Juan Bautista Thorne
Arreciaba el combate de la Vuelta de Obligado donde fuerzas argentinas enfrentaron con valentía la agresión anglo francesa. Por orden del gobernador de Buenos Aires y encargado de las Relaciones exteriores de la Confederación don Juan Manuel de Rosas, el general Lucio Mansilla había fortificado las costas del Paraná, cerrándolo en ese punto mediante botes atados con cadena. Sobre el parapeto de la batería Manuelita, el teniente coronel Juan Bautista Thorne arengaba a sus artilleros y solo descendía de su atalaya para rectificar el blanco de los cañones.
En esa batalla el retumbar de las piezas dañó irremediablemente su oído, aunque no frustro su voluntad de seguir disparando, cuando los buques enemigos lograron forzar el paso y seguir remontado el río hacia el norte, el general Mansilla ordeno dos veces a Thorne que suspendiera el fuego y se retirara recibiendo como respuesta “que sus cañones le imponían hacer fuego hasta vencer o morir” como consecuencia de estos hechos la historia lo recordó para siempre como el “Sordo de Obligado”.
Su desobediencia le sirvió para marchar arrestado al convento de San Lorenzo y allí permaneció hasta que el mismo Mansilla transformo la medida disciplinaria en el nombramiento de comandante en jefe de las costas del Paraná. En ese carácter mando las baterías del Quebracho, en la que fue herido en el hombro.
Thorne no nació en nuestra tierra como muchos de nuestros primeros marinos, pero avaló su ciudadanía adoptiva con una foja de servicios impecable. Nació en Nueva York el 8 de marzo de 1807, su padre era un marino que había participado en la guerra de la Independencia de EEUU, a los once años su padre lo puso a bordo de una escuadra que tocó los puertos del Atlántico y del Pacífico entonces tuvo su primera oportunidad de conocer el puerto de Buenos Aires, de regreso a su hogar, su padre lo envió a Francia para que se formara en la escuela de marinería de Tolón. Allí conoció al oficial francés Le Blanc, quien muchos años después sería su enemigo. Sin embargo su espíritu aventurero se cansó de la vida de guarnición y se embarcó en un barco corsario dirigido por un pariente suyo, el barco corsario fue hundido en alta mar por un navío inglés, y Thorne salvó su vida, asido con fuerza a un trozo del palo mayor del barco.
Luego recorrió los márgenes de Africa, hasta que un barco pirata lo condujo a las costas del Perú.
Hacia 1822 llego nuevamente a Buenos Aires, donde encontró un amigo el oficial de marina José María Pinedo, sin embargo luego se alejó hacia el Oriente donde recorrió los puertos de China y Japón, finalmente regresó a la Argentina en 1825 y su personalidad llamó la atención del gobierno interesado en formar la escuadra que debía combatir contra el imperio de Brasil, a las órdenes de Fournier formo parte de la oficialidad del Congreso. Poco tiempo después a principios de 1827, fue designado al bergantín Chacabuco que bajo el mando de Santiago Bynon se iba a destacar en lo que se denominó Gesta de Patagones, en dicha batalla ocupó un lugar destacado, al abordar el buque brasileño “Itaparica” donde arreó la bandera imperial brasileña e izó la bandera argentina.
La acción le mereció alcanzar el mando del bergantín Patagones, luego mostró su valentía en distintas acciones hasta que cayó prisionero y fue llevado hasta Río de Janeiro. Regreso al celebrase la paz y paso a comandar el Balcarce que había sido buque insignia del almirante Brown.
En 1833 emprendió la campaña del Río Colorado al mando del bergantín Patagones con el fin de ayudar la expedición al Desierto de Rosas. Designado comandante de la goleta Sarandí, tuvo la misión de auxiliar la defensa de la isla Martín García, donde mandó la artillería de tierra de dicha isla, donde el 12 de octubre de 1838, las fuerzas argentinas mandadas por Jerónimo Costa lucharon heroicamente contra la escuadra francesa bloqueadora.
Destinado al servicio hizo la campaña de Entre Ríos con Pascual Echague en 1839 y cuando el 15 de abril de 1841, con el grado de teniente coronel, regresa a ponerse bajo los órdenes de Brown, debió anotarse en su foja de servicios, haber participado en las acciones de guerra de Cagancha, Pago Largo, Don Cristóbal, Caaguazú, Yerúa, Sauce Grande y Punta Diamante.
Sirvió más tarde a las órdenes del Almirante Brown, como comandante del bergantín General Belgrano, empeñado en luchar contra Garibaldi y siguió combatiendo a las dos más grandes potencias de la tierra.
Reconocida la soberanía argentina y desagraviado el pabellón, Thorne volvió a su hogar donde permaneció hasta que después de Caseros se enroló al lado del General Hilario Lagos, como integrante de la escuadra de la Confederación Argentina.
En esos días se produjo la traición del jefe de la escuadra de la Confederación Argentina John Halstead Coe, quien por una bolsa de monedas de oro, entregó a Buenos Aires que estaba separada del resto del país la escuadra nacional, se pretendió también comprar a Thorne a través de su hermana quien fue a bordo del Enigma acompañada de la esposa del ex rosista Lorenzo Torres. Ante esta situación el marino arrebatado por su indignación, puso sobre sus rodillas a su imprudente hermana y le propino una soberana paliza por haber abusado de la relación familiar.
Posteriormente fue borrado de la lista militar de Buenos Aires, por lo tanto debió realizar por razones de trabajo varios viajes a la India, además actuó como perito naval. Solo en 1868 fue reincorporado a la Armada, en la lista de guerreros de la Independencia y del Brasil.
Vivió con modestia de los recursos que le proporcionaba su pensión militar hasta la fecha de su fallecimiento que ocurrió el 1° de agosto de 1885, a los setenta y ocho años de edad. Sus restos mortales fueron inhumados en el cementerio de disidentes. Actualmente descansan en el Cementerio Británico de Buenos Aires. Su azarosa existencia fue resumida por el propio Thorne en breves y precisas palabras “llevo en mi cuerpo la severa impresión del plomo del Imperio, de Gran Bretaña, de Francia y de la guerra civil de mi patria de adopción”.
Las naves rojas de la Federación
(Héctor Pedro Blomberg)
Rojos son las mesanas y los trinquetes,
Las cureñas, las bandas; rojas, sangrantes,
Las camisas que llevan los tripulantes,
Desde los condestables a los grumetes,
Y usan galones rojos los comandantes,
Allá van por las aguas del patrio río,
Clavados en el mástil los pabellones:
En el puente de cada rojo navío
Se oye la voz de un “cielo” ronco y bravío,
Junto a la negra boca de los cañones.
Son las goletas rojas de Costa Brava,
Son las que respondieron en Obligado
Al clamor iracundo que las llamaba
Para batir la flota que navegaba
El Paraná invadido y ensangrentado.
¡Bergantines de Thorne! La voz del viento
Dice en la arboladura la copla errante
Que recuerda en su recio y extraño acento
Aquellas que en el viejo puente sangriento
Se oían en los tiempos del Almirante.
Con sus rojas banderas en la mesana,
Allá van sus bravías tripulaciones:
“Federación o Muerte”, se oye, lejana,
La canción que cantaban en la mañana
Junto a la negra boca de los cañones.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
Gosa, Dr. Juan Santiago – Juan Bautista Thorne, “El Sordo de Obligado”.
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