domingo, 23 de agosto de 2015

AMANCIO ALCORTA

AMANCIO ALCORTA


Nació en Santiago del Estero 16.8.1805 Falleció en Buenos Aires 3.5.1862     
Su figura se destacó en el panorama de la música de su país por pertenecer al grupo de los Precursores, es decir, a la generación de los primeros compositores a los que se los considera nacidos en suelo argentino.

Al igual que Juan Pedro Esnaola y Juan Bautista Alberdi, Amancio Alcorta sobresalió como arquetipo de su época. Era un hombre con una cultura integral que ejerció la política al mismo tiempo que cultivó las artes. La característica del grupo de los Precursores fue el amateurismo, ya que si bien contaban con una formación musical sistemática, tenían a esa disciplina como un mero pasatiempo.

En ese período era muy común que las reuniones sociales, o tertulias, estuvieran animadas por los mismos invitados, quienes con cierta soltura tocaban el piano, la guitarra, el violín, la flauta o el arpa. Estos eran instrumentos aptos para el esparcimiento tanto de los hombres como de las mujeres. Asimismo muchos jóvenes tomaban clases de guitarra con el sólo fin de poder cantarle una serenata a la mujer amada. Se interpretaban obras del repertorio europeo, de compositores locales o aquellas concebidas por el mismo ejecutante.

Alcorta era hijo de inmigrantes provenientes de Viscaya. Su Padre, José Pelayo de Alcorta, que en 1775 se había radicado en Santiago del Estero con el fin de ejercer el comercio, llegó a ocupar el cargo de Administrador de Correos (1787). Como la situación de la familia era acomodada, Amancio Alcorta pudo educarse en los principales centros de enseñanza del país. De 1817 a 1820 tomó clases de literatura en el Convento de Franciscanos de Catamarca bajo la guía del latinista Fray Ramón de la Quintana. Luego pasó a Córdoba para cursar flauta y armonía  junto a José María Cambeses en el Colegio de Monserrat e iniciar la carrera de derecho en la universidad. Pero en 1826 se vio obligado a abandonar sus estudios de abogacía para asumir el cargo de representante de su provincia natal ante el Congreso de la Nación reunido en Buenos Aires. A partir de este momento comenzó a ascender en la esfera política. Fue nombrado ministro tanto por el Gobernador de Santiago del Estero, Antonio Deheza (1830), como por el de Salta, José Güemes (1831). Radicado en Buenos Aires desde 1853, se convirtió en Senador Nacional de la provincia.

Además fue miembro de los Consejos de Gobierno, de la Comisión de los Reglamentos de la Aduana, de la Junta de Crédito Público y Cónsul del Tribunal de Comercio. Sus condiciones como economista, que llevaron a Nicolás Avellaneda a convertirse en uno de sus más grandes admiradores, le permitieron ocupar muchos de los puestos de relevancia que tuvo en la administración pública.

En el terreno de la creación musical desarrolló su labor entre 1822 y 1862. Fue un compositor prolífico del cual se perdieron la mayor parte de sus partituras. Las escasas obras conocidas por nosotros, gracias a la labor de edición que realizaron sus descendientes, en especial su nieto Alberto Williams, demuestran que no se resistió a cultivar los géneros en boga durante su época.

Uno de ellos fue, indudablemente, el de las piezas de salón, páginas de simple factura destinadas a la danza, con las cuales se amenizaban las tertulias porteñas o las de las ciudades del interior. Un válido ejemplo de este tipo de música lo constituyó la Colección de composiciones para piano, valses, minuets, cuadrillas, contradanzas y polkas, publicada en París luego de la muerte de su autor. También era muy común que se entonara en la intimidad familiar o durante las reuniones sociales partituras como las que integran su Colección de canciones para voces de soprano, contralto, tenor, barítono y bajo, editada en Barcelona, con textos de Carnicer y propios.

Al igual que en Europa, la música de cámara formaba parte de la vida cotidiana. El hábito de ejecutar instrumentos musicales en grupo, aunque más no sea de aficionados, llegó a la costa argentina de la mano de los primeros inmigrantes y se impuso hasta muy avanzado el siglo XX.

El mismo Alcorta fomentaba esta costumbre en su casa (situada en el sector de la calle Florida que actualmente ocupa la Galería Pacífico), junto a sus hijos y a muchos de sus amigos. Fieles asistentes a estas reuniones fueron Jorge Orlando Williams (padre de Alberto) y Lino Palacio (abuelo del dibujante homónimo). Alcorta destinó a este repertorio el Nocturno y la Gran fantasía para flauta y piano; los Tríos en mi bemol y en sol para flauta, violín y piano; y el Cuarteto para flauta, violín, violonchelo y piano. Todos ellos editados en 1869.

Otro género muy cultivado era el de la música litúrgica dentro del cual concibió sus Lamentaciones, Gradual para el día de San Martín y La agonía, canto para el Viernes Santo que data de 1843. Estas obras, del mismo modo que una buena parte de su música de cámara, fueron transcriptas por el mismo Alcorta para banda.

Fiel al estilo musical que existió en el Río de la Plata durante la primera mitad del siglo XIX, su obra refleja la impronta que ejerció la producción lírica de Rossini. El repertorio del músico italiano había llegado a esta parte del orbe a través de la interpretación fragmentaria de muchas de sus arias, dúos, etc., causando un especial impacto la representación de El barbero de Sevilla en 1825, dado que fue el primer espectáculo lírico integral que subió a escena en la Argentina.
Las composiciones de Alcorta se mantuvieron dentro de los moldes característicos de la música académica europea, tanto desde el punto de vista formal como desde el ámbito de la escritura armónica y melódica. Sin embargo en ellas se advierte el tinte local dado por las particularidades que alcanzaron fundamentalmente algunas de las especies danzables que se transplantaron a esta parte del planeta. El mismo Alberto Williams reconocía que las páginas escritas por Alcorta

“tienen un sutil perfume nacional, a pesar de la avasalladora influencia rosssiniana; en ellas ha pasado algo del alma de nuestros viejos payadores y se encuentran ritmos y giros de los cantos y bailes de los gauchos del interior; se  advierten cambios de tono análogos a los de las canciones populares, y están impregnados de suave melancolía como si fueran un reflejo de la pampa, un recuerdo de infinita tristeza” (Antología de Compositores Argentinos, Bs. As., 1941
  


viernes, 21 de agosto de 2015

CORONEL DE MARINA JUAN B AZOPARDO

CORONEL DE MARINA JUAN B AZOPARDO



Fallece en 1848. Había nacido en Senglia, Isla de Malta, el 20-02-1772, cuando esa tierra pertenecía a la Orden de los Caballeros de San Juan de Jerusalén, que era feudataria del Reino de Sicilia, dependiente éste del Reino de España.

Llegó al Río de la Plata a comienzos del Siglo XIX para actuar como corsario por España en contra de los buques ingleses que navegaban por el Atlántico entre Gran Bretaña y la India.

Se distinguió durante las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807, adhiriendo luego a la formación del primer gobierno patrio en Mayo de 1810.

Buenos Aires no contaba con una fuerza naval, ya que los buques de la Real Armada Española en el virreinato del Río de la Plata tenían su asentamiento en el Apostadero de Marina de Montevideo, creado por Carlos III el 09-08-1776. Esto permitió a las autoridades realistas de la ciudad mantenerla por mar a pesar del sitio que se estableció por tierra, además de realizar expediciones amenazantes hacia los territorios controlados por el nuevo gobierno independiente.

Este resolvió crear una escuadrilla para operar en los ríos Paraná y Paraguay en combinación con la expedición al Norte que al mando del General Manuel Belgrano iría a procurar afianzar el poder del gobierno de Buenos Aires.

La tarea de armamento fue confiada a Francisco de Gurruchaga, diputado por la Provincia de Salta que tenía conocimientos náuticos y había participado en la Batalla de Trafalgar, de 1805.

El mando de la escuadrilla fue confiado a Azopardo, quién eligió como sus capitanes a dos franceses que tendrían un rol fundamental en la historia naval argentina: Hipólito Bouchard y Ángel Hubac.

La escuadrilla estaba formada por la goleta Invencible, el bergantín 25 de Mayo y la balandra Americana, con un total de 195 hombres y 33 cañones.

Azopardo combatió heroicamente contra la Real Armada en San Nicolás, al mando de la Invencible el 02-03-1811.

Fue apresado y encarcelado por años en España, en penosas condiciones.


Vuelto al Río de la Plata, murió en la mayor pobreza y olvido.

jueves, 20 de agosto de 2015

JUAN GARCÍA DEL RÍO

JUAN GARCÍA DEL RÍO


Comerciante, periodista, publicista, político y diplomático de Colombia, Perú, Chile y Ecuador, nacido en Cartagena de Indias en 1794 y muerto en México el 15 de mayo de 1856. Era hijo legitimado de un capitán del Regimiento de Infantería de Voluntarios y próspero comerciante, Felipe García del Río, y de la mulata María Pancracia. A los cinco años realizó, con institutriz propia, sus primeras clases de lectura, matemáticas y catecismo. A los 8 años viajó con su padre a Cádiz, donde bajo la tutela de sus tíos Manuel García e Ildefonso Ruiz del Río, afamados comerciantes gaditanos, aprendió inglés, francés y latín. En 1810 obtuvo su primer grado en letras. Además de perfeccionarse en el conocimiento del comercio ultramarino, tuvo entonces ocasión de visitar Londres acompañando a uno de sus tíos. Regresó a Cádiz cuando se había consumado la invasión francesa. Se interesó, a pesar de su corta edad -14 años- por el proceso de agitación ideológica y militar del momento.
Trabó amistad con el futuro libertador del Río de La Plata, Chile y Perú, José de San Martín, amigo de su familia. Figuró además entre los defensores del puerto de Cádiz con ocasión del largo asedio francés; participó, como asiduo contertulio, en los salones que frecuentaban los liberales Agustín Argüelles, Conde de Toreno, Ruiz Padrón y José Mejía Lequerica.
De regreso a Cartagena, donde su padre era perseguido por españolista, y después de una larga escala de un año en La Habana, tuvo que refugiarse -1812-, junto a su padre, en el reducto realista de Santa Marta; cayó prisionero tras la toma de dicho puerto por el coronel Cortés de Campomanes y el mercenario francés Pedro Labatut. Confiscados todos los bienes familiares, fue enviado prisionero a la cárcel de la Inquisición de Cartagena. Perdió tempranamente a su padre, que pereció ahogado tras el naufragio de la nave en que había logrado escapar rumbo a Portobelo. Gracias a la influencia de algunos patriotas amigos, recobró la libertad; a continuación se refugió en Kingston, donde bien pronto, cuando apenas tenía 20 años, se unió a José María del Real en calidad de secretario de la misión que a éste le había sido encomendada por los gobiernos rebeldes de Santafé y Cartagena ante el gobierno británico. Llegó a Londres a finales de septiembre de 1814. Nada más desembarcar, recibió el encargo de escribir la memoria que confidencialmente había sido solicitada a Del Real por el jefe del Foreign Office inglés, Vizconde Castlereagh, destinada a ilustrar al gobierno inglés sobre la real situación de la Nueva Granada, cuyo reconocimiento pretendía Del Real.
En Londres, en unión del caraqueño Andrés Bello, García realizó una intensa y entusiasta actividad periodística a favor de la causa emancipadora, no sólo de la Nueva Granada, sino hispanoamericana en general, entre otras labores como colaborador del Morning Chronicle. Reimplantado el gobierno español en la Nueva Granada, y al igual que otros americanos, permaneció en Londres en la total inopia. José de Irrisarri y José Antonio Álvarez Condarco, representantes de Chile en Londres, le ofrecieron servir al lado de Bernardo O’Higgins Riquelme. Arribó a Chile con su familia a finales de mayo de 1818. De inmediato empezó a colaborar en el departamento de Asuntos Exteriores de Chile, del que luego fue nombrado Secretario en propiedad en 1818. Fundó en Santiago el Sol de Chile al que siguió el bisemanario El Telégrafo. Nada más consumado el triunfo patriota al mando de su viejo amigo, ahora general San Martín, y antes de partir a su lado en la Expedición Libertadora hacia el Perú, éste le designó como su Secretario de Asuntos Exteriores.
Con ocasión de las iniciales negociaciones habidas entre los virreyes Joaquín de la Pezuela y José de La Serna y el general José de San Martín, García del Río actúo como plenipotenciario patriota, ocasión en la que dejó claras sus preferencias pro-monárquicas, como sistema de gobierno más apropiado para los nuevos Estados hispanoamericanos. Fue designado ministro de Asuntos Exteriores peruano durante el Protectorado de San Martín. Pasó a encargarse luego de las carteras de Gobierno y Educación, cargos políticos que alternó con su vocación periodística; fundó entonces la revista Biblioteca Nacional el Perú, a la que siguió la Biblioteca Columbiana (octubre de 1821).
El día de Navidad de 1821, San Martín lo designó, junto a su edecán militar, Diego Paroissien, ministro plenipotenciario ante el gobierno británico; llegaron ambos a Londres a comienzos de septiembre de 1822. Allí, junto a viejos y nuevos amigos americanos, creó una empresa para la publicación de una revista pro-hispanoamericanista, la Biblioteca Americana o Miscelánea de Literatura, Artes I Ciencias, que apareció en Londres en septiembre de 1823, y para cuya preciosa edición contó con la ayuda de Andrés Bello. Meses antes había publicado en Londres una Biografía del General San Martín a la inmortalidad. En el momento en el que San Martín renunció al gobierno, García quedó una vez más cesante en su cargo y destino, cese que le comunicó a primeros de diciembre de 1824 el nuevo Dictadordel Perú, Simón Bolívar. En 1825, en unión a su compañero de infortunio, García publicó en Londres su Justificación de la conducta pública... cerca de las Cortes de Europa.
Posesionado Andrés Bello como nuevo secretario de la Legación colombiana -febrero de 1825-, llamó a García, que se encontraba en París para participar en la edición de una nueva revista El Repertorio Americano, cuyo primer número apareció el 1 de julio de 1826 y que apenas alcanzó a su tercer tomo. Al anterior fracaso, siguió la negativa del gobierno mexicano, que le negó pasaporte para residir en dicho país, plan al que se opuso, en razón de su pasado monárquico, el ecuatoriano, entonces al servicio de México, Vicente Rocafuerte. García optó por regresar a su patria chica, Cartagena de Indias, a donde llegó a comienzos de diciembre de 1828. En medio de la convulsionada vida política colombiana, se unió a Simón Bolívar, cuyo ocaso político y personal se empezaba a consumar y para quien escribió una memoria sobre las Mejoras a la Hacienda Pública colombiana (comienzos de 1829). A mediados de este año, empezó a publicar en Bogotá -en cinco entregas- su obra más conocida y polémica, Meditaciones colombianas. En ella, sin ambages, terminó defendiendo nuevamente el sistema monárquico como el más acorde y posible para el ya crítico futuro político hispanoamericano, colombiano en especial. La obra fue acogida con entusiasmo por los bolivarianistas -ahora pro monárquicos en torno a Bolívar- y rechazada por sus oponentes, los santanderistas.
En 1830 fue electo diputado por el Estado de Cartagena al fracasado Congreso Admirable que no pudo evitar la disolución de la Unión colombiana, mal llamada Gran Colombia. Se excusó de integrar la comisión encargada de pactar una reconversión de la Unión colombiana con el general rebelde venezolano, José Antonio Páez. En junio de dicho año, García fue electo "Síndico Procurador General de Cartagena"; y en septiembre del mismo año encabezó una junta ciudadana que pidió -sin éxito- a Bolívar regresar a la capital y reasumir la presidencia. En enero de 1831, su sucesor, el general venezolano, Rafael Urdaneta, quien ya antes había recibido la recomendación de Bolívar, lo nombró Ministro de Asuntos Exteriores, cargo desde el que le correspondió redactar para la Gaceta de Colombia la nota necrológica "A la memoria del Libertador Simón Bolívar", con la que, en febrero de 1831, el gobierno honró la memoria del Libertador que acababa de morir en dicho puerto caribeño rumbo a Europa.
Tras los azarosos acontecimientos políticos y militares que siguieron a la muerte de Bolívar, García ocupó además la cartera de Guerra. Quedó, a mediados de abril del 31, encargado, junto a sus colegas de gabinete, del poder ejecutivo tras la renuncia del general Urdaneta. Tras la renuncia de varios de sus compañeros de Gabinete, y al asumir la cartera de Gobierno o Interior, García quedó de hecho Jefe del acéfalo Poder Ejecutivo. En calidad de ministro-presidente, le cupo una memorable actuación en la firma del Convenio de Apulo, que zanjó las disputas entre los generales Urdaneta y Caycedo -30 de abril de 1831- y que confirmó en la presidencia a este último. A pesar de ser ratificado como Ministro de Asuntos Exteriores e incluso Consejero de Estado, García se retiró de toda actividad política.
Desatada la caza de los bolivarianistas, García decidió, en septiembre de 1831, instalarse en Jamaica, dando inicio así a un largo periplo que le llevó a morir fuera de su patria. Dos meses después, García pasó a Quito, cuyo primer presidente, el general venezolano Juan José Flórez, lo nombró Ministro de Hacienda. Meses después se le encargó del Ministerio de Asuntos Exteriores. Si bien en un comienzo pudo resistir la persecución que le decretó su antiguo enemigo, ahora diputado por Pichincha, Vicente Rocafuerte, García tuvo que abandonar el país un año después. Pasó a Lima, convertida entonces en la capital de la Confederación Perú-Boliviana y a cuya cabeza estaba, como Protector Perpetuo, el mariscal Andrés de Santacruz. En octubre de 1836, el presidente del Estado Norte-Peruano, mariscal Luis José de Orbegoso, con la aquiescencia de Santa Cruz, lo nombró Ministro de Hacienda. Estallada la guerra con Chile, Santa Cruz lo nombró plenipotenciario ante el Ecuador, país con el que suscribió un tratado de amistad y alianza en abril de 1837. En virtud de la crítica situación posterior a la derrota peruana, en calidad de ministro de Hacienda y miembro del Consejo de Gobierno, García terminó co-encargado de la presidencia del Estado Norte-peruano entre el 4 de enero y el 20 de febrero de 1838. Tras la renuncia de Santa Cruz -a finales de febrero de 1839-, García del Río y Antonio José de Irisarriacompañaron a aquél hasta Guayaquil, puerto escogido para su exilio.
Habiendo reasumido la presidencia ecuatoriana el general Juan José Flórez, éste lo designó en 1841 cónsul general en Río de Janeiro. Partió a mediados de junio de 1841 y recaló en Valparaíso, donde recibió el ofrecimiento del nuevo gobierno de Bolivia para nombrarlo Cónsul General y Encargado de Negocios en Santiago de Chile, propuesta que él declinó. Resuelto a permanecer en Chile, el presidente ecuatoriano Flórez lo designó ministro de Ecuador en dicho país austral, nombramiento que el presidente chileno, Manuel Bulnes, se negó a aceptar; no obstante le permitió continuar residiendo en dicho puerto. Acosado económicamente, García volvió a ejercer el periodismo y editó en 1842, nuevamente con la ayuda de Andrés Bello, ahora al servicio del gobierno chileno, la revista El Museo de ambas Américas. Asimismo colaboró, hasta mayo de 1843, en calidad de primer redactor, con El Mercurio de Valparaíso. En este mismo año, escribió también en La Gaceta del Comercio de dicho puerto chileno, donde aparecieron parte de sus memorias. Apremiado de nuevo económicamente, se refugió en la capital de la provincia de Atacama, Copiapó, donde tradujo del inglés la tragedia Pizarro, del dramaturgo inglés Richard Sheridam.
En 1848 pudo realizar su añorada visita a México, viaje que realizó en compañía de su nueva esposa y de su hijo, Julio, para reiniciar su actividad comercial. En Jalapa se hizo amigo del presidente del Estado General Antonio López de Santa Anna, que lo convirtió en su asesor económico y le confió la preparación de un plan de Hacienda para el Estado. Obligado Santa Anna a expatriarse con ocasión de la cesión de Texas a los EE.UU., de América, García le facilitó refugió en el pueblo de Turbaco, cerca de Cartagena, donde el general jalapeño, ahora convertido en próspero hacendado, pasó dos largas temporadas (1850-1853, 1855-1858). En los últimos años de su vida, García ejerció y vivió del periodismo en la ciudad de México; colaboró con El Universal, Siglo XX, Monitor republicano y El Heraldo. Este último se hizo eco de su fallecimiento y resaltó sus logros durante sus casi novelescos 62 años de vida.
Bibliografía
• AMUNÁTEGUI SOLAR, Domingo: "Vida literaria, amorosa y política de don Juan García del Río", en Boletín de historia y antigüedades. Bogotá: 1939.
• CACUA PRADA, Antonio: "Juan García del Río, ciudadano de América", en Boletín de historia y antigüedades. Bogotá: 1995.
• GARCÍA DEL RÍO, Juan: Meditaciones colombianas. Bogotá: 1985.
• LÓPEZ DE MESA, Luis (Ed.) Historia de la Cancillería de San Carlos. Vol. Iº: Pórtico.Bogotá: 1942.

Autor Pablo Rino Carbajo

Gracias Web de las biografías

miércoles, 19 de agosto de 2015

JORGE A NEWBERY

JORGE A NEWBERY





Nació el 27 de mayo de 1875 en la capital porteña, más precisamente en la calle Florida 251.

Sus padres fueron Dolores Malagarie y Ralph Newbery (Odontólogo de profesión), quienes se habían casado un 26 de julio de 1873 en la Ciudad de Buenos Aires. Ralph Newbery había nacido en New York el 12 de Febrero de 1848 y fué un viajero del Sur Argentino.

SU FORMACION

A la temprana edad de ocho años, viajó a los Estados Unidos de Norte América. Con sus abuelos paternos recorrió las virtudes emblemáticas, turísticas y con otros integrantes de la familia, asistió a encuentros de disciplinas deportivas propias del país del norte.

Egresó de Bachiller en el Colegio Nacional de Buenos Aires a los quince años y comenzó luego su preparación para el futuro Ingeniero. Su padre lo envió nuevamente en 1891 a los Estados Unidos de Norte América para continuar sus estudios. Primero asistió a la Universidad de Cornell y posteriormente ingresó en el Drexel Institute (Filadelfia), donde asistió a las clases de Thomas Alva Edison, inventor por excelencia que desarrolló entre otras una práctica bombilla o foco eléctrico, un sistema generador de electricidad, un aparato para grabar sonidos y un proyector de películas.

FUNCIONARIO PUBLICO

Con el título de Ingeniero Electricista, regresó en el año 1895 a Buenos Aires. Ocupó el cargo de Jefe de la empresa Luz y Tracción del Río de la Plata. El 1896, en ocasión del conflicto limítrofe con Chile, ingresó a la Marina de Guerra, como Ingeniero Electricista de Primera Clase, donde al cabo de dos años fue Sub-Inspector.

El año 1900 lo situó como Director General de Alumbrado de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, cargo que mantendría hasta el fin de su vida. Continuamente buscó novedades en el aprovechamiento energético que incorporar a los procesos de fabricación y a la gestión municipal.

En 1903, el gobierno municipal propuso colocar bajo administración comunal la provisión de energía eléctrica a la ciudad de Buenos Aires lo cual, necesariamente, le hacía entrar en conflicto con las compañías extranjeras que explotaban ese servicio. Newbery rápidamente tomó parte en esa polémica y escribió un largo artículo, publicado en tres partes durante el primer semestre de 1904, en números sucesivos de sus Anales, por la Sociedad Científica Argentina. En ese trabajo, Newbery expone un concepto bien norteamericano, la propiedad pública integra el patrimonio de cada uno de los ciudadanos; la comuna, dice, constituye una "sociedad cooperativa anónima" y cada residente de la ciudad es "un tenedor de títulos". Newbery se manifiesta partidario de la intervención decidida del Estado en materia energética.

Cuatro años más tarde fué nombrado Profesor de Electromecánica de la Escuela Industrial de la Nación. Ni bien se hizo cargo de esa cátedra, Newbery viajó a Sant Louis, Estados Unidos, donde asistió al Congreso Internacional de Electricidad en representación del municipio porteño. Allí, Newbery se reencontró con su antiguo maestro Tomás Edison.

En los trabajos de Newbery publicados por la Sociedad Científica Argentina, se advierte su obsesión por el desarrollo industrial y energético, y por incorporar a la Argentina todos los avances en ese sentido. También se entrevé en esos artículos su formación laica y cientificista.

Hacia 1907, la compañía Auer aplicó el tungsteno, por primera vez, a la producción de una lámpara eléctrica, en reemplazo del filamento de carbón creado por Edison. El tungsteno era entonces desconocido en la Argentina, y fué Newbery quien trajo la noticia de su existencia y uso.

El fenómeno del petróleo lo cautivó y se incorporó al grupo de trabajo que presentó el tema: el petróleo, como ponencia para el Congreso Científico Internacional Americano de Buenos Aires. Así junto a Justino C. Thierry, fue uno de los más compenetrados en el tema.

Pocos meses después, le llegaron informes del descubrimiento de un yacimiento petrolífero en las afueras de Comodoro Rivadavia. Newbery discutió largamente la cuestión con su amigo Justino Thierry, profesor de química en el Colegio Militar y jefe del laboratorio en la Dirección de Alumbrado, comenzó la redacción de un libro sobre la cuestión. En 1910, al reunirse en Buenos Aires el Congreso Científico Internacional Americano, Newbery y Thierry presentaron un libro de casi 300 páginas: El petróleo. Allí hicieron esbozo de las ideas desarrolladas más tarde por otro amigo de Newbery, Enrique Mosconi. Propugnaron la creación, mediante leyes especiales, de reservas estatales en toda zona potencialmente petrolera. El Estado, decían, debía rodear con toda clase de garantías su facultad de explotar hidrocarburos.

EL TANGO

Diversos compositores han dedicado su tiempo a componer piezas musicales con letras que lo evocaron. Así Roberto Firpo: "De pura cepa"; José A. Severino: "Un recuerdo a Newbery", Celedonio Esteban Flores: "Corrientes y Esmeralda", Enrique Cadícamo: "El Aristócrata" y Eduardo Arolas: "Tu sueño" entre otros.

Por ese tiempo, era socio y habitué en los salones del Jockey Club, de Gimnasia y Esgrima y del Club del Progreso. Pronto, ganó una enorme popularidad en todos los niveles sociales.

Frecuentó todos los sitios con el mismo talento, desde el Jockey Club hasta el boliche de Hansen, de la lejana París hasta la esquina de Corrientes y Esmeralda. Desde la calle Florida hasta el Círculo de Armas. Fué el símbolo del galán, del elegante, del duro con los duros y del blando en los momentos de ser blando, seguro frente a la mujer.

EL DEPORTE

Para la época el deporte era algo muy poco usual, no obstante Newbery practicaba los practicaba casi todos. Natación, vuelo mecánico, automovilismo, esgrima, boxeo, boxeo francés, fútbol, vuelo en dirigible, remo, corredor pedestre, aviación, polo, aeroestación, hipismo y rugby.

En el Boxeo como zurdo, incursionó en líneas como el “savate” de origen francés con la particularidad del uso de los puños y los pies. En la lucha greco-romana igualó con el conocido Milo Zavattaro. Se superó a sí mismo, con las marcas registradas por su avión, en cinco días tres veces: Record Sudamericano altura máxima 4400 mts. En florete el 5 de Noviembre de 1905, vence y obtiene el 1er Premio en un certamen organizado por el Jockey Club. También venció en el certamen del año siguiente fente al Campeón de Francia.

LA AEROESTACION

En 1907, conoció la aerostática. El 26 de noviembre, Aarón Anchorena (ya experto, había ascendido en París 11 veces) y Newbery aseguraron que subirían en globo antes de navidad. El 25 de diciembre, en la Sociedad Sportiva, que ya tenía su hipódromo en medio de Palermo, ascendieron con el Pampero. La actividad se convirtió en su pasión.

Al año siguiente, preparó la constitución de un club dedicado a desarrollar la aerostación deportiva, y también el empleo de globos en estudios atmosféricos y meteorológicos (Aero Club). Con el Pampero realizó diez ascensiones. La tragedia ocurrida con éste, en donde perecieran su hermano Eduardo y el Sargento Romero, no lo desanimó. Con la adquisición de un nuevo aeróstato, el Patriota, el Aero Club se revitalizó.

En 1910, llegó al país el piloto francés Henry Brégi. Su visita impulsó a Newbery a la aviación. El 23 de marzo, luego de un gran esfuerzo realizado por muchos de los allegados al Aero Club, se inauguró el aeródromo. Tras un corto período de entrenamiento, obtiene una licencia en el 1er. Aeródromo argentino de Villa Lugano. El 20 de Junio de 1910, obtuvo el título de piloto aviador que por vez primera se concedió en el país.

Con la llegada del piloto italiano Cattaneo a Buenos Aires se produjo un salto cualitativo para la aviación argentina. El piloto sobrevoló Buenos Aires y logró cruzar el río hacia Uruguay. La aviación se convirtió en un fenómeno de masas. Newbery aprovechó la visita de Cattaneo para intentar convencer a los altos mandos militares sobre la conveniencia de incorporar a la aviación en sus proyectos. Según sus palabras, la aeronáutica es "el punto de partida de una revolución mundial vinculada no sólo a la guerra sino que también representa una vasta contribución al estudio de la meteorología y un paso más para resolver el ideal de la facilidad y rapidez en el transporte."

A mediados de 1912, se tomó la decisión política de incorporar al ejército una escuadrilla aérea. Una comisión integrada por Newbery, Teodoro Fels y el coronel Martín Rodríguez fue la encargada de recomendar el avión más adecuado para las armas argentinas. Fue también Newbery uno de los encargados de preparar la Escuela de Aviación Militar.

El 12 de Noviembre de 1913, se designa a los Ingenieros Jorge A. Newbery y Alberto R. Mascías, por decreto, "primeros aviadores militares", y por "los patrióticos y desinteresados servicios que en la organización de la escuela Militar de Aviación han prestado y siguen prestando.."; quedando inscriptos 1° y 2°, respectivamente, en la nómina oficial del personal navegante de la aviación militar.

Convertido en un aviador avezado, en febrero de 1914 Newbery logró el récord mundial de altura alcanzando los 6.225 metros en un vuelo preparativo de su gran objetivo: el viaje transcordillerano. Este proyecto le sería fatal.

El 1º de marzo de 1914, ante un pedido de una dama de verlo volar, pidió el avión de su amigo Teodoro Fels, quien accedió no sin antes indicarle un serio problema que tenía el ala del aeroplano. Jorge Newbery subió a él invitando a Jiménez Lastra a que lo acompañara y comenzó a hacer cabriolas y demostraciones.

A las 18.40 en una riesgosa maniobra, cayó violentamente encontrando la muerte sus ocupantes en la Estancia Los Tamarindos de Mendoza.

La noticia llegó esa noche de corso dominguero a Buenos Aires, provocando la angustia colectiva ante la muerte de un pionero.

lunes, 17 de agosto de 2015

ANTONIO ÁLVAREZ JONTE

ANTONIO ÁLVAREZ JONTE 

Nació en Madrid en 1784 y vino con sus padres a Córdoba, estudió derecho en la Universidad de esa ciudad y se doctoró en la de Santiago de Chile.

Se instaló en Buenos Aires como abogado, y allí estaba cuando se produjeron las invasiones inglesas. Se ofreció como voluntario para rechazarlas, pero no fue aceptado por su salud endeble.

Participó en la preparación de la Revolución de Mayo; producida ésta, la Primera Junta lo envió a Chile para provocar otra en la misma dirección; allí fue nombrado "Comisionado de la Primera Junta" (18/9/1810). Llegó a Chile en el mes de octubre, cuando ésta ya se había producido, y fue el primer embajador rioplatense en ese país.

De regreso en Buenos Aires, integró con Sarratea el Tribunal de Concordia.

Hacia fines de 1810 estaba en Buenos Aires y se unió al grupo de Mariano Moreno. La Junta lo nombró Regidor del Cabildo, puesto desde el cual presionó para disolver la Junta cuando llegó la noticia del desastre de Huaqui. 

Apoyó la formación del Primer Triunvirato, y por iniciativa de éste fue nombrado nuevamente regidor del cabildo para el año 1812. Pasó a la oposición cuando el gobierno dirigido por Rivadavia disolvió la primera asamblea nacional en 1812.

Se unió a la Logia Lautaro, fundada por Alvear y San Martín, y apoyó la revolución de octubre de 1812 (provocada por San Martín al llegar la noticia de la victoria de Tucumán). Por ésta se disolvía el primer triunvirato y se lo reemplazaba por otro, formado por Juan José Paso, Nicolás Rodríguez Peña, y Álvarez Jonte. Poco después, Paso fue reemplazado por José Julián Pérez, y unos meses más tarde, Rodríguez Peña fue reemplazado por Gervasio Posadas, tío de Alvear.
En la práctica, el gobierno estuvo controlado por la Logia Lautaro y por Alvear.

El Triunvirato convocó a una Asamblea General Constituyente, dominada por Buenos Aires y en la cual muchos de los diputados del interior habían sido nombrados por la Logia, en Buenos Aires. Ésta no cumplió con sus objetivos, ya que no declaró la Independencia ni sancionó ninguna constitución.

A fines de 1813, Juan Larrea (un rico e influyente amigo de Alvear y del comercio inglés) reemplazó a Álvarez Jonte, que fue nombrado al frente de la comisión investigadora de las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma.

Poco después, el Triunvirato se convertía en Directorio, nombrando Director Supremo a Posadas.

Álvarez Jonte se trasladó a Tucumán para iniciar el juicio, pero se negó a juzgar a Belgrano. A principio de 1814 reorganizó el gobierno de la provincia de Tucumán.
Fue auditor de guerra del Ejército del Norte en el corto período en que su comandante fue San Martín.
Regresó a Buenos Aires, donde fue auditor general de guerra, y mantuvo su cargo durante el breve directorio de Alvear.

Al estallar el motín de Fontezuelas, que produjo la caída de Alvear, fue desterrado a Londres.

 Allí se unió a la casa central de la Logia Lautaro y se dedicó a formar una escuadra para Chile, recién reconquistada por San Martín, apoyando los planes de éste de atacar el virreinato del Perú por el mar.
Llegó a Chile con el almirante Alexander Cochrane en noviembre de 1818, en la armada destinada a trasladar al Ejército de los Andes al Perú.
Aunque estaba muy enfermo, fue nombrado Auditor de Guerra del ejército y secretario de San Martín.

 Acompañó a Cochrane en la primera campaña naval a El Callao, y no pudo impedir que el almirante se apoderara de las presas que había capturado el capitán Hipólito Bouchard en su vuelta al mundo como corsario.

En agosto de 1820 se embarcó con San Martín hacia el Perú. Pero a poco de llegar, murió a causa de fiebres (probablemente tuberculosis ) en octubre de 1820 en el puerto de Pisco. Acababa de empezar la campaña libertadora del Perú.

GENERAL DE DIVISIÓN ENRIQUE MOSCONI

GENERAL DE DIVISIÓN ENRIQUE MOSCONI

Nació en Buenos Aires el 21 de febrero de 1877, siendo hijo del ingeniero Enrique Moscóni y de doña María Juana Canavery.
Ingresó al Colegio Militar de la Nación el 26 de mayo de 1891, y se graduó con diploma de ho­nor de subteniente de infantería el 20 de noviembre de 1894.
En el año 1899 desempeñó comisiones topográficas en la cordillera, en Mendoza, toman­do parte en los levantamientos topográficos y estudios estadís­ticos de la zona.
En el año 1900 formó parte de la Comisión que realizó los estudios del ferrocarril estraté­gico de Confluencia a Pino Ha­chado.  En junio de 1903 se graduó como ingeniero civil, en la Fa­cultad de Ciencias Exactas Físicas y Naturales de la Univer­sidad de Buenos Aires; en septiembre del mismo año se le reconoció como ingeniero mili­tar, siendo transferido al arma de Ingenieros.
Durante su prestación de ser­vicios en el Ministerio de Guerra, ganó el primer premio, entre 11 concursantes, para los proyectos de un cuartel de infantería y uno de caballería a levan­tarse en el lugar que hoy ocupa el Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín. En noviembre de 1904 viajó a Italia, Bélgica y Alemania, don­de realizó estudios para la cons­trucción de la usina hidroeléctrica y a gas pobre que funcionara en Campo de Mayo, adquiriendo además los materiales de hierro, sanitarios y eléctricos para los cuarteles que se levantaron en los años 1905/1910, siendo feli­citado por el Ministerio de Gue­rra por las grandes economías que obtuvo para el Estado, en estas adquisiciones.
De octubre de 1906 a octubre de 1908 fue incorporado al ejér­cito alemán en el Batallón 10 de "Pioners de Wesphalia", y tomó parte en las maniobras impe­riales de 1907. Cursó la Escuela Técnica de Artillería e Ingenieros de Charlotenburgo, y vol­vió a realizar maniobras como mayor en el Regimiento 48 de Infantería.  En Suiza realizó maniobras con la III División de Berna. En diciembre de 1909 fue nombrado vocal de la Comisión de Ingenieros que viajó a Euro­pa para realizar estudios y adquisiciones de materiales técni­cos del arma, y tomó parte en ejercicios de los cuerpos de Za­padores Pontoneros, Telegrafis­tas y Ferrocarrileros de Alema­nia, Francia y Austria Hungría.


 En 1910 patentó en Alemania y cedió al Ministerio de Guerra de la Argentina, un dispositivo para cambio de trocha en roda­dos militares.  Tomó parte en los grandes ejercicios técnicos realizados en el Elba en julio de 1913.   En junio de 1914 fue incorporado como Teniente Coronel al III Regimiento de Infantería de la Guardia, con el cual participó en maniobras de regimiento y de brigada.
Regresó al país en diciembre de 1914, y volvió a comandar el 1° de Ingenieros hasta 1915 en que fue nombrado Subdirector General de Arsenales de Guerra. A mediados de 1916 se le designó Director del Arsenal Esteban de Luca.  El 16 de marzo de 1920 se le nombró Director de Aeronáuti­ca, fundó el Grupo 1° de Aviación, y dio gran impulso al arma.
Director del servicio de Aeronáutica del Ejército en 1922, un día se irritó ante el reclamo de la West India Oil Co., filial de la Standard Oil de New Jersey, de cobrar por anticipado la nafta para los aviones. En su libro El petróleo argentino Mosconi mismo escribió el relato de la entrevista: “Advierta, le dije entonces, que el Servicio Aeronáutico del Ejército no debe un solo centavo a su compañía; que se trata de una repartición militar solvente y dependiente del Ministerio de Guerra y que, por lo tanto, no sólo me sorprenden sus manifestación y exigencia, sino que las considero impertinentes y no las acepto”. Mosconi se guardó lo que pensó y no dijo: “Allí, en el mismo escritorio, me propuse, juramentándome conmigo mismo, cooperar por todos los medios legales a romper los trusts. Designado director general de YPF el 19 de octubre de 1922, realicé tal propósito siete años después, para bien y progreso de nuestra Patria y mayor ventaja de sus habitantes”.   Cuando Alvear lo designó al frente de YPF, Mosconi se propuso estructurar una empresa fuerte y luego “tomar la dirección de nuestro mercado de consumo, llevando los precios a un nivel conveniente y equitativo para los intereses nacionales” para arrastrar a la baja “a todas las firmas importadoras”.
 
En 1926, al hacer su propio balance, consignaba Mosconi que “se opina comúnmente que el Estado es mal administrador”. Pero “el juicio es exacto cuando el Gobierno no traza ni mantiene normas de buena administración”. En 1922 la industria petrolera fiscal producía un promedio diario de 942 metros cúbicos, contra 2.61 de 1926. Mosconi envió técnicos a especializarse en los campos petrolíferos de los Estados Unidos, México, Venezuela y Europa. Sus estudios sirvieron de base para el Boletín de Informaciones Petroleras y para la creación de cursos complementarios de cinco meses para formación en el área en la Escuela Industrial de la Nación. El mismo espíritu animó en 1928 la fundación del Instituto de Petróleo en la Universidad de Buenos Aires con aprobación del rector, Ricardo Rojas. Rojas quería formar “técnicos argentinos aptos que nos libren de la declamación, más o menos patriótica”.
Mosconi quería una ley para nacionalizar los yacimientos, que veía difícil con la composición del Congreso en 1928. Esa herramienta sería “una valla infranqueable a los avances de empresas que, como la Standard Oil Co. en el norte, inicia y consolida sus conocidos sistemas de penetración y amenaza perturbar nuestro futuro económico y, por consecuencia, nuestra situación política”. El Senado no quiso aprobar la iniciativa de Hipólito Yrigoyen, presidente en su segundo mandato entre 1928 y 1930, y el golpe de Uriburu terminó de abortar la iniciativa.
El 9 de septiembre de 1930, se retira de YPF.  El ciclo de golpes de Estado del siglo XX comenzó el 6 de septiembre de 1930, cuando José Félix Uriburu derrocó a Hipólito Yrigoyen. Quedó en la historia con un mote: “Golpe con olor a petróleo”. Y algo se habrá olido en aquel momento el director de Yacimientos Petrolíferos Fiscales, el ingeniero y general Enrique Mosconi, porque sólo cuatro días después presentó su renuncia.
 
A las empresas petroleras inglesas y norteamericanas no les fue fácil conseguir que Uriburu, incluso con un gabinete afín a capitales de ese origen y de Alemania, lograra desmontar los ocho años de gestión de Mosconi.
No alcanzaron el arresto y la investigación a la que fue sometido el general. YPF se había convertido en una estructura industrial poderosa. La destrucción sólo sería posible 60 años después, en la primera presidencia de Carlos Menem. Y no es que en los dos años de Uriburu faltaron intentos. La Standard Oil, con matriz en los Estados Unidos, presionó para conseguir avances en Salta.  Sin chances de liquidar a YPF, la estrategia privada apuntó a ganar espacios en paralelo. De 1931 es la instalación de la destilería de Shell en Dock Sud. En simultáneo, las otras compañías presionaban para anular la reserva a favor de la explotación estatal dispuesta por el presidente radical Marcelo Torcuato de Alvear en 1924 para las cuencas de Chubut, Santa Cruz, Neuquén, Tierra del Fuego, La Pampa, Salta, Jujuy y Mendoza.  
Entre los años 1931 y 1932, permanece en Italia estudiando la Aeronáutica de ese país.
Cuando regresó fue designado Director General de Tiro y Gimnasia, y se retiró del Ejército con el grado de General de División, el 31 de diciembre de 1933.
Después de una larga enfermedad falleció el 4 de junio del año 1940.

sábado, 15 de agosto de 2015

JOSÉ EUSEBIO COLOMBRES

JOSÉ EUSEBIO COLOMBRES



Nació en Tucumán el 16 de Diciembre de 1778 en el seno de una influyente y aristocrática familia tucumana.

Se ordenó sacerdote en Catamarca en Agosto de 1803 y se doctoró en cánones en la Universidad de San Carlos..

En 1810 apoyó el movimiento revolucionario; en ese año fue nombrado Cura Párroco en la parroquia de Piedras Blancas (Catamarca). Allí ejercitó por primera vez su industria de caña de azúcar trayéndola desde Oran (Salta). 

Catamarca lo designó diputado para el Congreso de Tucumán tras haber servido como clérigo en dicha provincia por varios años y fue uno de los firmantes del Acta de la Independencia. Renunció al Congreso en 1816 y luego de un tiempo en Catamarca, regresó a Tucumán.

Fue el introductor en su provincia natal de la industria del azúcar en 1821 en su casa ubicada en el actual parque 9 de julio, donde instaló los trapiches utilizados para la molienda de la caña. Tal es así, que en 1821, inauguró una extensa plantación en tierras propias, importando maquinarias extranjeras y nuevas técnicas, como los molinos.

Hoy, esta industria es una de las principales fuentes económicas de la provincia.
Tras el proceso independentista, formó parte de la llamada Liga del Norte, lo que le valió tener que exiliarse tras la segunda asunción de Juan Manuel de Rosas como gobernador de Buenos Aires. Hasta 1852 permaneció en Tupiza, Potosí, Bolivia, volviendo en dicho año a Tucumán tras la caída del rosismo.

El Papa Pío IX lo preconizó Obispo de Salta el 23 de diciembre de 1858, pero no recibió la consagración pues falleció antes de que llegue la Bula Papal. En el Museo que funciona en la Casa de Tucumán se conserva dicha Bula. 

Colombres fue el último de los congresales de Tucumán en morir el 11 de febrero de 1859.
  

La casa de Colombres en el Parque 9 de Julio es ahora un Museo de la Industria Azucarera y Monumento Histórico Nacional. El lugar donde nació es ahora un Museo de Folklore.