lunes, 7 de septiembre de 2015

Evaristo de Uriburu

Evaristo de Uriburu



Nació en la ciudad de Salta el 25 de octubre de 1796.  Fueron sus padres José de Uriburu Bazterrechea y Manuela Hoyos y Aguirre.  Estudió primeras letras, gramática castellana y un año de Filosofía.  A los 14 años fue capitán del ejército, nombrado por la Junta de 1810, en razón de haber ofrecido su padre, José de Uriburu, desde la provincia de Salta, mantener, armar, pagar y proporcionar cabalgaduras para 6 soldados de caballería, a nombre de sus seis hijos menores de edad, como consta en “La Gaceta de Buenos Aires”, de fecha 20 de setiembre de 1810.  La Junta dictó un decreto, con fecha 24 de este mismo mes y año, declarando a José de Uriburu “patriota en grado heroico”.
Desde entonces el joven Evaristo de Uriburu dejó los estudios y empezó a prestar servicios a la Patria, “vestido, armado y montado por mi citado padre con cinco soldados más” (dice en su autobiografía).  En 1811 se hallaba incorporado al Ejército del Norte, hallándose en el combate del río de Las Piedras, el 3 de setiembre de 1812 y en la batalla de Tucumán, el día 24 del mismo mes, así como también, fue uno de los vencedores en la gloriosa acción de Salta, el 20 de febrero de 1813.  Asistió a las desastrosas batallas de Vilcapugio y de Ayohuma y a la retirada sobre Jujuy y Salta, “dejando –dice el propio Uriburu- al general Arenales con 500 hombres, a que hiciese la guerra en el Alto Perú, como lo hizo en dos años, al principio con algunos contrastes, y luego ganó las batallas de la Florida, Puente del Plata, y otras varias, ayudando a los caudillos patriotas que él formó, Padilla y Lanza, y mientras que el ejército de Pezuela ocupaba Salta y Jujuy, el general Arenales atacó Chuquisaca, Potosí, Cochabamba y La Paz, y obligó a Pezuela a volver al Perú con la mitad de su ejército de 8.000 hombres que trajo y que habían sucumbido, hostilizado por las milicias de Salta, al mando del coronel, entonces, Martín Miguel de Güemes”.  (Autobiografía citada)
Uriburu continuó en el Ejército del Norte, bajo el mando superior de San Martín y de Rondeau, los años 1814 y 1815, asistiendo a la batalla de Sipe-Sipe, el 29 de noviembre de este último año.  Cuando el general Belgrano se recibió nuevamente del comando de aquel Ejército, a mediados de 1816, destinó al capitán Uriburu para La Rioja, con la misión de incorporarse al destacamento del teniente coronel Francisco Zelada, el que sumó 500 hombres, de los cuales, 300 eran de infantería bajo las órdenes de Uriburu; y 200 de Caballería, al mando de Dávila y Gordillo.  Se halló en la toma de Huasco, capital de la provincia de Atacama, la que fue atacada una noche por tres puntos diferentes, rindiéndose el coronel realista con los 200 hombres que la guarnecían.  De Huasco pasaron a Copiapó que se hallaba desguarnecida, y allí recibieron orden del general San Martín, que ya había ganado la batalla de Chacabuco, de regresar a La Rioja, provincia de la cual era gobernador el coronel Benito Martínez.
La división patriota se licenció; una parte quedó de guarnición y 50 hombres se le entregaron a Uriburu, para escoltar un regimiento de caballería denominado “Húsares de la Guardia”, creado por el coronel Caparroz para Córdoba, y en La Hedionda, 30 leguas de La Rioja, se sublevaron, mataron 5 oficiales y algunos clases que habían pasado a ese cuerpo pertenecientes a milicias riojanas, se desertaron y repartieron en toda la provincia, en los Llanos de la Rioja.  El coronel Martínez puso en juego toda la milicia y pudo reunir 350 hombres, los que confió a Uriburu para conducirlos a Córdoba, escoltándolos con los 50 soldados ya mencionados; empleó este último 22 días para cumplimentar esta comisión, intervalo de tiempo durante el cual el capitán Uriburu no durmió ninguna de las noches y de cuyas resultas enfermó tan gravemente en Córdoba, que casi murió y debió permanecer tres meses en cura.  Al cabo de ellos, regresó a Salta, donde continuó sus servicios, conjuntamente con otro hermano que llegó al empleo de coronel y otro que alcanzó el de teniente coronel: “Los tres hermanos –dice el coronel Uriburu en su autobiografía-, hemos servido sin sueldo por ofrecimiento de mi padre, que siempre mantuvo a más de tres soldados, en virtud de su ofrecimiento, que al principio del relato hice, hasta fines del año 25, que concluyó la guerra con la batalla de Ayacucho”.  Actuó en 1821 como ayudante de Gorriti en su famosa captura de la División del coronel Marquiegui en abril.  El 6 de abril de 1824, fue nombrado capitán de la 1ra Compañía del Batallón “Cívicos del Orden” formado por Arenales.
Desde entonces se ocupó el coronel Uriburu del arreglo de los Batallones Cívicos; en dictar academias para la instrucción de los oficiales y tropa, siempre sin sueldo ninguno, hasta 1831.  En enero de 1822 se le encuentra como miembro del Cabildo.  El 10 de octubre de 1826, el gobernador Arenales encargó a Uriburu del mando accidental del Batallón “Cívicos del Orden” por licencia de Facundo Zuviría, titular.  En abril de 1831 ejerció las funciones de gobernador delegado del general Alvarado; a raíz de la captura del general Paz y de su consecuencia inmediata, la batalla de Ciudadela, los representantes de Salta mandaron una comisión a entrevistarse con el general Facundo Quiroga y no presentándose a ella, Uriburu emigró a Bolivia con su familia acompañando a su suegro, el general Arenales, que falleció en esos días, en Moraya, el 6 de diciembre de 1831.  Con fecha 11 de julio de este año, el general Alvarado, como “General en Jefe del Ejército Nacional”, le extendió despachos de coronel graduado, en Tucumán (siendo antes comandante) rubricados por Eusebio Mollinedo.
Uriburu regresó a Salta en 1832, ante la amenaza del gobernador de la Provincia de secuestrarle todos sus bienes, los cuales se hallaban embargados.  Estuvo ocupado como instructor de milicias hasta que se declaró la guerra a Santa Cruz; entonces creó dos cuerpos de infantería: uno veterano que se llamó batallón “Libertad”; y el otro fue denominado “Cazadores Argentinos”.  Habiendo sido nombrado mayor general del Ejército Confederado el general Felipe Heredia, éste delegó la gobernación el 7 de diciembre de 1837 en la persona el coronel Uriburu, al que acompañó en calidad de Ministro secretario Ciriaco Cornejo.  “A las demostraciones de entusiasmo de los jefes de guardia nacional y de la mayor parte de los ciudadanos se debió que el delegado Uriburu, al aproximarse el general boliviano a la frontera, ofreciera al general en jefe de las fuerzas confederadas los servicios de 4.000 hombres de caballería y 500 infantes, todos bien armados y listos para marchar con su gobernador a incorporarse al ejército de operaciones donde fuera necesario” (Zinny).
Durante la administración del general Felipe Heredia, el coronel Uriburu llevó a cabo la obra pública del río de la Silleta.  Heredia delegó el mando en este último por no haberle sido aceptada la renuncia que presentó a la Legislatura.  Por causa de esta delegación, Uriburu no hizo la campaña contra Santa Cruz, yendo los dos batallones citados a cargo de los tenientes coroneles Lagos y Doso.
Uriburu obtuvo sus diferentes ascensos militares en las épocas que se detallan: Capitán, el 24 de setiembre de 1810; sargento mayor en 1825; comandante en 1827;  teniente coronel efectivo en 1828; coronel graduado en 1831, como queda dicho, y efectivo, en 1836, grado con el cual ejerció por dos veces la comandancia general de armas de la provincia de Salta y múltiples comisiones.  El 11 de mayo de este último año, el general Felipe Heredia, gobernador de Salta, le otorgó despachos de coronel del Regimiento de “Cazadores Argentinos”.
“Con respecto a la causa que produjo la guerra con el dictador Santa Cruz, en 1837 – dice Uriburu en su autobiografía- ésta reside en que el citado personaje desde que ocupó la silla presidencial no hizo más que fomentar revoluciones en Chile, Perú y la Argentina.  Salaberry, del Perú, le declaró la guerra, y tuvo la suerte Santa Cruz de derrotarlo en el Alto de la Luna, cerca de Arequipa y después de capitular con él y con el general Fernardina, los fusiló traidoramente en esta ciudad como es notorio”.
Por este triunfo y los tratados de Paucarpata, hechos con el general Blanco Encalada, que marchó contra Santa Cruz como general plenipotenciario de Chile, que fueron desaprobados por su gobierno, pudo aquél ocupar la capital del Perú, Lima.  Entonces, el general Bulnes, al mando del ejército de Chile, marchó a Lima, que ocupó, pero debió retirarse al Norte, cuando Santa Cruz se aproximó nuevamente al frente de un poderoso ejército, acompañado de Obregón, hecho por él presidente del Perú, y en realidad su títere.  No obstante la fuerza a sus órdenes, el encuentro de Santa Cruz con Bulnes, que tuvo lugar en los campos de Yunguay, fue completamente desfavorable para el primero, que no detuvo su huída hasta Arequipa, a 200 leguas del campo de batalla.  De esta ciudad partió bajo protección del cónsul inglés, porque el pueblo de la misma quería prenderle y para evitar esto, tuvo el precitado cónsul que hacer desembarcar la tropa que tenía la fragata de guerra “Semiramis”, en el puerto de Islu, para proteger su salida de Arequipa, cuyo pueblo quería asesinarlo.  Se embarcó en el mencionado buque para Europa.
El Ejército Confederado se compuso de contingentes de Tucumán, Salta y Jujuy, cuya fuerza, perteneciente a las tres armas, sólo llegó a 1.500 hombres bajo el mando del general Alejandro Heredia, siendo su Jefe de Estado Mayor su hermano Felipe.
Estando formando recién los campos en Salta –dice Uriburu- Santa Cruz tramó una revolución en Salta, seduciendo al coronel de milicias de la Quebrada del Toro, camino de Bolivia, Valdivieso, y al comandante Balderrama, del pueblo de Chicoana, e hizo sublevar al batallón “Libertad”, que mandaba el coronel Uriburu, en la ciudad de Salta, hiriendo la tropa 9 oficiales y teniendo que batirme toda una noche del 13 de setiembre de 1838, en compañía del jefe de “Coraceros de la Muerte”, teniente coronel D. Anselmo Rojo, después General, hasta que pude someter la tropa, la que fue castigada, fusilando a un oficial Plaza, 10 cabos y 4 sargentos que fueron los cabecillas”.
Al mismo tiempo, el general Felipe Heredia batía en el pueblo de Humahuaca a una división de infantería y caballería que invadía la provincia de Salta en protección de la revolución que había hecho estallar; mandaba aquella división, el coronel Fernández Campero, marqués de Yaví, a quien batió primero la fuerza argentina que era compuesta por un escuadrón de “Cristinos de Caballería”, el que rechazó a la caballería boliviana; pero la infantería de los invasores ganó el fuerte de Santa Bárbara, cuyo nombre tomó la batalla, y allí resistió a los argentinos, matándoles el comandante de los Cristinos, 4 oficiales, e hiriendo al ayudante del general Felipe Heredia; sin embargo, aquella fuerza se rindió y esta acción probó al mariscal Santa Cruz que en ninguna forma podía tener éxito una tentativa de sublevar las provincias argentinas que limitaban con su territorio, pues hasta Tucumán se sintieron sus tramas y esto repercutió notablemente en el alistamiento del ejército que se estaba organizando, retrasando la iniciación de las operaciones sobre Bolivia.  Una de estas operaciones, fue destacar una división nuestra, desde la ciudad de Orán, sobre Tarija, fuerte de 700 hombres, bajo las órdenes del general Gregorio Paz, la que estaba compuesta de: 200 infantes al mando del comandante Virena; 100 de los que se llamaban Rifleros, a las órdenes del comandante Oliva; 200 Coraceros Argentinos; y 200 milicianos de Orán al mando del coronel Mateo Ríos.  Llegó la división hasta 4 leguas de Tarija, cuando tuvo noticia de la aproximación del general Braun, que era el mejor jefe del ejército boliviano, con una división compuesta por: el batallón más acreditado, el Nº 6 de Línea, fuerte de 600 plazas; un regimiento de guías, de 300 hombres, y otro cuerpo de caballería miliciana, con lo cual aquella división no bajaría de 1.000 soldados.  Paz inició su retirada por el camino de Orán a donde estaba el cuartel general.  Braun lo siguió con empeño y le dio alcance en la cuesta de Cuyambuyo.  Paz que estaba ocupando la cuesta, debió bajar al llano, por tener más caballería y de mejor clase, y aguardaba al enemigo; optó por ponerse en retirada con su caballería, dejando sólo 200 infantes, “que en lugar de formar mitades – dice Uriburu- para defender la posición que estaba en su favor, mandó desplegar en cazadores, que se hace por partes en dispersión, así que sólo una pareja de dos hombres ocupaba el camino, y los demás, bajados a uno y otro lado de las quebradas de la cuesta, y el General en retirada con la caballería, así que sólo una compañía del 6 de Línea se batió con los dos soldados que defendían el camino y todos los demás cayeron prisioneros.  Este es el gran combate denominado Monte Negro, no se por qué; la cuesta se nombra Cuyambuyo, que parió un gran mariscal de aquel nombre, sin que haya perdido tres hombres en la tan célebre batalla, porque no encontró con quien pelear”.
El coronel Uriburu ejerció el gobierno delegado de Salta por varios meses, siendo sustituido el 17 de noviembre de 1838, por N. Cabrera.  Cuando se produjo la Coalición del Norte contra Juan Manuel de Rosas, Uriburu continuó leal a éste, y terminada la guerra civil con el triunfo de Oribe en Famaillá y el de Pacheco en el Rodeo del Medio, se restableció el gobierno federal en aquellas provincias.  Uriburu fue nombrado coronel-comandante de los departamentos de Guachipas y Chicoana, a fines de 1841.  En julio de 1845, ejerció la delegación del gobierno salteño hecha por el coronel Manuel Antonio Saravia, con motivo de haber tenido éste que salir a campaña a causa de las amenazas de los indios del Chaco, sobre la ciudad de Orán y su campaña, y por haber tenido, después de esta operación, que rechazar la invasión desde Bolivia de los emigrados argentinos encabezados por el coronel Rojo, Ubierna, etc.  El 11 de marzo de 1839 fue dado de alta en la Plana Mayor Activa del Ejército de la Provincia de Buenos Aires como coronel de infantería, en la que revistó hasta el fin del gobierno de Rosas, con la nota “En Salta”.
El Gobierno de la Confederación Argentina le extendió despachos de coronel de infantería, el 22 de agosto de 1855, con destino a la Sección Salta, Estado Mayor de plaza, donde continuó revistando hasta la batalla de Pavón.  Desde 1862 revistó en la P. M. D. del Ejército Argentino hasta el 29 de julio de 1870, en que fue incluido en la lista de “Guerreros de la Independencia”, en conformidad con la ley de 24 de setiembre de 1868.
Falleció en Buenos Aires el 28 de julio de 1885.
Se halló en el combate librado en Salta del 27 al 28 de mayo de 1864, atacada la ciudad por fuerzas rebeldes mandadas por Latorre, Gutiérrez, etc., las que fueron rechazadas.
Uriburu perteneció a los “Decididos”, “Dragones”, “Cívicos Patricios” e “Infernales”, de Güemes, y fue ayudante de Gorriti, cuando derrotó a Marquiegui, en Jujuy en 1821.  Tres veces fue juez de paz; 22 meses diputado a la Legislatura desde 1821; fundador del Tribunal del Comercio, en 1824; en Salta, juez de 1ra instancia en 1825, y dos años en la provincia de Jujuy y su distrito, en los años 1866 y 67.
Uriburu se casó el 16 de abril de 1825, con María Josefa de Arenales, hija del general Juan Antonio Alvarez de Arenales y de María Serafina de Hoyos y Torres, bautizada en Salta el 9 de mayo de 1810, y fallecida en Buenos Aires el 15 de junio de 1890.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
Portal www.revisionistas.com.ar
Uriburu, Evaristo de – Autobiografía
Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1939).
Zinny, Antonio – Historia de los gobernadores de la provincias argentinas (1810-1880) – Buenos Aires (1880).
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