ANDRÉS ARGUIBEL Espía de la Revolución
Héroe de la Independencia
Solo una corta calle en las cañitas lo recuerda
Poco hemos oído hablar de Arguibel. Pero fue un hombre fundamental para afianzar la independencia nacional.
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Andrés Arguibel y López Cossio fue el principal agente de las Provincias Unidas del Río de la Plata en España en las primeras dos décadas del movimiento emancipador y tuvo un papel fundamental tanto en suministrar a los patriotas información de carácter reservado sobre los planes y medidas de la monarquía, como en boicotear los proyectos destinados a la reconquista de Buenos Aires.
Arguibel nació en Buenos Aires el 30 de noviembre de 1773, único hijo varón de Felipe Filiberto de Arguibel,1 natural de Saint Jean de Luz, Labourd, Francia, y Andrea María López Cossio, natural de Buenos Aires.
Su padre era un importante comerciante de ultramar con buques en consignación, como la fragata Nuestra Señora del Buen Suceso. De orientación liberal, había sido miembro del partido contrario a los jesuitas ligado primero a Gaspar de Munive, Marqués de Valdelirios, en los sucesos que desembocarían en la Guerra Guaranítica y luego al Gobernador Francisco de Paula Bucarelli y Ursúa quien sería el encargado de la expulsión de la Orden. Mantenía vínculos comerciales con Juan Antonio de Lezica y familiares con importantes familias de Buenos Aires, incluyendo la de los Ezcurra. En efecto, su hija Teodora Josefa, hermana mayor de Andrés, casó con Juan Ignacio de Ezcurra Ayerra. Una de sus hijas, María de la Encarnación de Ezcurra y Arguibel, casaría a su vez con Juan Manuel de Rosas.
Como era habitual en muchas familias ligadas al comercio de la metrópolis Andrés Arguibel debió dejar su hogar cercano al Fuerte para ser enviado a Cádiz con sólo 9 años a los efectos de recibir la educación básica y aprender oportunamente el comercio con América. Viajó junto con el joven hermano de Juan Antonio de Lezica, Tomás Antonio Lezica. Arguibel casó con una gaditana y para 1810 se había ya convertido en un exitoso comerciante de esa ciudad.
De ideas liberales, producida la revolución en Buenos Aires intentó volver a su tierra sin poder lograrlo, por lo que canalizó sus esfuerzos en Cádiz. Junto con otros americanos radicados en Andalucía, especialmente Tomás Antonio de Lezica (quien había retornado de su paso por Buenos Aires) y Juan de Lagosta, se comprometieron firmemente en la defensa del movimiento.
En la ciudad actuaban numerosas sociedades secretas, algunas netamente masónicas y otras muchas políticas de forma masónica: algunas de afrancesados, la mayor parte de liberales nacionales y unas pocas de americanos. Una de las principales era la Logia Integridad N° 7, adscripta al Gran Oriente de Sevilla, de la que fue maestro el general Francisco María Solano, marqués del Socorro, capitán general de Andalucía y gobernador civil y militar de Cádiz, superior del general José de San Martín.
Otra que reunió a numerosos americanos fue la Logia Caballeros Racionales N° 3 dirigida por Carlos María de Alvear hasta 1811, cuando lo reemplazó el sacerdoteRamón Eduardo de Anchoris. Eran también miembros entre otros José Matías Zapiola, Francisco de Gurruchaga, el general peruano José Rivadeneira y Tejadaque "habían tenido relación con la anteriormente citada de la "Gran Reunión Americana", y, a su vez, estaban en estrecho contacto con diversos "hermanos" bonaerenses, tales como Pueyrredón, Lezica y Rodríguez Peña".5 Más allá de algunas fórmulas masónicas, la sociedad era puramente operativa.
Agente de la revolución
Andrés Arguibel no era ajeno a esa actividad. Al llegar a Buenos Aires, Alvear, San Martín y Zapiola pusieron en contacto al gobierno con Arguibel, mientras que el regreso de su compañero Lezica facilitó la tarea.
El 5 de agosto de 1812 una nota de José Julián Pérez, miembro del Segundo Triunvirato le confiaba que "Ha llegado a entender este Gobierno con harto dolor" que el oficial Juan Bautista Azopardo, comandante de la primera escuadrilla de la revolución y derrotado en el Combate de San Nicolás del 2 de marzo de 1811 por Jacinto de Romarate había sido encarcelado en Cádiz, y le solicitaba a Arguibel que lo auxiliara en lo que estuviera a su alcance.
Cádiz era el punto de concentración de las fuerzas destinadas a América, lo que permitía a Arguibel tomar contacto con los oficiales españoles europeos liberales para influenciarlos o sobornarlos de manera de fomentar el descontento e impulsarlos a oponerse a las expediciones y por otro con los americanos, con el objeto de promover la causa y facilitarles el pase a América, como sucedería con el futuro general Tomás de Iriarte:
Una mañana mi asistente me anunció un señor que deseaba hablarme: entró y se dio a conocer: don Andrés Arguibel. Me dijo que eramos parientes y me ofreció su casa. Yo la frecuenté mucho, porque muy pronto me di a conocer con argumentos descubriéndole mis miras de servir bajo las banderas de mis paisanos, y este desahogo que tuve luego que supe que era patriota hizo que nos tratásemos con confianza. Arguibel tenía una hija, Dolores, de edad de 18 años. No era linda, pero si muy graciosa, dotada del garbo gaditano y, sobre todo, de una educación la mas cuidada. Había sido educada desde la edad de nueve años en un colegio de Inglaterra de donde estaba recién llegada. Joven llena de habilidades y tanto que ayudaba mucho al padre en su correspondencia mercantil. Sumamente amable, su trato me encantaba. Casó después con un condiscípulo del colegio de Segovia y tuvo una muerte prematura de resultas de su segundo parto. Iriarte, Tomás de, Memorias del General Iriarte, Compañía General Fabril Editora, 1962, Capítulo VIII, página 140.
Ligado a las sociedades secretas de Cádiz, Arguibel accedía a información política y militar de primer nivel, lo que le permitía mantener al gobierno de Buenos Aires al tanto de los acontecimientos hasta el punto que los realistas se asombraban de que en Buenos Aires o en Montevideo se conocieran con anticipación y clara certeza los sucesos de la península. En Buenos Aires los informes secretos llegados desde Cádiz o Gibraltar solían filtrarse al conocimiento general e incluso por razones de difusión (y de propaganda) se publicaban en ocasiones algunas noticias procurando no dar indicios de los autores.
La corona española realizó varios intentos expedicionarios para intentar recuperar sus colonias, especialmente el Río de la Plata. Pero también desde el primer momento los patriotas tomaron medidas para obstaculizar el proyecto, apoyándose en buena medida en la acción de las logias militares.
El Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón promovió tales acciones instruyendo en tal sentido a Arguibel y a Lezica y garantizando la rendición de los adelantos que hubieran sido precisos para subvertir el ejército:
"Emprendí por fin la obra de insurreccionar el mismo ejército que debia obrar nuestra ruina. D.Ambrosio Lezica, negociante de esta ciudad, fue encargado de dirigirse à su hermano D. Tomás, establecido en Cádiz, para iniciar sus relaciones con los gefes de aquel ejército...Los señores D. Tomás Lezica y D.Andrés Arguibel, naturales de Buenos Aires y establecidos con crédito en la plaza de Cádiz, fueron los agentes que llevaron á su término aquella riesgosa empresa. Fueron facultados para invertir las sumas de dinero que fuesen necesarias y autorizados para empeñar la responsabilidad del gobierno á todo lo que obrasen conducente al intento. La eficacia y destreza con que se manejaron apareció en el resultado. El ejército de la Isla de León se insurreccionó, la terrible espedicion que nos amenazaba se convirtió en daño del mismo que la formó y la República Argentina se vio por este medio libre y triunfante de sus enemigos. ¡Honor eterno a los nombres de Lezica y Arguibel entre los amigos de la libertad!"Juan Martín de Pueyrredón, Refutación a una atroz calumnia hecha con demasiada ligereza a un general de la República Argentina por Mr. Alejandro H. Everett, ministro plenipotenciario de los Estados Unidos de Norteamérica en la Corte de España.
"Los agentes ocultos de las provincias americanas derramaban el oro para acrecer la repugnancia y el descontento de los militares, y el comercio gaditano y malagueño prodigaba también sus caudales para impulsar el cambio que deseaban." Adolfo de Castro, Historia de la ciudad y provincia de Cádiz desde 1814 hasta el día, Cádiz, 1859, página 30.
El 24 de junio Arguibel envió desde Gibraltar un informe destinado al Director Rondeau por intermedio de Ambrosio de Lezica donde aseguraba que la gran expedición de reconquista finalmente no se realizaría, que el ejército marcharía pronto sobre la Corte y que una de las primeras providencias del nuevo gobierno que se instalase sería suspender las hostilidades con los americanos pues así se había pactado de antemano. Aludía en ese sentido a cartas anteriores dirigidas a Pueyrredón y se aconsejaba exigir al futuro gobierno constitucional español el reconocimiento de la independencia como artículo preliminar a cualquier negociación.
Rondeau envió a través de Pablo Vázquez copia de la carta de Arguibel a Carlos María de Alvear, radicado entonces en Montevideo. La noticia de que "un agente del gobierno porteño en Gibraltar" informaba que la Expedición Grande finalmente no se realizaría se filtró hasta el espía español Juan Bautista de Arechaga quien consiguió obtener copia de la carta, que aparecía firmada con una "A". Tras nuevas averiguaciones pudo identificar al remitente, Andrés Arguibel.
Pronto Arechaga estuvo en condiciones de denunciar al conde de Casa Flórez, encargado de negocios español en la corte portuguesa, que "Arguibel era un revolucionario exaltadísimo y de gran talento y se hallaba empeñado en fomentar partido contra el rey y servir a los independientes, que había facilitado la fuga a Buenos Aires de Tomás Lezica y de un tal Salvadores y era íntimo amigo de un rico judío llamado Judah Benolier quien con el angloamericano MacCall servía al gobierno de Buenos Aires para distribuir la correspondencia destinada a Cádiz y Madrid."
No obstante los efectos del descubrimiento del nido de espías americano resultarían.
Arguibel debió tornar sin embargo definitivo su exilio en Gibraltar, con lo que terminó de perder su fortuna ya entonces muy disminuida por gestiones no siempre basadas en los fondos enviados desde Buenos Aires no obstante lo cual continuó su labor.
Andrés Arguibel pudo volver a su ciudad natal en 1825. Murió pobre en Buenos Aires dejando a sus nietos, hijos de su finada hija única Dolores, en la orfandad.
Bibliografía[editar]
• Carranza, Ángel Justiniano, Campañas Navales de la República Argentina, Volumen IV (Notas Complementarias a Tomos 3 y 4, 2° Edición, Secretaria de Estado de Marina, Buenos Aires, 1962
• Cutolo, Vicente Osvaldo, Nuevo diccionario biográfico argentino, Editorial Elche, 1968.
• Alcalá Galiano, Antonio María, Apuntes para servir a la historia del origen y alzamiento del ejército destinado a Ultramar en 1 de enero de 1820
• De Castro, Adolfo, Historia de la ciudad y provincia de Cádiz desde 1814 hasta el día, Cádiz, 1859
• Pueyrredón, Juan Martín de, Refutacion a una atroz calumnia hecha con demasiada ligereza a un general de la Republica Argentina por Mr. Alejandro H. Everett, ministro plenipotenciario de los Estados Unidos de Norteamérica en la Corte de España.
• Iriarte, Tomás de, Memorias del General Iriarte, Compañía General Fabril Editora, 1962
• Varela, Florencio, Escritos políticos, económicos y literarios, Impr. del Orden, 1859
• Roberts, Carlos, Las invasiones inglesas del Río de la Plata(1806-1807) y la influencia inglesa en la independencia y organización de las provincias del Río de la plata, Peuser, 1938.
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