jueves, 17 de septiembre de 2015

José Bonifacio Bolaños

José Bonifacio Bolaños



Nació en la ciudad de San Juan el 14 de mayo de 1751, siendo sus padres Nicolás de Bolaños y Narcisa Quiroga y del Carril.  Sentó plaza como cadete del Regimiento de Infantería de Buenos Aires, el 20 de febrero de 1768, asistiendo en tal carácter, en 1770, a la expedición hecha a las Islas Malvinas, comandada por Juan Ignacio de Madariaga, para desalojar a los ingleses de Puerto Egmont.  Ascendió a subteniente del precitado Regimiento el 30 de abril de 1779; y a teniente, el 25 de agosto de 1786.  Dos años después fue designado comandante de la escolta de la 3ª partida demarcadora de límites.  Fue promovido a ayudante mayor el 20 de marzo de 1796, y a capitán, el 7 de enero de 1799, grado con el cual participó en 1801 en una expedición contra los portugueses.  Tomó parte en la Reconquista de Buenos Aires, el 12 de agosto de 1806, así como en la memorable Defensa de los días 5 y 6 de julio de 1807.
La Revolución de Mayo lo contó entre sus decididos partidarios, y la Junta de Gobierno lo destinó al Ejército Auxiliar del Perú, con el cual se batió en Cotagaita, el 27 de octubre de 1810, y en Suipacha, el 7 de noviembre del mismo año.  Fue ascendido a teniente coronel del Regimiento Nº 6 de Infantería, el 3 de noviembre de 1810, grado con el cual asistió a la desastrosa batalla de Huaqui o Yuraicoraguá, donde comandó una división del ejército patriota.
Fue designado teniente gobernador de Mendoza el 7 de enero de 1812, ejerciendo aquel cargo hasta el 1º de diciembre del mismo año, fecha en que le sucedió el ministro de la Real Hacienda Alejo Nazarre.  En marzo de 1813 fue nombrado teniente gobernador de Jujuy en sustitución del coronel Francisco Pico, ejerciendo el cargo hasta los primeros días del año 1814, en que los patriotas abandonaron aquella ciudad ante la aproximación de las fuerzas realistas comandadas por el general Juan Ramírez de Orozco.
El 28 de enero de 1814, Bolaños obtuvo su retiro a Inválidos, en la ciudad de Córdoba, falleciendo en Buenos Aires el 24 de enero de 1814.
El comportamiento del coronel Bolaños en la batalla de Huaqui fue muy distinguido, dentro de la situación embarazosa en que se halló ante las reiteradas órdenes que recibió del general González Balcarce, de marchar con la artillería de inmediato en cualquier forma, tropezando Bolaños con dificultades de todo orden para cumplimentar aquellas disposiciones.  No obstante todo su empeño, no logró ni siquiera atenuar la formidable derrota que sufrían ya los patriotas cuando logró hacer jugar los cañones con efecto.  Durante la retirada desordenada del Ejército Auxiliar después de Huaqui, Bolaños prestó buenos servicios para restablecer la confianza en las tropas, y desde Mojos los generales se adelantaron, continuando aquél a cargo del ejército hasta la llegada a Jujuy, punto donde se dio término a la retirada del Desaguadero.
Bolaños junto con el coronel José Javier Aparicio, colaboró con el coronel mayor Juan Bautista Bustos en la defensa que debió hacer de la posición del Fraile Muerto el 9 de noviembre de 1818, contra los montoneros de Santa Fe; en la cual también intervinieron los tenientes coroneles Francisco Bedoya y Francisco Sayós.
El coronel Bolaños era casado con Teresa de Alagón, hija de Sixto de Alagón, de Río Grande, y de doña Escolástica de Casero.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Portal www.revisionistas.com.ar
Yaben, Jacinto R. – Biografías Argentinas y Sudamericanas – Buenos Aires (1938).
Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar

Francisco Bibolini

Francisco Bibolini



Nació en Spezia, Italia, en el año 1827.  En 1854 viajó a América y después de cortas estadas en Asunción y Buenos Aires, se estableció en el “Fortín Mulitas” (1), donde llegó el 12 de Julio de 1855 con el nombre de cura párroco, celebrando las primeras misas en el mismo fortín.  Posteriormente se levantó una capilla (donde hoy se encuentra el Consejo Deliberante del pueblo de 25 de Mayo), era precaria y fue destruida por un incendio.  De inmediato el cura párroco habilita su casa para celebración de misas y oratorio.  En el pueblo no había medico ni farmacia por lo que la vida de los pobladores dependía de la buena voluntad de este Ministerio de Dios.
El 29 de octubre del año 1859, el temido señor de “Las Salinas Grandes”, Cacique Calfucurá, con dos mil de sus indios estaba dispuesto a entrar al saqueo de “Mulitas”, como así también en busca de venganza ya que odiaba al comerciante Juan Basabe, porque en su negocio se había dado muerte a uno de sus más apreciados amigos.  Inmediatamente el padre Bibolini salió al encuentro del feroz cacique, y tras un largo trayecto, en su magnífico corcel llegó al lugar denominado “Médano Partido” (de Galíndez) y allí lo entrevistó.
Con gran temple, el sacerdote pidió por las vidas y las haciendas de los habitantes, a cambio de darle víveres, dinero y regalos.  Fue así que merced a la tenaz decisión de Bibolini, el cacique desistió de la macabra idea y al final entró pacíficamente al pueblo, junto al mismo Bibolini, y ante la mirada de asombro de los pobladores que en principio no daban crédito a lo que estaban viendo, o más precisamente que se trataba de un milagro.
La indiada se diseminó tranquilamente por la población pidiendo “Cofque” (galleta-pan); “Yergué” (yerba), “Petrén” (tabaco) y “Pulcuí” (aguardiente).
Calfucurá, con su cortejo de tres de sus damas de “Las Salinas Grandes” y sus capitanejos, se hospedó en la misma casa de Bibolini, donde le fueron servidos chocolate, cominillo y tortas fritas.
Francisco Bibolini fue un hombre de cierta preparación, audaz, fuerte, tan generoso como impulsivo y por sobre todo: conversador y poeta.  Escribió versos detestables que se publicaron como curiosidad en periódicos locales y según afirmaban los viejos vecinos, sus sermones estaban a la altura de sus versos.
Pero al margen de sus condiciones personales e inquietudes literarias, Bibolini tuvo todo el empuje y heroicidad de su época.  De la nada construyó su iglesia frente a la plaza mayor y a su lado, con sus propias manos, un enorme caserón para alojar indigentes. 
Realizó o colaboró directamente con todas las primeras obras de progreso de la futura ciudad y durante la epidemia de cólera del año 1869, hizo de médico y de boticario con gran éxito, aunque sólo curando con lo único que tenía: oraciones y yuyos. 
Era un cura sin vueltas y amigo de decir las cosas como las pensaba.  Quizá por su excesivo amor a “su chusma”, su desenfado cocoliche y su frenesí en los sermones, se creó muchos enemigos, que en pueblo chico le crearon chismes grandes, hasta hacer de la verdad, que por si sola era bastante grande y pintoresca, la famosa novela del Cura Bibolini.
Lo pinta de cuerpo entero su famoso proceso por “profanación”.  En efecto, por denuncia de monseñor Aneiros, Obispo Capitular, se inició en el año 1873 un original sumario judicial, porque en el cementerio local que había visitado el prelado, se encontró un cartel sobre la tumba del Rdo. Padre Rodríguez Soto, que decía así: “El finado Cura Soto dejo treinta mil pesos para los pobres y el Cura Seijo se los quitó.  Firmado: Francisco Bibolini.”
La causa, que fue engordando con estridentes declaraciones del procesado, pintoresquísimas declaraciones de los testigos, ocurrentes y graciosas pruebas, terminó su primera etapa con el ingreso de Bibolini a la cárcel de Mercedes, de la cual sólo pudo salir por la fianza de su amigo Andrés Grillo.
No se quedó quieto.  La justicia del Estado le preocupaba poco, pues él creía firmemente en la suya, y entonces se dedicó a escribir cartas al damnificado, que, como fue de esperar, se agregaron a la causa: “Marzo 30.  Canalla de Seijo: ha llegado a mi conocimiento que tú has dicho que yo soy un criminal por haber firmado una petición.  Calumniador, vil, ladrón.  Tendrás que darme satisfacciones.  Me las vas a pagar.  Francisco Bibolini…”.
Naturalmente que el procesado no probó su acusación y en medio de improperios a las autoridades civiles y eclesiásticas, fue condenado a un año de prisión, sin que por otra parte se registrase su cumplimiento en el archivo de la cárcel…  Eso sí, fue consecuente hasta el final: cuando lo requieren para que retire términos ofensivos en su última presentación (“… que él no tiene caridad en cuanto a Seijo…), acepta la intimación, los retira y los reemplaza por éstos: “¡Que Seijo era un tirano y un falsario!”.
Fue párroco hasta el año 1861 en que se mezcló en política y presentó su candidatura a Intendente, lo que como es natural, le costó el curato, siendo suspendido en el año 1863.  No obstante ello, peleando con los curas que lo reemplazaron, inició una famosa competencia al establecer aranceles más baratos para misas y bautismos, que oficiaba… en su casa.
Fue un poco de todo e hizo un poco de todo.  Fue prestamista, ejecutó hipotecas, vendió propiedades y con los importes y ganancias mantuvo pobres; ayudó a sus pobres y vivió bastante regaladamente dentro de la sencillez del lugar y la época. 
Debió gastar todos sus recursos en su original ministerio, porque en el año 1890 aparece reclamando al Gobierno una pensión vitalicia.  Gracioso resulta que, como no se votaba con la urgencia que él reclamaba, remitió a la Legislatura un largo romance-amonestación, que terminaba así: “Si Lamela no moja bien la pluma a mi favor en la Legislatura, le he caer como quien derrumba desde muy elevada altura”.
Murió el 24 de mayo de 1907.  Sus antiguos feligreses, con autorización eclesiástica levantaron en el atrio de la iglesia un lindo monumento a su memoria y la autoridad civil, en la plaza principal, lo recuerda con un bronce, donde aparece como realmente fue: recio, expresivo, espinoso, como si quisiera seguir guerreando.
Fue un producto de su tiempo.  La sotana no alcanzó a serenar su espíritu arrebatado y desbordante y en vez de elegir el silencio de su iglesia y la confidencia del misal, prefirió la calle donde fue más hombre que sacerdote.  Y como cuando se sale, uno se ensucia, él fue salpicado por todos los barros, aunque eso no quitó que a su vez los chapaleara con pasión y hasta con gusto, repitiéndolo a los cuatro vientos.
Pero cumplió su ministerio con su original pero real verdad y en los momentos de peligro para su pueblo supo jugarse con generosidad, sin esconder el pellejo, cuando era más posible perderlo que conservarlo.
Referencia
(1) El nombre “Mulita” con que se lo bautizó es debió a la gran cantidad de roedores que se encontraban en el lugar, por eso en el escudo de la ciudad de 25 de Mayo, figura la mulita.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Guido, Horacio J. – Calvucura y el cura, un episodio de la lucha contra el indio.
Portal www.revisionistas.com.ar
Todo es Historia – Año I, Nº 5, Buenos Aires, setiembre de 1967.
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miércoles, 16 de septiembre de 2015

JUAN BAUTISTA BAIGORRIA

JUAN BAUTISTA BAIGORRIA



Juan Bautista Baigorria, también conocido como el Granadero Baigorria, (n. El Chorrillo, San Luis ¿? 1764 - Bañado de Pajas, Córdoba ¿? 1860) fue un soldado que participó en el Combate de San Lorenzo, en Santa Fe, evitando que un realista atravesara con su bayoneta al coronel José de San Martín.

El 14 de setiembre de 1812 el Capitán de Milicias Tomás Varas entregó en la Guardia de Prevención del Regimiento de Granaderos, en formación, un total de 111 reclutas provenientes de la Punta de San Luis, recibiendo por su gestión ocho pesos por cada uno. En la lista que publica el Teniente Coronel Camilo Anschutz en su libro Historia de Granaderos a Caballo, el nombre de JUAN BAUTISTA BAYGORRIA, (sic) aparece citado en sexto lugar de los destinados a la Segunda Compañía, del primer Escuadrón. Si bien sabemos que el primer asentamiento de la flamante Unidad fue en el Cuartel de la Ranchería, ya se había producido la mudanza al Cuartel del Retiro, en los altos de la actual Plaza San Martín del centro porteño. En la Invasión Inglesa de 1807 había sido escenario de un reñido combate y lo ocupaban hasta mayo de 1812 los Dragones de la Patria. San Martín debió en ese lugar preparar alojamiento, pesebres para caballos y cocina para "quinientas y tantas plazas" como lo indica en una relación de pedido que eleva al Poder ejecutivo. Cuenta en sus Memorias el General Espejo que San Martín en persona y a viva voz era el maestro instructor de los reclutas, que enseñaba los movimientos de ataque y defensa a cada uno de sus soldados. "No pasó mucho tiempo-concluye- sin que el publico viera con agrado, bien uniformado y con un esmerado aseo, a esos mismos campesinos poco antes agrestes, andrajosos, encogidos, transfigurados en gallardos soldados de gentil y arrogante porte, que eran la emulación de sus compañeros de armas". Dice el Suboficial Mayor Pedro Pablo Hass, en su libro CABRAL, Sargento Epónimo, que los recibió el Oficial JUSTO GERMÁN BERMUDEZ, quien luego y con el grado de Capitán comandaría la carga de la segunda columna de ataque en el Bautismo de fuego del Regimiento. En el mismo trabajo aparecen en la lista de soldados internados en el Hospital de la Residencia, administrado por los hermanos de la Orden de Belén o de los Bethlemitas tanto Cabral como Baigorria entre octubre y diciembre dado que se conoce la suma a pagar por dicha internación, se especula que ambos con problemas gastrointestinales posiblemente por el agua poco potable de la Ciudad. El mártir de San Lorenzo, que pertenecía a la primera compañía del primer escuadrón ingresa al nosocomio hacia finales de diciembre por unos pocos días, pero Baigorria internado desde el 17 de setiembre, o sea tres días después de ser incorporado,lo hace hasta el 10 de noviembre, totalizando 54 días de internación que fueron pasados al cobro en la misma factura que incluye a Cabral. Es de suponer que la dolencia del puntano haya sido de mayor importancia que la del correntino. En la relación de gastos del tercer tercio de 1812 el Regimiento tuvo la cantidad de 287 hospitalizaciones-día, con un costo de 4 reales diarios cada una, lo que hace un total de 1043 pesos con cuatro reales por dicho período que debió solventar el erario. Lo cierto es que a principios de enero ambos Granaderos estaban listos para cumplir el servicio de armas y así lo hicieron
Cuenta el Profesor Horacio Fórmica, Presidente de la Comisión de la Marcha San Lorenzo, que tanta amistad supieron consolidar Cabral y Baigorria que si bien el primero se llamó Baptista al momento de su incorporación a la unidad sobre finales de 1812 modifica su nombre y adopta el de su amigo, haciéndose anotar en la revista de tropas como JUAN BAUTISTA CABRAL, nombre con el que pasará a la Inmortalidad. En los cuarteles aprende Baigorria el manejo de las lanzas y sables, practica la carga de caballería y sobre todo recibe los Valores que San Martín vuelca en sus hombres. Viste el uniforme de la Patria, diseñado por el propio Jefe Granadero. Su morrión lleva un penacho verde y la chaquetilla una sola hilera de botones, ambas características irán cambiando con el tiempo. Recibe un hermoso caballo criollo, reyuno para mas datos, de los que serán conocidos luego como patrios, tenían la oreja cortada para su fácil conocimiento en las tropillas donde se hacían los intercambios. Lo dejará en la primera posta de su viaje hasta San Lorenzo esperando poder recogerlo al regreso. Esa histórica marcha, tal vez la mas veloz que se conoce, le permitió afianzar el conocimiento con sus compañeros y sus superiores. Las postas sucesivas donde pasaron raudamente son hoy ciudades y una pujante población santafecina lleva el nombre de GRANADERO BAIGORRIA en su homenaje. El 2 de febrero de 1812 fue uno de los 120 soldados Granaderos que tras los muros del histórico convento preparaban en silencio sus cabalgaduras para emprender la lucha con el enemigo que a las cinco de la mañana de día 3 bajaba de los barcos anclados en el Río Paraná. En sus orillas y en solo 15 minutos se resolvió el Combate.

Participó en el combate de San Lorenzo, ocurrido el 3 de febrero de 1813. Relata Pastor Obligado que durante el breve episodio bélico evitó, al atravesarlo con su lanza, que un soldado realista matara al entonces coronel José de San Martíncon su bayoneta. El caballo de San Martín había sido herido por una metralla y le estaba apretando la pierna. Este acto de Baigorria le permitió a Juan Bautista Cabral ayudar al futuro Libertador y salvarle la vida.2 No obstante esta acción no aparece ni en el Parte que firma San Martín, ni en posteriores referencias como la de Parish Robertson. Recién luego de mas de 50 años se conocen detalles sobre la caída del futuro Libertador y lo hecho por ambos Granaderos.

Si sabemos que Baigorria sirvió en el Ejército de los Andes hasta, al menos, el año 1818. Apareciendo en las revistas de tropas junto al Regimiento. La suerte de este puntano, como la de tantos otros anónimos que supieron defender a la Patria incipiente, se desconoce luego de esta fecha.

Fuente Wikipedia


JOSÉ GREGORIO BAIGORRÍ

JOSÉ GREGORIO BAIGORRÍ



José Gregorio Baigorrí (n. Córdoba, marzo de 1778 – † íd., junio de 1858), sacerdote argentino, que se destacó como uno de los fundadores del primer federalismo cordobés y fue en varias oportunidades Rector de la Universidad Nacional de Córdoba.

Estudió en la Universidad de Córdoba, donde se doctoró en derecho canónico en 1802, y se ordenó sacerdote al año siguiente. Fue profesor en la Universidad prácticamente durante todo el resto de su vida.

En 1810, la Primera Junta lo nombró rector de la Universidad, pero renunció al cargo.

Desde muy temprano se destacó por sus ideas federales. Fue diputado a la Asamblea del Año XIII. Enemistado con Carlos María de Alvear, renunció en enero de 1815.

En 1820 apoyó el acceso al poder del gobernador José Javier Díaz; cuando éste fue desplazado por el general Juan Bautista Bustos, fue diputado provincial, apoyando tibiamente al gobernador. Junto con José Norberto de Allende redactó la constitución provincial cordobesa de 1821.

En 1822 redactó, a pedido de Bustos, un nuevo plan de estudios para la Universidad, con la idea de que sus estudios no estuvieran tan centrados en la teología; sin embargo, era una organización de ideas anteriores del Deán Funes. Ese plan de estudios rigió la Universidad hasta que fue nacionalizada por el presidente Nicolás Avellaneda, más de 50 años más tarde.

Cuando se realizaron las elecciones del sucesor de Bustos, en 1825, organizó con algunos otros antiguos aliados de Díaz la elección a favor del coronel José Julián Martínez; como estaba ausente uno de los diputados, y Bustos obtuvo sólo un voto más que Martínez, el cargo fue sorteado entre ellos, resultando “triunfante” Martínez. Bustos y sus aliados organizaron una revuelta que forzó a la reelección del general.
Baigorrí abandonó la legislatura y se dedicó de lleno a la docencia. Cuando en 1829 se produjo la invasión unitaria del general José María Paz, apoyó su acceso al poder y su gobierno, no por comunidad de ideas, sino por enemistad con Bustos. Fue funcionario en su gobierno, y lo representó en la firma del tratado que formó la Liga del Interior. En diciembre de 1830 fue nuevamente rector de la Universidad, reemplazando a José Roque Funes.

Tras la caída de Paz, renunció al recorado y no fue molestado durante los gobiernos de los hermanos Reynafé y Manuel López. Fue párroco de la Catedral y vicario de la diócesis de Córdoba por muchos años.

En 1857, el Papa Pío IX decidió ocupar el cargo de obispo de Córdoba, nombrando en su lugar a Baigorrí. Pero no llegó a asumir, debido a que falleció en su ciudad natal en junio de 1858, sin que la bula de su nombramiento hubiera sido oficialmente recibida por el gobierno de la Confederación Argentina.

Bibliografía
• Cutolo, Vicente, Nuevo diccionario biográfico argentino, 7 volúmenes, Ed. Elche, Bs. As., 1968-1985.
• Ferrero, Roberto A., La saga del artiguismo mediterráneo, Ed. Alción, Córdoba, 1996. ISBN 950-9402-60-1
• Bischoff, Efraín, Historia de Córdoba, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1989. ISBN 950-21-0106-5
• Di Stéfano, Roberto y Zanatta, Loris, Historia de la Iglesia Argentina, Ed. Grijalbo Mondadori, Bs. As., 2000. ISBN 987-9397-17-7
• Bischoff, Efraín, Por qué Córdoba fue invadida en 1829, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1975.


Fuente: Wikipedia

martes, 15 de septiembre de 2015

Victoriano Aguilar

Victoriano Aguilar





Nació en Buenos Aires en 1790.  Era todavía un niño, cuando se incorporó al servicio de las armas en clase de soldado, en el Regimiento de Patricios, el 1º de setiembre de 1806.  Un mes después (el 8 de octubre), pasó de cadete al 3er Escuadrón de Húsares, siendo su primera comisión la que desempeñó en noviembre del mismo año, con su escuadrón, para custodiar al general inglés Beresford, que se hallaba prisionero en Buenos Aires, y que fue confinado a Luján.  Poco después pasó a la Banda Oriental en la expedición que fue a socorrer la plaza de Montevideo, a las órdenes del general Liniers, empresa que quedó sin efecto, por haber caído aquella ciudad en poder de los británicos.
Participó en la expedición que mandó el coronel Francisco Javier de Elío, asistiendo al combate sostenido en el arroyo San Pedro, inmediato a Colonia, en 1807, entre las tropas a las órdenes de aquel jefe y las británicas al mando del coronel Pack, que fueron los vencedores en aquel encuentro.
A las órdenes inmediatas de Liniers se batió en los Corrales de Miserere (hoy Plaza 11 de Setiembre), el 2 de julio de 1807, acción en la que también fueron vencidas las tropas criollas.  Tres días después asistió a la gloriosa defensa de la ciudad, en la cual fueron definitivamente derrotadas las fuerzas invasoras y obligadas a capitular.  Por sus merecimientos en esta campaña.  Victoriano Aguilar fue ascendido a alférez, agregado a los Granaderos de Liniers con fecha 12 de diciembre de 1807.  El 23 de setiembre del año siguiente fue confirmado como subteniente en el mismo cuerpo.
Se halló entre los sostenedores de la autoridad legítima cuando tuvo lugar la asonada de Alzaga y los españoles de origen, el 1º de enero de 1809.  La Revolución de Mayo le contó entre sus adeptos, siendo ascendido por la Junta, a teniente del Regimiento Granaderos Fernando VII, en la 8ª Compañía del 1er Batallón, el 31 de octubre de 1810.  Hizo la primer campaña y sitio de Montevideo a las órdenes de Rondeau, en 1811, hasta el levantamiento del asedio de la plaza citada, en octubre de igual año.  Teniente 1º de la 1ª Compañía de Granaderos de Infantería, el 5 de febrero de 1812.
Participó en la campaña al Salto contra los portugueses y en el segundo asedio de Montevideo, bajo el superior comando de Manuel de Sarratea, representante del Gobierno y del general Rondeau, desde febrero de 1812 hasta setiembre de 1813, en que se retiró a Buenos Aires por orden superior, el Regimiento de Granaderos de Fernando VII, en el cual fue promovido a capitán de la Compañía de Cazadores del 1er Batallón, el 30 de diciembre de 1813.
Pasó nuevamente en abril de 1814 al ejército sitiador de Montevideo, bajo las órdenes del general Alvear, hallándose en la rendición de aquella plaza, el 23 de junio de 1814, por lo que recibió una medalla y la honorífica de “Benemérito de la Patria en Grado Heroico”.  También asistió durante un mes a la campaña en la Banda Oriental contra los anarquistas.
El 6 de mayo de 1817 fue ascendido a sargento mayor graduado, siendo comisionado en el mes de noviembre para organizar el batallón “Libertos Orientales”, que posteriormente fue llamado “Cazadores de la Unión”, el que pasó de la Banda Oriental a la provincia de Buenos Aires al mando del coronel Rufino Bauzá; cuerpo con el cual Aguilar hizo la campaña de Entre Ríos a las órdenes del general Marcos Balcarce, contra Francisco Ramírez, asistiendo el 25 de marzo de 1818 a la acción del Arroyo del Saucesito.  El 24 de mayo del año de referencia era capitán de los “Granaderos de Infantería”.  El 17 de setiembre de igual año recibía la efectividad de su grado en el batallón de referencia.  El 24 de noviembre del mismo fue comisionado para la conducción de 200 individuos de tropa destinados al Ejército de Observación que se hallaba en la villa del Rosario de Santa Fe, al mando del general Juan Ramón Balcarce.
El 20 de enero de 1819 se le destinó a la mayoría de un batallón llamado “Auxiliares Argentinos” que instruyó, el cual estaba comandado por el coronel graduado José Olaguer Feliú.  El 20 de febrero de igual año fue nombrado por el Gobierno, gobernador interino de la Fortaleza de Buenos Aires.  El 17 de agosto del mismo año fue comisionado por orden superior para servir en la mayoría de otro batallón “Auxiliares Argentinos”, el que estaba mandado por el coronel graduado José Javier Aparicio.
El 4 de enero de 1821 fue designado comandante interino de la Guardia del Salto.  El 13 de noviembre de 1823, comisionado por el Gobierno, marchó hasta el Arroyo de la China (hoy Concepción del Uruguay), con 5 buques, para conducir hasta la Ensenada de Barragán un escuadrón que el gobernador de Entre Ríos, Lucio Mansilla, enviaba al servicio de la provincia de Buenos Aires a las órdenes del comandante Andrés Morel.  El 26 del mismo mes y año marchó por segunda vez a la Bajada del Paraná con los mismos buques y armamento, para conducir al mismo destino anterior (Ensenada) un segundo escuadrón entrerriano, al que acompañaban las familias de sus componentes y que en aquel entonces estaba mandado por el comandante Anacleto Medina.
El 12 de agosto de 1840 se recibió del mando del Batallón Nº 3 de “Patricios”.  En febrero del año siguiente mandaba interinamente el Batallón de Marina, destacado entonces en el Fuerte por no tener suficiente capacidad el cuartel que le correspondía.  El 9 de setiembre de 1842 fue designado comandante de la Fortaleza y nombrado edecán de Juan Manuel de Rosas en setiembre de 1850, éste ordenó que se le ajustase por la Contaduría General con la gratificación de aquel puesto desde el 1º de enero de 1842, pero reteniendo la comandancia mencionada de la Fortaleza de Buenos Aires.
La batalla de Caseros le encontró en este cargo, y allí sufrió todas las ocurrencias consiguientes a la derrota del ejército del Restaurador de las Leyes, prestando el coronel Victoriano Aguilar servicios de todo género en medio del espanto de aquél día desgraciado.  El 4 de febrero de 1852, un grupo de más de 20 ciudadanos encabezados por Mariano Billinghurst y Antonio Somellera, se le  presentaron en su oficina del Fuerte y le exigieron que marchase inmediatamente a la Plaza de la Victoria y se pusiera a la cabeza del pueblo que consiguiera reunir, para contener el bárbaro saqueo a que se habían entregado las tropas provenientes de Caseros, y cuyo teatro principal fueron las calles Victoria y Rivadavia.
Así lo ejecutó el viejo veterano; tomó un ayudante, Facundo Marenco y al tambor de órdenes José Larrosa, enviando al primero a la torre del Cabildo para que tocase la campana; y al segundo, para que hiciese oír el toque de “generala” en las inmediaciones de la  plaza.  Con el auxilio de los señores que le acompañaban logró hacer repartir más de 1.000 fusiles con fornituras y municiones que tenía en el patio del Fuerte.  A medida que  iban organizándose grupos de 20 a 30 hombres, los despachaba en patrullas en todas direcciones, para contener el saqueo vandálico, lo que consiguió en un radio de 10 cuadras.  En medio de estos sucesos, se presentó en casa de Pedro Angelis el obispo Escalada, con Vicente López.  Aguilar pasó inmediatamente a dicha casa para ponerse a las órdenes de López, que había sido nombrado gobernador provisorio, al que dio cuenta de la tarea en que se hallaba empeñado, siendo aprobado en su procedimiento y autorizado para seguir conteniendo todo desorden hasta que llegasen fuerzas del ejército desde Palermo.
El 19 de abril del mismo año fue ascendido a teniente coronel.  El 11 de setiembre a la madrugada, se presentó al general José María Pirán, el cual le ordenó que se pusiese a la cabeza del batallón de su mando tan pronto como pudiese, en la Plaza de la Victoria.  En la noche del mismo día, con tropas del 1º, 2º y 3º de Guardias Nacionales, se acantonó en el Cabildo y permaneció en ese lugar hasta que regresó la división del general Pirán que había marchado en persecución del general Galán, que se retiraba con las fuerzas de Urquiza en dirección al Oeste.  El día 20 del mismo mes, recibió orden de retirarse con su fuerza al Cuartel del Colegio, en cuyo punto el coronel Mitre, que había sido aclamado jefe de las fuerzas por la Guardia Nacional, le ordenó retirar los individuos del 3er Batallón de su mando y acuartelarse con ellos, en lo que fue depósito general de policía, a espaldas de San Francisco, donde permaneció y organizó el citado batallón hasta que se retiró por orden de Mitre.
El 6 de diciembre del mismo año fue graduado coronel y, el día 8, por orden del general Pacheco, marchó a la plaza del Parque con su batallón para asegurar aquel punto.  Estableció 5 cantones, cuyo mando general tomó, incluida la guarnición del Parque, puesto en el que permaneció durante el sitio hasta el 11 de marzo de 1853 en que lo retiró el gobernador general Pinto, por sus enfermedades, sin haberlo solicitado.  El 1º de mayo del mismo año recibió la efectividad de coronel.
El coronel Aguilar falleció el 11 de octubre de 1855 a los 65 años de edad, viudo y retirado del servicio, siendo enterrado en la Recoleta, el 12 de octubre del mismo año.  Fue un digno soldado y un cumplido caballero.  Fue madre del coronel Aguilar, María Josefa Grande, y esposa Benita Foguet.
Fuente
Del Valle Pocoví, Sonia Erica – Colaboración (Foja de Servicios del coronel Victoriano Aguilar).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Portal www.revisionistas.com.ar
Yaben, Jacinto R. – Biografías Argentinas y Sudamericanas – Buenos Aires (1938).
Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar

JUAN EUSEBIO BALBOA

JUAN EUSEBIO BALBOA


Natural del Departamento de Belén, en la provincia de Catamarca.  Prestó servicios militares en la agitada época que le correspondió vivir desde su juventud y en junio de 1831 se le encuentra luchando junto con Figueroa, contra Albarracín; y cuando el 2 de enero de 1841 fue reelecto gobernador de aquella Provincia José Cubas, el ya coronel Balboa, que era el caudillo de Belén, se declaró en abierta rebelión contra aquel.
El 31 de marzo del mismo año la ciudad de Catamarca fue tomada por el coronel Mariano Maza al frente de 1.500 hombres, el cual salió después en persecución de los unitarios, a los que dispersó.  Regresó luego a aquella Capital, con el objeto de esperar al coronel Balboa, quien a marchas forzadas iba hacia aquella ciudad con una división de los departamentos del Oeste.  Llegado aquél, el 10 de abril fue puesto en posesión del mando gubernativo por el coronel Maza, el cual se retiró hacia Córdoba con todas las tropas que no eran catamarqueñas.
Al conocer Balboa la aproximación de Lamadrid sobre Catamarca resolvió salir a campaña para reunir esfuerzos, delegando el mando en el coronel Santos Nieva y Castilla, caudillo federal de Andalgalá.  El 19 de junio de 1841 el general Lamadrid entraba en Catamarca obligando a Nieva a huir de aquella ciudad.  Al día siguiente fue repuesto Cubas en el mando.
Posteriormente, vencido Lavalle en Famaillá, el general Oribe destacó desde Tucumán al batallón de infantería denominado “Libertad”, fuerte de 500 hombres, al mando del coronel Maza, para que se pusiera a las órdenes del coronel Balboa que con fuertes divisiones de caballería de los departamentos tenía medio sitiado al gobernador Cubas, dueño solamente de los de la Capital, Valle Viejo, Piedra Blanca y Ambato.  Reunidos Balboa y Maza a media tarde del 28 de octubre de 1841 en la Merced de Paclín, llevando el primero 300 jinetes procedentes de la Sierra, Capayán y Pomán, conducidos por sus comandantes Facundo y Benigno Segura (fusilados el 6 de mayo de 1845 por su correligionario Santos Nieva y Castilla), Serapio Herrera, Mauricio Guzmán y Santiago Renterías.  El coronel Balboa tomó el mando de todas aquellas fuerzas en su carácter de gobernador de Catamarca y marchó sobre la capital después de dar orden que una columna de caballería a las órdenes de los hermanos Segura traspusiera la sierrita de Gracián por la cuesta del Cura y pasara a cuchillo a la guardia unitaria establecida en Piedra Blanca, lo cual se realizó cumplidamente.
Una partida de Cubas sintió la aproximación de los federales a distancia de legua y media de la ciudad, a eso de las tres de la mañana del día 29.  El jefe de la plaza, coronel Pascual Bailón Espeche, se alistó para la defensa tomando las disposiciones convenientes, disponiendo de 400 jinetes y 213 infantes, contando con las grandes guardias establecidas en el Valle Viejo y Piedra Blanca.
Las fuerzas unitarias se replegaron al Cabildo, dejando en la Chacarita 209 hombres al mando del comandante Delgadino, los cuales fueron exterminados y dispersados en las primeras luces de la aurora.
Balboa en el paso de Las Beatas, al amanecer dispuso la columna de ataque que debía entrar por la calle República, flanqueada en las calles San Martín y Esquiú por gruesas divisiones de caballería mandadas respectivamente por los coroneles Santos Nieva y Castilla y por Facundo Segura, de regreso ya de su misión en Piedra Blanca.
Iniciaban el paso del río del Valle las columnas federales cuando fueron hostilizadas por las guerrillas unitarias que hacían fuego en retirada.  El combate se formalizó en la esquina República y Salta, a una cuadra del Cabildo, mientras las columnas flanqueadoras de caballería abrían sus fuegos desde las esquinas Rivadavia y San Martín, Rivadavia y Esquiú, Sarmiento y República.  A las seis y media de la mañana los fuegos del Cabildo fueron apagados, iniciándose inmediatamente la matanza de los unitarios civiles y militares que podían ser capturados
Después de la ejecución de Cubas, Balboa asumió interinamente el mando de la provincia hasta que fue ésta pacificada, siendo entonces elegido el coronel Santos Nieva y Castilla hasta el 13 de diciembre de 1842 en que terminaba el período de Cubas.  El coronel Balboa en el mes de julio de este último año contribuyó a la derrota de los unitarios que habían invadido desde Chile y Antofagasta, a las órdenes de los coroneles Peñaloza, Sardina y Florentino Santos de León.
El 1º de diciembre de 1845 se sublevó contra el gobernador Nieva y Castilla con fuerzas del Oeste, y unido al coronel Mauricio Guzmán con tropas de Ancaste, cayeron sobre Catamarca y se apoderaron de la ciudad sin resistencia.  Balboa convocó a elecciones y fue elegido gobernador Manuel Navarro.  La Legislatura concedió al coronel Balboa una medalla de oro con el lema: “La provincia al ilustre federal y defensor del orden” (7 de enero de 1846).
El ya general Balboa, al frente de 600 infantes y jinetes, salió de Catamarca en junio de 1852 para reponer en el gobierno de Tucumán al general Celedonio Gutiérrez, el que fue repuesto en el mando.  El 11 de junio de 1854 el mismo general Balboa ordenó al propio Gutiérrez desocupara la provincia por disposición del gobernador Sinforiano Lascano.  El general Balboa falleció en 1857, en Belén, habiendo servido a su provincia desde 1821.  Su padre, siendo comandante de Belén, murió defendiendo la causa federal en la época de Juan Manuel de Rosas.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
Portal www.revisionistas.com.ar
Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1938).
Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar


sábado, 12 de septiembre de 2015

ENRIQUE MOSCONI

ENRIQUE MOSCONI




Enrique Carlos Alberto Mosconi, nació en Buenos Aires el 21 de febrero de 1877.  Es el primer vástago varón de un hogar donde ya hay dos niñas.  Su padre era un milanés, de profesión ingeniero, que viene a la Argentina contratado para construir ferrocarriles.  Aquí contrae enlace con Juana María Canavery (antigua familia porteña) cuyos dos hermanos, uno sacerdote –Tomás Onésimo- recibe en los Campos de Curupaytí las charreteras de teniente coronel, y el otro –Angel- acompaña a Roca en la Campaña al Desierto, retirándose con idéntico grado.
Antes de cumplir los dos años, su padre se traslada a Italia con toda la familia.  Allá inicia sus estudios, pero como consecuencia del fallecimiento de su madre, un amigo del padre lo trae a Buenos Aires, donde prosigue sus estudios en el Colegio San José.  Luego de dos años de bachillerato ingresa al Colegio Militar de la Nación (26 de mayo de 1891), de donde egresa –a los diecisiete años- con el grado de subteniente, como número uno del arma de infantería y con diploma de honor.
Con el grado de teniente primero es destinado al Estado Mayor del Ejército, desempeñando comisiones topográficas en la zona cordillerana de Mendoza y de estudio y proyecto de líneas férreas de Neuquén a Pino Hachado y de Perico a Orán, entre otras.
Inicia cursos en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, obteniendo en 1903 el título de ingeniero civil, siendo reconocido como ingeniero militar en el año 1907, cuando alcanza el grado de mayor.
Se lo destina para viajar a Europa y allí se incorpora por dos años al Batallón de “Pioneros de Westphalia”, participando en las famosas maniobras imperiales.
Realiza varias comisiones en Europa y obtiene el título de ingeniero militar en la Academia Técnica de Prusia.  Como integrante de la Comisión de Compra de Armamentos en Europa, tuvo una actuación tan destacada que fue felicitado por su brillante desempeño y por las economías realizadas en beneficio de la Nación.
De regreso al país, en 1911 es designado segundo jefe del Batallón de Ingenieros 1, en Campo de Mayo.
Mosconi fue también precursor de la aeronáutica militar.  En 1912 –ascendido a teniente coronel- ocupó la dirección técnica de la Escuela de Aviación Militar, obteniendo durante su desempeño el brevet Nº 1 de aviador militar.
Viaja nuevamente a Europa para la adquisición de material y en 1913 participa de los Grandes Ejercicios Tácticos en la región del Elba.
A su regreso es nombrado Subdirector General de Arsenales de Guerra y hacia 1916, Director del Arsenal Esteban de Luca, donde ascendió a coronel el 31 de diciembre de 1917.
Desde 1920 y hasta octubre de 1922 se desempeñó como Director del Servicio Aeronáutico del Ejército, en la Escuela de Aviación Militar, con asiento en Palomar.
Mosconi y el petróleo
La obra desarrollada por el general Enrique Mosconi en sus 63 años de vida fue tan amplia y diversa que resulta difícil exponerla en pocas palabras.  De todas ellas hay una que sobresale con nitidez, por lo que significó para el futuro del país: la exploración, explotación, industrialización y nacionalización de nuestro petróleo.  Los aspectos más significativos de esta gigantesca obra se inician a partir de su designación como Director General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales en 1922, cuando impulsó la exploración de las áreas potencialmente ricas, su extracción, industrialización, almacenamiento y distribución del usuario.  De recibir una empresa incipiente, en 8 años la transformó en la más importante de Latinoamérica.
Durante ese lapso rompió con la dependencia que imponían los “trust” internacionales, tales como la Standard Oil y la West Indian Oil Co., filial de la primera nombrada.  A esta actividad, Mosconi la denominó “independencia integral” y lo impulsó a expresar: “Los grandes trust son organizaciones insaciables, difíciles de dominar una vez que han tomado de las tierras y se les ha acordado facultades y derechos”.
Afirmó también el general Mosconi: “dos organizaciones, la fiscal y la privada, no pueden coexistir, pues representan intereses antagónicos, destinados a vivir en una lucha de la cual sólo por excepción saldrá triunfante la organización estatista.  Para asegurar para nuestro país la riqueza petrolera debe encararse a fondo la cuestión, siendo ello imposible de lograr mientras el Estado no monopolice íntegramente la explotación de sus yacimientos”.
De una empresa deficitaria en 1922 pasó a dar dividendos positivos para el país a partir de 1923.  A tal punto que de una producción anual de 350.000 metros cúbicos logró un rendimiento de un millón.
En diciembre de1925 inaugura la destilería de La Plata, la más importante de Sudamérica, que inmediatamente entró a producir nafta, kerosene, fuel-oil y, a menos de cinco meses de su habilitación, comenzó la elaboración de nafta de aviación.  En 1929 rebaja el precio de la nafta y en 1930, antes de su renuncia, unifica el precio de dicho combustible en todo el país.
Como práctica empresaria y comercial definió que la explotación petrolera del país abarcara desde el estudio geológico previo a la explotación, la extracción, la refinación del producto en distintos derivados y su almacenamiento hasta la entrega al público consumidor.
Consecuente con su obra petrolera, creó polos de desarrollo en diferentes zonas del país, particularmente en nuestra Patagonia y en el noroeste argentino.  Así fue como nacieron localidades que llevan su nombre a las cuales el propio Mosconi se encargó de darle el mayor bienestar posible, tales como escuelas (primarias y de artes y oficios), hospitales, cooperativas de vivienda, clubes deportivos, centros productores de alimentos de primera necesidad (panaderías, etc.), farmacias, servicios médicos y odontológicos, comedores; baños públicos, etc.  En síntesis, una concepción y una obra destinada al bienestar del personal afectado a la explotación petrolera.
Lamentablemente la obra realizada por Mosconi, de norte a sur y de este a oeste del país, en la actualidad ha quedado desnaturalizada.  Pueblos enteros fueron desapareciendo por la migración de sus habitantes y el avance de la selva los fue devorando.
Otras obras
Participó, en el marco de una comisión de estudio, en el trazado del Ferrocarril Central Norte, entre Ledesma y Orán y en el tendido de líneas de Perico a Ledesma.
Diseñó los cuarteles del actual Regimiento de Infantería Mecanizado 24 “Gral. Jerónimo Costa” (Río Gallegos) y otras instalaciones, como las que ocupa actualmente el Regimiento de Granaderos a Caballo.
Después de haber realizado estudios en Europa (Italia, Bélgica y Alemania) a partir del proyecto y adquisición posterior de una usina alimentada con “gas pobre”, se logró su instalación en Campo de Mayo, que funcionó hasta 1960.
En 1931 el presidente Agustín P. Justo lo designa Director de Esgrima y Tiro del Ejército, que no era otra cosa que un demérito encubierto, mediante el cual quedaba relegado a un papel meramente protocolar.
En 1933 sufre un ataque de hemiplejía que soportó a lo largo de siete años.  El 31 de diciembre de ese mismo año fue retirado del servicio activo del Ejército con el grado de general de división.  Ya retirado de su vida profesional y pública y mientras libraba una dura batalla por su vida, testimonió su obra al servicio del país en su libro “El Petróleo Argentino – 1922-1930”.
Condenado al ostracismo político, pobre e inválido Enrique Mosconi fallece el 4 de junio de 1940.
En su cuenta personal del banco de la Provincia de Buenos Aires, tenía un saldo de $ 9,90 y la casa, que compartía con sus dos hermanas en la calle Aráoz 2592, adquirida con un préstamo del Banco Hipotecario Nacional, se encontraba hipotecada por falta de pago de cuotas.
De todas las virtudes que adornaron la personalidad del general Mosconi hay una que no se puede dejar de ponderar, aún a costa de ser reiterativos: su gran honestidad, a punto tal de negarse a cobrar el sueldo que le correspondía por su gestión como Presidente de YPF.  Su salario como militar lo consideraba suficiente.
Cuando dejó su cargo, al despedirse expresó: “Me hago un deber expresar en esta oportunidad que esta casa ha sido de cristal y que ellos (sus cristales) jamás han sido empañados durante mi presidencia”.  También agregó: “Es bueno vitorear a la patria pero mejor es ayudarla a vivir, contribuyendo a su engrandecimiento, progreso y bienestar”.
Fue un varón ilustre, su vida rompe los moldes comunes para transformarse en un ejemplo.  No admite fáciles elogios sino que exige penetrar en los rasgos que hicieron de él un destacado militar, un creador vigoroso y un acendrado patriota.
Fuente
Corbière, Emilio J. – Enrique Mosconi y la defensa de YPF, (2008).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Gassino, Tte. Grl. Francisco E. – General de División Enrique C. A. Mosconi – Revista Militar, Buenos Aires (2001).
Portal www.revisionistas.com.ar
Senen González, Santiago y Bosoer, Fabián – El desarrollo de la industria petroquímica.
Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar