RAFAEL OBLIGADO
La
calle que lleva su nombre, se debe a Rafael Obligado fue un escritor, poeta y
académico argentino, padre del también poeta Carlos Obligado.
Nació
Rafael Obligado en un hogar de antiguo cuño porteño, el 27 de enero de 1851.
Sus
padres Luis Obligado y Saavedra y María Jacinta Ortiz Urién eran de la clase
patricia, y le brindaron excelente educación.
Su
infancia y su adolescencia transcurrieron, casi íntegras, en una estancia de
sus padres - don Luis Obligado y Saavedra y doña María Jacinta Ortiz Urién - a
orillas del río Paraná, donde aprendió a querer al paisaje, a sus criaturas y a
la naturaleza.
El
paisaje familiar deja en él huella muy honda, tal como la vemos en las Poesías,
aparecidas en 1885, que se ampliarán más tarde. Muy corta, es verdad, pero ella
basta para discernir a Rafael Obligado un lugar alto y de honor en
Hispanoamérica.
Cursó
estudios secundarios en el Colegio Nacional de Buenos Aires. Inició estudios en
la Facultad de Derecho, pero los abandonó rápidamente. Su vocación lo llevó al
estudio de los clásicos, antiguos y españoles.
Conocido
como "el poeta del Paraná" y perteneciente a la generación de 1880,
escribió poesía con temática "gauchesca" pero con palabras
"cultas", influido por la poesía francesa de fines del siglo XIX.
Vivió en la estancia paterna, con un bellísimo castillo en el paraje de la
Vuelta de Obligado, un recodo de las Barrancas del río Paraná ubicado
exactamente dentro del partido de Ramallo cercano al límite con el partido de
San Pedro en la provincia de Buenos Aires. Se casó a los 35 años, en 1886. Tres
años más tarde, en 1889, le nombraron correspondiente de la Academia Española.
Su
obra más importante, es el "Santos Vega".
Fue
uno de los fundadores de la Facultad de Filosofía y Letras (Universidad de
Buenos Aires); consejero y vicedecano en varias oportunidades; recibiendo en
1909, el doctorado honoris causa.
En
"El hogar paterno", "En la ribera", "Primavera",
"Nido de boyeros", el paisaje es una constante. El Paraná, las islas,
su flora, "En la ribera" "Santos Vega" es el poema más
perfecto de entre las "Leyendas argentinas";
Ya
entrado en años se casa en 1886; tres años después, en 1889, le nombran
correspondiente de la Academia Española. Viaja muy poco, sin alejarse mucho de
su patria, y, en uno de estos viajes por las provincias mediterráneas
argentinas, recoge los elementos de sus Leyendas.
Sus
últimos treinta años nos lo muestran alejado de toda labor literaria. Siente
vacilar su salud y se traslada a Mendoza hacia fines de 1919. Su existencia,
dividida entre el estudio y la meditación, el hogar y el manejo de sus
posesiones rurales y su fortuna, se extingue allí el 8 de marzo de 1920. Sus
restos descansan en su ciudad natal: Buenos Aires.
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