JUAN GARCÍA DEL RÍO
Comerciante,
periodista, publicista, político y diplomático de Colombia, Perú, Chile y
Ecuador, nacido en Cartagena de Indias en 1794 y muerto en México el 15 de mayo
de 1856. Era hijo legitimado de un capitán del Regimiento de Infantería de
Voluntarios y próspero comerciante, Felipe García del Río, y de la mulata María
Pancracia. A los cinco años realizó, con institutriz propia, sus primeras
clases de lectura, matemáticas y catecismo. A los 8 años viajó con su padre a
Cádiz, donde bajo la tutela de sus tíos Manuel García e Ildefonso Ruiz del Río,
afamados comerciantes gaditanos, aprendió inglés, francés y latín. En 1810
obtuvo su primer grado en letras. Además de perfeccionarse en el conocimiento
del comercio ultramarino, tuvo entonces ocasión de visitar Londres acompañando
a uno de sus tíos. Regresó a Cádiz cuando se había consumado la invasión francesa.
Se interesó, a pesar de su corta edad -14 años- por el proceso de agitación
ideológica y militar del momento.
Trabó
amistad con el futuro libertador del Río de La Plata, Chile y Perú, José
de San Martín, amigo de su familia. Figuró además entre los defensores del
puerto de Cádiz con ocasión del largo asedio francés; participó, como asiduo
contertulio, en los salones que frecuentaban los liberales Agustín
Argüelles, Conde de Toreno, Ruiz Padrón y José Mejía
Lequerica.
De
regreso a Cartagena, donde su padre era perseguido por españolista, y después
de una larga escala de un año en La Habana, tuvo que refugiarse -1812-, junto a
su padre, en el reducto realista de Santa Marta; cayó prisionero tras la toma
de dicho puerto por el coronel Cortés de Campomanes y el mercenario francés
Pedro Labatut. Confiscados todos los bienes familiares, fue enviado prisionero
a la cárcel de la Inquisición de Cartagena. Perdió tempranamente a su padre,
que pereció ahogado tras el naufragio de la nave en que había logrado escapar
rumbo a Portobelo. Gracias a la influencia de algunos patriotas amigos, recobró
la libertad; a continuación se refugió en Kingston, donde bien pronto, cuando
apenas tenía 20 años, se unió a José María del Real en calidad de secretario de
la misión que a éste le había sido encomendada por los gobiernos rebeldes de
Santafé y Cartagena ante el gobierno británico. Llegó a Londres a finales de
septiembre de 1814. Nada más desembarcar, recibió el encargo de escribir la
memoria que confidencialmente había sido solicitada a Del Real por el jefe del
Foreign Office inglés, Vizconde Castlereagh, destinada a ilustrar al
gobierno inglés sobre la real situación de la Nueva Granada, cuyo
reconocimiento pretendía Del Real.
En
Londres, en unión del caraqueño Andrés Bello, García realizó una intensa y
entusiasta actividad periodística a favor de la causa emancipadora, no sólo de
la Nueva Granada, sino hispanoamericana en general, entre otras labores como
colaborador del Morning Chronicle. Reimplantado el gobierno español en la
Nueva Granada, y al igual que otros americanos, permaneció en Londres en la
total inopia. José de Irrisarri y José Antonio Álvarez Condarco, representantes
de Chile en Londres, le ofrecieron servir al lado de Bernardo O’Higgins
Riquelme. Arribó a Chile con su familia a finales de mayo de 1818. De inmediato
empezó a colaborar en el departamento de Asuntos Exteriores de Chile, del que
luego fue nombrado Secretario en propiedad en 1818. Fundó en Santiago
el Sol de Chile al que siguió el bisemanario El Telégrafo. Nada
más consumado el triunfo patriota al mando de su viejo amigo, ahora general San
Martín, y antes de partir a su lado en la Expedición Libertadora hacia el Perú,
éste le designó como su Secretario de Asuntos Exteriores.
Con
ocasión de las iniciales negociaciones habidas entre los virreyes Joaquín
de la Pezuela y José de La Serna y el general José de San
Martín, García del Río actúo como plenipotenciario patriota, ocasión en la que
dejó claras sus preferencias pro-monárquicas, como sistema de gobierno más
apropiado para los nuevos Estados hispanoamericanos. Fue designado ministro de
Asuntos Exteriores peruano durante el Protectorado de San Martín.
Pasó a encargarse luego de las carteras de Gobierno y Educación, cargos
políticos que alternó con su vocación periodística; fundó entonces la
revista Biblioteca Nacional el Perú, a la que siguió la Biblioteca
Columbiana (octubre de 1821).
El
día de Navidad de 1821, San Martín lo designó, junto a su edecán militar, Diego
Paroissien, ministro plenipotenciario ante el gobierno británico; llegaron
ambos a Londres a comienzos de septiembre de 1822. Allí, junto a viejos y
nuevos amigos americanos, creó una empresa para la publicación de una revista
pro-hispanoamericanista, la Biblioteca Americana o Miscelánea de Literatura,
Artes I Ciencias, que apareció en Londres en septiembre de 1823, y para cuya
preciosa edición contó con la ayuda de Andrés Bello. Meses antes había
publicado en Londres una Biografía del General San Martín a la
inmortalidad. En el momento en el que San Martín renunció al gobierno, García
quedó una vez más cesante en su cargo y destino, cese que le comunicó a
primeros de diciembre de 1824 el nuevo Dictadordel Perú, Simón
Bolívar. En 1825, en unión a su compañero de infortunio, García publicó en Londres
su Justificación de la conducta pública... cerca de las Cortes de Europa.
Posesionado
Andrés Bello como nuevo secretario de la Legación colombiana -febrero de 1825-,
llamó a García, que se encontraba en París para participar en la edición de una
nueva revista El Repertorio Americano, cuyo primer número apareció el
1 de julio de 1826 y que apenas alcanzó a su tercer tomo. Al anterior fracaso,
siguió la negativa del gobierno mexicano, que le negó pasaporte para residir en
dicho país, plan al que se opuso, en razón de su pasado monárquico, el
ecuatoriano, entonces al servicio de México, Vicente Rocafuerte. García
optó por regresar a su patria chica, Cartagena de Indias, a donde llegó a
comienzos de diciembre de 1828. En medio de la convulsionada vida política
colombiana, se unió a Simón Bolívar, cuyo ocaso político y personal se empezaba
a consumar y para quien escribió una memoria sobre las Mejoras a la
Hacienda Pública colombiana (comienzos de 1829). A mediados de este
año, empezó a publicar en Bogotá -en cinco entregas- su obra más conocida y
polémica, Meditaciones colombianas. En ella, sin ambages, terminó
defendiendo nuevamente el sistema monárquico como el más acorde y posible para
el ya crítico futuro político hispanoamericano, colombiano en especial. La obra
fue acogida con entusiasmo por los bolivarianistas -ahora pro monárquicos en
torno a Bolívar- y rechazada por sus oponentes, los santanderistas.
En
1830 fue electo diputado por el Estado de Cartagena al fracasado Congreso
Admirable que no pudo evitar la disolución de la Unión colombiana, mal
llamada Gran Colombia. Se excusó de integrar la comisión encargada de pactar
una reconversión de la Unión colombiana con el general rebelde
venezolano, José Antonio Páez. En junio de dicho año, García fue electo
"Síndico Procurador General de Cartagena"; y en septiembre del mismo
año encabezó una junta ciudadana que pidió -sin éxito- a Bolívar regresar a la
capital y reasumir la presidencia. En enero de 1831, su sucesor, el general
venezolano, Rafael Urdaneta, quien ya antes había recibido la
recomendación de Bolívar, lo nombró Ministro de Asuntos Exteriores, cargo desde
el que le correspondió redactar para la Gaceta de Colombia la nota
necrológica "A la memoria del Libertador Simón Bolívar", con la
que, en febrero de 1831, el gobierno honró la memoria
del Libertador que acababa de morir en dicho puerto caribeño rumbo a
Europa.
Tras
los azarosos acontecimientos políticos y militares que siguieron a la muerte de
Bolívar, García ocupó además la cartera de Guerra. Quedó, a mediados de abril
del 31, encargado, junto a sus colegas de gabinete, del poder ejecutivo tras la
renuncia del general Urdaneta. Tras la renuncia de varios de sus compañeros de
Gabinete, y al asumir la cartera de Gobierno o Interior, García quedó de hecho
Jefe del acéfalo Poder Ejecutivo. En calidad de ministro-presidente, le cupo
una memorable actuación en la firma del Convenio de Apulo, que zanjó las
disputas entre los generales Urdaneta y Caycedo -30 de abril de 1831-
y que confirmó en la presidencia a este último. A pesar de ser ratificado como
Ministro de Asuntos Exteriores e incluso Consejero de Estado, García se retiró
de toda actividad política.
Desatada
la caza de los bolivarianistas, García decidió, en septiembre de 1831,
instalarse en Jamaica, dando inicio así a un largo periplo que le llevó a morir
fuera de su patria. Dos meses después, García pasó a Quito, cuyo primer
presidente, el general venezolano Juan José Flórez, lo nombró Ministro de
Hacienda. Meses después se le encargó del Ministerio de Asuntos Exteriores. Si
bien en un comienzo pudo resistir la persecución que le decretó su antiguo
enemigo, ahora diputado por Pichincha, Vicente Rocafuerte, García tuvo que
abandonar el país un año después. Pasó a Lima, convertida entonces en la capital
de la Confederación Perú-Boliviana y a cuya cabeza estaba, como Protector
Perpetuo, el mariscal Andrés de Santacruz. En octubre de 1836, el
presidente del Estado Norte-Peruano, mariscal Luis José de Orbegoso, con
la aquiescencia de Santa Cruz, lo nombró Ministro de Hacienda. Estallada la
guerra con Chile, Santa Cruz lo nombró plenipotenciario ante el Ecuador, país
con el que suscribió un tratado de amistad y alianza en abril de 1837. En
virtud de la crítica situación posterior a la derrota peruana, en calidad de
ministro de Hacienda y miembro del Consejo de Gobierno, García terminó
co-encargado de la presidencia del Estado Norte-peruano entre el 4 de enero y
el 20 de febrero de 1838. Tras la renuncia de Santa Cruz -a finales
de febrero de 1839-, García del Río y Antonio José de Irisarriacompañaron
a aquél hasta Guayaquil, puerto escogido para su exilio.
Habiendo
reasumido la presidencia ecuatoriana el general Juan José Flórez, éste lo
designó en 1841 cónsul general en Río de Janeiro. Partió a mediados de junio de
1841 y recaló en Valparaíso, donde recibió el ofrecimiento del nuevo gobierno
de Bolivia para nombrarlo Cónsul General y Encargado de Negocios en Santiago de
Chile, propuesta que él declinó. Resuelto a permanecer en Chile, el presidente
ecuatoriano Flórez lo designó ministro de Ecuador en dicho país austral,
nombramiento que el presidente chileno, Manuel Bulnes, se negó a aceptar; no
obstante le permitió continuar residiendo en dicho puerto. Acosado
económicamente, García volvió a ejercer el periodismo y editó en 1842,
nuevamente con la ayuda de Andrés Bello, ahora al servicio del gobierno
chileno, la revista El Museo de ambas Américas. Asimismo colaboró,
hasta mayo de 1843, en calidad de primer redactor, con El Mercurio de
Valparaíso. En este mismo año, escribió también en La Gaceta del
Comercio de dicho puerto chileno, donde aparecieron parte de sus memorias.
Apremiado de nuevo económicamente, se refugió en la capital de la provincia de
Atacama, Copiapó, donde tradujo del inglés la tragedia Pizarro, del
dramaturgo inglés Richard Sheridam.
En
1848 pudo realizar su añorada visita a México, viaje que realizó en compañía de
su nueva esposa y de su hijo, Julio, para reiniciar su actividad comercial. En
Jalapa se hizo amigo del presidente del Estado General Antonio López de
Santa Anna, que lo convirtió en su asesor económico y le confió la preparación
de un plan de Hacienda para el Estado. Obligado Santa Anna a expatriarse con
ocasión de la cesión de Texas a los EE.UU., de América, García le facilitó
refugió en el pueblo de Turbaco, cerca de Cartagena, donde el general jalapeño,
ahora convertido en próspero hacendado, pasó dos largas temporadas (1850-1853,
1855-1858). En los últimos años de su vida, García ejerció y vivió del
periodismo en la ciudad de México; colaboró con El Universal, Siglo
XX, Monitor republicano y El Heraldo. Este último se hizo eco de
su fallecimiento y resaltó sus logros durante sus casi novelescos 62 años de
vida.
Bibliografía
•
AMUNÁTEGUI SOLAR, Domingo: "Vida literaria, amorosa y política de don Juan
García del Río", en Boletín de historia y antigüedades. Bogotá: 1939.
•
CACUA PRADA, Antonio: "Juan García del Río, ciudadano de América",
en Boletín de historia y antigüedades. Bogotá: 1995.
•
GARCÍA DEL RÍO, Juan: Meditaciones colombianas. Bogotá: 1985.
•
LÓPEZ DE MESA, Luis (Ed.) Historia de la Cancillería de San Carlos. Vol.
Iº: Pórtico.Bogotá: 1942.
Autor
Pablo Rino Carbajo
Gracias
Web de las biografías
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