FRANCISCO ACUÑA DE FIGUEROA
(Montevideo,
1790- id., 1862) Poeta uruguayo, una de las más altas figuras de la época
clasicista de la literatura rioplatense.
Con
Acuña de Figueroa se inician los perfiles de la literatura nacional de su país,
en los tiempos en que la nacionalidad uruguaya se va concretando y definiendo
frente a la argentina.
De
modesta posición, ingenioso y culto, contempló la evolución de su patria desde
la colonia hasta la independencia, y su formación y temperamento lo llevaron a
mostrarse adversario del dictador argentino Rosas. Fue director de la
Biblioteca Nacional, escribió la letra de los himnos nacionales de Uruguay y
Paraguay, narró en verso los episodios del sitio de Montevideo (Diario
histórico), hizo gala de su ingenio en los Decretos pilatunos, escribió
algunas piezas teatrales, tradujo diversos poemas latinos y preparó sus
originales en doce volúmenes de Obras completas, en los que puede encontrarse
su variada producción.
La
personalidad de Francisco Acuña de Figueroa, que llegó a ser una especie de
jerarca oficial de las letras de su país, refleja los vaivenes y balbuceos de
la transformación y crecimiento de la nación uruguaya, a cuya independencia
literaria contribuyó en gran manera. Dotado de una sólida formación neoclásica,
siguió los modelos de los moralistas españoles Juan Bautista Arriaza, Félix
María de Samaniego y Tomás de Iriarte, satirizando instituciones y personas
públicas y también costumbres y asuntos privados. Sus obras pueden clasificarse
en serias y festivas, atribuyéndose a estas últimas el mayor mérito.
De
su producción destaca el poema épico burlesco La Malambrunada, su trabajo
más ambicioso, en el que se burla de las mujeres viejas libidinosas que
pretenden competir en el amor con las jóvenes ninfas. Escrito en 1837 en
octavas reales, la acción se plantea como una lucha entre las viejas
(representadas por unas brujas capitaneadas por Malambruna y protegidas por
Satán) y las jóvenes, amparadas por Venus bajo el mando de la ninfa Violante.
Después de intrincadas y burlescas peleas y risueños episodios casi heroicos,
fallece Malambruna. Las viejas huyen ante la vigorosa carga de las jóvenes,
hasta hundirse, para salvarse, en un fangal en el que el propio Diablo, que
protegía a las feas, las abandona dejándolas transformadas en ranas.
Junto
a esta obra con ciertos ribetes de crítica social y de filosofía satírica,
merecen destacarse por sus méritos literarios sus numerosísimos epigramas, que
reunió en títulos como Mosaico poético (1857). Verso fácil, gracejo
narrativo, intencionado donaire y quevediana picardía son los rasgos
distintivos de esta múltiple labor satírico-burlesca que Acuña de Figueroa
cumplió hasta el último día de su existencia.
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