JUAN GREGORIO LEMOS
“Intendente del Ejército de los Andes”
Nació
en Mendoza, el 24 de mayo de 1764.
Su
padre, Onofre Lemos, hijo del maestre de campo Juan de Lemos, sanjuanino, y de
Catalina Ladrón de Guevara.
Los
años de su niñez y de su adolescencia, transcurrieron consagrados a los juegos
propios de su edad, dedicados a la educación primaria y es probable que, como
su hermano Diego, cursase estudios secundarios en Monserrat, pues Cuyo carecía
de tales establecimientos.
Posteriormente
se dedica al comercio, pasando a ser dueño de carretas y arrias de mulas,
labrándose una sólida posición económica.
Al
formarse en Mendoza el Regimiento de Milicias Disciplinarias de Voluntarios de
Caballería, se le acordó el cargo del alférez de la 2da Compañía, por real
cédula del 15 de abril de 1803.
En
el ejercicio de tales funciones, presumiblemente, acompañó a las fuerzas
mendocinas al mando de don Faustino Ansay, que marcharon hacia Córdoba y luego
hacia Buenos Aires, con el fin de ayudar a combatir las fuerzas inglesas que
ocuparon la capital del virreinato. En su marcha hacia Buenos Aires llegaron
hasta el fortín de Areco.
El
virrey Liniers le extendió despacho de teniente de esa compañía, con fecha 8 de
febrero de 1809, luego pasó a revistar en la 1ra Compañía del 2do Escuadrón de
Milicias, de cuyo cargo, y a pedido de la Primera Junta se le concedió el
retiro el 7 de noviembre de 1810, con todos los privilegios que le
correspondían.
No
sólo se ocupó de la milicia y de su actividad económica sino que colaboró material
y moralmente para solucionar uno de los problemas educativos que afectaban a la
juventud cuyana, que carecía de establecimientos secundarios.
Para
ello colaboró en la obra iniciada por Joaquín Sosa, para la creación de tal
colegio, que culminan felizmente al aprobar el virrey Cisneros las mismas, el
21 de noviembre de 1809, destinándose para esos fines el ex colegio de los
jesuitas.
A
principios del año siguiente es designado unánimemente por el cabildo de
Mendoza, para el cargo de regidor defensor de menores y de pobres, del cual no
se recibió, a consecuencia de su poca predisposición a ocupar tales cargos, y
no ser confirmada desde Córdoba esa elección.
Producida
la Revolución de Mayo, figura en el sector criollo que logró vencer y desplazar
a los españoles encabezados por don Faustino Ansay, formándose en Mendoza un
gobierno partidario de la junta de Buenos Aires. Estuvo en el cabildo abierto
del 22 de septiembre de 1810, cuando se eligió como diputado a Manuel Ignacio
Molina, que debía incorporarse a la junta.
A
principios de 1811, fue electo alcalde por decisión de uno de los barrios de
Mendoza y en unión con los demás colegas y el cabildo, procedió a designar e
instalar, el 28 de febrero la Junta Subordinada que dependía de la de Buenos
Aires.
El
1 de diciembre de 1812, el segundo triunvirato, lo designó administrador de la
aduana de Mendoza, dependiendo de él, las de San Juan y San Luis. Días más
tarde, el 15 de diciembre se reincorporó a la milicia con el grado de capitán
de la 1ra Compañía de Cívicos de Mendoza.
Como
administrador de la aduana, tuvo a su cargo una ardua labor, que se hizo más
compleja al separase Cuyo de la intendencia de Córdoba del Tucumán, en 1814, y
al recibirse del mando de esa provincia el Grl San Martín.
Comienza
así afirma Mario L. Cavatorta, cuyo artículo cita Cutolo y seguimos en estas
páginas, la estrecha vinculación entre ambos hombres, especialmente en lo
relacionado con la recaudación e inversión de los dineros públicos, no sólo en
relación directa con los gastos propios de la intendencia, sino para solventar
las necesidades del Ejército de los Andes.
Su
gestión al frente de esa repartición, le imposibilitó dedicarse a sus negocios
particulares, sumado ello a su precario estado de salud lo impulsan a elevar la
solicitud de retiro, el 30 de octubre de 1815. No obstante ello continuó a
cargo de esas funciones, hasta el 1 de marzo de 1816, cuando el director J. M.
Pueyrredón le otorgó el retiro, con los honores y exenciones de comisario
general de guerra.
Siguió
encargado en forma honoraria de algunas funciones de la comisaría, y el 5 de
agosto de 1816, el Grl San Martín lo propuso con el cargo de comisario de
guerra para el Ejército de los Andes, expresando que “es la persona indicada ya
que ha servido con tan buen desempeño la administración de rentas de esta
ciudad.
En
el ejercicio de dicho empleo, regularizó la contabilidad del ejército, haciendo
que se llevara escrupulosa cuenta de los caudales que giraban bajo su
contralor, medida esta que hizo extensiva al mismo Grl San Martín.
Días
antes de iniciar la expedición libertadora su marcha, su comisario de guerra,
recibió de la aduana de Mendoza, por orden de Luzuriaga, todos los fondos
existentes en la misma, que sumados a los provenientes de San Juan, formaron
una caja de más de $ 47.000 para solventar los primeros gastos del
Ejército Argentino en Chile”.
A
mediados de enero de 1817, comienzan las distintas columnas del Ejército de los
Andes, su marcha en dirección a la cordillera a fin de cumplir con el plan de
su comandante en jefe de hallarse, para los primeros días de febrero, en las
altas cumbres.
Lemos
no forma parte en ninguna de las columnas que cruzan los Andes, sino que
permanece en Mendoza ultimando los detalles finales y reuniendo todos los
elementos necesarios para el normal aprovisionamiento de los efectivos -dinero,
vestuarios, alimentos, etc- hecho lo cual parte hacia Chile, en momentos en que
se produce la batalla de Chacabuco, retornando de inmediato a su ciudad natal,
de donde sale nuevamente, el 14 de marzo, hacia la capital transandina,
transportando lo necesario para el buen abastecimiento de las tropas.
A
partir de esa fecha, ocupó sus funciones específicas en Santiago de Chile,
revistando en el Cuartel General.
A
propuesta del Grl San Martín es confirmado por Pueyrredón, para el cargo de
intendente del Ejército de los Andes, el 8 de julio de 1818. En cumplimiento de
esas funciones, abandonó Chile en dirección a Perú, embarcándose en Valparaíso,
el 20 de agosto de 1820, al frente de los caudales para solventar los gastos.
Actuó
al lado de su jefe, desembarcó en Huaura y entró en Lima al ser abandonada esta
ciudad por el virrey La Serna.
En
el Perú, siguió al frente de sus funciones, administrando las cajas del
ejército, y ocupando diferentes cargos dentro de la administración pública. Por
méritos expuestos en el desarrollo de esta lucha, fue condecorado por el Grl
San Martín con la Orden del Sol, el 8 de octubre de 1821.
Luego
no ha de sobrevivir mucho al alejamiento definitivo de San Martín, ya que a los
pocos días del abandono del Perú por su Protector, consecuencia de Guayaquil,
murió en las cercanías de Lima, el 16 de octubre de 1822, al hacer crisis su
deficiente estado de salud.
Su
muerte vino a complicar la situación económica de su familia, y de regreso a la
patria la viuda solicitó el 7 de noviembre de 1834, al gobernador Maza una
pensión para reparar, aunque sea en parte su perdida fortuna y poder atender la
educación y cuidado de sus hijos, la cual fue concedida al año siguiente. El general
Mitre en su “Historia del general San Martín y de la Emancipación
Sudamericana”, lo recuerda justicieramente.
BIBLIOGRAFIA
BARTOLOME
MITRE, Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana, Bs. As., 1880.
PEDRO
I. CARAFFA, Hombres notables de Cuyo, La Plata, 1912.
DAMIAN
HUDSON, Recuerdos históricos de la provincia de Cuyo, Mendoza, 1931.
JOSE
PACIFICO OTERO, Historia del Libertador San Martín, Bs. As., 1932.
MARIO
LUIS CAVATORTA, Noticias biografiadas del Comisario de Guerra e Intendente del
Ejército de los Andes y del Perú D Juan Gregorio Lemos. En Revista Militar, Bs.
As., febrero 1957, Nº 645.
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