavalle en la segunda revolución contra Gutiérrez, cuya victoria lo identificó definitivamente como personaje central del partido unitario local. Poco después participó, a órdenes de José Félix Aldao, en la represión de la revolución "eclesiástica" sanjuanina y la reposición en el gobierno deSalvador María del Carril.
En 1826 se unió al ejército que luchó en la Guerra del Brasil, a órdenes del coronel Ramón Bernabé Estomba. Participó en el fracasado ataque a Punta del Este y fue tomado prisionero. Estuvo varios meses en una cárcel en Río de Janeiro con la permanente amenaza de ser vendido como esclavo, hasta que recuperó la libertad en un cambio de prisioneros.

Se unió a la campaña del general José María Paz contra los federales del interior en 1829, y a sus órdenes peleó en la batalla de San Roque. El vencedor le encargó organizar un batallón de infantes negros, libertos: una libertad muy cara, que se pagaba con muchos años de servicio en el ejército. Fue muy querido por los negros, especialmente porque los defendía de las desprecios y atropellos de los blancos. Al frente de ese batallón peleó en las batallas de La Tablada, tras la cual fue ascendido al grado de teniente coronel, y Oncativo.
Después de esta última victoria fue ascendido a coronel, y enviado como segundo jefe del ejército de ocupación de Mendoza, que iba al mando de José Videla Castillo. Éste fue nombrado gobernador, y Barcala fue nombrado jefe de vanguardia y organizó un cuerpo de infantería, los Cazadores del Pilar. Participó en labatalla de Rodeo de Chacón como jefe de un ala de caballería contra las fuerzas de Facundo Quiroga, que los venció con relativa fácilidad.
Protegió a su jefe Videla Castillo en su retirada hacia el norte, donde se unieron a las fuerzas del general Lamadrid, nuevo jefe del ejército de la Liga Unitaria. A órdenes de éste combatió en la definitiva derrota que fue la batalla de La Ciudadela, donde fue hecho prisionero. Después de la batalla, Facundo Quiroga fusiló algunos oficiales. Al recibir a Barcala le preguntó "¿Que hubiera usted hecho, coronel, si me hubiera tomado preso?", a lo que Barcala respondió sin dudar "Lo hubiera fusilado, general". Quiroga admiraba el coraje y tras indultarlo lo nombró su jefe de estado mayor.
Cuando Quiroga se retiró de las actividades militares, instalándose en San Juan, Barcala se radicó allí. No quiso volver a Mendoza, ya que Aldao había jurado matarlo; incluso intentó convencer a Quiroga de que lo hiciera fusilar.
Participó de la campaña al desierto de 1833 bajo el mando del general José Ruiz Huidobro, y combatió contra los ranqueles de Yanquetruz en el combate de Las Acollaradas.
Muerto Quiroga en 1835, sus lugartenientes comenzaron a disputarse su herencia y se produjo una serie de conflictos entre Aldao, de Mendoza, Martín Yanzón, gobernador de San Juan, y Tomás Brizuela, de La Rioja. Más independiente y poderoso que éstos, el tucumano Alejandro Heredia pronto dominó todo el noroeste. El intrigante ministro de Yanzón, Domingo de Oro intentó librarse de Aldao por medio de una conspiración que dirigió Barcala desde San Juan. La conjura fue descubierta y sus jefes mendocinos arrestados y ejecutados, entre ellos el coronel José Ignacio Correa de Saá.
Pasado el peligro, Aldao —que no era el gobernador sino el jefe del ejército— exigió la extradición de Barcala; el ministro Oro —que estaba comprometido en el asunto— decidió salvar su vida entregando a Barcala. Tras un juicio que duró un mes, Barcala fue condenado a muerte y fusilado en Mendoza el 1 de agosto de 1835.
Su hijo Celestino Barcala peleó contra los federales en la década de 1860 y fue fusilado por Felipe Varela poco antes de su derrota en la batalla de Pozo de Vargas.

Bibliografía

 Newton, Jorge, José Félix Aldao, el fraile general. Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1972.
 Zinny, José Antonio, Historia de los gobernadores de las Provincias Argentinas, Ed, Hyspamérica, 1987.
 Ruiz Moreno, Isidoro J., Campañas militares argentinas, Tomo I, Ed. Emecé, Bs. As., 2004.
 Academia Nacional de la Historia, Partes de batalla de las guerras civiles, Bs. As., 1977.
 Aráoz de Lamadrid, Gregorio, Memorias, Bs. As., 1895.
 Bischoff, Efraín U., Historia de Córdoba, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1989.
 Bischoff, Efraín, Por qué Córdoba fue invadida en 1829, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1975.
 Iriarte, Tomás de, La campaña del Brasil, Ed. Hyspamérica, Bs. As., 1988.
 Paz, José María, Memorias póstumas. Ed. Emecé, Bs. As., 2000.
 Cárcano, Ramón J., El general Quiroga. Ed. Emecé, Bs. As., 1947.
 Aubin, José María, Mármol y Bronce, Ángel Estrada y Cía., Buenos Aires, 1911


FUENTE: WIKIPEDIA

BACACAY

BACACAY



La Batalla de Bacacay es la que da origen a esta calle.

La batalla de Bacacay fue un enfrentamiento producido el 13 de febrero de 1827 entre las tropas de las Provincias Unidas del Río de la Plata y las del Imperio del Brasil, enfrentados por el control de la Banda Oriental, en manos brasileñas desde 1824. El apoyo de Buenos Aires a la insurrección de los Treinta y Tres Orientales había desembocado en una contienda naval, en la que la armada comandada por Guillermo Brown se veía en inferioridad frente a las fuerzas brasileñas. A comienzos de 1827, y bajo el mando de Carlos María de Alvear, se iniciaron las hostilidades terrestres, tomándose la ciudad de Valles el 26 de enero. Poco más tarde las fuerzas del general Manuel Bentos hicieron frente a la columna de caballería (el regimiento de Granaderos a Caballo) e infantería (los Colorados de las Conchas) comandada por Juan Lavalle en Bacacay; el enfrentamiento se saldó favorablemente a los argentinos, que triunfarían nuevamente tres días más tarde en la batalla de Ombú, antesala de la de Ituzaingó.


Nota: en la bibliografía uruguaya y argentina se ha generalizado el nombre del topónimo Bacacay, aunque más correcto es Vacacay puesto que es una palabra compuesta española y guaraní que se puede traducir como (vaca + cay -cuerno) Cuerno de vaca. En Brasil se mantiene la grafía Vacacaí.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Gregorio Ignacio Perdriel

Gregorio Ignacio Perdriel




Nació en la ciudad de Córdoba el 5 de Mayo de 1785. Siendo sus padres D. Julián Perdriel y doña María Josefa Garay de Islas, pertenecientes ambos a antiguas familias del Virreynato.  Se inició en la carrera militar durante las invasiones inglesas.  En Abril de 1807 figuraba como subteniente de la 8ª compañía del Batallón de Patricios Voluntarios.  Después de la segunda invasión, el 31 de Julio del mismo año fue graduado capitán del mismo cuerpo, recibiendo la efectividad de este empleo el 29 de Agosto siguiente

El 23 de Marzo de 1809 era capitán graduado de teniente coronel en el mismo cuerpo de Patricios.  Por decreto del 13 de Enero de 1809, Perdriel fue confirmado por la Real Junta de Sevilla en su jerarquía de subteniente de Patricios.

Producida la revolución del 25 de Mayo de 1810, Perdriel fue uno de los patriotas más entusiastas por el nuevo orden de cosas y en su clase de capitán, acompañó al general Belgrano en su desastrosa campaña al Paraguay, en cuyas acciones de guerra se encontró.  En la batalla de Paraguary, el capitán Perdriel mandó la segunda columna de ataque.

El 16 de Enero de 1811 era promovido a sargento mayor del Regimiento Nº 1 y el 21 de Agosto del mismo año a teniente coronel del ejército. El 19 de Diciembre del mismo revista en el Regimiento Nº 1 con ese empleo.

Cuando el general Belgrano se hizo cargo del Ejército del Norte, Perdriel marchó a incorporarse al mismo después de la Batalla de Tucumán, con el Regimiento de Infantería Nº 1, lo que efectuó a fines de 1812, teniendo en aquel momento este cuerpo un efectivo de 523 plazas.  Con él asistió a la batalla de Salta, el 20 de Febrero de 1813, donde mandó la 6ª columna de ataque, y en la que resultó contuso; mereciendo ser recomendado en el parte por su bizarra comportación.

En el desastre de Vilcapugio, el 1 de Octubre de aquel año, mandaba la reserva de Belgrano y en la batalla de Ayohuma el 14 de noviembre, mandando su cuerpo, el Regimiento Nº 1, se encontró en el centro de la línea de combate, ostentando ya el grado de coronel que le había sido conferido el 25 de Mayo de 1813.

El 8 de Febrero de 1815 fue reconocido como coronel efectivo y el mismo día el gobierno nacional lo designaba gobernador intendente de Cuyo, en reemplazo del general San Martín.  Pero el Cabildo de Mendoza con fecha 21 de Febrero, se dirigió al Gobierno Supremo de las Provincias Unidas, solicitando que el general San Martín continuase desempeñando el puesto “porque así ha creído que convenía a la seguridad del Estado y a la tranquilidad de este País que se halla inmediatamente amenazado por el Conquistador de Chile”.  El 16 de Marzo el Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata comunicaba al general San Martín su continuación en el mando de la provincia de Cuyo “entretanto existan los riesgos que la amenazan”.  El 5 de Mayo, Perdriel estaba de regreso en Buenos Aires, y el 29 del mismo mes fue designado vocal de la Comisión Militar.

Desalojado Alvear de la Dirección Suprema del Estado, por el motín de Fontezuelas, en Abril de 1815, poco después Perdriel se separó del servicio militar con fecha 14 de Febrero de 1816, “con goce de fuero y uso de uniforme”, en mérito a los servicios prestados a la causa de la libertad

Gobernador de la Fortaleza de Buenos Aires, el 25 de Noviembre de 1818, el 17 de Febrero del año siguiente fue designado comandante general interino de Fronteras.  En 1820 fue uno de los jefes que acompañaron al general Alvear en su intentona fracasada para apoderarse del poder en Buenos Aires, actitud suya que lo desconcertó ante el ambiente sano del país y que le resultó trágica personalmente, pues cayó prisionero de Dorrego en San Nicolás el 2 de Agosto.

El triunfo definitivo de los opositores a las tendencias de aquel General, impusieron al coronel Perdriel la aplicación de la Ley de Reforma el 28 de Febrero de 1822.  Revistó en el E. M. de Plaza desde el 14 al 16 de Abril de 1824, en “que pasó a la Marina”; pero el 25 de Setiembre del mismo revistaba agregado al E. M. Activo, habiendo cesado poco antes de ser Comandante de Marina.

El 29 de Diciembre de 1827 fue designado Jefe de Policía de Buenos Aires, cargo que ejerció hasta el motín de Lavalle, el 1º de Diciembre de 1828, renunciando y diciendo a Lavalle que “la sangre de su amigo Dorrego humeaba en su corazón”. A la caída del general Lavalle, el coronel Perdriel fue designado nuevamente Jefe de Policía por decreto del gobernador Viamonte, de fecha 3 de Setiembre de 1829, cargo que desempeñó hasta su muerte, acaecida el 3 de Marzo de 1832, víctima del cólera.  El mismo día el gobernador Juan Manuel de Rosas dictaba un decreto disponiendo la erección de un monumento en el Cementerio de la Recoleta, para guardar sus restos, el cual sería costeado por el Gobierno.  La “Gaceta Mercantil” del 7 de Marzo publicaba un sentido artículo necrológico, destacando los grandes servicios prestados a la Patria por este benemérito soldado.

El 15 de diciembre de 1831 el gobernador Juan Manuel de Rosas envió a la Sala de Representantes un mensaje para el ascenso a coroneles mayores, a los coroneles Agustín de Pinedo, Gervasio Espinosa, Félix de Olazábal, Angel Pacheco, Gregorio Perdriel y Celestino Vidal.  La Sala recién sancionó el ascenso propuesto el 11 de Setiembre de 1832, sin excluir en su resolución al ya finado coronel Perdriel, el cuál fue así promovido a general “post mortem”.

El coronel Perdriel fue diputado de la Legislatura de Buenos Aires, elegido en los comicios del 22 de Julio de 1827. Asimismo fue Jefe del Regimiento Patricios entre 1812 y 1813.

Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Portal www.revisionistas.com.ar
Yaben, Jacinto R. – Biografías Argentinas y Sudamericanas, Tomo IV, Buenos Aires (1938).

Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar

Francisco Uzal

Francisco Uzal



Nació en Buenos Aires en 1793, siendo su padre Miguel de Uzal, español de nacimiento, quien poseía una chacra en San José de Flores. Se cree que el futuro Coronel nació en el mes de setiembre del mencionado año. Se educó en esta ciudad. Se inició en la carrera militar como oficial de milicias, hallándose en la Reconquista de esta Capital, el 12 de agosto de 1806, y al organizarse la Legión Patricios de Buenos Aires, el 8 de octubre del mismo año Francisco de Uzal fue nombrado capitán de la 2ª Compañía del 1er Batallón de aquel cuerpo.
Con un efectivo de 4 sargentos, 7 cabos, un tambor y 49 soldados; y secundado por el teniente Pablo Illescas y el subteniente Narciso Machado, el capitán Uzal se batió valerosamente en las gloriosas jornadas del 2 al 6 de julio de 1807, con motivo del desembarco del segundo ejército invasor británico mandado por el teniente general John Whitelocke, en la playa de Quilmes; asistiendo a los combates que se libraron en el Puente de Gálvez, los Corrales de Miserere, y ya dentro de la ciudad, en aquellos días memorables. La compañía de Uzal se comportó dignamente en tal difícil emergencia.
Producido el movimiento emancipador de Mayo, Uzal se incorporó a la columna expedicionaria que marchó al Paraguay a las órdenes de Manuel Belgrano. Según una tradición de familia, equipó un escuadrón o compañía, de su peculio particular. El 18 de agosto de 1813 se le encuentra ya de comandante militar de San Fernando. (1)
En noviembre de 1814, siendo teniente coronel graduado, el Director Supremo de las Provincias Unidas, Gervasio Antonio Posadas, lo nombró Comandante General de la Frontera Norte; tomándose razón de este nombramiento en el Tribunal de Cuentas y en la Contaduría General el 9 de noviembre de 1814, y con fecha 3 de este mismo mes se le extendieron despachos de teniente coronel efectivo de ejército. El 17 de marzo de 1815 se hallaba listo a marchar con el Regimiento Nº 1. (2)
Perteneció al Estado Mayor de Plaza desde el 1º de julio de 1815 hasta el 16 de febrero de 1816, en que obtuvo despachos de“Comandante en Jefe de Asamblea – Regimiento Nº 2 de Milicias de Caballería de Campaña de Buenos Aires” de “nueva creación”(3). Se tomó razón de este ascenso en el Tribunal de Cuentas y en la Comandancia General del Ejército y Hacienda del Estado el día 19 del mismo mes y año. Dicho Regimiento comprendía las milicias de los partidos de San Fernando, San Isidro, Morón y San José de Flores; y desempeñó en aquella época la sargentía mayor del mismo Juan Manuel Rodríguez.
El 11 de junio de 1816 fue promovido al grado de coronel de caballería de línea. Con dicho cuerpo, el 7 de octubre de 1818, Uzal se hallaba en la Villa de Morón, listo para emprender la marcha para Santa Fe.
Al frente de su regimiento intervino en la campaña sobre Santa Fe, a fines de 1818, formando parte del Ejército de Observación mandado por el general Juan Ramón Balcarce; asistiendo a los hechos de de armas que tuvieron lugar contra las montoneras mandadas por Estanislao López. A raíz del Armisticio firmado en San Lorenzo el 5 de abril de 1819, se restableció momentáneamente la paz entre el Directorio de las Provincias Unidas y las provincias rebeldes. El coronel Uzal llegó a San Fernando con el Regimiento 2º de Campaña el día 19 de aquel mes y año, de regreso de la campaña que había terminado. Continuó desempeñando la comandancia de su cuerpo y la militar de San Fernando. En el ejercicio de este cargo delineó topográficamente los partidos de Olivos, Vicente López, San Fernando y San Isidro.
Después de la campaña de comienzos de 1820, con fecha 16 de febrero de aquel año, el coronel Uzal pasó a revistar en el Estado Mayor de Plaza, en Buenos Aires; situación de revista que conservó hasta el 28 de febrero de 1822, en que fue incluido en la Ley de Reforma.
El coronel Francisco de Uzal falleció en Buenos Aires el 26 de junio de 1823, a la edad de 40 años; siendo sepultados sus restos en el Cementerio del Norte, al día siguiente. Reposan actualmente en el Cementerio de la Chacarita, en el Panteón de la Sociedad Militar de Socorros Mutuos, al que fueron trasladados el 31 de marzo de 1939, previos los honores de ordenanza.
Se unió en matrimonio con María Josefa de la Rosa (viuda de Juan Monicos); con quien tuvo, según referencias de familia, sólo dos hijos: Francisco y Josefa Petrona del Rosario Uzal, bautizada esta última en Buenos Aires, el 19 de octubre de 1807.
Referencias
(1) Fecha ésta en la cual Uzal comunicó al Gobierno que antes de salir el sol había entrado en Las Conchas, un falucho y dos lanchones al mando de Zabala, “el mismo que derrotó San Martín en San Lorenzo”.
(2) ”Al arreglo e instrucción de las milicias de campaña”.
(3) Comandante de escuadrón Lucas Villarino.
FuenteEfemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Portal www.revisionistas.com.ar
Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1939)
Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar

Padre Tomás Onésimo Canavery

Padre Tomás Onésimo Canavery



Nació en Buenos Aires el 14 de febrero de 1839, cursando en esta ciudad sus estudios primarios, para continuarlos en el Seminario de San Lorenzo, donde se ordenó. Fueron sus padres Tomás Canavery y Macedonia Castilla, porteños.
En la batalla de Caseros figuró ya con la asimilación de subteniente o alférez, encontrándose entre los defensores del Palomar, y poco después de estallar la revolución del 11 de setiembre, se incorporó a los defensores de su ciudad natal.
Apenas iniciada la guerra con el Paraguay el capitán Canavery se apresuró a incorporarse a las fuerzas que iban a operar contra los invasores de Corrientes, y con fecha 17 de mayo de 1865 fue dado de alta en el Ejército como sargento mayor graduado en el Cuerpo de Capellanes (Capellán de División).
Ejerciendo sus funciones espirituales, Canavery se halló en las siguientes funciones de guerra: batalla de Yatay, el 17 de agosto de 1865, por la que recibió la medalla de oro acordada por el Gobierno Oriental; sitio y rendición de Uruguayana, el 18 del mes siguiente, por la que obtuvo la medalla del mismo metal acordada por el Emperador Pedro II dos días después; Paso de la Patria, el 16 de abril de 1866; Estero Bellaco del Sud, el 2 de mayo del mismo; y sangrienta batalla de Tuyutí, el 24 del mismo mes y año, por la que recibió los cordones de oro que fueron acordados por la ley del 5 de octubre de 1872.
Por haberse enfermado en el mes de junio de 1866, el capellán Canavery debió pasar al Hospital, razón por la cual no se encontró en los combates de Yataytí-Corá, Boquerón y Sauce. Reincorporado al ejército de operaciones en el mes de setiembre de 1866, se halló en el asalto de Curupaytí, y después, continuó ejerciendo sus funciones sacerdotales en el curso de la campaña, asistiendo a otros hechos de armas, entre los cuales debe citarse el rechazo del ataque paraguayo al campamento aliado de Tuyutí, el 3 de noviembre de 1867. Fue tan brillante la conducta de Canavery en la batalla de las Lomas Valentinas, librada el 27 de diciembre de 1868, que el general Gelly y Obes lo promovió a teniente coronel “sobre el campo de batalla”.
Ricardo Gutiérrez, el inolvidable médico de aquella cruenta campaña y esclarecido poeta que con tanta emoción como patriotismo cantó estrofas rememorativas de hechos heroicos, compuso la poesía “El Misionero”, que ha recorrido el mundo, inspirada en la actuación del capitán Canavery en Lomas Valentinas, que el médico-poeta presenció. Gutiérrez, en el Hospital de Niños que fundó, fruto de su incansable afán por el bien, contaba con frecuencia a sus discípulos la gesta de Canavery en Lomas Valentinas. En 1883 sus alumnos le entregaron un hermoso cuadro que el cuerpo médico del Hospital obsequió a su maestro y benefactor. El obsequiado reunió en una comida íntima para agradecer el regalo, en la cual relató la actuación de Canavery en la mencionada acción. El Dr. Pedro J. Coronado, en carta escrita al capellán militar José I. Yani el 16 de diciembre de 1813, decía:
“El Dr. Gutiérrez nos reunió en una comida íntima para agradecer el obsequio y fue allí, en plena confidencia, donde nos refirió sus recuerdos y entre ellos el inolvidable día de Lomas Valentinas.
“Ninguno de nosotros ha olvidado aquella fisonomía severa, pero abierta y digna, y sobre todo, aquel sello de orgullo distinguido con que refirió la hazaña única, inmensa y gloriosa, de aquel padrecito pálido y silencioso que sufriera las burlas de los practicantes con evangélica resignación.
“La hora era de inmensa emoción, nos dijo; sobre nuestro campo caía una lluvia de balas y la zona mortífera era un sepulcro seguro para el que se atreviera a penetrar en ella. El honor y la disciplina se impusieron y recibimos orden de avanzar y avanzamos hacia la fragua, hasta el volcán, pues allí ardía todo, y, cuál no sería mi sorpresa, cuando vi al padrecito Canavery en el puesto de mayor peligro, al que había llegado él primero para dar el adiós postrero a los que morían con la sonrisa en los labios por haber defendido la Patria como nunca. Le pedí perdón y le manifesté mi admiración y en aquel instante recibí algo como un soplo divino que me inspiró “El Misionero”, poesía en que volqué mi pensamiento sobre el creyente, que yo personificaba en la figura del padre Canavery, que conquistó aquel día el respeto y cariño de todos”.
“El Misionero” evoca magistralmente el gesto heroico del piadoso sacerdote, que en lo más recio de la acción se le veía recogiendo heridos, auxiliando a los moribundos, siempre bueno y tranquilo, con palabras de aliento para unos y de consuelo para todos. Terminada la acción, cuando las tropas extenuadas por el duro batallar reposaban de sus duras fatigas, el capitán Canavery proseguía su tarea espiritual y humanitaria, visitando los hospitales de sangre y deteniéndose a la cabecera de los enfermos infecciosos, cuyo contagio constituía un peligro posiblemente mayor que el del combate mismo.
Canavery continuó en campaña hasta el final de la guerra. Asistió a la última etapa de aquella cruenta lucha, y terminada la campaña, quedó agregado a las tropas que ocuparon la ciudad de Asunción. El 9 de setiembre de 1871 ordenó la Inspección y Comandancia General de Armas, que el capellán Canavery, mientras prestara servicios en Asunción, fuese ajustado por la Plana Mayor Activa.
Revistó en aquella Plana Mayor con la nota “En la Asunción”, hasta setiembre de 1874, fecha en que pasó a continuar sirviendo en Villa Occidental hasta el mes de noviembre de 1875, en que pasó al Hospital Militar, pero revistando siempre por la P. M. A. En enero de 1877 fue dado de baja por haber sido suprimido del presupuesto.
El 9 de noviembre de 1887 fue reincorporado al Ejército, revistando en la P. M. D. hasta enero de 1888, en que se le hizo figurar en la P. M. I., donde revistó hasta el 11 de julio de 1890, en que fue incorporado a la Plana Mayor Activa.
En mayo de 1895 pasó a la “Lista de Guerreros del Paraguay”, en la que figuró hasta el año 1897 en que pasó a situación de retiro.
Canavery vivió sus últimos años en su ciudad natal, en la que falleció el 13 de setiembre de 1913. Los principales diarios metropolitanos recordaron en sendas biografías la vida consagrada al bien y a la Patria del ilustre muerto. “La Nación”, dijo entre otras cosas:
“Este sacerdote ejemplar, que pasa por los campos de batalla curando las heridas del cuerpo como las del alma; que es capellán y enfermero a la vez; que predica la religión y el patriotismo con el mismo entusiasmo y con la misma fe, ostentaba en su traje religioso las siguientes condecoraciones: medalla conmemorativa de la toma de Uruguayana, cordones de Tuyutí, escudo de Curupaytí, estrella de la provincia de Buenos Aires de la Guardia Nacional, medalla otorgada por la Nación a la terminación de la campaña, y las cruces oriental y brasileña que los gobiernos aliados ofrecieron a los guerreros del Paraguay”.
Ante el sepulcro abierto que debía guardar sus restos para el descanso eterno, pronunciaron sentidas y elocuentes oraciones fúnebres, Juan José Biedma y Constantino Lorenzo, Director del Colegio de Huérfanos Militares. El último, en uno de los párrafos de su bien inspirado discurso, dijo:
“Fue capellán, soldado y enfermero, hermosa trinidad de inclinaciones que hacen de él un hermoso ejemplar de virtudes volcadas en el estrecho molde de un hombre que por ese solo hecho se eleva sobre el nivel común, rodeándose por esa misma causa de los prestigios que siempre alcanzan los que, aunque medianamente, arrojan a su alrededor, siquiera sea un ligero destello de luz propia”.
El Misionero
(Ricardo Gutiérrez)
Cuando el mundo pasado
La órbita del Olimpo recorría
En un cielo sin Dios, desamparado;
Cuando la ciencia idólatra mentía,
Y el arte corrompido blasfemaba,
Y en el estruendo de perpetua orgía
La miserable humanidad rodaba…
Abrió la Cruz sus descarnados brazos,
Con su gigante sombra cubrió el suelo,
Y el hombre en ella al estampar sus pasos
Sintiendo al Dios que el Universo encierra,
Alzó la frente al cielo
¡Y cayó de rodillas en la tierra!
¡Así la humanidad fue redimida,
Así el Cristo en la Cruz cambió su suerte;
Así desde el espanto de la muerte
A la inmortalidad alzó la vida!
Desde el polvo del hombre hasta Dios mismo
Sólo la Cruz alcanza:
¡Ella es la tabla en que salvó el abismo
Desde la tierra al cielo la esperanza!
Las creencias pasan, la razón vacila.
El ideal del arte se transforma;
La estirpe humana misma
Girando en el perpetuo torbellino
Donde la guía el resplandor divino.
Acercándose a Dios cambia de forma.
La ciencia balbuciente
Llama al dintel de la verdad en vano.
Sin encontrar siquiera
La ley que rige la materia inerte,
¡Y enciende el pensamiento soberano.
Que en la frente del hombre reverbera
Como diadema del linaje humano!
¿Qué ha sido de la espada,
Qué ha sido del poder y de la gloria
Con que la España deslumbró la historia
Al pisar en la América ignorada?
¡Lo que fue de la estela
Que en las olas del mar dejó el sendero
De la audaz carabela
Que guió de Colón la fe cristiana!
¡Sólo quedó la cruz del Misionero
Abrazando la tierra americana!
Con júbilo profundo
Lo ve la mente que la ciencia absorbe,
Lo escucha el alma en su esperanza tierna:
Todo pasa en el mundo,
Todo cambia en los ámbitos del orbe:
¡La Cruz sólo es eterna!
…………………………………………
Hombre mortal que brillas
En la aureola de Dios como una estrella,
¡Yo soy el Fraile que en tu burla humillas.
Yo levanto la Cruz… yo muero en ella!…
Yo soy su misionero.
Yo soy su combatiente solitario;
¡Todas las sendas sobre el mundo
entero Son para mi la senda del Calvario!
Soy el hijo proscrito
De la familia humana,
¡El hogar de la paz y la alegría
Se cierra para siempre al alma mía.
Que ata el lazo bendito
Que el padre al hijo ligará mañana!
En la cuna inocente
Donde tú ensayas tu primer respiro.
Pongo el sello de Dios sobre tu frente;
Y en el lecho doliente
Donde exhalas el último suspiro
De la vida precaria,
¡Yo aliento tu partida,
Te enseño el rumbo de la eterna vida
Y te levanto al cielo en mi plegaria!
Cuando tu pecho late
Bajo la noble cota del soldado,
Yo te sigo a la brecha del combate
Con la sandalia de mi pie llagado;
Y entre el humo y la sangre y la metralla
Que ocultan a los cielos tus despojos,
¡Te hago besar la Cruz en la batalla
Y te cierro los ojos!
Y yo también en la existencia triste
¡Soy soldado de Cristo sobre el mundo!…
Bajo la saya que mi cuerpo viste
Llevo el arma divina,
Llevo la Cruz sagrada
Que las tribus caribes ilumina:
¡La Cruz, más poderosa que la Espada!
La Cruz, que guarda en el hogar paterno
La fe sublime en que tu amor reposa;
La Cruz, donde repite el niño tierno
La oración de la madre y de la esposa;
¡La Cruz, que en el regazo
De la sagrada tierra
Que las cenizas de tu padre encierra,
Cubre tus hijos con su eterno abrazo!
Cuando las hordas bárbaras rugieron
Y a la sombra de Atila se lanzaron.
Y a la espantada Europa sorprendieron,
Y entre sus propias ruinas la abismaron.
El Fraile moribundo,
Hasta en las Catacumbas perseguido,
Salvó en las Catacumbas escondido
El progreso del mundo;
¡La ciencia, el arte, la verdad, la historia.
La civilización, que alza en su huella
El hombre hasta la gloria,
Al resurgir la Cruz renació en ella!
¿Qué fue un tiempo tu mansión paterna.
Qué fue el hogar donde tu amor sonríe,
Qué fue tu patria entera
Donde hoy sus pasos el progreso estampa?…
Antes de alzar mi cruz, ¿sabes lo que era?
¡El salvaje desierto de la Pampa!
¡Yo caigo en él! ¡Soy el primer cristiano
Que recibe del bárbaro la flecha,
Y abre en sus hordas la primera brecha
Al pensamiento humano!
¡Y sobre el rastro de la sangre mía
Con que el desierto indómito fecundo,
Tiende la libertad la férrea vía
Por donde cruza el porvenir del mundo!
¡Yo caigo en él! ¿Qué pierdo
En la vida de glorias rodeada
Cuando la muerte mi pupila cierra?…
¿Qué puede sollozar en mi recuerdo?
¡El pedazo de piedra
Que me sirvió de almohada,
Y el mendrugo de pan con que la tierra
Alimentó mi paso en mi jornada!
¡Sobre la huesa mía
En el mundo feliz, sólo un lamento
Viene a llorar sobre la noche umbría…
El gemido del viento!
Caigo bajo la Cruz con que combato
Por la gloria del hombre eternamente…
Y ahora, mundo ateo, mundo ingrato,
¡Escúpeme en la frente!
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
Gutiérrez, Ricardo – El Misionero
Portal www.revisionistas.com.ar
Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1938).
Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar

sábado, 26 de septiembre de 2015

German Burmeister

German Burmeister




Karl Hermann Conrad Burmeister nació el 15 de Enero de 1807, coincidiendo esta fecha con el primer aniversario matrimonial de sus padres, en Stralsund, donde su padre era el segundo empleado de la Real Oficina de Licencias sueca, pasando más tarde y en el mismo carácter al servicio de la administración aduanera de Prusia, lo que disminuyó notablemente sus entradas pecuniarias, circunstancia que unida a otras causas le obligó a pedir su jubilación en 1824, muriendo en diciembre del mismo año. Su viuda con los cinco hijos que dejó, no contaba con más recursos de subsistencia que los que su marido había economizado a fuerza de trabajos arduos, pues, del estado ninguna pensión recibía. Era hija del auditor de guerra de guarnición sueco C. N. Freund, literato conocido, de quien había heredado dotes literarias que a su vez transmitió a su hijo mayor Hermann.
Este ingresó en el año 1814 en el gimnasio de su ciudad natal, que en aquella época tenía un excelente cuerpo docente, ejerciendo, sobre todo, el profesor de dibujo W. Brüggemann una grande influencia sobre el espíritu del joven y a quien, sin duda, era en gran parte debido de que, más tarde, el naturalista llegó a ser maestro también en la representación gráfica de sus investigaciones. Después de haber absuelto allí, en 1825, el examen de bachillerato, ingresó en la Universidad de Greifswald, para estudiar las Ciencias Médicas y Naturales; por estas últimas ya había tomado afición como alumno de la 3º clase del Gimnasio de Stralsund, y como coleccionista de insectos.
De la Universidad de Greifswald, en la que dirigían su educación científica los profesores Rosenthal, Hornschuch y especialmente W. Sprengel, el joven Burmeister pasó en 1827 a la de Halle, donde el botánico Curt Sprengel lo acogió con afecto paternal, los zoólogos Nitzsch y Germar aviaron sus conocimientos de Historia Natural, y las clínicas de los profesores Krukenberg, Dzondi, Niemeyer y Blasius le proporcionaron la mejor ocasión para estudiar los reinos de la cirugía y medicina. En esta última universidad obtuvo el grado de Doctor en Medicina, el 4 de Noviembre de 1829, y el de Filosofía, el 19 de Diciembre del mismo año.
Su tesis de doctorado lleva el título “De Inséctorum systemate natural”, y su diploma de Doctor en Filosofía firmado por su maestro principal y entonces decano de la facultad, Ch. L. Nitzsch, le da el testimonio de haberlo ganado: examine, coram ordine cum laude superato, postquam ingenii solertiam doctrinaeque copiam, imprimis luculentan historiae naturalis, scientiam comprobaverat, die jura et privilegia Doctoris philosophiae et Art. L.L. Magistri gradum rite.
En el mes de Enero de 1830 regresó Burmeister a la ciudad de Stralsund, la que abandonó de nuevo en el mes de Mayo del mismo año, dirigiéndose a Berlín, para buscar su porvenir en el centro científico de Prusia. Primeramente absolvió su año de servicio militar como cirujano de división del regimiento, de granaderos “Emperador Francisco”, durante cuyo tiempo le maduró la idea de abandonar la carrera práctica de medicina, para dedicarse al profesorado de la Historia Natural.
En el mes de Septiembre de 1831 lo encontramos en el Gimnasio de Joachimsthal, dando su lección de prueba, pública en presencia del consejero privado de Gobierno, Nolte, y del director Meinicke, quienes se pronunciaron de la manera más halagüeña sobre el talento didáctico del candidato, exclamando, Meinicke, cuando supo qué Burmeister hasta entonces nunca había enseñado: ex ungue leonem.
De Joachimsthal fue llamado en 1832 al Gimnasio real de Köll, abandonando este instituto dos años después, para habilitarse, en 1834 como docente privado de la Universidad de Berlín, donde permaneció hasta 1837, año, en que lo llamó, para ocupar la cátedra de Zoología, la Universidad de Halle, de la cual ha sido uno de sus más célebres profesores. Durante su permanencia en Berlín, Burmeister contrajo matrimonio con la hija del Sr. Sommer, dueño de navíos mercantes de Altona, de cuyo matrimonio tuvo dos hijos, que durante cierta época se dedicaron al comercio en Buenos Aires y Río Janeiro.
La corriente política de 1848 arrastró también a Burmeister.
Reconocido como sagaz partidario de la extrema izquierda, elegido miembro de la primera Cámara prusiana por el distrito electoral de la ciudad de Liegnitz. Pero descorazonado por el mal resultado de sus esfuerzos políticos, descontento con el estado de las cosas de aquella época, con su propia situación y centro de actividad, y también con el estado delicado de su salud se decidió a dimitir su puesto en 1850.
Sus deseos de hacer un viaje a países de ultramar, después de inútiles empeños, fueron por fin llenados. Se le concedió por recomendación del Ministro del Culto v. Ladenberg y Alejandro v. Humboldt una licencia por un año y un subsidio de Estado, para visitar el Brasil.
Emprendió este viaje el 12 de Septiembre de 1850, y después de una feliz travesía, llegó a Río Janeiro, explorando en seguida la provincia del mismo nombre y la de Minas Gerais.
Habiéndose internado en esta última, tuvo la desgracia, en las orillas de Lágoa Santa, el 2 de Junio de 1851, de fracturarse la pierna derecha, circunstancia que lo obligó a guardar cama cerca de cinco meses en la hospitalaria casa de el naturalista dinamarqués Lund. Acortado de esta manera su viaje de exploración, volvió a Europa a principios de 1852, entusiasmado por las bellezas de la naturaleza tropical, pero poco satisfecho con los resultados obtenidos. Desde entonces no lo abandonó el vehemente deseo de volver a la América Meridional, deseo que ni tampoco dos viajes efectuados en las bellas comarcas de Italia pudieron borrar de su espíritu.
Para poder satisfacer este anhelo, volvió a gestionar una nueva Licencia; tuvo tan buen éxito, que pudo emprender su viaje en el otoño de 1856, con un permiso de dos años, que más tarde fueron aumentados a cuatro, mediante los buenos oficios de Alejandro v. Humboldt.
Se embarcó en Southampton, en el vapor “Tamar” de la Royal Mail Steam Packet Company, el 9 de Octubre para Río Janeiro, con intensión de seguir viaje al Río de la Plata; pero no habiendo llegado el buque de vela a cuyo bordo había enviado con anticipación, sus libros, instrumentos, utensilios, etc., se vio obligado a demorar en aquel punto hasta el 1º de Diciembre, cuando después de muchas dificultades consiguió la entrega de sus cajones, entretanto llegados de la aduana.
Para no perder más tiempo, embarcó todo su equipaje junto con su persona en el vaporcito piamontés Sardenha, con rumbo a Montevideo a cuyo puerto arribó el 8 del mismo mes.
Después de una estadía de cerca de dos meses en la capital de la República oriental del Uruguay y en su interior (1), se puso en marcha para Buenos Aires, el 30 de Enero de 1857. El 6 de Febrero siguió viaje para el Rosario, de donde hizo su primera excursión a la ciudad del Paraná. Vuelto al Rosario, se trasladó en un carretón, que el Gobierno Central había puesto a su disposición con la correspondiente caballada y escolta, a Mendoza, donde llegó después de un penoso viaje de 13 días.
Allí permaneció más de un año, ocupado en hacer colecciones zoológicas y mineralógicas y estudiar las condiciones climatológicas de aquella región. El 19 de Abril de 1858, regresó, nuevamente al Rosario, donde llegó el 4 de Mayo, acompañado del Dr. Stamm.
Después de un descanso de diez días, se dirigió al Paraná donde permaneció durante un año. Allí se hizo propietario de una quinta situada sobre las orillas del río, para poder dedicarse más a su gusto a sus observaciones y estudios, de lo que le hubiera sido posible, alojándose en la ciudad. Desgraciadamente, si bien consiguió su objeto a este respecto, hizo malas experiencias por otros lados, y se tuvo por muy feliz, de encontrar un comprador de su posesión, que le dejaba libre de esta hipoteca.
Los estadios que allí hizo, se relacionan con la descripción física de los alrededores de la ciudad del Paraná, la formación geológica de la barranca y la descripción comparativa de las faunas del Paraná y de Mendoza, así como también con la naturaleza de Santa Fe y especialmente del Río Salado, que fueron explorados desde el Paraná.
Para conocer también las regiones central y septentrional de la República Argentina, emprendió un viaje a Córdoba y Tucumán. En la primera provincia permaneció 26 días, explorando los alrededores de la ciudad, y la Punilla; en la segunda 6 meses (desde el 25 de julio de 1859 hasta el 27 de Enero, de 1860), durante cuya época tuvo ocasión de estudiar la atrayente naturaleza de Tucumán, admirar sus bellezas, saborear el excelente queso de Tafí, reponerse, así corporal como espiritualmente, y olvidar las peripecias y molestias sufridas en carácter de propietario quintero en el Paraná. La permanencia en Tucumán la consideró como la más agradable y útil durante su viaje en la República Argentina, y hasta los últimos días de su vida, Burmeister le ha conservado gratos y cariñosos recuerdos.
De Tucumán se dirigió a Catamarca y de ésta a Copacabana, atravesando la alta Cordillera, después de un viaje sumamente molesto, el 13 de Marzo. Llegó a Copiapó el 29 de Marzo y a Caldera el 1º de Abril. En este último punto se embarcó para Callao, dirigiéndose luego a Panamá, donde arribó el 21 de Abril.
Un par de días después, en el puerto, de Aspinwall, se embarcó en el vapor Solent, para ir a la Isla de Santo Tomas, de allí, en el vapor Shannon, para regresar a Europa, llegando a Southampton el 11 de Mayo de 1860.
Su viaje al Brasil como el a las repúblicas Argentina y Uruguaya, que acabamos de narrar a grandes rasgos, las ha descrito Burmeister con muchos detalles en obras especiales, que se mencionan en la lista bibliográfica de sus publicaciones.
Vuelto a su tarea de profesorado, además de los antiguos inconvenientes, el Dr. Burmeister se encontró con otros nuevos, que le harían poco soportable la vida en Halle, más aún, cuando que por un decreto del entonces ministro prusiano v. Bethman-Hollweg, se exoneró a los estudiantes de medicina de la obligación de asistir a los cursos de Zoología, Botánica y Mineralogía, dejando las aulas de los profesores respectivos casi desiertas.
Obedeciendo a su carácter enérgico, que para llegar a sus fines, le impulsaba a romper con sus relaciones y abandonar sus puestos, antes de llevar un peso oneroso, pidió su dimisión en Marzo de 1861, la cual le fue concedida en gracia, según la expresión de la nota real.
Durante su permanencia en la República Argentina, Burmeister se informó también acerca de sus instrucciones científicas, y supo que la dirección del Museo Público de Buenos Aires había sido ofrecida al naturalista A. Bravard, pero que éste no la aceptó por querer dedicarse a exploraciones y coleccionar por cuenta propia. En vista de esto, Burmeister se dirigió al Enviado de la Confederación Germánica en Buenos Aires, Fr. v. Gülich, con el objeto de ofrecer sus servicios como director del Museo, al Gobierno de Buenos Aires. A la cabeza del gobierno provincial se hallaba entonces el general don Bartolomé Mitre, siendo ministro Sarmiento. El ofrecimiento fue aceptado con gran satisfacción.
El señor v. Gulich fue encargado de la misión de invitar a Burmeister a venir lo más pronto posible. Recibida la noticia, éste partió de Halle el 1º de Julio y llegó a Buenos Aires el 1º de Septiembre de 1861.
Entretanto, en Buenos Aires los asuntos políticos habían experimentado grandes cambios. La provincia de este nombre se había separado de la unión nacional. Los dos gobiernos estaban en guerra recíproca. Sarmiento había declinado su puesto de ministro. Su sucesor el Dr. Pastor Obligado se negó a dar curso a los decretos autorizados por su antecesor, y el gobernador mismo se hallaba en campaña, en frente del enemigo. Finalmernte la batalla de Pavón decidió en favor de Buenos Aires; el General Mitre regreso victorioso; el Dr. Obligado dimitió, y en su lugar ocupó el Ministerio de Gobierno el Dr. Eduardo Costa, quien por intervención de las buenas relaciones de Burmeister despachó el decreto de nombramiento, de manera que, este último, pudo ocupar su cargo de Director del Museo Público de Buenos Aires, sólo en el mes de Febrero de 1862.
Desde entonces comenzó una nueva era en la vida del doctor Burmeister. Con caracterizada actividad y energía emprendió su nueva obra, a la cual dedicó toda su buena voluntad y sus esfuerzos, hasta pocos días antes de su muerte. De un gabinete de curiosidades creó una institución científica, la cual aunque no en cuanto al número total de sus colecciones y grandor y elegancia de su edificio, al menos por el valor de muchísimos de sus objetos y su preciosa y rica biblioteca, puede rivalizar ventajosamente con los museos nacionales de otros países. Recordamos, en primera línea, los tesoros paleontológicos por cuya reunión y descripción Burmeister se ha erigido un duradero monumento; las valiosas colecciones entomológicas que encierran un gran número de sus ejemplares típicos, y la de Ornitología, que da a conocer la variada avifauna de la República Argentina y países limítrofes. Los tres tomos de los Anales de este Museo, el cual, en el año 1880, con la federalización de Buenos Aires, pasó a ser institución nacional y lleva desde entonces el nombre de Museo Nacional de Buenos Aires, dan testimonio vivo sobre los estudios paleontológicos de Burmeister así como también acerca de la Sociedad Paleontológica de Buenos Aires, fundada por él.
Otra instrucción científica argentina en cuya organización tomó parte activa, es la Academia Nacional de Ciencias Exactas de Córdoba. Al reformar la antigua Universidad de Córdoba, que constaba sólo de una facultad, la de Derecho, el entonces Presidente de la República don Domingo Faustino Sarmiento, por decreto de fecha 16 de Marzo de 1870, nombró a Burmeister Comisionado extraordinario de la Facultad de Ciencias, con el encargo de llamar de Alemania siete profesores y constituir dicha Academia.
Establecida esta institución con seis profesores (cinco de nacionalidad alemana y uno holandés) y dos ayudantes (alemanes), y nombrado director de ella el Dr. Burmeister, debía esperarse de la misma mucho para el país y la ciencia; sentimos no poder afirmarlo así. La dirección de un cuerpo de profesores que en su mayoría, estaban entre sí en discordancia, desde un punto alejado como lo es Buenos Aires de Córdoba; comunicaciones impropias con que constantemente se fastidiaba al director, daban lugar a reproches enérgicos bien o mal merecidos; un reglamento exagerado y acompañado de una nota en términos poco lisonjeros por parte del director, etc., etc., promovieron, unos tres años después, protestas, renuncias, destituciones, nombramientos de nuevos profesores y, por fin, la dimisión de Burmeister de la dirección de la Academia. Un panfleto, publicado por Carl Schultz Sellack en Berlín, en 1874, sobre la Facultad de Ciencias Naturales en Córdoba, trata de esa época anormal de la Academia, pero debemos advertir, “sine ira et studio”, que ha sido escrito con pasión, inculpando solamente a una parte, sin tomar en consideración errores cometidos por la otra, y sin meditar las circunstancias que motivaron aquel estado de anomalía de la Academia.
Nosotros, que hemos tenido ocasión de conocer de muy cerca todos los acontecimientos relacionados con los sucesos desarrollados en el seno de la misma, podemos asegurar con imparcialidad, que se había pecado intra et extra muros.
Dada su constitución fuerte, y la buena salud de que gozaba, Burmeister hubiera vivido aún muchos años, conservando su entereza intelectual, su actividad científica y su admirable firmeza en dibujar, si un fatal accidente no los hubiera acortado.
El Museo, para el cual casi sólo vivía, fue también la causa indirecta de su muerte. El 8 de Febrero de 1892, al abrir una ventana en el Museo, cayó de una escalera doble, en que había subido, contra un armario con tanta fuerza, que hizo saltar el pasador de la puerta del mismo y rompió un cristal, del cual un pedazo le abrió la arteria frontal, ocasionándole grandes pérdidas de sangre, que produjeron una anemia cerebral, la cual le obligó a guardar casa y cama.
Sintiendo aproximarse el fin de sus días, pidió del Gobierno su pensión, y propuso, para sucesor después de un cambio de ideas, al Dr. Carlos Berg. Sus deseos fueron atendidos. El 18 de Abril de 1892 obtuvo su retiro de Director del Museo Nacional, para que descansara de tanta labor y actividad. Pero fatalmente, el estado avanzado de la debilidad de su cuerpo y la imposibilidad de restituir las fuerzas perdidas, le llevaron muy pronto al eterno descanso: el Dr. Burmeister murió el 2 de Mayo de 1892.
Su pomposo entierro, llevado a cabo el 4 de Mayo, a las 4 de la tarde, ha puesto de relieve el alto aprecio que le tributaban en la República Argentina. El Estado costeó el sepelio. Llevaban los cordones: el Presidente Dr. Carlos Pellegrini, el Ministro de Justicia, Culto é Instrucción Pública Dr. Juan Balestra, el Ministro de Relaciones Exteriores Dr. Estanislao S. Zeballos, el Ministro de Alemania, los Directores del Museo Nacional, del de La Plata y del Museo Nacional de Montevideo y uno de los dos hijos (el otro se encontraba en Matto Grosso) del segundo matrimonio de Burmeister con doña Petrona Tejeda nativa de Tucumán. Pronunciaron discursos el mencionado Ministro, Dr. Balestra en nombre del Gobierno Nacional, el Ministro de Alemania D. R. v. Krauel, en idioma alemán, el nuevo Director del Museo Nacional Dr. Carlos Berg y el Sr. Francisco Seeber, insinuando este último la idea de un monumento para perpetuar la memoria del sabio Burmeister.
Durante su vida fue objeto de demostraciones de reconocimiento de su alto saber y merecidas distinciones. Don Pedro II lo nombró Dignatario de la Orden de la Rosa; Guillermo I le confirió la cruz de 3a clase de la Orden de la Corona de Prusia; fue miembro honorario de ocho instituciones científicas, correspondiente de 17 y efectivo de 18, y más de cincuenta especies de animales y plantas han sido bautizadas con el nombre de Burmeister. La conmemoración del 50º aniversario de su doctorado, el 19 de Diciembre de 1879, fue una fiesta de verdadero homenaje (2).
Además de la condecoración prusiana presentada por el señor Ministro Residente de Alemania, Barón von Holleben, de felicitaciones, de la entrega de diplomas y de obras dedicadas, de un banquete ofrecido., etc., la Sociedad Científica Argentina entregó al Dr. Burmeister su busto bien ejecutado en yeso, con el permiso obtenido del Gobierno, para poder ser conservado en el Museo, en recuerdo de ese fausto día del director del establecimiento.
Sus trabajos científicos los inició Burmeister con su tesis de doctorado, versando sobre un sistema natural de los insectos, fundado en las diferentes fases de desarrollo. En seguida aparecieron sus tratados de Historia Natural, que traducidos en otros idiomas o extractados, sirvieron a la enseñanza por una larga serie de años, o de base para obras análogas posteriormente escritas.
Simultáneamente y más tarde lo vemos abarcar con singular entendimiento y con certeza y claridad casi todos los ramos de la Historia Natural. En la Entomología se nos presenta como insigne maestro y creador: su Manual de Entomología en 8 tomos es aún hoy, según la expresión del Sr. Brunner v. Wattenwyl, el evangelio de muchos naturalistas del ramo, y sus centenares de trabajos entomológicos descriptivos perpetuarán su memoria mientras haya ciencia y se cultive el estudio.
En la Mastozoología, Ornitología y Carcinología, el doctor Burmeister nos da a conocer centenares de nuevas formas y tesoros de particularidades, las que citarán y de que hablarán aún los siglos futuros.
En la Paleontología, desde su notable trabajo sobre la organización de las Trilobitas (1843), hasta su última publicación en los Anales del Museo Nacional de Buenos Aires (Enero de 1892), Burmeister ha hecho conocer una multitud de seres que vivían en épocas pasadas muy lejanas.
Además, este sabio, cuyas aptitudes eran múltiples y sus fuentes inagotables, también nos ha dejado otras obras notables, ya geográfica, ya meteorológicas, ya faunísticas y geológicas.
En su Historia de la Creación, que desde el año 1843 apareció en muchas ediciones y fue traducida en varios idiomas; en sus Cuadros geológicos (1851-1853) en su Viaje al Brasil y Cuadros pintorescos del Brasil (1853); su Viaje por los Estados del Plata (1861), obras en parte de carácter popular, el Dr. Burmeister se nos presenta como un hábil maestro que sabe dominar casi todas, las ciencias. Nos impone por su claridad y seguridad manifiestas. Sabe descifrar muchos problemas intrincados y esclarecerlos de la manera más sencilla. Logra elevarse lugar correspondiente en la primera.
Un caudal de material nuevo ha reunido Burmeister en sus viajes por el Brasil y los Estados del Plata. Sus publicaciones sobre estos países dan un vivo testimonio de sus abundantes observaciones y de su genio universal, y a él deben las repúblicas Argentina y Oriental del Uruguay descripciones y divulgaciones de los conocimientos sobre sus vastos territorios y sus producciones naturales; para la República Argentina ha sido el formador de su Museo Nacional y el más desinteresado y celoso investigador de su suelo y de las producciones de este último.
La lista de publicaciones, dará conocimiento exacto sobre el trabajo intelectual a la altura de un verdadero sabio, que comunica científica y en forma atractiva sus experiencias y alcanza su ideal: conciliar la vida con la ciencia: dar a esta su lugar correspondiente en la primera.
Un caudal de material nuevo ha reunido Burmeister en sus viajes por el Brasil y los Estados del Plata. Sus publicaciones sobre estos países dan un vivo testimonio de sus abundantes observaciones y de su genio universal, y a él deben las repúblicas Argentina y Oriental del Uruguay descripciones y divulgaciones de los conocimientos sobre sus vastos territorios y sus producciones naturales; para la República Argentina ha sido el formador de su Museo Nacional y el más desinteresado y celoso investigador de su suelo y de las producciones de este último.
Referencias
(1) Los que se interesan por más pormenores, pueden recurrir a: Burmeister, Reise durch die La Plata-Staaten. Tomos I y II. Halle, 1861.
(2) Bericht über die Feier des 50 jährigen Doctor-Jubilaeums des Prof. Dr. Hermann Burmeister, begangen den 19. December 1879 in Buenos Aires. Al Manuscript gedruckt. Buenos Aires, Druckerei von P.E. Coni. 1880. 38 páginas en 8º.
Fuente
Anales del Museo Nacional de Buenos Aires, Tomo IV, Buenos Aires, Segundo semestre de 1895.
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
Portal www.revisionistas.com.ar
Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar