SAN JUAN BOSCO “DON BOSCO”
“Patrono de la Patagonia”
La figura histórica del popular sacerdote conocido como “Don Bosco”, está vinculada a la historia argentina, si bien el personaje nunca se encontró físicamente dentro de nuestro país y ni siquiera en América. Fundador en Italia de la Sociedad de San Francisco de Sales (salesianos, hoy Sociedad Don Bosco), y del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora (salesianas), como también de la Pía Unión de Cooperadores Salesianos, Don Bosco –elevado a los altares por la Iglesia Católica con el nombre de San Juan Bosco-, está presente en el desarrollo histórico argentino a través de sus obras, y especialmente, por sus gestiones, lograda con toda eficacia, para que las mismas arraigaran en nuestras patrias, en particular, con las misiones en la Patagonia.
De familia modestísima, nació en
Bechi, en el Piamonte (Italia), el 16 de agosto de 1815, siendo hijo de los
labradores Francisco Bosco y Margarita Occhiena. Al día siguiente de su
advenimiento recibió las aguas del bautismo, haciendo su primera comunión el 26
de marzo de 1816. Nueve años más tarde, el 25 de octubre de 1835, vistió
la sotana en Castelnuovo mientras cinco años después ingresó al Seminario de
Cheri, ordenándose sacerdote en Turín el 5 de junio de 1841.
De inmediato dio comienzo a su
apostolado social entre la juventud, fundando con Bartolomé Gaselli el 8 de
diciembre del mismo año, la Obra de los “Oratorios Festivos”, con la cual se
instaló más tarde, acompañado por su madre, en el barrio turinés de
Valdocco. Así surgió la institución salesiana aprobada definitivamente
por la Santa Sede, el 3 de abril de 1874.
En ese ínterin, Don Bosco en
1854, tuvo varios repetidos sueños que él mismo consignó en su “Diario”, y que
mucho le impresionaron: vio rostros e indumentarias de indios patagónicos
rodeando al entonces niño Cagliero –su discípulo y el más tarde Cardenal
Cagliero-; vio también a misioneros de su congregación predicando ante esos
indios en la región de las pampas argentinas, etc.. Todo ello, sin duda,
por la impresión que habían dejado en su espíritu diversas lecturas referentes
a nuestra Patria.
A raíz de los sueños se interesó
por conocer muy a fondo la historia, la geografía, la etnografía y la vida
argentina en todos sus aspectos, convirtiéndose en un documentado conocedor de
la Patagonia a través de las noticias recogidas desde distintas fuentes.
Veinte años después de aquellos
sueños, un amigo suyo que residía en la Argentina, el presbítero Dr. Pedro
Ceccarelli, párroco de San Nicolás de los Arroyos, intensificó las primeras
gestiones para que los misioneros salesianos pudiesen arribar a nuestro
país. Así se completaron los conjuntos, trámites que otro amigo de Don
Bosco, el señor Juan Gazzolo, cónsul argentino en Savona, venía realizando al
respecto, tanto ante las autoridades eclesiásticas y civiles de la Argentina,
como ante el propio sacerdote.
Todas esas gestiones
cristalizaron en el envío de la “Primera Misión Salesiana a la Argentina”,
dirigida por el Padre Juan Cagliero. La misma partió desde Génova a bordo
del vapor “Savoia”, el 14 de noviembre de 1875, desembarcando un mes más tarde
en Buenos Aires.
Al año siguiente, a pedido del
Papa Pío IX, Don Bosco presentó a la Santa Sede su notable “Memorándum para el
estudio de la creación de la Prefectura Apostólica en la Patagonia Argentina”,
verdadero documento de civilización y apostolado en esas regiones entonces
irredentas a la fe y poblada por indígenas en estado salvaje
El 17 de abril de 1876, Don Bosco
reunió un Capítulo salesiano donde propició la fundación de “un cordón de
colegios salesianos a lo largo de las puertas de la Patagonia”, como bases para
la formación de misioneros autóctonos encargados de convertir a los
salvajes. Desde entonces, los afanes del Padre Bosco no cesaron al
respecto, manteniendo frecuente correspondencia con el Arzobispo de Buenos
Aires, Mons. León Federico Aneiros, e instalando a sus misioneros radicados ya
en la Argentina, en especial a Cagliero y a Costamagna, para que se internaran
cuanto antes a la Patagonia.
En 1877, cuando el Arzobispo
Aneiros visito Roma tuvo por acompañante al P. Bosco, y con él pasó a Turín el
26 de junio del mismo año. Por ello, se concedió a los salesianos que
desempeñaran la acción misional en la Patagonia, hecho concretado con fecha 4
de agosto de 1879, según carta que, desde Buenos Aires dirigió Mons. Aneiros al
fundador de los salesianos.
Cumplido ese sueño Don Bosco,
siguió interesado por ver los frutos de su obra. El 14 de abril de 1883,
pronunció una notable conferencia sobre “La Patagonia Argentina”, en la tribuna
de la Sociedad Geográfica de Lyon (Francia). En 1884, cursó
correspondencia con José Manuel Estrada, en oportunidad de celebrarse en Buenos
Aires, el 1º Congreso Católico Argentino.
Después de una fecunda y
sacrificada existencia llena de fructíferos trabajos, traducidos en
fundaciones, redacciones de textos y obras de pedagogía, viajes por Francia y
España, etc., falleció en Turín, el 31 de enero de 1888. Durante su
agonía, Mons. Cagliero, que acababa de regresar desde la Argentina, le presentó
una indiecita patagónica a fin de que la bendijese.
Según el retrato que traza Mons.
Borgatti, era Don Bosco “de estatura proporcionada, ágil de cuerpo, de aspecto
agradable. Su rostro rollizo oval; la frente amplia y serena, regulares
la nariz y los labios, siempre dispuesto a la sonrisa suave y amable; bien
torneado y gracioso el mentón; los ojos, penetrantes, negros, tornasolados; la
cabeza, adornada de rizados cabellos, rubios canos, como las cejas”. La
Iglesia Católica lo declaró venerable, el 23 de julio de 1907; beato el 2 de
junio de 1929, y santo, el 1º de abril de 1934. Una ley argentina lo
declaró Patrono de nuestra Patagonia, y su nombre es recordado en un pueblo de
la provincia de Buenos Aires Una calle de la ciudad lleva su nombre, como
también distintos colegios salesianos.
Fuente
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo
Diccionario Biográfico Argentino – Buenos Aires (1985).
Efemérides – Patricios de Vuelta
de Obligado
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