German Burmeister
Karl Hermann Conrad Burmeister nació el 15 de Enero de 1807, coincidiendo esta fecha con el primer aniversario matrimonial de sus padres, en Stralsund, donde su padre era el segundo empleado de la Real Oficina de Licencias sueca, pasando más tarde y en el mismo carácter al servicio de la administración aduanera de Prusia, lo que disminuyó notablemente sus entradas pecuniarias, circunstancia que unida a otras causas le obligó a pedir su jubilación en 1824, muriendo en diciembre del mismo año. Su viuda con los cinco hijos que dejó, no contaba con más recursos de subsistencia que los que su marido había economizado a fuerza de trabajos arduos, pues, del estado ninguna pensión recibía. Era hija del auditor de guerra de guarnición sueco C. N. Freund, literato conocido, de quien había heredado dotes literarias que a su vez transmitió a su hijo mayor Hermann.
Este ingresó en el año 1814 en el gimnasio de su ciudad natal, que en aquella época tenía un excelente cuerpo docente, ejerciendo, sobre todo, el profesor de dibujo W. Brüggemann una grande influencia sobre el espíritu del joven y a quien, sin duda, era en gran parte debido de que, más tarde, el naturalista llegó a ser maestro también en la representación gráfica de sus investigaciones. Después de haber absuelto allí, en 1825, el examen de bachillerato, ingresó en la Universidad de Greifswald, para estudiar las Ciencias Médicas y Naturales; por estas últimas ya había tomado afición como alumno de la 3º clase del Gimnasio de Stralsund, y como coleccionista de insectos.
De la Universidad de Greifswald, en la que dirigían su educación científica los profesores Rosenthal, Hornschuch y especialmente W. Sprengel, el joven Burmeister pasó en 1827 a la de Halle, donde el botánico Curt Sprengel lo acogió con afecto paternal, los zoólogos Nitzsch y Germar aviaron sus conocimientos de Historia Natural, y las clínicas de los profesores Krukenberg, Dzondi, Niemeyer y Blasius le proporcionaron la mejor ocasión para estudiar los reinos de la cirugía y medicina. En esta última universidad obtuvo el grado de Doctor en Medicina, el 4 de Noviembre de 1829, y el de Filosofía, el 19 de Diciembre del mismo año.
Su tesis de doctorado lleva el título “De Inséctorum systemate natural”, y su diploma de Doctor en Filosofía firmado por su maestro principal y entonces decano de la facultad, Ch. L. Nitzsch, le da el testimonio de haberlo ganado: examine, coram ordine cum laude superato, postquam ingenii solertiam doctrinaeque copiam, imprimis luculentan historiae naturalis, scientiam comprobaverat, die jura et privilegia Doctoris philosophiae et Art. L.L. Magistri gradum rite.
En el mes de Enero de 1830 regresó Burmeister a la ciudad de Stralsund, la que abandonó de nuevo en el mes de Mayo del mismo año, dirigiéndose a Berlín, para buscar su porvenir en el centro científico de Prusia. Primeramente absolvió su año de servicio militar como cirujano de división del regimiento, de granaderos “Emperador Francisco”, durante cuyo tiempo le maduró la idea de abandonar la carrera práctica de medicina, para dedicarse al profesorado de la Historia Natural.
En el mes de Septiembre de 1831 lo encontramos en el Gimnasio de Joachimsthal, dando su lección de prueba, pública en presencia del consejero privado de Gobierno, Nolte, y del director Meinicke, quienes se pronunciaron de la manera más halagüeña sobre el talento didáctico del candidato, exclamando, Meinicke, cuando supo qué Burmeister hasta entonces nunca había enseñado: ex ungue leonem.
De Joachimsthal fue llamado en 1832 al Gimnasio real de Köll, abandonando este instituto dos años después, para habilitarse, en 1834 como docente privado de la Universidad de Berlín, donde permaneció hasta 1837, año, en que lo llamó, para ocupar la cátedra de Zoología, la Universidad de Halle, de la cual ha sido uno de sus más célebres profesores. Durante su permanencia en Berlín, Burmeister contrajo matrimonio con la hija del Sr. Sommer, dueño de navíos mercantes de Altona, de cuyo matrimonio tuvo dos hijos, que durante cierta época se dedicaron al comercio en Buenos Aires y Río Janeiro.
De Joachimsthal fue llamado en 1832 al Gimnasio real de Köll, abandonando este instituto dos años después, para habilitarse, en 1834 como docente privado de la Universidad de Berlín, donde permaneció hasta 1837, año, en que lo llamó, para ocupar la cátedra de Zoología, la Universidad de Halle, de la cual ha sido uno de sus más célebres profesores. Durante su permanencia en Berlín, Burmeister contrajo matrimonio con la hija del Sr. Sommer, dueño de navíos mercantes de Altona, de cuyo matrimonio tuvo dos hijos, que durante cierta época se dedicaron al comercio en Buenos Aires y Río Janeiro.
La corriente política de 1848 arrastró también a Burmeister.
Reconocido como sagaz partidario de la extrema izquierda, elegido miembro de la primera Cámara prusiana por el distrito electoral de la ciudad de Liegnitz. Pero descorazonado por el mal resultado de sus esfuerzos políticos, descontento con el estado de las cosas de aquella época, con su propia situación y centro de actividad, y también con el estado delicado de su salud se decidió a dimitir su puesto en 1850.
Sus deseos de hacer un viaje a países de ultramar, después de inútiles empeños, fueron por fin llenados. Se le concedió por recomendación del Ministro del Culto v. Ladenberg y Alejandro v. Humboldt una licencia por un año y un subsidio de Estado, para visitar el Brasil.
Emprendió este viaje el 12 de Septiembre de 1850, y después de una feliz travesía, llegó a Río Janeiro, explorando en seguida la provincia del mismo nombre y la de Minas Gerais.
Habiéndose internado en esta última, tuvo la desgracia, en las orillas de Lágoa Santa, el 2 de Junio de 1851, de fracturarse la pierna derecha, circunstancia que lo obligó a guardar cama cerca de cinco meses en la hospitalaria casa de el naturalista dinamarqués Lund. Acortado de esta manera su viaje de exploración, volvió a Europa a principios de 1852, entusiasmado por las bellezas de la naturaleza tropical, pero poco satisfecho con los resultados obtenidos. Desde entonces no lo abandonó el vehemente deseo de volver a la América Meridional, deseo que ni tampoco dos viajes efectuados en las bellas comarcas de Italia pudieron borrar de su espíritu.
Para poder satisfacer este anhelo, volvió a gestionar una nueva Licencia; tuvo tan buen éxito, que pudo emprender su viaje en el otoño de 1856, con un permiso de dos años, que más tarde fueron aumentados a cuatro, mediante los buenos oficios de Alejandro v. Humboldt.
Se embarcó en Southampton, en el vapor “Tamar” de la Royal Mail Steam Packet Company, el 9 de Octubre para Río Janeiro, con intensión de seguir viaje al Río de la Plata; pero no habiendo llegado el buque de vela a cuyo bordo había enviado con anticipación, sus libros, instrumentos, utensilios, etc., se vio obligado a demorar en aquel punto hasta el 1º de Diciembre, cuando después de muchas dificultades consiguió la entrega de sus cajones, entretanto llegados de la aduana.
Para no perder más tiempo, embarcó todo su equipaje junto con su persona en el vaporcito piamontés Sardenha, con rumbo a Montevideo a cuyo puerto arribó el 8 del mismo mes.
Después de una estadía de cerca de dos meses en la capital de la República oriental del Uruguay y en su interior (1), se puso en marcha para Buenos Aires, el 30 de Enero de 1857. El 6 de Febrero siguió viaje para el Rosario, de donde hizo su primera excursión a la ciudad del Paraná. Vuelto al Rosario, se trasladó en un carretón, que el Gobierno Central había puesto a su disposición con la correspondiente caballada y escolta, a Mendoza, donde llegó después de un penoso viaje de 13 días.
Después de una estadía de cerca de dos meses en la capital de la República oriental del Uruguay y en su interior (1), se puso en marcha para Buenos Aires, el 30 de Enero de 1857. El 6 de Febrero siguió viaje para el Rosario, de donde hizo su primera excursión a la ciudad del Paraná. Vuelto al Rosario, se trasladó en un carretón, que el Gobierno Central había puesto a su disposición con la correspondiente caballada y escolta, a Mendoza, donde llegó después de un penoso viaje de 13 días.
Allí permaneció más de un año, ocupado en hacer colecciones zoológicas y mineralógicas y estudiar las condiciones climatológicas de aquella región. El 19 de Abril de 1858, regresó, nuevamente al Rosario, donde llegó el 4 de Mayo, acompañado del Dr. Stamm.
Después de un descanso de diez días, se dirigió al Paraná donde permaneció durante un año. Allí se hizo propietario de una quinta situada sobre las orillas del río, para poder dedicarse más a su gusto a sus observaciones y estudios, de lo que le hubiera sido posible, alojándose en la ciudad. Desgraciadamente, si bien consiguió su objeto a este respecto, hizo malas experiencias por otros lados, y se tuvo por muy feliz, de encontrar un comprador de su posesión, que le dejaba libre de esta hipoteca.
Los estadios que allí hizo, se relacionan con la descripción física de los alrededores de la ciudad del Paraná, la formación geológica de la barranca y la descripción comparativa de las faunas del Paraná y de Mendoza, así como también con la naturaleza de Santa Fe y especialmente del Río Salado, que fueron explorados desde el Paraná.
Para conocer también las regiones central y septentrional de la República Argentina, emprendió un viaje a Córdoba y Tucumán. En la primera provincia permaneció 26 días, explorando los alrededores de la ciudad, y la Punilla; en la segunda 6 meses (desde el 25 de julio de 1859 hasta el 27 de Enero, de 1860), durante cuya época tuvo ocasión de estudiar la atrayente naturaleza de Tucumán, admirar sus bellezas, saborear el excelente queso de Tafí, reponerse, así corporal como espiritualmente, y olvidar las peripecias y molestias sufridas en carácter de propietario quintero en el Paraná. La permanencia en Tucumán la consideró como la más agradable y útil durante su viaje en la República Argentina, y hasta los últimos días de su vida, Burmeister le ha conservado gratos y cariñosos recuerdos.
De Tucumán se dirigió a Catamarca y de ésta a Copacabana, atravesando la alta Cordillera, después de un viaje sumamente molesto, el 13 de Marzo. Llegó a Copiapó el 29 de Marzo y a Caldera el 1º de Abril. En este último punto se embarcó para Callao, dirigiéndose luego a Panamá, donde arribó el 21 de Abril.
Un par de días después, en el puerto, de Aspinwall, se embarcó en el vapor Solent, para ir a la Isla de Santo Tomas, de allí, en el vapor Shannon, para regresar a Europa, llegando a Southampton el 11 de Mayo de 1860.
Su viaje al Brasil como el a las repúblicas Argentina y Uruguaya, que acabamos de narrar a grandes rasgos, las ha descrito Burmeister con muchos detalles en obras especiales, que se mencionan en la lista bibliográfica de sus publicaciones.
Vuelto a su tarea de profesorado, además de los antiguos inconvenientes, el Dr. Burmeister se encontró con otros nuevos, que le harían poco soportable la vida en Halle, más aún, cuando que por un decreto del entonces ministro prusiano v. Bethman-Hollweg, se exoneró a los estudiantes de medicina de la obligación de asistir a los cursos de Zoología, Botánica y Mineralogía, dejando las aulas de los profesores respectivos casi desiertas.
Obedeciendo a su carácter enérgico, que para llegar a sus fines, le impulsaba a romper con sus relaciones y abandonar sus puestos, antes de llevar un peso oneroso, pidió su dimisión en Marzo de 1861, la cual le fue concedida en gracia, según la expresión de la nota real.
Durante su permanencia en la República Argentina, Burmeister se informó también acerca de sus instrucciones científicas, y supo que la dirección del Museo Público de Buenos Aires había sido ofrecida al naturalista A. Bravard, pero que éste no la aceptó por querer dedicarse a exploraciones y coleccionar por cuenta propia. En vista de esto, Burmeister se dirigió al Enviado de la Confederación Germánica en Buenos Aires, Fr. v. Gülich, con el objeto de ofrecer sus servicios como director del Museo, al Gobierno de Buenos Aires. A la cabeza del gobierno provincial se hallaba entonces el general don Bartolomé Mitre, siendo ministro Sarmiento. El ofrecimiento fue aceptado con gran satisfacción.
El señor v. Gulich fue encargado de la misión de invitar a Burmeister a venir lo más pronto posible. Recibida la noticia, éste partió de Halle el 1º de Julio y llegó a Buenos Aires el 1º de Septiembre de 1861.
Entretanto, en Buenos Aires los asuntos políticos habían experimentado grandes cambios. La provincia de este nombre se había separado de la unión nacional. Los dos gobiernos estaban en guerra recíproca. Sarmiento había declinado su puesto de ministro. Su sucesor el Dr. Pastor Obligado se negó a dar curso a los decretos autorizados por su antecesor, y el gobernador mismo se hallaba en campaña, en frente del enemigo. Finalmernte la batalla de Pavón decidió en favor de Buenos Aires; el General Mitre regreso victorioso; el Dr. Obligado dimitió, y en su lugar ocupó el Ministerio de Gobierno el Dr. Eduardo Costa, quien por intervención de las buenas relaciones de Burmeister despachó el decreto de nombramiento, de manera que, este último, pudo ocupar su cargo de Director del Museo Público de Buenos Aires, sólo en el mes de Febrero de 1862.
Desde entonces comenzó una nueva era en la vida del doctor Burmeister. Con caracterizada actividad y energía emprendió su nueva obra, a la cual dedicó toda su buena voluntad y sus esfuerzos, hasta pocos días antes de su muerte. De un gabinete de curiosidades creó una institución científica, la cual aunque no en cuanto al número total de sus colecciones y grandor y elegancia de su edificio, al menos por el valor de muchísimos de sus objetos y su preciosa y rica biblioteca, puede rivalizar ventajosamente con los museos nacionales de otros países. Recordamos, en primera línea, los tesoros paleontológicos por cuya reunión y descripción Burmeister se ha erigido un duradero monumento; las valiosas colecciones entomológicas que encierran un gran número de sus ejemplares típicos, y la de Ornitología, que da a conocer la variada avifauna de la República Argentina y países limítrofes. Los tres tomos de los Anales de este Museo, el cual, en el año 1880, con la federalización de Buenos Aires, pasó a ser institución nacional y lleva desde entonces el nombre de Museo Nacional de Buenos Aires, dan testimonio vivo sobre los estudios paleontológicos de Burmeister así como también acerca de la Sociedad Paleontológica de Buenos Aires, fundada por él.
Otra instrucción científica argentina en cuya organización tomó parte activa, es la Academia Nacional de Ciencias Exactas de Córdoba. Al reformar la antigua Universidad de Córdoba, que constaba sólo de una facultad, la de Derecho, el entonces Presidente de la República don Domingo Faustino Sarmiento, por decreto de fecha 16 de Marzo de 1870, nombró a Burmeister Comisionado extraordinario de la Facultad de Ciencias, con el encargo de llamar de Alemania siete profesores y constituir dicha Academia.
Establecida esta institución con seis profesores (cinco de nacionalidad alemana y uno holandés) y dos ayudantes (alemanes), y nombrado director de ella el Dr. Burmeister, debía esperarse de la misma mucho para el país y la ciencia; sentimos no poder afirmarlo así. La dirección de un cuerpo de profesores que en su mayoría, estaban entre sí en discordancia, desde un punto alejado como lo es Buenos Aires de Córdoba; comunicaciones impropias con que constantemente se fastidiaba al director, daban lugar a reproches enérgicos bien o mal merecidos; un reglamento exagerado y acompañado de una nota en términos poco lisonjeros por parte del director, etc., etc., promovieron, unos tres años después, protestas, renuncias, destituciones, nombramientos de nuevos profesores y, por fin, la dimisión de Burmeister de la dirección de la Academia. Un panfleto, publicado por Carl Schultz Sellack en Berlín, en 1874, sobre la Facultad de Ciencias Naturales en Córdoba, trata de esa época anormal de la Academia, pero debemos advertir, “sine ira et studio”, que ha sido escrito con pasión, inculpando solamente a una parte, sin tomar en consideración errores cometidos por la otra, y sin meditar las circunstancias que motivaron aquel estado de anomalía de la Academia.
Nosotros, que hemos tenido ocasión de conocer de muy cerca todos los acontecimientos relacionados con los sucesos desarrollados en el seno de la misma, podemos asegurar con imparcialidad, que se había pecado intra et extra muros.
Dada su constitución fuerte, y la buena salud de que gozaba, Burmeister hubiera vivido aún muchos años, conservando su entereza intelectual, su actividad científica y su admirable firmeza en dibujar, si un fatal accidente no los hubiera acortado.
El Museo, para el cual casi sólo vivía, fue también la causa indirecta de su muerte. El 8 de Febrero de 1892, al abrir una ventana en el Museo, cayó de una escalera doble, en que había subido, contra un armario con tanta fuerza, que hizo saltar el pasador de la puerta del mismo y rompió un cristal, del cual un pedazo le abrió la arteria frontal, ocasionándole grandes pérdidas de sangre, que produjeron una anemia cerebral, la cual le obligó a guardar casa y cama.
Sintiendo aproximarse el fin de sus días, pidió del Gobierno su pensión, y propuso, para sucesor después de un cambio de ideas, al Dr. Carlos Berg. Sus deseos fueron atendidos. El 18 de Abril de 1892 obtuvo su retiro de Director del Museo Nacional, para que descansara de tanta labor y actividad. Pero fatalmente, el estado avanzado de la debilidad de su cuerpo y la imposibilidad de restituir las fuerzas perdidas, le llevaron muy pronto al eterno descanso: el Dr. Burmeister murió el 2 de Mayo de 1892.
Su pomposo entierro, llevado a cabo el 4 de Mayo, a las 4 de la tarde, ha puesto de relieve el alto aprecio que le tributaban en la República Argentina. El Estado costeó el sepelio. Llevaban los cordones: el Presidente Dr. Carlos Pellegrini, el Ministro de Justicia, Culto é Instrucción Pública Dr. Juan Balestra, el Ministro de Relaciones Exteriores Dr. Estanislao S. Zeballos, el Ministro de Alemania, los Directores del Museo Nacional, del de La Plata y del Museo Nacional de Montevideo y uno de los dos hijos (el otro se encontraba en Matto Grosso) del segundo matrimonio de Burmeister con doña Petrona Tejeda nativa de Tucumán. Pronunciaron discursos el mencionado Ministro, Dr. Balestra en nombre del Gobierno Nacional, el Ministro de Alemania D. R. v. Krauel, en idioma alemán, el nuevo Director del Museo Nacional Dr. Carlos Berg y el Sr. Francisco Seeber, insinuando este último la idea de un monumento para perpetuar la memoria del sabio Burmeister.
Durante su vida fue objeto de demostraciones de reconocimiento de su alto saber y merecidas distinciones. Don Pedro II lo nombró Dignatario de la Orden de la Rosa; Guillermo I le confirió la cruz de 3a clase de la Orden de la Corona de Prusia; fue miembro honorario de ocho instituciones científicas, correspondiente de 17 y efectivo de 18, y más de cincuenta especies de animales y plantas han sido bautizadas con el nombre de Burmeister. La conmemoración del 50º aniversario de su doctorado, el 19 de Diciembre de 1879, fue una fiesta de verdadero homenaje (2).
Además de la condecoración prusiana presentada por el señor Ministro Residente de Alemania, Barón von Holleben, de felicitaciones, de la entrega de diplomas y de obras dedicadas, de un banquete ofrecido., etc., la Sociedad Científica Argentina entregó al Dr. Burmeister su busto bien ejecutado en yeso, con el permiso obtenido del Gobierno, para poder ser conservado en el Museo, en recuerdo de ese fausto día del director del establecimiento.
Sus trabajos científicos los inició Burmeister con su tesis de doctorado, versando sobre un sistema natural de los insectos, fundado en las diferentes fases de desarrollo. En seguida aparecieron sus tratados de Historia Natural, que traducidos en otros idiomas o extractados, sirvieron a la enseñanza por una larga serie de años, o de base para obras análogas posteriormente escritas.
Simultáneamente y más tarde lo vemos abarcar con singular entendimiento y con certeza y claridad casi todos los ramos de la Historia Natural. En la Entomología se nos presenta como insigne maestro y creador: su Manual de Entomología en 8 tomos es aún hoy, según la expresión del Sr. Brunner v. Wattenwyl, el evangelio de muchos naturalistas del ramo, y sus centenares de trabajos entomológicos descriptivos perpetuarán su memoria mientras haya ciencia y se cultive el estudio.
En la Mastozoología, Ornitología y Carcinología, el doctor Burmeister nos da a conocer centenares de nuevas formas y tesoros de particularidades, las que citarán y de que hablarán aún los siglos futuros.
En la Paleontología, desde su notable trabajo sobre la organización de las Trilobitas (1843), hasta su última publicación en los Anales del Museo Nacional de Buenos Aires (Enero de 1892), Burmeister ha hecho conocer una multitud de seres que vivían en épocas pasadas muy lejanas.
Además, este sabio, cuyas aptitudes eran múltiples y sus fuentes inagotables, también nos ha dejado otras obras notables, ya geográfica, ya meteorológicas, ya faunísticas y geológicas.
Además, este sabio, cuyas aptitudes eran múltiples y sus fuentes inagotables, también nos ha dejado otras obras notables, ya geográfica, ya meteorológicas, ya faunísticas y geológicas.
En su Historia de la Creación, que desde el año 1843 apareció en muchas ediciones y fue traducida en varios idiomas; en sus Cuadros geológicos (1851-1853) en su Viaje al Brasil y Cuadros pintorescos del Brasil (1853); su Viaje por los Estados del Plata (1861), obras en parte de carácter popular, el Dr. Burmeister se nos presenta como un hábil maestro que sabe dominar casi todas, las ciencias. Nos impone por su claridad y seguridad manifiestas. Sabe descifrar muchos problemas intrincados y esclarecerlos de la manera más sencilla. Logra elevarse lugar correspondiente en la primera.
Un caudal de material nuevo ha reunido Burmeister en sus viajes por el Brasil y los Estados del Plata. Sus publicaciones sobre estos países dan un vivo testimonio de sus abundantes observaciones y de su genio universal, y a él deben las repúblicas Argentina y Oriental del Uruguay descripciones y divulgaciones de los conocimientos sobre sus vastos territorios y sus producciones naturales; para la República Argentina ha sido el formador de su Museo Nacional y el más desinteresado y celoso investigador de su suelo y de las producciones de este último.
La lista de publicaciones, dará conocimiento exacto sobre el trabajo intelectual a la altura de un verdadero sabio, que comunica científica y en forma atractiva sus experiencias y alcanza su ideal: conciliar la vida con la ciencia: dar a esta su lugar correspondiente en la primera.
Un caudal de material nuevo ha reunido Burmeister en sus viajes por el Brasil y los Estados del Plata. Sus publicaciones sobre estos países dan un vivo testimonio de sus abundantes observaciones y de su genio universal, y a él deben las repúblicas Argentina y Oriental del Uruguay descripciones y divulgaciones de los conocimientos sobre sus vastos territorios y sus producciones naturales; para la República Argentina ha sido el formador de su Museo Nacional y el más desinteresado y celoso investigador de su suelo y de las producciones de este último.
Referencias
(1) Los que se interesan por más pormenores, pueden recurrir a: Burmeister, Reise durch die La Plata-Staaten. Tomos I y II. Halle, 1861.
(2) Bericht über die Feier des 50 jährigen Doctor-Jubilaeums des Prof. Dr. Hermann Burmeister, begangen den 19. December 1879 in Buenos Aires. Al Manuscript gedruckt. Buenos Aires, Druckerei von P.E. Coni. 1880. 38 páginas en 8º.
Fuente
Anales del Museo Nacional de Buenos Aires, Tomo IV, Buenos Aires, Segundo semestre de 1895.
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
Portal www.revisionistas.com.ar
Anales del Museo Nacional de Buenos Aires, Tomo IV, Buenos Aires, Segundo semestre de 1895.
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
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